Introducción
El cáncer es una enfermedad crónica de origen multicausal, los agentes carcinógenos actúan por un largo periodo de tiempo, alterando el material genético y produciendo nuevas mutaciones, infiltrando los tejidos y originando metástasis (OPS, 2019). Según las estadísticas ya supera los 18 millones de personas a nivel mundial, este número se ha incrementado exponencialmente debido a la situación de pandemia y de emergencia sanitaria. Así mismo, se estima que el número de pacientes con cáncer aumentará en el 2040 a 30 millones de casos de muerte (OMS, 2019).
En este sentido, actualmente ante la COVID 19, los pacientes tienen dificultades para recibir los servicios médicos, generando retraso del tratamiento e incluso tienen que esperar reprogramación en las atenciones médicas, estudios diagnósticos y procedimientos que no son atendidos oportunamente ante la coyuntura (Vela et al., 2020).
Es indudable que ante el tratamiento del cáncer algunos fármacos citostáticos han demostrado ser carcinogénicos, mutagénicos, teratogénicos y causar efectos secundarios en la persona, presentando náuseas, pérdida de cabello, inmunosupresión, entre otros, lo que representa un peligro para el paciente y el personal de salud y especialmente los enfermeros quienes administran y deben tomar precauciones y medidas de bioseguridad pertinentes para mantener un entorno seguro (Cantero, 2019).
Por otro lado, el indicador de calidad del cuidado, el profesional de enfermería es responsable de brindar servicio con calidad y calidez poniendo en práctica sus conocimientos, habilidades, valores y actitudes para satisfacer las necesidades del paciente (Cárdenas et al., 2017).
Estudios internacionales como el de Hosen et al. (2019) indican que la evaluación realizada a los enfermeros sobre conocimiento y práctica en la administración de citostáticos, el 72.9% no tenían capacitación, 58.3% no sabían sobre el uso del sistema de transferencia cerrado en quimioterapia y 58.3% no conocían, además se evidenció que las enfermeras no usaban los equipos de protección personal-EPP en la sala de tratamiento. En este sentido, Alehashem & Baniasadi (2018) demostraron que el conocimiento sobre el manejo seguro de los medicamentos antineoplásicos es aceptable mientras que la capacitación y fuentes de información no son apropiados. Por otro lado, Verdezoto y Oyola (2018), identificaron que existe un protocolo que se cumple parcialmente, además, la mayoría de los enfermeros realizan las intervenciones esenciales de su profesión.
En el contexto peruano, Canchastro (2018) demostró que existe deficiencia en el manejo de medicamentos oncológicos.
En cuanto a la práctica de administración de citostáticos está normada por una guía de procedimientos asumido por profesional de enfermería calificado de acuerdo con la experiencia y especialización oncológica para realizar dicha actividad, en este sentido, la práctica de administración de citostáticos tiene 4 dimensiones: Uso de barreras protectoras, administración de citostáticos, eliminación de desechos y manejo de contaminaciones accidentales (Valderrama, 2009).
Las barreras protectoras, son dispositivos o ropa que se requiere para la prevención de accidentes, transmisión de infecciones o exposición a citostáticos y fluidos corporales, de uso obligatorio para el personal de salud, siendo el lavado de manos, el método de barrera general (Easty et al., 2015).
Los profesionales de enfermería en la práctica asumen la responsabilidad del proceso del cuidado, vinculada a la terapéutica integral que requiere el paciente oncológico, es así que las actividades relacionadas con la administración de citostáticos están basadas en protocolos, esquemas de trabajo y entorno seguro para evitar contaminación y riesgos en la salud (Moubarik, 2020). En esta misma línea, la eliminación de desechos y material punzocortante utilizado durante el procedimiento de administración de citostáticos tiene un protocolo establecido, así también la limpieza de derrames y material contaminado con excretas de los pacientes que reciben este tratamiento (Conde y Ríos, 2015; Cárdenas et al., 2017).
En relación con el indicador de calidad, estudios realizados en Colombia, Salazar et al. (2018) indican que la percepción de la calidad global del cuidado de enfermería percibido en la mayoría de los usuarios es regular, con amplias oportunidades de mejora. Del mismo modo, Lizana (2019) manifiesta que la calidad de atención de enfermería requiere de todos los elementos existentes en el entorno para alcanzar bienestar y confort. Así mismo, Díaz et al. (2013) refieren que la calidad de enfermería busca en primer lugar, “no dañar” y asegurar una atención humanizada, cercana al paciente y su familia.
En el contexto peruano, Culquicante & Castañeda (2019) señalan que la relación existente entre calidad de cuidado de enfermería y nivel de satisfacción de los pacientes oncológicos que reciben quimioterapia es adecuada y se encuentran satisfechos con el cuidado que se les brinda.
En cuanto a la calidad, según Larson (1981), es un proceso que debe responder a las necesidades y expectativas de las personas, el cual debe ser consiente y profesional, brindado con eficiencia y productividad, manteniendo un trato personalizado ininterrumpido, efectivo y abierto a mejoras continuas.
Asimismo, indica que la calidad consta de 6 dimensiones: Accesibilidad, es la relación de apoyo y ayuda que se administra oportunamente, Explica y facilita, información que se brinda sobre temas relacionados con su enfermedad, Confort, cuidados que se ofrece con la finalidad de brindar comodidad al usuario y familia, Se anticipa, planeamiento anticipado de actividades de acuerdo a las necesidades del paciente, Mantiene relación de confianza, relación cercana, comunicación entre enfermero-paciente y familia con la finalidad de una pronta recuperación, Monitorea y hace seguimiento, actividades de enfermería con conocimiento científico; planes y acciones de seguimiento necesarios para una recuperación óptima.
Finalmente, la administración de citostáticos para el paciente con cáncer es una oportunidad y posibilidad de recuperar la salud siendo un elemento esperanzador en su vida futura. Surge en el profesional de enfermería el reto de proporcionar al paciente oncológico las condiciones idóneas de un entorno seguro, acciones de cuidado para el cumplimiento del tratamiento y calidad en los servicios que presta para inducir al autocuidado, el fortalecimiento del bienestar y la calidad de vida del paciente oncológico y su familia.
Metodología
El estudio es de enfoque cuantitativo, descriptivo, de diseño no experimental y corte transversal. La muestra fue seleccionada por conveniencia, con un total de 30 profesionales de enfermería especialistas en oncología que trabajan en el área de quimioterapia, se aplicó una guía de observación de la práctica de administración de citostáticos elaborado por Valderrama (2009) que consta de 37 preguntas con respuestas dicotómicas y evalúa 4 dimensiones, uso de barreras protectoras (23 ítems), administración de citostáticos (7 items), eliminación de desechos y material punzo cortante (6 ítems) y manejo de contaminaciones accidentales (1 ítem), se realizó la aplicación de la lista de cotejo teniendo como resultado la valoración de: prácticas correctas (19 -37 puntos) e incorrectas (0 - 18 puntos).
Así mismo, participaron un total de 120 pacientes que acudieron a recibir tratamiento citostático siendo reclutados durante una semana, aplicándose, previo consentimiento informado, el cuestionario Care Q de la Dra. Larson (1981) que consta de seis dimensiones: accesibilidad, explica y facilita, confort, se anticipa, mantiene relación de confianza, monitorea y hace seguimiento, las que serán medidas a través de la escala Likert con puntaje de: Nivel alto (139-184), Nivel medio (92-138) y Nivel bajo (46-91).
Ambos instrumentos fueron evaluados por juicio de expertos obteniendo un V de Aiken 1. Después de la aprobación de la validez del instrumento se realizó una prueba piloto; para obtener la fiabilidad se usó una prueba estadística para escala de respuesta nominal la cual obtuvo un KR20: 0.82, en la lista de cotejo de la práctica de administración de citostáticos y para el cuestionario calidad del cuidado se aplicó el Alfa de Cronbach: 0.9, esta prueba estadística se utiliza en escala de respuesta tipo Likert. Ambos cuestionarios fueron altamente confiables. El análisis de los resultados y su interpretación se realizó mediante el programa Microsoft Excel 2019 y el programa estadístico SPSS 26.0. Durante todo el proceso de la investigación, se tomaron en cuenta los principios éticos.
Resultados y discusión
En la tabla 1 se observa que la práctica de administración de citostáticos es realizada de manera correcta en 96%, siendo la dimensión “uso de barreras protectoras” 90% correcta y 10% incorrecta. Por otro lado, en las dimensiones administración de citostáticos, eliminación de desechos y material punzo cortante y manejo de contaminaciones accidentales, las prácticas que realizan los enfermeros son 100% correctas.
Se aprecia en la tabla 2, que la variable calidad del cuidado de enfermería, se encuentra en un nivel medio con 46.7%; es percibida como alta en 40.8% y como baja en 12.5%. Por otro lado, las dimensiones también son percibidas en nivel medio, siendo la dimensión “explica y facilita” la de mayor ponderación (80.8%) y la dimensión “confort” la de menor ponderación en (40.8%).
N | % | ||||
Calidad del cuidado de enfermería | Nivel Bajo | 15 | 12,5 % | ||
Nivel Medio | 56 | 46,7 % | |||
Nivel Alto | 49 | 40,8 % | |||
Total | 120 | 100,0 % | |||
Accesibilidad | Nivel Bajo | 36 | 30,0 % | ||
Nivel Medio | 84 | 70,0 % | |||
Nivel Alto | 0 | 0,0 % | |||
Total | 120 | 100,0 % | |||
Explica y facilita | Nivel Bajo | 23 | 19,2 % | ||
Nivel Medio | 97 | 80,8 % | |||
Nivel Alto | 0 | 0,0 % | |||
Total | 120 | 100,0 % | |||
Confort | Nivel Bajo | 35 | 29,2 % | ||
Nivel Medio | 49 | 40,8 % | |||
Nivel Alto | 36 | 30,0 % | |||
Total | 120 | 100,0 % | |||
Se anticipa | Nivel Bajo | 33 | 27,5 % | ||
Nivel Medio | 51 | 42,5 % | |||
Nivel Alto | 36 | 30,0 % | |||
Total | 120 | 100,0 % | |||
Monitorea y hace seguimiento | Nivel Bajo | 31 | 25,8 % | ||
Nivel Medio | 55 | 45,8 % | |||
Nivel Alto | 34 | 28,3 % | |||
Total | 120 | 100,0 % | |||
Mantiene relación de confianza | Nivel Bajo | 34 | 28,3 % | ||
Nivel medio | 50 | 41,7 % | |||
Nivel Alto | 36 | 30,0 % | |||
Total | 120 | 100,0 % |
El presente estudio tuvo como objetivo general determinar las prácticas de administración de citostáticos de los profesionales de enfermería cuyos resultados fueron que el 96%, lograron alcanzar prácticas correctas y el 4% fueron prácticas incorrectas. Estos resultados difieren con lo encontrado por Atampiz et al. (2018) quienes evidenciaron que la manipulación de medicamentos citostáticos, no se realiza de manera adecuada (35%).
Se deduce que el cumplimiento de la administración de citostáticos se realizará en forma correcta cuando los profesionales de enfermería cuenten con el perfil profesional y con la especialidad que fortalece el logro de competencias en la práctica profesional, cabe sin duda la necesidad de sostener una educación continua en los avances y cambios en la terapéutica dirigida a los pacientes oncológicos, así mismo contar con el control y monitoreo en las medidas de prevención de riesgos para proporcionar un entorno seguro. Cabe señalar que las acciones del cuidado tienen el propósito de favorecer el bienestar del paciente oncológico quien ante su condición de salud sufre fragilidad y vulnerabilidad.
En relación a la dimensión sobre uso de barreras protectoras, se halló un 10% del total de profesionales de enfermería que no usaron correctamente las medidas de bioseguridad frente a la administración de citostáticos, aun contando con una buena dotación de materiales y equipos de protección, existe un número mínimo de personal que aún no usan guantes de manera permanente, del mismo modo el uso de EPP es incompleto, lo que representa un riesgo, vulnerando la seguridad de los pacientes y del personal, resultados similares a los de Tambo (2013) en un hospital del estado en Ecuador, encontró que el 50% del nivel de cumplimiento de medidas de bioseguridad y manejo de citostáticos es incorrecto.
Las medidas de bioseguridad en el área de quimioterapia deben ser obligatorias y aplicadas en forma correcta, las que pueden disminuir en un alto porcentaje los factores de riesgo de estos tratamientos y lograr la reducción a la exposición de sustancias nocivas, tomando en cuenta que las prácticas seguras de cada uno de los integrantes del equipo determinan su propia seguridad.
En la dimensión administración de citostáticos obtuvo el 100% correcto, demostrando que el profesional de enfermería cuenta con las bases académicas necesarias para enfrentar situaciones que se presenten en el desempeño de sus labores, así como vigilar la aparición de efectos adversos en los pacientes objeto de cuidado y del suyo propio. Al respecto, Niccolini (2020) sostiene que la aplicación de la medicación oncológica debe ser realizada por personal de enfermería capacitado y se cumpla el protocolo de manejo de citostáticos, por tal razón, debe conocer los principios básicos de quimioterapia, las características de los medicamentos, el mecanismo de acción de cada uno de ellos y enseñar al pacientes y familia los efectos deseados y efectos secundarios adversos así como la forma de manejarlos para mantener la calidad de vida de los pacientes durante la terapia garantizando seguridad.
En cuanto a la eliminación de desechos y material punzo-cortante, fue 100% correcta, resultados similares a los de Verdezoto y Oyola (2018), El 100% de los profesionales de enfermería clasifica de manera correcta los desechos hospitalarios producto del desempeño de su labor diaria, actividad de gran importancia que permite garantizar la seguridad del paciente, del profesional y del medio ambiente y evita la propagación de gérmenes patógenos, responsabilidad que recae también sobre los profesionales de salud de las distintas unidades hospitalarias.
En cuanto al manejo de contaminaciones accidentales, el 100% del personal encuestado, conoce el protocolo a seguir en caso de derrame de citostáticos, resultados que contrastan con lo hallado por Atampiz et al. (2018), el 75% del personal encuestado, desconoce la forma de actuar en caso de derrames, detectó que sólo el personal con categoría profesional sabe actuar frente a alguno de estos eventos. poniendo en evidencia la falta de capacitación por parte de la institución con respecto a este tema, lo que representa importantes problemas desde el punto de vista humano, asistencial y económico, impactando en la seguridad del paciente y del personal.
Al identificar la calidad del cuidado de enfermería según la escala Care Q, alcanzó nivel medio con un porcentaje de 46.7% seguido nivel alto con 40.8% y nivel bajo 12.5%, hallazgos similares a la investigación de Barrientos et al. (2015) quienes encontraron que el (42%) perciben una calidad de cuidado medio, seguido de un 30% bajo y un 28% alto, cabe resaltar que su estudio fue realizado en una institución de primer nivel, situación que nos muestra una calidad de cuidado medio tanto en una institución privada como en una entidad del estado.
Los resultados obtenidos en la dimensión “Explica y facilita” fueron los de mayor ponderación con 80.8%, se refiere a la información que requiere el paciente para entender el estado de su enfermedad y educación para seguir correctamente el tratamiento, estos resultados se sustentan con lo encontrado por Ayala de Calvo y Sepulveda-Carrillo (2016) el 65.9% de los pacientes expresaron la necesidad de conocer y recibir información concerniente al cuidado que requieren, el 57.81% necesita recibir información por escrito sobre aspectos necesarios para el cuidado en casa y sobrellevar los efectos colaterales de su tratamiento.
En cuanto a los resultados obtenidos en la dimensión “Accesibilidad”, que involucra una relación de apoyo y ayuda administrados de forma oportuna, obtuvo un resultado de 70% en el nivel medio, con respecto a esto Ayala de Calvo y Sepulveda-Carrillo (2016) encontraron que más del 40% de los pacientes de su estudio, expresaron la necesidad de ser tratados como seres humanos reflejando un panorama con oportunidades de mejora, teniendo en cuenta que las actividades propias de los profesionales de enfermería se ven afectadas por el actual sistema en el que predomina la industrialización y poca sensibilidad, por tanto, es necesario fortalecer la educación durante el proceso de formación.
La dimensión “Confort” fue la de menor ponderación con 40.8%, se refiere a acciones que permiten mejorar el ánimo, involucrando en ello a familiares u otros allegados en el cuidado y proporcionando condiciones para el bienestar del paciente, resultados que difieren con los de Salazar et al. (2018) quienes reportan que un número considerable de pacientes (60,2%) refieren que los enfermeros siempre son amables con ellos aún en circunstancias difíciles; estos resultados se sustentan con lo escrito por Escobar et al. (2014) quienes sostienen que la relación interpersonal va más allá de la interacción enfermero-paciente; debe existir interés hacia la persona usuaria y esto se demuestra al brindar comodidad, privacidad y un ambiente agradable en el lugar de atención, todo ello redundará en la satisfacción de la persona usuaria.
En cuanto a los resultados obtenidos en el estudio sobre la dimensión “Monitorea y hace seguimiento”, relacionada con el trabajo que realiza el profesional como: administración oportuna de medicamentos, seguridad y organización en el trabajo, buen cuidado físico, alcanzó un nivel medio de 45.8%, probablemente por el constante reemplazo a la inasistencia del personal de enfermería, lo que es observado por el paciente creando en él desconfianza, inseguridad, insatisfacción, ante un profesional que está siendo guiado por sus colegas porque desconoce el trabajo tan importante que se realiza en dicho servicio. Estos resultados contrastan con lo encontrado por Tuta (2015) en el que la proporción de satisfacción más alta la presentó la dimensión “Monitorea y hace seguimiento” con un nivel medio de 78%. Con respecto a esto, Buitrago (2015) considera que “La competencia profesional es una virtud de la deontología; ser competente significa estar capacitado para desarrollar la profesión de manera óptima y sólo es posible realizar un buen cuidado si se tiene conocimiento.
La dimensión “Se anticipa”, que se refiere a los cuidados que los enfermeros planean con anterioridad según las necesidades del paciente, con la finalidad de prevenir complicaciones, obtuvo un nivel medio de 42.5%, del mismo modo Salazar et al. (2018), muestra en su estudio la percepción más baja con 56.1%, en el nivel medio, en ambos casos los resultados son insatisfactorios, lo que podría deberse a diversas actividades ajenas a las competencias del enfermero/a, que afectarían estos resultados.
Por otra parte, la dimensión: “mantiene relaciones de confianza” relacionada con la cercanía y presencia física del personal de enfermería a través de los cuidados que ofrece, haciendo sentir al enfermo como persona única, confiada y segura, se obtuvo 41.7%, en contraste con lo hallado por Tuta, 2015, quien obtiene el 70% en el nivel de satisfacción media, esto pone de manifiesto una alerta significativa de pacientes que no aprobaron tal relación y que podría poner en riesgo la práctica de cuidado, lo cual merece continuar investigando.
Finalmente, la práctica de administración de citostáticos realizada con conocimiento científico, seguridad y humanismo es muy importante para mantener la alta competencia así mismo es importante el monitoreo y control de la calidad que percibe el paciente con la finalidad de mantener el vínculo de confianza y resolver dudas e inquietudes respecto al cuidado.
Conclusiones
Al determinar las prácticas de administración de citostáticos realizadas por las enfermeras se evidencia que son correctas. Asimismo, el uso de barreras protectoras, en su gran mayoría fueron correctas.
Se identifica que el nivel de calidad del cuidado de enfermería percibido por los pacientes fue regular, estos resultados permiten evidenciar la necesidad de orientar, informar oportunamente e innovar en el cuidado utilizando nuevas técnicas educativas y reforzamiento ante la administración de citostáticos en el servicio de quimioterapia.