Introducción
En diciembre de 2019 se identificaron en Wuhan (China) una serie de casos de neumonía originados por un nuevo coronavirus (Huang et al., 2020). Este nuevo coronavirus tiene distintas denominaciones: 2019-nCoV según la OMS y SARS-CoV-2 según el Comité Internacional de Taxonomía de Virus. El 7 de enero de 2020, el nuevo coronavirus fue anunciado oficialmente por las autoridades chinas como el agente causal de dichas infecciones (Palacios Cruz et al., 2021).
Ecuador es uno de los países de América Latina más golpeado por el COVID-19, actualmente el contagio comunitario aqueja a varias provincias de este país ( De la Luz Bajaña Mendieta, 2020). El primer registro confirmado por COVID-19 dentro del país, se dio el día 29 de febrero de 2020, con un caso importado que llegó en un vuelo de Madrid hasta Guayaquil. La paciente arribó sin síntomas el 14 de febrero, y viajó hacia Babahoyo lugar de donde era oriunda, la que expuso a varios miembros de su núcleo familiar a un posible contagio, razón por la cual estas personas fueron aisladas en sus hogares a la espera de los resultados de laboratorio. Posteriormente, a nivel nacional el 13 de marzo se registraban 23 casos, desde ese día, estos han ido incrementándose rápidamente, ocho días más tarde la cifra subió a 426 casos y para el último día del mes de marzo los casos ya eran 2302 (Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias, 2020 ).
En consecuencia, el Gobierno anunció la emergencia sanitaria en todo el territorio nacional a partir del 12 de marzo, esto se decretó a partir de que la OMS decretó al COVID-19 como una pandemia (Decreto_presidencial_No_1017, 2020). Por el impacto de COVID-19 se suspendieron indefinidamente las actividades de educación en forma presencial en el país. Al día 14 de marzo se ampliaron las medidas de restricción, se suspendió el ingreso de pasajeros por vía aérea y marítima por 21 días desde el 15 de marzo a media noche (Ogonaga & Chiriboga, 2020). En el escenario de la pandemia de COVID-19 genera incertidumbres a los trabajadores de la salud que trabajan en la primera línea para hacer frente al virus (Escandón et al., 2021). Las características epidemiológicas del nuevo coronavirus y su funcionamiento a largo plazo no se conocen por completo (Atiroğlu et al., 2022). Debido a esto, los riesgos laborales que los trabajadores están involucrados en su vida diaria se han exacerbado en algunos puntos, tanto en lo mental como en lo físico. Se reconoce que los trabajadores de la salud son un grupo de alto riesgo a infectarse, la cual está relacionada con la exposición ocupacional ligada directamente con la atención del paciente, además de un equipo de protección personal insuficiente y condiciones y organizaciones de trabajo inseguras que pueden aumentar la propagación y la exposición al virus (Silva et al., 2020).
En relación a lo anterior, el presente estudio tiene como objetivo conocer si el nivel de riesgo influyó en la presentación de casos infectados de COVID-19 en una población trabajadora de un hospital de Guayaquil, a fin de poder evidenciar la efectividad de las medidas de bioseguridad implementadas en los ambientes de trabajo.
Metodología
Estudio poblacional de tipo transversal, cuantitativo y descriptivo. Se estudia a todos los trabajadores de un Hospital de Guayaquil, tanto personal de salud (970 personas) que corresponden a un nivel de riesgo biológico N2-N3-N4, y administrativo (250 personas) con nivel de riesgo biológico N1 ante el virus SARS-CoV-2.
La clasificación de los niveles de riesgo frente a SARS-COV2 del personal hospitalario, determina que los niveles N2-N3-N4 pertenecen al personal encargado de la atención directa del paciente sospecho o confirmado por SARS-CoV-2, mientras que el nivel N1 se asocia al comunitario, debido que sus tareas no implican contacto con pacientes. Para clasificar los cargos del personal hospitalario por niveles de Riesgo laboral nos basamos en la Guía de actuación para la gestión de la vulnerabilidad y el riesgo en ámbitos no sanitarios o sociosanitarios del Ministerio de Sanidad de España, en ausencia de una guía ecuatoriana en el que permite categorizar el nivel de riesgo laboral en el personal sanitario y no sanitario. (figura 1).
La detección de casos mediante prueba “RT-PCR para COVID-19” se inició a partir de marzo del 2020 para todo trabajador hospitalario que presentaba sospecha clínica, o contacto estrecho con caso positivo o sospechoso. Una vez confirmado el caso POSITIVO se indicaba aislamiento preventivo, que a inicio de la pandemia duraba 21 días, de acuerdo a las disposiciones emitidas por (Ministerio de Salud Pública, 2020) pero a partir de noviembre 2020, el MSP determinó 10 días de aislamiento domiciliario a partir del inicio de síntomas (figura 2).
En casos asintomáticos con contacto sospecho o confirmado, se establece el nivel de riesgo del contacto para determinar la fecha de realización de la prueba RT-PCR y confirmar o descartar la infección por COVID-19 (tabla 1).
Criterios | Hospitalario |
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Bajo riesgo | Contacto a menos de un metro de distancia por más de 15 minutos con el caso confirmado, con manejo adecuado de equipos de protección personal (EPP) según nivel de exposición. |
Mediano riesgo | Contacto físico directo por lo menos de 15 minutos con caso confirmado de COVID-19 sin uso de EPP |
Alto riesgo | Contacto estrecho con caso confirmado de COVID-19 sin uso de EPP |
Fuente: Lineamientos Generales de Vigilancia Epidemiológica COVID-19. Versión 6 (04-08-2020) (Subsecretaría Nacional de Vigilancia de la Salud Pública, 2021)
Los resultados obtenidos, fueron procesados mediante una prueba de asociación estadística para un estudio de cohorte (RR: Riesgo Relativo), con un intervalo de confianza del 95%.
Resultados y discusión
Durante el 2020 se pudo evidenciar un contagio similar tanto para el personal Hospitalario Sanitario que está representado por (970 personas) como la población no sanitaria hospitalaria conformada por (250 personas) presentándose en ambos un 58% de contagio por COVID-19 en sus trabajadores (figura 3).
El procesamiento estadístico realizado para un estudio de Cohorte, arrojó un valor de Riesgo Relativo (RR) igual a 1,01, con un intervalo de confianza del 95% (0,90 - 1,14), evidenciándose la no existencia de asociación entre el riesgo laboral con la presentación de casos COVID-19.
Estos resultados pueden obedecer a que el personal mayormente expuesto a aerosoles como es el personal de cuidados intensivos y emergencia, estuvo más consciente de la utilización correcta de las normas de bioseguridad a diferencia del personal no sanitario o con nivel de riesgo biológico menor.
En la figura 4 se observa la tendencia de la presentación de los casos desde inicios de la pandemia en el personal sanitario que está representado como N2-N3-N4 en los meses de marzo a mayo del 2020 presentaron un mayor número de contagios y a partir de noviembre y diciembre existió un ligero repunte de casos que correspondió en su mayoría a personal administrativo el cual está identificado como N1 clasificación otorgada de acuerdo a la actividad laboral.
Con respecto a grupos de edades el rango de edades que presento mayor contagio fue el de 29-37 años y la población que más casos positivos presentaron fueron las mujeres con un 68% de contagio, comportamiento similar al personal de salud de la clínica los Andes en chile en donde es importante recordar que los grupos de riesgo, entre ellos las personas mayores de 60 años, tuvieron la opción de estar en sus casas (Chomali et al., 2021).
En la población estudiada no se evidencia mayor incidencia de casos en los diferentes grupos de edad, sin embargo, la población que se mantuvo desde inicios de la pandemia y permaneció en sus hogares fueron los mayores de 55 años de edad, lo que indica que los casos presentados en este grupo etario se deban a un contagio en el entorno comunitario y no laboral. (figura 5).
En este estudio el personal de salud que más se infectó de COVID-19 fue el personal de enfermería (72%), seguido de las auxiliares de enfermería (70%), tecnólogos médicos (57%), médicos (44%), y el resto del personal sanitario (51%). Los profesionales de enfermería que realiza cuidado directo al paciente fue el personal que presentó mayor número de contagio independiente de su puesto de trabajo, debido a las funciones de su cargo (figura 6).
De los trabajadores sanitarios del hospital en estudio, el personal de enfermería fue el que más contagio tuvo de COVID-19, datos que se asemejan con los presentados en otro estudio realizado en Colombia donde el total de infectados, 32% son auxiliares de enfermería, 19% son médico y 12.9% enfermeras profesionales (Abuabara, 2020).
A partir de esta estadística surgen aspectos relacionados al cuidado sanitario, particu larmente en lo que respecta a la posibilidad de transmisión viral al personal de salud y de estos a otros pacientes o con tactos (Figueroa & Blanco, 2020).
El establecer un protocolo de uso de EPP en el personal hospitalario, permitió controlar en gran medida la exposición al contagio por COVID-19 de los trabajadores con nivel de riesgo laboral mayor; los trabajadores del sector Salud, requieren implementos especiales idóneos para proteger su propia salud; y en los momentos actuales, estos requerimientos adquieren especial relevancia, toda vez que garantizan que ellos mismos “en la primera línea de enfrentamiento a la enfermedad” no se conviertan en foco de transmisión de la COVID-19, arriesgando su salud, la de su grupo familiar y de la propia comunidad (Peraza de Aparicio, 2020).
El impacto de la COVID-19 y sus implicancias, supone un reto importante para al personal sanitario, por la naturaleza propia de su trabajo, muchas veces en condiciones inseguras por el riesgo de contagio y psíquicamente exigentes (Ybaseta-Medina & Becerra-Canales, 2020).
En la actualidad los profesionales de la salud de cada país son los encargados de combatir la enfermedad por lo que debe ser un principio universal que estos recibieran el equipo de bioseguridad necesario para reducir el riesgo de contagio en la atención de pacientes infectados por SARS-CoV-2, ya que se ha podido corroborar que, al principio de la exposición al virus, las tasas de contagio intrahospitalario han sido altas y ligadas al acto de atención sanitaria.
Conclusiones
Las medidas implementadas en la institución como la realización oportuna de pruebas de detección y el uso apropiado de EPP controlaron el número de contagios en los trabajadores, a pesar de que existieron picos altos en los meses de marzo, abril y mayo del 2020, guardando relación con el aumento de casos presentados a nivel comunitario en la ciudad durante esta fecha. Posteriormente hubo un decrecimiento en la curva de contagios en los meses siguientes, tiempo que llevó aprender sobre el autocuidado, considerada la herramienta clave para evitar la propagación del virus.
Durante el 2020 se comprobó que la propagación de esta enfermedad está ligada al comportamiento social de las personas en su entorno socio-familiar y relajamiento de las medidas de bioseguridad; por lo que es posible que el personal sanitario a pesar del riesgo laboral frente al COVID-19 pueda mantenerse invicto de contagios masivos, siempre que cumplan con todas medidas de bioseguridad, sean dotados del equipo de protección personal y evaluación sobre el uso correcto del mismo.