Introducción
La pandemia del COVID 19 ha tenido un impacto negativo a nivel mundial, sobre todo en los países en desarrollo que han visto afectada la oferta laboral como consecuencia de la reducción del comercio y cierre de empresas, ocasionando que el sector privado no pueda atender la demanda de empleo. Sin embargo, la formación de emprendimientos se presenta como estrategias para crear y desarrollar empleo y autoempleo (Ovalles-Toledo, Moreno, Olivares, & Silva, 2018).
Como antecedentes se puede mencionar que en las últimas décadas el emprendimiento se ha vuelto importante ante la necesidad de superar los constantes y crecientes problemas económicos (Sánchez, Ward, Hernández, & Flores, 2017), considerándolo como un concepto nuevo relacionado con la economía, al desarrollarse como respuesta a la falta de empleo (Huilcapi, Mora, & Castro, 2018) y a las profundas crisis económicas, así como los mercados competitivos y dinámicos (Parra, Rubio, & López, 2017), por lo que se puede entender que los emprendimientos también se originan por la necesidad de enfrentar su situación económica (Alvarez-Sousa, 2019).
Estas afirmaciones encajan dentro de las bases teóricas de emprendimientos tales como: la Teoría de Schumpeter de la innovación que describe la iniciativa emprendedora como un motor de los sistemas basados en el mercado (Schumpeter, 1934); la Teoría de Papanek y Harris que indican que cuando ciertas condiciones económicas son favorables, el emprendimiento y el crecimiento económico toman lugar (Papanek, 1962); (Harris & Todaro, 1970); y la Teoría del equilibrio de mercado de Hayek donde destaca que los servicios del emprendedor pueden ser (1) combinar los medios y recursos de producción; (2) acometer la función de planificación, programación y toma de decisiones; y (3) garantizar ingresos, ganancias e intereses fijos que irán al emprendedor como recompensa (Hayek, 1948).
Con base en estas teorías el desarrollo de emprendimientos sociales surge como una respuesta a la incertidumbre económica en los cuales buscan identificar un segmento de mercado con una problemática económica-social que no ha sido atendido adecuadamente (Bravo, 2016), con las cuales se puede crear un conjunto de iniciativas privadas, estatales o individuales con el objetivo de contribuir con el desarrollo social y económico mediante la generación de conocimiento e innovación (Méndez, 2022), originando la pregunta que se desea responder en el presente trabajo, ¿cómo los emprendimientos sociales inciden en la reactivación económica en momentos de pandemia?
Metodología
En la presente investigación se utilizó la metodología de revisión literaria, al ser considerada una importante herramienta que sirve para informar y desarrollar la práctica e invitar a la discusión en el trabajo académico (Guirao, 2015); además hace énfasis en el estado o situación actual de la investigación del entorno social (Cardona & López, 2017).
Para la selección de los artículos, se realizó una búsqueda cuidadosa en revistas que publican en español e inglés con una antigüedad no mayor a los cinco años, las cuales se encuentran indexadas en base de datos de alto impacto, obteniendo treinta y un artículos indexados en Scopus y veinticinco artículos con indexación de Scielo y Latindex catálogo, dentro de los parámetros de búsqueda se consideraron artículos que hayan aportado en diferentes investigaciones con lo cual se verificaban el número de ocasiones que fueron citados, considerando también los aspectos teóricos que aportaron al trabajo desarrollado. Finalmente se consideraron textos relevantes en su área de investigación respectiva, como el Schumpeter y Hayek quienes desarrollaron dos de las teorías que son soporte para el presente estudio.
Resultados
El COVID-19 en el entorno actual del emprendedor
El impacto negativo que generó la pandemia afecto el desarrollo y crecimiento económico mundial, sin embargo, también puede ser el impulso necesario para lograr un desarrollo sostenible y equitativo en todas las economías. El entorno económico, social, entre otros es crítico para el surgimiento y sostenibilidad de los emprendimientos (Lasio, Ordeñana, Caicedo, Samaniego, & Izquierdo, 2017), un factor determinante en el entorno es sin duda la crisis generada por COVID-19 que ha propiciado un cambio en el comportamiento del consumidor y en las empresas al llevar a cabo sus procesos de compra, lo cual ha ocasionado una caída en la productividad agregada, impactando en la actividad comercial y en las ventas (Bullemore-Campbell & Cristóbal-Fransi, 2021).
La actual dinámica de los entornos empresariales en un mundo globalizado y afectado por el COVID-19 exige repensar si el rol del empresario y emprendedor tradicional ante los constantes cambios en los mercados y la alta competitividad, hacen necesario el generar y adaptar las estrategias de las organizaciones en pro de mejorar las capacidades de capitalizar ideas innovadoras que incorporen a comunidades excluidas social y económicamente de la cadena productiva y por ende de consumo.
Los entornos competitivos actuales fortalecen y promueven el emprendimiento corporativo al ser fuente generadora de ventajas competitivas, sostenibles y renovadoras al ser catalizadoras de nuevas innovaciones (Bedoya, Toro, & Arango, 2017). Con lo cual se promueve el desarrollo de nuevos emprendimientos para satisfacer las necesidades del mercado generados como consecuencia de la pandemia, buscando incrementar la productividad y generando nuevo empleo que contribuya al incremento del valor agregado de la economía (Zamora-Boza, 2018).
Sin embargo, considerando el estado actual y las perspectivas futuras del contexto económico, pueden no solo afectar la estructura de incentivos para emprender, sino también la capacidad de crear negocios de alto impacto (Lasio, Amaya, Zambrano, & Ordeñana, 2020), un ejemplo del efecto del COVID-19 en el entorno empresarial fue el impacto inmediato que tuvo sobre los negocios turísticos y de entretenimiento, mientras que el menos negativo fue en el sector tecnológico (Kantis & Agelelli, 2020). Por lo tanto, se puede afirmar que el entorno es de vital importancia para el desarrollo de emprendimientos, ya que este genera actitudes emprendedoras (Suárez, Suárez, & Zambrano, 2017). La pandemia ha generado factores suficientes para fomentar el desarrollo de emprendimientos, sin embargo, en el presente estudio se analizarán a los emprendimientos sociales como una respuesta a la crisis causada por el COVID-19 y como se analizó previamente, el desarrollo de emprendimientos puede tener un alcance positivo para las economías que los sepan implementar y fomentar.
Emprendimiento social.
El emprendimiento social permite el desarrollo de una economía solucionando problemas mediante la implementación de la innovación (Sekliuckiene & Kisielius, 2015), por lo tanto se lo considera como una ventaja para la sociedad (Hormiga-Pérez, Hancock, & Valls-Pasola, 2018), al lograr que se fortalezcan los niveles de competitividad empresarial, generando no solo plazas de trabajo sino involucrando a la sociedad en la actividad económica influyendo en la disminución de la exclusión social (Alvarez-Risco, López-Odar, Chafloque-Céspedes, & Vílchez-Román, 2018).
Lo relevante del emprendimiento social es que busca fusionar procesos particulares a la gestión empresarial con problemas sociales, orientados a mejorar la calidad de vida de las personas, definiéndolo como una actividad con un significativo componente social y dimensión colectiva, apoyándose en estrategias y habilidades empresariales (Franco, 2016), generando un efecto de bienestar en las comunidades donde se desarrollan, involucrando también al estado en el fomento de este tipo de emprendimiento (Méndez, Quintanilla, & Sánchez , Crecimiento ligado al desarrollo económico del emprendimiento social, 2018).
El emprendimiento social utiliza el capital social en el proceso de innovación social y crea capital a través de la colaboración y la participación de la comunidad (Kim & Lim, 2017), sin embargo, como todo negocio no debe de descuidar la calidad del producto o servicio, ni de buscar generar ganancias, realizando un ajuste dinámico para satisfacer las necesidades de los todos los participantes del emprendimiento (Wu, Wu, & Wu, 2018), con lo cual se logra un ganar-ganar generando fuentes de empleo, diversificar mercados y generando beneficios económicos y sociales para todos los participantes.
El emprendimiento social presenta ideas que son sencillas de implementar, maximizando la cantidad de personas que podrían unirse a la idea y llevarla a la acción (Pérez-Briceño, Jiménez-Pereira, & Gómez-Cabrera, 2017), lo cual le permite alcanzar el éxito en aquellos sectores económicos donde el mercado no ha funcionado como se esperaba y a esto se le suma la ineficiente participación del Estado (Acosta, Coronel, & Jimenez, 2018). Ya que a medida que la financiación pública se vuelve escasa, el emprendimiento social se convierte en un enfoque innovador que aborda necesidades sociales complejas (Mthembu & Barnard, 2019). Con esto se evidencia que el emprendimiento social ha cambiado los esquemas presentes y futuros generando oportunidad de convertir a un empresario en un empresario social, donde la preocupación empresarial traspasa la barrera de la ganancia económica llegando a la satisfacción del beneficio social, con lo cual se genera el valor social, el mismo que puede manifestarse de diferentes formas, en acciones respetuosas con el medio ambiente, generando inclusión social, actuando socialmente responsable, aportando con atención social a sectores abandonados por el Estado o generando empleo estable y cohesión social (Sánchez, López, Bel-Durán, & Lejarriaga, 2018).
Con base en lo citado se puede establecer que este tipo de emprendimientos se basa en el desarrollo del valor social, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lo define como la búsqueda del progreso social mediante la remoción de barreras del progreso social y mitigación de efectos indeseables de la actividad económica (Franco, 2016); lo cual permite a los emprendimientos sociales generar el autoempleo y empleo como cultura que se debe seguir para que una nación pueda tener mejoras en el ámbito económico y social (Moreira, Balaña, Pico, Guerrero, & Villarroel, 2018).
El emprendimiento social en el desarrollo económico mediante las políticas públicas
Con base en la Teoría de Schumpeter de la innovación; la Teoría de Papanek y Harris; y la Teoría del equilibrio de mercado de Hayek, se puede considerar a las empresas emprendedoras como catalizadores críticos de la actividad económica e importante motores para la creación de empleo una vez identificada una oportunidad en el mercado (Burton, Colombo, Rossi-Lamastra, & Wasserman, 2019), se han convertido en una verdadera alternativa para superar los constantes y crecientes problemas económicos de una nación (Oyarvide, Nazareno, Roldán, & Ferrales, 2016), problemáticas que se acrecentaron como consecuencias del COVID 19 que afecto el comercio mundial. Un claro ejemplo son las economías desarrolladas quienes se distinguen por haber realizado un tejido productivo que se originó en los emprendimientos inteligentes, basados en la innovación del conocimiento, la creatividad y tecnologías avanzadas, lo que les ha permitido tener una mayor capacidad de mercado local e internacional, por lo tanto se debe establecer empresas e instituciones que fomenten la creación de empleo y de valor a la sociedad (Moreira, Balaña, Pico, Guerrero, & Villarroel, 2018), en este tipo de empresas también están los emprendimientos sociales, ya que está fuertemente influenciado por el deseo del cambio social y en la sostenibilidad económica (Jiménez, Hernández, & Pitre, 2018). Lo cual puede ser una opción relevante para las economías en desarrollo.
En la literatura internacional se encuentran estudios sobre la relación causal entre el emprendimiento empresarial y el crecimiento económico, donde se indica que el capital emprendedor es un factor relevante que posibilita el crecimiento económico (León-Mendezo, 2019), razón por la cual el emprendimiento se ha convertido en un tema de agenda pública y académica, debido a su influencia en la economía, al existir evidencia internacional que demuestra que los países con mayor nivel de desarrollo cuentan con alto niveles de emprendimiento (Rodríguez, 2016). El emprendimiento como tal es el motor para el crecimiento económico de una nación (Alean, Del Río, Simancas, & Rodríguez, 2017); y en la actualidad se convierten en la vía de desarrollo económico sustentable para salir del bache económico generado por el COVID 19.
El emprendimiento social identifica un segmento de mercado atendido ineficientemente, generando problemas sociales con el afán de solucionarlo (Bravo, 2016), en consecuencia, se involucra a las comunidades como sujeto de cambio (Franco, 2016) generando un impacto positivo en el crecimiento, innovación y empleo de una nación, presentándose como alternativa para el desarrollo de actividades de un marco de productividad y generación de utilidades (Gámez, 2017). Sin embargo, el desarrollo económico mediante la implementación de emprendimientos sociales depende en buena parte de la gestión de políticas públicas, ya que están direccionadas a la búsqueda del buen vivir de las sociedades, permitiendo que las mismas se orienten a beneficiar a la población y que se genere un verdadero progreso y crecimiento económico y social.
El análisis de políticas para emprendimiento a nivel internacional tiene tres criterios en los que se ha justificado su creación: (a) incrementar la base de futuros proyectos; /b) llevar a cabo a la realidad los proyectos existentes; y (c) acelerar el crecimiento de empresas jóvenes; en ese sentido las políticas públicas que mejores resultados han obtenido son aquellas en las que han intervenido de forma paralela las tres dimensiones (Delgado, Vázquez, Baque, Ayón, & Ponce, 2018).
Las políticas públicas corresponden a soluciones específicas de cómo manejar asuntos públicos; en este ámbito, campos como la economía, la educación y la salud entre otros, deben abocarse a la materialización de propuestas públicas (Gutiérrez, Restrepo, & Zapata, 2017), ya que mediante las políticas públicas se promueve y fortalecen la consolidación de los emprendimientos sociales, por consiguiente se suscita la inclusión social de comunidades excluidas, transformándolas no solo en agentes económicamente activo como mano de obra, proveedores o emprendedores, sino también como un mercado de nuevos consumidores; lo cual influye en el desarrollo económico al influir en las variables macroeconómicas (Alean, Del Río, Simancas, & Rodríguez, 2017), por lo tanto se puede indicar que para que existe un desarrollo económico en una nación con base en la implementación del emprendimiento social se debe contar con políticas públicas que logren su fomento y diversificación, de tal forma que se puede entrar en el desarrollo de la económica solidaria al reformular las leyes y principios de la economía capitalista así como la definición de empresa y de los factores de producción, con lo cual se podrá transformar la economía, generando nuevos y verdaderos equilibrios (Ladrón, y otros, 2018).
Las políticas públicas son el instrumento con el cual las naciones pueden garantizar la generación de emprendimientos como medio de desarrollo y reactivación económica, transformando sobre todo a los emprendimientos sociales en las vías complementarias para reactivar zonas excluidas económica y socialmente, incidiendo en la reducción del desempleo, mejora de la calidad de vida e incrementando el mercado de nuevos consumidores y productos o servicios competitivos.
Impacto del emprendimiento social en el desarrollo agroindustrial y rural
Uno de los sectores más afectados por el COVID 19 fueron las zonas rurales, las cuales resintieron una contracción económica-social, forzando la búsqueda de instrumentos que permitan estabilizar y desarrollar una agroindustria fuertemente golpeada. Una herramienta de solución ha sido el desarrollo de los emprendimientos sociales, buscando generar ideas innovadoras que incorporen a comuneros de las zonas rurales.
Para empezar una idea de negocio es necesario tener innovación al momento de querer realizar la acción de emprender, lo cual representa un valor agregado (Primo & Turizo, 2016), lo cual se hace relevante al considerar que los avances y tendencias tecnológicas están generando cambio en los gustos y necesidades de los consumidores. Por consiguiente, el desarrollo de una innovación generaría una mejora y aumento en el mercado, así como un acercamiento a nuevos segmentos de clientes (Pehrson, 2019).
La fusión del emprendimiento sociales con la tecnología permite replicar los emprendimientos en regiones o proyectos con menos gastos y a un ritmo más acelerado, abriendo un campo nuevo y quizás ilimitado de estrategias innovadoras en su búsqueda del cambio y el nuevo valor social, lo cual alteran las industrias tradicionales al encontrar soluciones mucho más fáciles, baratas e innovadoras (Prodanov, 2018). Por consiguiente, este tipo de emprendimiento ayuda a la diversificación económica rural, reduciendo la dependencia de una base mono-industrial, además de proporcionar oportunidades para la diversificación de habilidades entre la población rural y estimular su crecimiento económico (Gómez-Araujo & Chandra, 2017).
Al considerar que el sector de agro-negocios se refiere a la transformación, preservación y preparación de productos agrícolas para el consumo intermedio o final, proporcionando cadenas de valor agregado, consolida la búsqueda de un desarrollo rural sostenible basado en el respeto para el medio ambiente y la biodiversidad (Najera, 2017); la agroindustria se puede potencializar con el desarrollo de los emprendimientos sociales, ya que esta no solo incluye la agricultura industrial, sino también la distribución y la comercialización (Woldemichae, Salami, Kukasa, Simpasa, & Shimeles, 2017). El emprendimiento en las comunidades rurales se convirtió en una estrategia de sobrevivencia, que asegura a las familias un sustento sostenible (Bernal, Chang, Sanchez, & Sánchez, 2018). El fomento del emprendimiento rural se ha convertido en una opción clave para así incentivar de manera económica el desarrollo rural, incluso obteniendo igualdad de oportunidades, mediante el estímulo de la innovación, la cooperación, la comercialización y el desarrollo de una imagen de marca, lo cual se ha visto reflejado en la mejora de la calidad de vida de las zonas rurales (Alario & Morales, 2016).
Por lo tanto, el emprendimiento social en las zonas rurales puede lograr un desarrollo rural que logre mejorar el desarrollo económico y con ello diversificar el crecimiento económico sostenible en una nación. Sin embargo, se debe de considerar ciertos criterios de desempeño para lograr un desarrollo armónico sostenido y gradual de la agricultura a la industria, como estrategia adecuada en la generación de productos con valor agregado con nuevas oportunidades en una economía global (García, Malagón-Sáenz, & García-Mogollón, 2018). Con lo cual se logrará desarrollar emprendimientos sociales sostenibles, que denotará en las zonas rurales un impacto social y económico, haciéndolos atractivos para empresarios quienes buscaran ingresar al nuevo mercado mediante la responsabilidad social corporativa para mantener un enfoque en sus actividades empresariales con el fin de generar un impacto social sin con ganancias económicas (Kraus, Burtscher, Vallaster, & Angerer, 2018).
En consecuencia, para que los emprendedores puedan encontrar el equilibrio y mantenerse en el mercado, deben dirigirse a aquellos sectores que se encuentren en auge y también a las regiones geográficas que tengan posibilidades de crecimiento, que incentiven la implementación del negocio así como la demanda segura (Sepúlveda & Reina, 2016), esta afirmación ha motivado el desarrollo de emprendimientos sociales en zonas rurales con efectos positivos para la economía local y nacional, sin embargo, debe recalcarse que aunque el impacto es favorable sigue siendo minúsculo, sobre todo considerando que la situación del COVID-19 aún sigue vigente.
Negocios inclusivos un modelo de emprendimientos sociales
Considerando que el emprendimiento se origina en el desarrollo de oportunidades, algunas de estas son localizadas o descubiertas, mientras que otras resultan de un proceso creativo que emerge de ideas y visiones emprendedoras (Lundberg & Rehnfors, 2018); un negocio inclusivo se ha convertido en una oportunidad de emprendimiento social, al ser considerado un como una entidad empresarial autosustentable que crea valor neto para grupos con ingresos limitados (Schoneveld, 2020), al ayudar a confrontar retos de los mercados actuales, procurando generar riquezas, así como buscar capital apoyados en relaciones y potencial intangible, con el propósito de establecer un contexto más incluyente, innovador, imparcial y razonable para los involucrados (Bustamante & Muñoz, 2017).
Los negocios inclusivos no solo brindan la oportunidad de una reactivación económica, sino que involucran la inclusión social, enfocándose en incorporar a la cadena productiva y de consumo a individuos que se los excluía no solo en el aspecto social sino también en el aspecto financiero.
Se debe considerar que a nivel mundial el 31% de la población están excluidos financieramente, lo que implica ningún acceso a créditos o usos bancarios, sin embargo, el despliegue de canales alternativos como banca en línea, banca móvil, tarjetas de pago y cajeros multiservicios ha permitido en algo la inclusión financiera (David-West, Iheanachor, & Umukoro, 2020); lo cual ha permitido que los empresarios y emprendedores de la Base de la Pirámide (BdP) participen activamente de un mercado de cuatro mil millones de consumidores (Prahalad & Ramaswamy, 2004); ofreciendo soluciones socio-técnicas a problemas con residuos, energía, atención sanitaria y alimentación, llevando a una transición hacia formas de producción y consumo sostenible (Hargreaves, Hielscher, Seyfang, & Smith, 2013).
Las empresas y emprendimientos se han considerado como un mecanismo prometedor para sacar a las personas de la pobreza y abordar desafíos sociales (Gold, Chowdhury, Huq, & Heinemann, 2019); se afirma que los negocios inclusivos combinan la obtención de beneficios con el impacto social tienen el potencial de aliviar la pobreza al mismo tiempo que crean nuevas oportunidades empresariales y de innovación (Lashitew, Bals, & Tulder, 2020); son considerados un componente básico para el desarrollo y el crecimiento económico al generar oportunidades de mejorar la calidad de vida de segmentos de escasos recursos (Gutiérrez & Delgadillo, 2020).
Si bien es cierto los emprendimientos sociales buscan el desarrollo de negocios que solucionen problemas socioeconómicos, los negocios inclusivos tienen el plus de incorporar no solo en la cadena productiva a las personas excluidas socialmente, ya que esto permite su desarrollo económico, lo cual genera en ellos un poder adquisitivo que los incorpora en la cadena de consumo, logrando una simbiosis económico-social entre los participantes.
Discusión
Como se pudo apreciar en el análisis literario del presente trabajo, los emprendimientos sociales en momentos de pandemia son un medio de reactivación económica que se enfocan en el desarrollo socioeconómico de los estratos más afectados, partiendo desde la percepción teórica del emprendimiento con teorías como: la Teoría de Schumpeter de la innovación; la Teoría de Papanek y Harris; y la Teoría del equilibrio de mercado de Hayek, las cuales coinciden en señalar a los emprendimientos como el medio de desarrollo económico para una nación desde diferentes perspectivas.
Pudiendo afirmar que los emprendimientos sociales tienen una incidencia positiva y directa en la reactivación económica de una nación, no solo por el impacto en la generación de empleo y autoempleo, sino porque fomentan la inclusión social y financiera de individuos que forman parte de la BdP, rompiendo el paradigma que las personas de los estratos socioeconómicos más bajos son una carga para el estado y un nicho de mercado nada rentable para la empresa privada, logrando transformar la percepción del estado al considerándolos como recurso humano útil y autosuficiente de generar riqueza al contar con las políticas públicas adecuadas que facilitan y promueven el desarrollo de este tipo de emprendimientos, de la misma manera, la empresa privada los percibe como talento humano que puede incorporarlos en sus procesos productivos, así como desarrollarlos como socios estratégicos, creando emprendimientos sociales que presten servicios o los provean de productos que les favorezca en una reducción significativa de costos de producción, sin contar que se sumarían como un nuevo medio de ingreso para el estado y nuevo mercado potencial de consumo.
Conclusiones
Se puede concluir que el efecto negativo generado a causa del COVID 19 en el comercio, finanzas y desarrollo social, ha tenido un impacto más profundo en las economías en desarrollo, sin embargo, los emprendimientos sociales como negocios inclusivos se posicionan como una respuesta factible a dicha problemática y como un medio viable para la reactivación económica, no obstante, los emprendimientos sociales no solo tienen el valor agregado de aportar en una reactivación económica, sino de incorporar a las personas de la BdP como actores principales en la cadena de producción y consumo, lo que implica una reactivación general.
Teniendo en cuenta que la adecuada implementación de políticas públicas permiten que los emprendimientos sociales pueden transformarse en el medio por el cual una nación puede focalizar la reactivación económica en sectores descuidados y desatendidos por una inequidad en la distribución de la riqueza, innovación y desarrollo industrial, siendo uno de ellos el sector agroindustrial, permitiendo que los emprendimientos sociales fomenten el desarrollo del autoempleo y generación de nuevo empleo con lo cual se podrá reactivar la economía y mejorar la calidad de vida.
Finalmente se puede afirmar que la creación de emprendimientos sociales no solo aporta con la reactivación económica de un país, sino que tiene un impacto positivo en el desarrollo de comunidades normalmente excluidas; logrando su desarrollo social y económico mediante la generación de empleo y nuevas aptitudes de laborales, permitiendo el desarrollo de zonas marginales y rurales, reduciendo la migración a las grandes ciudades con lo cual se tiene un impacto en la reducción del desempleo, pobreza y criminalidad, transformando a los emprendimientos sociales en la respuesta más viable como medio de reactivación económica de las naciones ante las consecuencias negativas generadas por la pandemia del COVID-19.