Introducción
En la actualidad, la práctica pedagógica debe fomentar la discusión y la confrontación de saberes, favoreciendo el desarrollo personal de cada estudiante; así como la neurociencia y cognición en cada uno de ellos. Asimismo, el ser humano tiene las características de ser singular y autónomo, lo cual avanza a su propio ritmo de aprendizaje y su progreso estará acorde a su grado de maduración. Es por esto que el espacio de aprendizaje debe ser un ambiente propicio para la construcción de los conocimientos y formación continua para que cada estudiante participe en la búsqueda permanente de saberes, que, a su vez, es la base para nuevos aprendizajes y el docente es la fuente principal del conocimiento.
Aunado a ello, el docente debe convertirse en el gran estimulador, con la implementación de acciones grupales e individuales para generación de debates, así como la investigación y la discusión como vías de enseñanza; sin descuidar la atención de las diferencias individuales de cada estudiante, que se concibe por la neurociencia afectiva y la cognición como parte de este proceso. Es por esto que la resiliencia debe ser parte de este proceso educativo.
En ese orden de ideas, Segovia et al. (2020) destacan que la resiliencia es la capacidad que tienen las personas de sobreponerse y afrontar situaciones difíciles; sin embargo, los docentes deben extender diferentes actividades autónomas, donde lo conceptual, lo procedimental y lo actitudinal se integre vinculado con la vida.
En ese sentido, la afectividad social en torno a la neurociencia afectiva, según García (2019) es “aquello que aprendemos en la interrelación con significados o interacciones sociales, que moldea cómo percibimos o qué percibimos y si lo asociamos con algo aberrante o atrayente” (p. 852). Es decir, parte de lo observado, vivido y entendido de acuerdo con las experiencias compartidas.
Igualmente, para Labbe et al. (2019) la cognición social se entiende como “la integración de procesos que permiten la interacción entre sujetos de la misma especie, que corresponde a una función esencial para la sobrevida de los sujetos y las especies” (p. 366). Dicho de otro modo, viene dado por el acercamiento de los sujetos y de que aprende de ese vínculo de relación.
Planteando lo anterior, se podría señalar que la acción del educador juega un papel muy importante en lo que respecta a la planificación, al incentivo de la resiliencia, y a su vez dirigirse a afianzar al estudiante con diferentes estrategias didácticas de manera cognitiva, que garantice alcanzar una educación de calidad, enfocada a la perfección de la persona, con la activación de valores, actividades individuales y sociales.
Considerándose lo expuesto se asume que la educación ha sufrido cambios en la búsqueda de la excelencia en la praxis docente, por lo tanto, se ha llegado a valorar aspectos importantes como es el desempeño y la participación, la neurociencia afectiva y la cognición como parte del proceso educativo; donde la cognición funge como base fundamental para adquirir nuevos aprendizajes, y la resiliencia la transformación de pensamientos.
Aunado a ello, Román et al. (2021) exponen que la resiliencia generativa “permite experimentar la adversidad, como una oportunidad de crecimiento y desarrollo” (p. 72), y cuyas situaciones posibilitan el crecimiento personal y la fortaleza emocional para hacer frente a ellas. Sin embargo, se puede resaltar que la labor del educador se conoce por su formación, por la instrucción pedagógica que imparte a sus estudiantes, por el dominio de las actividades, los contenidos que imparte con alta responsabilidad y creatividad y las habilidades del conocimiento que adquieren sus educandos.
A ese tenor, cabe destacar que actualmente en pleno siglo XXI, algunos países europeos tienen una visión pragmática de la educación, en los cuales se piensa que el proceso de enseñanza y aprendizaje suele ser mejor comprendido; cuando el docente utiliza acciones adecuadas, para que el estudiante incremente su capacidad. Para ello, se recomienda la aplicación de varias estrategias con actividades grupales, donde se aporta ideas en base a exploración de conocimientos previos por parte de los educadores; donde la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición, permitirán descubrir conductas de desánimos, que puedan contribuir a un mejor desenvolvimiento.
Por ello se deben fortalecer los lazos académicos entre los estudiantes, donde se ponga de manifiesto la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición. Desde ese punto de vista, Avila et al. (2021) expresan que “el accionar resiliente contribuye a detectar estados de ánimos no favorables o habituales en las personas, posibilitando el acompañamiento profesional, con la finalidad de establecer un vínculo de atención emocional, en favor de articular un trabajo favorable” (p. 472). Por esto, se considera que debe estar fundamentada en el cooperativismo, dando prioridad a la toma de decisiones de los estudiantes, con las necesidades individuales y colectivas; que garantice un pensamiento crítico, liberador, participativo, espontáneo, colaborador y cooperativista.
Dentro de toda esta perspectiva, de formar al docente para lograr el incentivo de la resiliencia en los estudiantes y la aplicación de la neurociencia afectiva, así como la cognición; se debe tener presente que la finalidad es instituir una actitud reflexiva, crítica e independiente, con elevado interés en actividades científicas, humanistas y artísticas. Así mismo, con una conciencia que le permita comprender, confrontar, verificar su realidad por él mismo; que aprendan desde el entorno, para que sean cada vez más participativos, protagónicos y responsables de su actuación en la escuela, familia y comunidad. Es por esto, que la propuesta dentro de la pandemia, permitirá instaurar e impulsar el dominio de nuevas estrategias con enfoque social, para una adecuada decodificación del lenguaje y conducta crítica.
De aquí la necesidad de diseñar una propuesta de formación docente para el incentivo de la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social de los alumnos que estudian en pandemia; para lograr una práctica pedagógica eficaz, dentro de un proceso de transformación de la nueva escuela, que permita generar cambios en la búsqueda y obtención de conocimientos, a través de las vivencias adquiridas durante el desarrollo de su vida. De esta manera, el estudiante y el docente fortalecerán las diferentes actividades en el entorno educativo.
En concordancia con lo planteado, se destaca la posibilidad de minimizar el desánimo de los estudiantes en el proceso educativo, que se vive en el contexto pandémico. Por ello, Avila et al. (2021) describe que “es allí donde este acompañamiento puede contribuir a comprender la perspectiva de sus colegas, e incluso de los propios estudiantes, posibilitando contar con empatía como medio para proyectar una sana socialización” (p. 471). Por lo tanto, el buen docente piensa en todo momento en el alumno, que no solo es a quien se debe enseñar, sino el que se debe moldear para que tenga un futuro prometedor.
Dentro del mismo contexto, el apoyo mancomunado de las diferentes instituciones es de vital importancia, porque se siente un clima de armonía y colaboración entre todos; lo que ayuda a confrontar todo tipo de obstáculos que se puedan presentar, y a su vez a superar toda aquella adversidad y situación que se genere. Aunado a ello, Segovia et al. (2020) manifiestan que la resiliencia “supone una combinación de factores personales y contextuales, con los cuales el sujeto (afronta) y supera las adversidades en su vida” (p. 4). De esta forma, el eje principal de toda adversidad en la educación es la resiliencia, que permite alcanzar la emancipación y concienciar en el logro de los objetivos planteados.
Por consiguiente, toda actitud al cambio es positiva dentro de todo proceso educativo, esencialmente en los espacios de aprendizaje, factor importante para una educación de calidad, de excelencia, dinámica, creativa y significativa. Del mismo modo, para el fortalecimiento de la práctica docente se necesitan una serie de acciones, herramientas, técnicas e instrumentos que ayuden en sus praxis. Es aquí, donde la neurociencia afectiva puede dar un aporte en la innovación, que es parte esencial para el mejoramiento pedagógico de los espacios educativos.
Por otra parte, es necesario considerar los nuevos ambientes de aprendizajes, diseñados para que los estudiantes adquieran conocimientos de manera autónoma y colaborativa, considerado como un verdadero reto académico para el docente. En palabras de Gómez (2022) “el gran salto de educación a distancia obligó a los profesores a reinventar su docencia y a incorporar nuevas prácticas pedagógicas, para hacer frente a la interrupción temporal de la presencialidad en las aulas de clase” (p. 16). Es decir, la actualización del docente dentro de estos encuentros educativos es esencial, en los cuales uno de los aspectos importantes es que el docente recaude más información para ponerlas en práctica durante su praxis educativa.
Aunado a ello, la transformación educativa desde lo cognitivo por parte del docente para con los estudiantes, permite que el alumno participe con energía y entusiasmo, logrando de esta manera un aprendizaje significativo dentro de su proceso de aprendizaje. Esto se sustenta mediante la opinión de Maza (2008) que “el desafío de un proceso de capacitación pueda explotar más allá de las propias limitaciones y creencias y dar con su potencial escondido, permitiendo que se puedan descubrir la capacidad y talentos innatos” (p. 16). Es por esto, que las acciones que se deben tomar para el aprovechamiento de una transformación educativa, es la productividad y participación en las diferentes dinámicas educativas.
Dentro de este pensamiento se puede interpretar la necesidad de un cambio en la aplicación de acciones que ayuden al mejoramiento académico de los estudiantes desde lo cognitivo, neurociencia afectiva y resiliencia, lo que conlleva a la actualización inmediata de cada docente dentro de su práctica, generando de este modo, un aprendizaje significativo. Así pues, esta actitud debe ser sin algún tipo de negatividad y estar dispuesto a obtener nuevos conocimientos que ayuden al fortalecimiento de la educación mediante acciones que lo impulsen.
Es por ello que la armonía y el respeto dentro de los espacios de aprendizaje son de vital importancia para la aplicación de acciones como la neurociencia afectiva, la cognición y la resiliencia que puedan fortalecer la práctica del docente. Por consiguiente, es necesario que el docente considere que cada factor interno o externo a los espacios deben considerarse importantes. A tales efectos, se considera lo expresado por Mavarez (2002) “la formación continua no puede abandonarse a la iniciativa individual, pues obedece a una necesidad institucional, contar con personal académico capacitado para desempeñarse con eficiencia y eficacia” (p. 334).
En este sentido, la actitud de cada docente debe estar encaminada a la excelencia, lo que conlleva a un hacer diario de dedicación e investigación, es el documentarse sobre acciones que lo ayuden a impartir sus conocimientos, es así, que esta actitud vaya de la mano con la actualización y las ganas de caminar sobre la verdadera educación emancipadora. De allí que Méndez y Méndez (2007) apuntan hacia el razonamiento práctico, en virtud de que está relacionado como elemento constitutivo de un razonamiento dialéctico, donde se destaca la práctica docente; para obtener acciones nuevas que fortalezcan la labor de cada uno en los espacios de aprendizaje, conociendo en este caminar nuevas herramientas, técnicas e instrumentos que pueden ser aplicadas durante su praxis educativa.
Metodología
El presente estudio es de carácter descriptivo no experimental, bajo un paradigma positivista y enfoque cuantitativo de modalidad proyecto factible; que según el manual se elabora una propuesta para definir un modelo que posibilite la operatividad para solucionar el problema observado, que sea satisfactoria para los actores sociales involucrados (UPEL, 2016).
La unidad de análisis fue una población de 86 docentes, de donde se extrajo una muestra intencional significativa de 46 de ellos, lo cual comporta una muestra representativa y significativa, dado que se conforman en más del 50% de la población. La razón de no trabajar con todos los docentes es porque se hizo una selección en dependencia del establecimiento de los siguientes criterios, que a juicio de los investigadores debía tomarse en consideración: se escogieron profesores que tuviesen de 3 a 5 años de experiencia, cuyas edades estuvieran comprendidas entre 35 a 45 años, un criterio muy relevante fue el de tener y expresar explícitamente la voluntad de participar. Todo ello a objeto de aplicar las técnicas e instrumentos que pudieran arrojar de sí resultados satisfactorios, en el marco de los cuales no predominara la subjetividad al recabar los datos susceptibles de ser analizados.
En este caso se trabajó con la técnica de la encuesta y se utilizó un cuestionario de 15 preguntas dicotómicas de selección SI o NO, dentro de un contexto en el que se vivencia cada día la problemática objeto de estudio.
La confiabilidad del instrumento se hizo con el coeficiente Kuder Richardson en la que se obtuvo como resultado 0,81 al aplicarse la formula estadística. Lo que implica un resultado confiable muy alto.
Las técnicas de análisis empleadas fueron la estadística descriptiva, expresando estos resultados en gráficos y tablas correspondientes.
Resultados
En esta parte del estudio se presentan los resultados obtenidos toda vez que se aplicó el instrumento, y se realizó la recogida de los datos para su posterior estudio de manera objetiva y detallada.
A continuación se presenta la Tabla 1, en la cual se evidencia lo identificado en el estudio de factibilidad.
En este marco de discusiones se hace necesario destacar la propuesta de formación docente para el incentivo de la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social de los estudiantes que estudian en pandemia dentro de su proceso de enseñanza y aprendizaje, lo que plantea una serie de estrategias didácticas para su respectivo estudio. Generando la aplicación acciones que ayuden al fortalecimiento de la praxis docente, lo que se inclina a crear ese estimulo por parte de no solo los docentes de la institución, sino de otras.
Como se evidencia en la Tabla 2 el 71,74% NO utiliza la resiliencia y la neurociencia afectiva con los estudiantes dentro de su contexto educativo. Lo que quiere decir que es relevante hacer un importante análisis de esta situación. Del mismo modo, 67,39% de los encuestados NO aplica dentro de su praxis para una mejora educativa, lo cual indica que la educación sigue estando en espacio del tiempo en pausa, necesitado un pequeño impulso por parte del docente. Lo que concuerda con lo expresado por García (2019); sobre la descripción de los tres momentos analíticos del proceso emocional: el estado emocional, la experiencia emocional y la percepción del estímulo. Lo cual puede ser aplicado para el estímulo de los estudiantes a la socialización en los espacios de aprendizaje.
En la pregunta ¿Se siente preparado para la aplicación de la resiliencia y neurociencia como incentivo en los estudiantes? Se obtuvo 60,87% como respuesta NO, esto destaca que la formación es de vital importancia dentro de los docentes. Con respecto a la otra pregunta como lo es ¿Está formado totalmente para la aplicación de la resiliencia dentro de su contexto educativo?, se obtuvo 65,22% como respuesta NO. Lo que apoya la investigación de Barrios et al. (2020); donde afirma que: “los avances en el campo de las neurociencias evidenciaron el vínculo indiscutible entre emociones y cognición, emociones y aprendizaje” (p. 365). Esto hace ver que la formación no se ha dado dentro de los docentes en los días que ha pasado durante la pandemia, lo que es necesario asumir desde este instante.
Otra de los resultados de gran relevancia es ¿Incentiva a los estudiantes mediante la resiliencia y la cognición social para la resolución de alguna situación dentro de su contexto? Con un 89,13% de respuesta NO. Indicando que los docentes aparte de conocer en su totalidad la conceptualización de resiliencia y cognición social, no la aplican dentro de su contexto educativo.
Del mismo modo el resultado Cree que es necesario la formación del docente en lo que respecta a la aplicabilidad de los mismos que obtuvo 73,91% NO. Para este resultado se tiene el aporte de Meneses (2020) “…los vínculos e interacciones que se establecen con el otro, aportan significativamente en el desarrollo social y potencian o alteran la convivencia entre las personas; promueven el desarrollo de las habilidades sociales y la identificación de mecanismos y/o herramientas de afrontamiento y de resolución de conflictos” (p. 7), lo que hace pensar que los docentes deben ser formados bajo este enfoque y la resolución de conflictos, utilizando la resiliencia y la cognición social.
En lo que respecta al resultado ¿Es necesario que los docentes estén preparados para la aplicación de la resiliencia y la cognición social en los espacios de aprendizaje? En el que se obtuvo 84,78% de respuesta NO. Describiendo que es necesario un mensaje de análisis dentro de los mismos para poder aceptar un cambio.
Por otra parte, el 82,61% respondió que NO podrá la resiliencia mejorar la aptitud de los docentes para incentivar a los estudiantes, y es por esto el enfocarse primero en una aceptación a una nueva estrategia pedagógica. A esto se le asume la opinión de Meneses (2020) donde explica que el primer contacto social que tiene el sujeto es el familiar, pero que posteriormente a medida que avanza su estado evolutivo se encuentran otros como el educativo que promueve la enseñanza y el aprendizaje, generando habilidades y construcción de un ciudadano.
Dentro del mismo contexto se hace mención 67,39% respondió que SI considera que la resiliencia y la cognición social puede ser de gran ayuda para el incentivo en los estudiantes. Lo que implica un pequeño paso hacia la adquisición de una nueva estrategia didáctica dentro de los espacios de aprendizaje. En este mismo contexto el 71,73% dio como respuesta que SI cree que con la aplicación de la resiliencia se podrá obtener mejores resultados académicos en los estudiantes. Considerándose de gran importancia dentro de un panorama educativo debilitado por la pandemia.
Esto se puede argumentar según el aporte de Ortega et al. (2007) donde explica que la interacción social es predominante y como clave para el desarrollo de la persona desde lo biológico, social, que ayuda a una interacción estable.
Se tiene también en consideración el 84,78% que respondió que, SI es necesario que cada docente incentive a los estudiantes mediante la resiliencia y la cognición social a un cambio de actitud académica, ilustrando un panorama futurístico dentro de lo educativo cada día necesita de una intervención planificada y objetiva que genere resultados a corto plazo desde los espacios de aprendizaje, señalando que una nueva estrategia dentro de lo que cada docente tiene será de vital ayuda. Según esto, Ortega et al. (2007) expresa “la cognición social es la empatía, estos procesos vinculan al sujeto con sus motivaciones, intereses y valores, los cuales intentan desarrollar en dependencia de la evaluación de su pertinencia social” (p. 5).
3.1 Propuesta
Título: La praxis educativa accionada por la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social para una transformación docente.
Dentro de la praxis educativa, el docente debe estar encaminado a la adquisición de nuevos conocimientos que son indispensables dentro de su desempeño laboral, lo que inclina la balanza a que la actualización es de vital y necesaria importancia en todos los aspectos educativos por parte del docente, generando un apoyo al logro de los objetivos planteados de una forma satisfactoria.
La “visión epistemológica” está basada en la pedagogía, la cual solo se puede visualizar de una manera clara mediante eventos que guarden alguna correspondencia con el mejoramiento académico de los estudiantes que cada día demandan nuevos cambios de paradigmas educativos.
En este sentido, es necesaria la utilización de acciones como la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social, que puedan fortalecer los aprendizajes de los estudiantes de una forma significativa, la cual debe ser apoyada por el docente como los estudiantes, lográndose de esta forma, la participación de cada uno en su proceso de enseñanza y aprendizaje y que estas acciones son el apoyo para que el docente pueda salir de una vez de la rutina que día a día desanima a cada uno de los estudiantes.
La necesidad de adquirir nuevas acciones es necesaria dentro de la praxis docente, ya que las mismas son esenciales para el mejor desempeño educativo de cada docente, pero la adquisición de todo esto no se podrá dar sin la inclusión de personas comprometidas a una transformación desde los espacios de aprendizaje.
Como objetivo general se establece analizar la praxis educativa accionada por la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social para el aporte de una transformación docente.
Mientras que los específicos se orientan a:
Determinar acciones basadas en la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social que fortalezcan la práctica docente en los diferentes espacios de aprendizaje de las instituciones.
Establecer acciones basadas en la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social que ayuden en el fortalecimiento de la práctica docente en los diferentes espacios de aprendizaje para una enseñanza efectiva.
Fortalecer la práctica docente por medio de acciones basadas en la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social que ayuden a un proceso de enseñanza y aprendizaje de calidad.
Evaluar los cambios que genere la aplicación de acciones basadas en la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social, que fortalezcan la práctica docente.
3.1.1 Justificación
Uno de los principales objetivos dentro de todo proceso educativo, es dar un aprendizaje de calidad y que a la vez sea significativo para el estudiante, lo que genera una actitud hacia el logro de lo planteado, es por esto que toda acción que se pueda dar dentro de los espacios de aprendizaje es de vital importancia, por eso la práctica docente debe estar enmarcada al cumplimiento de los objetivos, en este caso, el fortalecimiento de la praxis docente de cada docente.
En tal sentido, las acciones que se puedan planificar y ejecutar dentro de los espacios de aprendizaje deben estar enmarcadas bajo la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social y que ayuden a preservar una educación de calidad y de excelencia, lo que amerita la intervención de cada uno de los colectivos, principalmente al docente y estudiante, quienes día a día en su jornada diaria, juegan una labor de enseñanza y aprendizaje, conllevando esto al cumplimiento de los objetivos planteados.
Reflexionando acerca de la sociedad que es para mostrar y demostrar que la educación es de vital importancia. Por lo que, la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social pueden ser piezas importantes dentro de los objetivos que se desean lograr.
Dentro de este mismo contexto, como lo es acciones basadas en la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social, se puede destacar que uno de los aspectos más importantes es que en los encuentros pedagógicos, se pueden encontrar muchas acciones que ayuden a solventar alguna dificultad dentro de las distintas instituciones educativas, ya que en estos se reúnen profesionales que han logrado solventar problemáticas iguales a la que se presenta en el siguiente estudio.
Es por esto, que el accionar basado en la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social es necesario la aplicabilidad de inmediato. En el que el dinamismo mediante la participación y la aportación de un nuevo conocimiento ayude al diseño de nuevas estrategias que muchos quizás no conocen y les pueden servir más adelante ante cualquier situación. Es como lo presenta Gallego y Barragán (2007) “en este sentido, la escuela se entiende entonces como un lugar para el debate, para el ejercicio consiente de todas las actividades que involucran a la persona humana, y no un lugar para la instrucción simple de unos contenidos” (p.5).
3.2.1 Neurociencia afectiva
Se da la inquietud de estudiar la neurociencia afectiva basadas en la planificación estratégica de acciones dentro una labor educativa para el desarrollo eficaz y efectivo dentro de los espacios de aprendizaje. Para lo cual, muchos docentes lo visualizan futurísticamente como parte de su praxis educativa. A lo que se menciona que todo esto ha surgido por una serie de factores que predominan dentro de la institución, las cuales se tomaron como la ayuda que es necesaria en estos tiempos de un regreso de la pandemia.
Considerándose la aceptación al cambio por parte de muchos docentes, el querer adaptarse a una nueva forma de planificar la actualización que se les ha dado. Ante lo expuesto, se plantea la opinión de Barrios y Gutiérrez (2020), destacando que la neurociencia tiene un vínculo indiscutible entre emociones y cognición, emociones y aprendizaje. Por lo que, la importancia de las emociones es de tratado escolar. Destacando que, con la puesta de nuevas acciones para el desarrollo de este nuevo plan de trabajo, se podrá lograr que todos y cada uno de los docentes pudieran hablar un solo idioma. Es por esto que través de dicha investigación se busca fomentar diversos elementos que mejoren y den eficacia al personal que integra dicha escuela específicamente.
3.2.2 Cognición
La educación a través de la historiaha sido considerada como el recurso más idóneo y el eje rector de todo desarrolloy renovación social, por ello, mediante el procesoeducativo se transmiten los valores fundamentales y la preservación de la identidad cultural y ciudadana; que es la base de la formación y preparación de los recursos humanos necesarios, por tanto, la escuela se convierte así en el lugar para la adquisición y difusión de los conocimientos relevantes y el medio para la multiplicación de las capacidades productivas. En este sentido, Ortega et al. (2007) expresan “la cognición social es una habilidad fundamental para todo ser humano, debido a que la interacción social es un elemento clave para el desarrollo biológico, psicológico y social del individuo” (p. 15).
No obstante, el proceso educativo de los estudiantes debe enfatizar el manejo de un estilo de enseñanza que atienda a corto y largo plazo, sus intereses y necesidades en el entorno social, como una manera de realizar una acción educativa eficiente, que se encuentre en sintonía, tanto con los procesos de aprendizaje que desea lograr el docente, como con los niveles de maduración del alumno.
3.2.3 Resiliencia
El apoyo mancomunado por parte de todo el colectivo de las diferentes instituciones es de vital importancia, porque se siente un clima de armonía y colaboración entre todos. Lo que ayuda a confrontar todo tipo de obstáculos que se puedan presentar, lo que ayuda a superar toda aquella adversidad, situación que se genere. Esto lo describe Segovia et al. (2020), “la resiliencia supone una combinación de factores personales y contextuales con los cuales el sujeto (afronta) y supera las adversidades en su vida” (p. 4). De esta forma, el eje principal ante toda adversidad es la resiliencia, en la se debe tener una concepción de una educación como praxis que permite alcanzar la emancipación y concienciar en el logro de los objetivos planteados. Toda actitud al cambio ha de ser positiva dentro de todo proceso educativo, esencialmente en los espacios de aprendizaje, ya que esto ayudaría a una educación de calidad y de excelencia, así mismo, dinámico, creativo y significativo. Del mismo modo, para el fortalecimiento de la práctica docente se necesitan una serie de acciones, herramientas, técnicas e instrumentos que ayuden en la praxis docente de cada docente, así como también se debe apoyar en la innovación que es parte esencial en el mejoramiento pedagógico de cada uno de ellos, lo cual ha de ser un gran apoyo dentro de los espacios de aprendizaje.
3.3 Fortalecimiento
Las nuevas acciones que se puedan aplicar deben estar diseñadas para que en el entorno educativo los estudiantes se sienten cómodos y sin algún tipo de malestar, ya que estas al realizarse llevan la esencia de la enseñanza, lo que genera un verdadero reto académico para el docente por la presencia de la pandemia. Gómez (2022) sostiene que “el gran salto de educación a distancia obligó a los profesores a reinventar su docencia y a incorporar nuevas prácticas pedagógicas para hacer frente a la interrupción temporal de la presencialidad en las aulas de clase” (p. 16). Es decir, quien es el principal responsable de adecuar estas acciones a su contexto y necesidad de cada estudiante es el docente. Se destaca la importancia de lo expresado en lo que respecta a la actualización del docente dentro de estos encuentros educativos, en los cuales uno de los aspectos importantes en estos debería ser que el docente recaude más información para ponerlas en práctica durante su praxis educativa en las diferentes instituciones educativas.
3.4 Transformación educativa
La transformación por parte del docente para con los estudiantes es un factor importante, ya que mediante la misma los alumnos podrán participar con energía y entusiasmo, logrando de esta manera un aprendizaje significativo dentro de su proceso de enseñanza y aprendizaje.
Esto se sustenta mediante la opinión de Maza (2008) “al desafío de un proceso de capacitación puedan explotar más allá de las propias limitaciones y creencias y dar con su potencial escondió, permitiendo que se puedan descubrir la capacidad y talentos innatos” (p. 16). Es por esta razón que las acciones que se deben tomar para el aprovechamiento de una transformación educativa han de ser productivas y participativas, en la cual se pueda expresar las diferentes dinámicas educativas realizadas por los docentes y se pueda encontrar esas herramientas provechosas para su práctica docente.
Dentro de este pensamiento se puede interpretar la necesidad de un cambio en la aplicación de acciones que coadyuven al mejoramiento académico de los estudiantes, lo que conlleva a la actualización inmediata de cada docente dentro de su práctica, generando de este modo, un aprendizaje significativo. Así pues, esta actitud debe ser sin algún tipo de negatividad y estar dispuesto a obtener nuevos conocimientos que ayuden al fortalecimiento de la educación mediante acciones que lo impulsen.
3.4.1 Praxis docente
La armonía y el respeto dentro de los espacios de aprendizaje son de vital importancia para la aplicación de acciones que puedan fortalecer la práctica del docente, por consiguiente, es necesario que el docente considere que cada factor interno o externo a los espacios deben considerarse importantes. Por lo que se considera lo expresado por Mavarez (2002), “la formación continua no puede abandonarse a la iniciativa individual, pues obedece a una necesidad institucional: contar con personal académico capacitado para desempeñarse con eficiencia y eficacia” (p. 334).
En este sentido, la actitud de cada docente debe estar encaminada a la excelencia, lo que conlleva a un hacer diario de dedicación e investigación, es el documentarse sobre acciones que lo ayuden a impartir sus conocimientos, es así que esta actitud vaya de la mano con la actualización y las ganas de caminar sobre la verdadera educación emancipadora.
En ese contexto, Méndez y Méndez (2007) opinan que “la práctica educativa requiere de un razo namiento práctico, en el que pensamientos y fines (teoría y práctica) se encuentran relacionados íntimamente, como elementos constitutivos de un razonamiento dialéctico” (p. 25). Se destaca entonces, la práctica docente, en la cual se podrán obtener acciones nuevas que fortalezcan la labor de cada uno en los espacios de aprendizaje, conociendo en este caminar nuevas herramientas, técnicas e instrumentos que pueden ser aplicadas durante su praxis educativa.
En este sentido, en la siguiente Tabla 3 se presenta el plan de acción propuesto, donde se evidencian las actividades y detalles de cada objetivo planteado.
Conclusiones
La formación pedagógica se desarrolla con las acciones e innovaciones educativas y los paradigmas que se tienen que cambiar, desde lo cognitivo y lo afectivo de la neurociencia. Es así que, durante mucho tiempo, los educadores dedicaron sus esfuerzos a defenderse de las amenazas que representaban una transformación que no impulsaba la resiliencia como principal aporte a la misma; ya sea por el temor a la resistencia al cambio y se les creaba una actitud defensiva, generando una pequeña fractura dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes.
Al mismo tiempo, la práctica docente se hacía una rutina y no se presentaba algún tipo de innovación en su praxis. Es necesario entonces, hacer mención y precisar, que, en efecto, el éxito del docente depende de su capacitación, formación y de cómo se desenvuelve en el campo educativo. Así como la aplicación de una resiliencia, apoyados en la neurociencia afectiva, lo que puede lograr un resultado objetivo desde lo cognitivo en cada estudiante. Es por ello que se asume que nombrar al maestro orientador es maximizar la comprensión del rol docente en su función, de guiar, ayudar de manera responsable, planificar, ejecutar y sistematizar diversas acciones; para así obtener éxito en la práctica educativa.
En esta misma perspectiva, es comprensible destacar la orientación a la aplicación de acciones desde lo cognitivo que fortalezcan la práctica docente, lo cual será un crecimiento al logro del proceso de enseñanza y aprendizaje en los estudiantes. Así mismo, estas orientaciones ayudarán a los docentes obtener su propio potencial, orientar y guiar a cada estudiante para un futuro, donde lo primordial es el esfuerzo y dedicación. Por lo tanto, la práctica al conocimiento didáctico debe ser una ayuda para resolver de la enseñanza que se presenta a diario en los diferentes espacios de aprendizaje y en el ámbito institucional. A partir de allí, los docentes deben ser protagónicos de una construcción del conocimiento didáctico, mediante la aplicación de la resiliencia, la neurociencia afectiva y la cognición social como un incentivo educativo y de las correspondientes teóricas.
Por tal motivo, se deben presentar diferentes acciones que puedan ser ejecutadas por los docentes, con una dinámica innovadora, social y planificada; sin dejar a un lado la importancia que tienen en este contexto todos esos elementos. Por lo tanto, es importante que los docentes desarrollen la resiliencia como un agente de cambio emocional y de relaciones interpersonales, para fortalecer las acciones pedagógicas en el entorno educativo, a pesar de las condiciones adversas, se presenta como un instrumento clave que proporciona ambientes emocionales positivos para el proceso de aprendizaje.
En este sentido, es importante considerar las acciones que permitan cumplir con la propuesta establecida cómo generar autoconocimiento, ser creativos, confiar en sus capacidades, aprender de las crisis para crecer, vivir el momento y ser optimista entre otras acciones que permitirán crear espacios de aprendizaje para fortalecer la enseñanza de los estudiantes.