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Íconos. Revista de Ciencias Sociales

versión On-line ISSN 1390-8065versión impresa ISSN 1390-1249

Íconos  no.58 Quito may./ago. 2017

https://doi.org/10.17141/iconos.58.2017.2494 

Reseñas

Migraciones internacionales, crisis y vulnerabilidades. Perspectivas comparadas de María Eugenia Anguiano Téllez y Rodolfo Cruz Piñeiro, coordinadores

Rafael Alonso Hernández López1coordinacion@fm4pasolibre.org

Anguiano Téllez, María Eugenia; Cruz Piñeiro, Rodolfo. Migraciones internacionales, crisis y vulnerabilidades. Perspectivas comparadas. 2014. El Colegio de la Frontera Norte, México: 427p.


Esta publicación pone sobre la palestra discusiones frescas en torno a las maneras de concebir el fenómeno migratorio internacional. Con una perspectiva comparativa, ilustra casos y contextos emanados de regiones geográficamente distantes: Europa y prácticamente todo el continente americano. Espacios que son unificados y articulados por la dinámica migratoria en el actual contexto de globalización, la cual es representada en una dirección doble: durante las épocas de bonanza y crecimiento económico, la persona migrante ha sido percibida como un elemento indispensable, panorama que cambia de manera drástica y radical durante períodos de crisis, lo que genera acciones que tratan de impedir de manera sustancial la existencia de las migraciones.

El libro da cuenta, a través de cuatro apartados, cómo en contextos adversos económica, política y socialmente acontecen las migraciones en las cuales las personas se constituyen progresivamente en sujetos sociales vulnerables: i) crisis económica y vulnerabilidad: los inmigrantes en el mercado de trabajo en España; ii) emigración mexicana a Estados Unidos: enfrentando múltiples vulnerabilidades; iii) entre México y Centroamérica: políticas migratorias y derechos humanos; y iv) nuevas perspectivas sobre integración y vulnerabilidad.

En los capítulos se aporta discusiones teóricas que buscan su aplicación práctica mediante diversos indicadores, lo que intenta dar cuenta de cómo, en lo concreto, se experimenta la vulnerabilidad. Se rastrean al menos cinco perspectivas de este cuerpo teórico emergente, el cual es debidamente explicitado y empíricamente demostrado. Se trata, por tanto, de categorías analíticas con un gran potencial heurístico que denotan tanto riesgos como susceptibilidades, privaciones y debilidades, frente a las que el individuo puede generar, y hacer uso o no, de activos y estrategias para enfrentar lo que se le presente en el contexto migratorio.

El trabajo ofrece la posibilidad de revisitar aspectos nodales que son imprescindibles para afianzar la comprensión del fenómeno migratorio en la actualidad desde una perspectiva hasta ahora poco desarrollada, como es el caso de las vulnerabilidades múltiples las cuales, si bien aluden a realidades y circunstancias de facto –algunas ya trabajadas y discutidas académicamente–, su mérito se encuentra en la visibilización y en la puesta en diálogo de unas con otras, interrelacionándolas.

El primero de estos aspectos tiene que ver con la relación “globalización/migración internacional”, con énfasis en las lógicas que el propio sistema genera en contextos específicos en torno a las llamadas razones estructurales que hacen de la migración algo más que un sueño. Se puede entender la relación globalización/migración internacional por las recurrentes crisis económicas expresadas de manera cotidiana en la reconfiguración de los mercados de trabajo y la persistencia del desempleo. En este nivel, es posible rastrear en el texto cómo desde Chiapas, España o Centroamérica se configuran condiciones de tipo económico-laboral que detonan diferentes niveles de vulnerabilidad en las personas migrantes, desde y en sus localidades de origen y retorno, así como en las de destino.

En la globalización, la presencia migrante se caracteriza por la creación de espacios de vulnerabilidad definidos por los atributos propios o asignados por externos. Para los migrantes, como obreros precarios y vulnerables, el mercado de trabajo se vuelve un campo de lucha en el que los sujetos interiorizan las condiciones objetivas de dominación que padecen y así ayudan a su reproducción, lo que se constituye en hechos que empeoran en un contexto de crisis.

Queda evidenciado cómo la crisis económica mundial ha propiciado, entre otros factores, tanto el endurecimiento de la política migratoria en varias naciones, como el resurgimiento de actitudes xenófobas que han cambiado las expectativas sobre la migración de muchas familias, modificando los arreglos económicos o familiares en las comunidades de tradición migratoria donde los hogares han desarrollado estrategias de organización y diversificación socioeconómica alternativa. Se resalta un hecho documentado por Ana Elizabeth Jardón acerca de la experiencia de una comunidad en el Estado de México en que la población, en lugar de autopercibirse como víctima, se consideran individuos activos que pueden responder ante determinados cambios y catástrofes que alteren su economía y dinámica familiar, por ejemplo, a través de la construcción e instalación de invernaderos.

La reflexión sobre la perspectiva migratoria se completa con el aporte que, de manera tácita e implícita, hacen los autores de la obra en torno a la relación migración/desarrollo, misma que es revisada de manera crítica y propositiva, tratando de avanzar sobre la visión parcial y unilateral del fenómeno, la cual solo recalca un vínculo positivo entre la migración internacional y el desarrollo de los países de origen. Se recupera entonces la necesidad de aportar nuevos elementos al debate, tratando de demostrar que los migrantes son importantes sujetos activos en el desarrollo de las economías receptoras. Esto, a partir de la contribución que realizan a la economía y sociedad del país huésped, mediante su inserción en el mercado de trabajo, su contribución en la dinamización de la producción y el consumo, y el financiamiento del sistema fiscal y de seguridad social. En lugar de defender estos aportes, los gobiernos de los países receptores difunden un discurso discriminatorio y criminalizador que concibe a las personas migrantes como una carga para la sociedad receptora y un peligro para la seguridad interna. Algunos autores del texto, como Héctor Rodríguez, muestran que al estigmatizar a esta fuerza de trabajo perversamente se contribuye a su mayor desvalorización.

El segundo aspecto del texto versa sobre la “gestión internacional de migrantes y flujos migratorios”. Se da cuenta de dos modalidades diferenciadas que intentan, con mecanismos contrapuestos, atender el fenómeno migratorio. La primera de estas modalidades tiene que ver con lo que someramente se ha mencionado: la gestión que enfoca sus esfuerzos en el ámbito migratorio desde una perspectiva de seguridad, por lo cual, el accionar del Estado es a través de una lógica punitiva, evidente en el incremento de acciones militares y policíacas, y en el endurecimiento de leyes. Desde este enfoque, se ofrecen análisis como el de Daniel Villafuerte, que parte de caracterizar la situación de la frontera sur mexicana y centroamericana en el marco de la crisis mundial, en la cual existen más de 200 millones de personas desempleadas, incluyendo cerca de 80 millones de jóvenes. Se destacan, además, los aportes realizados en los trabajos que ilustran la situación de España donde, a través de diferentes iniciativas, se busca establecer una gestión y planificación integrada del retorno consistente en un conjunto de medidas destinadas a fomentar los programas de regreso voluntario o forzoso. Referir la gestión de los flujos migratorios obliga a pensar en el papel del Estado y su responsabilidad frente a las migraciones internacionales, lo cual es abordado por Jorge Bustamante. El crecimiento de la migración irregular en el mundo clama nuevas estrategias que hagan posible que las migraciones internacionales sean compatibles con el principio de legalidad y con el Estado de derecho, sin el cual se pierde la racionalidad de los mercados y la convivencia internacional.

El segundo modelo de gestión migratoria aboga por frescas perspectivas que buscan la creación de alternativas, tanto para combatir la vulnerabilidad migrante como para gestionar los flujos migratorios y las relaciones entre regiones y países. El trabajo que se visualiza no desestima el esfuerzo de sujetos individuales y colectivos que existen a la par del aparato estatal, más bien, apunta a un modelo que incluya la educación en los valores de tolerancia y diversidad. Ello, debido a que al observar la situación de la migración –por ejemplo de México o Latinoamérica, Estados Unidos y Europa– no parece que el modelo económico, político y educativo permita a la sociedad desplegar sus máximos valores sino, por el contrario, los aplasta, reduce y aniquila, tal como lo demuestra en su texto Leticia Calderón.

En Sudamérica, en la actualidad se gestan interesantes formas que, si bien tienen sus contradicciones, representan esfuerzos por atender el fenómeno migratorio desde nuevos enfoques y políticas que intentan conjugar la facilitación de la movilidad con las necesidades de desarrollo e integración, respetando los derechos humanos de las personas migrantes. “La perspectiva sudamericana”, siguiendo el aporte de Juan Artola, instaura y promueve una lógica diferente, una visión positiva de la migración versus la migración como problema o amenaza; la facilitación versus el control; y el énfasis en derechos versus la criminalización. Estas iniciativas han buscado la libre circulación de bienes y de factores productivos con políticas macroeconómicas y armonización legislativa que favorezcan el proceso de integración.

El tercer eje es sobre “dinámicas migratorias, representaciones sociales y derechos humanos”, en donde los textos introducen el complejo ámbito de las percepciones y representaciones sociales que se dan entre sujetos, pero también en y entre instituciones. Se presentan propuestas de análisis que parten de una realidad que se circunscribe más allá de las fronteras geográficas. Así pues, la frontera pasa de ser ese lugar paradigmático, retador, y generador de frustraciones –sobre todo para las personas migrantes indocumentadas– a un espacio que los convertirá en sujetos más vulnerables, en ocasiones aún más que en sus lugares de origen, pues el solo hecho de ser migrante marca la especificidad de la vulnerabilidad de la que se es objeto. Una vulnerabilidad en la que se traslapan ordinariamente las desigualdades de clase, étnico-raciales, de género y seguramente también las de carácter etario; desigualdades que generan grupos diferenciados socialmente, etiquetados y estereotipados, dando paso a la construcción de imaginarios como el de “la mancha inmigrante”, que se legitima socialmente por medio de la actuación institucional de los gobiernos y autoridades, a través de la constitución de los Estados nación, en los que se crean lazos de pertenencia, autoafirmación y diferenciación: el nosotros y los otros; ciudadanos y los que no lo son.

Este marco establece una estratificación institucional que categoriza y condiciona la vida humana y a los migrantes, con base en aspectos como el tipo de autorización que tengan para residir en un determinado lugar, el fenotipo, el género y las actividades laborales que realizan. Esto pone de relieve la importancia que guarda para el análisis social las relaciones racismo/crisis económica y racismo/globalización, correlaciones que se dan en una doble dirección: donde las constantes crisis constituyen un factor que propicia el racismo, pero a su vez, el racismo es también un factor multiplicador de los efectos de las crisis. Todos estos discursos dificultan la puesta en marcha de políticas coherentes que favorezcan la eficacia de la gestión de flujos migratorios y la integración de los inmigrantes a través del reconocimiento efectivo de sus derechos (igualdad de trato, redistribución, reconocimiento y representación, entre otros).

Frente a las dinámicas de explotación, hostilidad, falta de reconocimiento y acceso a derechos, resaltan en el escenario instituciones y organizaciones de la sociedad que intentan hacer frente y disminuir la vulnerabilidad del migrante. En el caso español, se destaca el aporte del servicio Cáritas que, a través de su informe sobre la situación de los inmigrantes que acompañan, evidencia aspectos que limitan el acceso de estas personas a sus derechos básicos, así como las dificultades que viven al hacer frente a cuestiones como reagrupación familiar, arraigo, residencia, trabajo, discriminación, racismo y xenofobia. En el caso de México, resalta la ayuda humanitaria destinada a la migración en tránsito, en un contexto pleno de vulnerabilidad en el que se encuentra el sujeto migrante, el cual se incrementa de manera drástica cuando más de dos Estados se relacionan. De esta forma y de manera trágica, la expresión de la transmigración en México es de la vulnerabilidad, la que ha tomado formas sumamente violentas frente a las cuales han surgido “nuevos activismos migratorios” que tienen un trabajo de base con los propios migrantes en los puntos de mayor peligrosidad y donde mayor protección se necesita, en los que lo obvio sería que estuviera el Estado.

Finalmente conviene apuntar que, frente al escenario incierto que las migraciones internacionales plantean, interpretadas desde el marco de la vulnerabilidad, hay todavía muchas tareas pendientes. El libro cumple cabalmente con su cometido de aportar insumos para una mejor gestión de las migraciones en la presente coyuntura de crisis internacional, pues ayuda a visibilizar y desenmarañar escenarios. Asimismo, desde una perspectiva comparada, provoca al lector no solo en la necesidad de un análisis exhaustivo, sino también en la posibilidad de imaginar y proponer agendas de investigación que se puedan transformar en formas alternativas para percibir, vivir y gestionar el tema migratorio.

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