Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al grupo adolescente como la población comprendida entre los 10 y 19 años de edad (Soto et al., 2015), en las cuales se experimentan cambios que se dan a nivel social, sexual, físico y psicológico (Cruz et al., 2011) lo que los convierte en un grupo bastante vulnerable para desarrollar costumbres y hábitos de riesgo para la salud (Trujillo et al., 2016), por lo que la familia cumple una función importante para desarrollar su esfera emocional que le permita alejarse de los problemas y situaciones que amenacen su desarrollo personal, su salud y sus roles sociales (Vélez y Betancurth, 2015 ; Gallegos et al., 2016).
Bajo esa perspectiva, la familia viene a ser un sistema que hace posible el desarrollo de relaciones positivas entre sus integrantes y facilitan el surgimiento de rasgos positivos, los cuales surgen como consecuencia de la dinámica y la estructura familiar (Plasencia et al., 2016; Higuita y Cardona, 2016). Por ello, el tipo de interacciones y de comunicación que se generan en su seno afecta a los recursos de los que disponen sus integrantes y, en consecuencia, incide también en su ajuste y adaptación (Misuto y Evaristo, 2017). En ese entender, es necesario que el funcionamiento familiar sea adecuado para promover el desarrollo integral de todos sus miembros, especialmente de los niños y adolescentes (Camacho et al., 2009).
El funcionamiento familiar es una variable que va cambiando de acuerdo a las circunstancias a lo largo del ciclo vital de cada familia y de sus miembros, así como de condiciones socioculturales y económicas (Barcelata et al., 2013 ) por lo que es definido como el conjunto de atributos que caracterizan a la familia (McCubbin y Thompson, 1987) en función a la capacidad que presente para enfrentar y superar cada una de las etapas del ciclo vital y los eventos críticos que se puedan presentar (Saavedra et al., 2016).
Bajo esa mirada, una familia funcional es saludable cuando afronta las crisis de forma congruente y busca la estabilidad, característica que no se da de manera aislada, sino que el ambiente y los sistemas de apoyo influyen en la respuesta adecuada ante las crisis (Perdomo et al., 2015). Al respecto, Moreno y Chauta (2012) aseveran que este tipo de familia logra promover el desarrollo integral de sus miembros, así como un estado de salud favorable en ellos donde los miembros de la misma perciben el funcionamiento familiar manifestando el grado de satisfacción con el cumplimiento de los parámetros básicos de la función familiar.
Olson (1993), a través del modelo circunflejo de los sistemas familiar y conyugal, estudió los factores que equilibran o desequilibran a la familia, fundamentado en dos dimensiones: cohesión y adaptabilidad. La dimensión cohesión es definida como los lazos familiares que los miembros de la familia tienen entre sí. Es una medida del grado de proximidad o separación respecto al tiempo compartido, amigos, espacio, toma de decisiones, intereses y recreación (Fernández et al., 2015 ). En cuanto a la dimensión adaptabilidad, tiene que ver con la medida en que el sistema familiar es flexible y capaz de cambiar su estructura de poder, sus roles y reglas de relación en respuesta a una demanda situacional o de desarrollo (Villarreal y Paz, 2017). Ambas dimensiones serían facilitadores u obstaculizadoras del funcionamiento familiar por la forma de comunicarse.
En cuanto a la adicción a las redes sociales, se han convertido en un fenómeno de masas, ejerciendo una gran influencia en las personas (Osorio et al., 2014) lo cual ha significado un cambio e innovación importante en su quehacer debido a que las han integrado de manera habitual (Jasso López y Díaz, 2017), sin embargo, han generado tanta relevancia dentro de sus estilos de vida que lentamente han ido dañando todo tipo de relaciones interpersonales (Domínguez e Ybañez, 2016) debido a su cada vez más creciente popularidad, especialmente entre adolescentes y jóvenes (Padilla y Ortega, 2017).
En los adolescentes, su fuerte presencia en las redes sociales se debe a que les es posible satisfacer sus necesidades psicológicas básicas: expresarse e interrelacionarse, hacerse visibles, desarrollar su personalidad y reafirmar su identidad, así como pasar momentos gratos y de diversión (Malo et al., 2018; Echeburúa y Requesens, 2012). No obstante, cuando la frecuencia del acceso se vuelve constante y genera cierta dependencia hacia su uso, llegaría a provocar una conducta adictiva, la cual se ha denominado adicción a redes sociales.
La adicción a redes sociales es considerada como un subtipo de la adicción al internet, compartiendo sus características enfocadas al uso de estas aplicaciones o sitios web (Błachnio et al., 2015), se encuentra detallada por la American Psychiatric Association (2013) en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales DSM-V como trastornos no relacionados a sustancias (Ochoa, 2019) y se define como una obsesión por el uso de las redes sociales, la incapacidad de controlar su uso con vulnerabilidad psicológica y la pérdida de relaciones sociales reales (Echeburúa y De Corral, 2010), es decir, es caracterizada por el excesivo tiempo de conexión a una plataforma social, dedicando mucho tiempo al atavío del muro o perfil y la colección de nuevas amistades (Mamani y Gonzales, 2019).
De acuerdo a Díaz (2014) la adicción a las redes sociales generaría inestabilidad emocional, cuadros de depresión, ansiedad, poca afectividad, menor capacidad de juicio y problemas para afrontar dificultades cotidianas. Otra característica de la persona con adicción sería que presentan impulsividad y falta de control, una necesidad de repetir las conductas adictivas, generando irritabilidad cuando son interrumpidos (Xanidis y Brignell, 2016) y necesitan estar conectados para olvidarse de sus preocupaciones, trabajos académicos, relaciones conflictivas, miedo al futuro, etc., además de exigir respuestas inmediatas de placer, sin capacidad de espera y tolerancia a la frustración (Peris et al., 2018; Echeburúa y De Corral, 2010).
En la presente investigación se consideraron como dimensiones de la adicción a las redes sociales: obsesión por las redes sociales, el cual se refiere al compromiso mental con las redes sociales, pensar constantemente y fantasear con ellas, la ansiedad y la preocupación causada por la falta de acceso a las redes; falta de control personal en el uso de las redes sociales, el cual tiene que ver con la preocupación por la falta de control o interrupción en el uso de las redes sociales; con el consiguiente descuido de las tareas y los estudios; y el uso excesivo de las redes sociales, que se refiere a las dificultades para controlar el uso las redes sociales, indicando el exceso en el tiempo uso, indicando el hecho de no poder controlarse cuando usa las redes sociales y no ser capaz de disminuir la cantidad de uso de las redes. Estas dimensiones y conceptualizaciones están basadas en el aporte de Escurra y Salas (2014) quienes diseñaron un instrumento para medir el nivel de adicción a las redes sociales.
Existen diversas investigaciones como las de Castillo (2016), Córdova y Dávila (2018), Espinoza y Jiménez (2017), Luna y Alegre (2017), Marín (2018), Matalinares et al. (2013a), Matalinares et al. (2013b) y Silva, (2020), las cuales hallaron que en la familia, su dinámica, atmósfera y funcionamiento son factores que están asociados significativamente al uso excesivo y adictivo a las redes sociales, principalmente Facebook, Whatsapp e Instagram, lo cual provocaba la pérdida de control y dependencia hacia dicha herramienta.
Teniendo en cuenta el abordaje teórico y los antecedentes se planteó como problema de investigación ¿Qué relación existe entre el funcionamiento familiar y la adicción a las redes sociales, en estudiantes del cuarto y quinto grado de educación secundaria de una institución educativa pública de Puerto Maldonado?
La relevancia del presente estudio radica en que se podrá conocer cómo es el funcionamiento familiar de los estudiantes, cuál es el nivel de adicción a las redes sociales y si dichas variables se relacionan. Esta información será de mucha importancia para la comunidad educativa puesto que les permitirá trabajar de la mano con especialistas para reorientar, mediante talleres y charlas, la función que cumple la familia y su vital importancia, no solo en el ámbito académico, sino en el desarrollo biopsicosocial de cada uno de sus integrantes, especialmente de los niños y adolescentes, los cuales se encuentran en una etapa de desarrollo y alta vulnerabilidad.
Los estudios acerca de la relación de la familia en el desarrollo psicosocial y los factores de riesgo en el adolescente son escasos en el Perú, sin embargo, son necesarias para entender respuestas a la problemática que la población adolescente presenta. Por ello, la presente investigación buscó determinar la relación que existe entre el funcionamiento familiar y la adicción a las redes sociales en estudiantes del cuarto y quinto grado de educación secundaria de una institución educativa pública de Puerto Maldonado.
Metodología
El enfoque de investigación fue cuantitativo debido a que se realizó la recolección de datos y su análisis para responder a la pregunta de investigación y contrastar las hipótesis definida con anterioridad, utilizando la estadística para determinar el comportamiento de la muestra (Sánchez et al., 2018); el diseño fue no experimental, ya que ambas variables no fueron manipuladas, sino fueron observadas tal como se dieron en su entorno y luego se analizaron (Hernández et al., 2014 ) y el nivel fue relacional debido a que se buscó descubrir las relaciones existentes entre las variables funcionamiento familiar y adicción a redes sociales (Bisquerra, 2009).
La población estuvo conformada por 394 estudiantes que cursaban el cuarto y quinto grado de educación secundaria en una institución educativa pública de la ciudad de Puerto Maldonado y la muestra fue constituida por 195 estudiantes, cantidad que fue estimada mediante un muestreo probabilístico estratificado. Del total de participantes, hubo un mayor porcentaje de estudiantes mujeres (52,3%) que varones (47,7%) y con relación a sus edades, hubo una mayor participación de estudiantes de 15 años (44,6%), de 16 años (31,3%) y finalmente de 17 años (21,1%).
La técnica utilizada fue la encuesta y los instrumentos para la recolección de datos fueron la Escala de Evaluación de Cohesión y Adaptabilidad Familiar FACES III y el Cuestionario de Adicción a Redes Sociales (ARS).
La Escala de Evaluación de Cohesión y Adaptabilidad Familiar FACES III el cual describe los sentimientos personales que tiene la persona sobre su familia, fue elaborado por Olson, et al. (1985), está conformado por 20 ítems de tipo Likert (nunca, casi nunca, algunas veces, casi siempre y siempre) y evalúa 2 dimensiones: cohesión (ítems del 1 al 10) y adaptabilidad (ítems del 11 al 20). Es menester señalar que se escogió el mencionado instrumento debido a que fue utilizado con bastante frecuencia en investigaciones realizadas en países como Perú, Ecuador, México, Chile y España, donde sus niveles de validez y confiabilidad fueron aceptables.
Sus propiedades psicométricas fueron determinadas mediante el proceso de validez y confiabilidad. La validez de contenido fue realizada mediante la técnica de juicio de expertos, para ello se recurrió a 3 psicólogos quienes evaluaron la claridad, coherencia y pertinencia. El coeficiente V de Aiken fue de 0,912 lo cual indica que la escala tiene buena validez. En cuanto a la confiabilidad, fue determinada mediante la realización de una prueba piloto, donde se obtuvo un coeficiente Alfa de Cronbach de 0,901 lo que significa que la escala es confiable.
Con relación al Cuestionario de Adicción a Redes Sociales (ARS), fue elaborado por Escurra y Salas (2014), está conformado por 24 ítems bajo una escala de Likert (nunca, rara vez, algunas veces, casi siempre y siempre) y mide 3 dimensiones: obsesión por las redes sociales (ítems del 1 al 10), falta de control personal en el uso de las redes sociales (ítems del 11 al 16) y uso excesivo de las redes sociales (ítems del 17 al 24). Se determinó utilizar este instrumento debido a que fue aplicado en bastantes investigaciones realizadas principalmente en Colombia y Perú debido a su adecuada validez y confiabilidad.
Las propiedades psicométricas del cuestionario fueron determinadas también mediante el proceso de validación y confiabilidad. La validación de contenido se realizó a través de la técnica de juicio de expertos. El coeficiente V de Aiken fue de 0,886 lo que indica que el cuestionario tiene buena validez. Con relación a la confiabilidad, también fue determinada a través una prueba piloto, obteniéndose un coeficiente Alfa de Cronbach de 0,909 lo que quiere decir que el instrumento es altamente confiable.
La recolección de datos se realizó en los meses de junio y julio del año 2019 y estuvo enmarcada en dos momentos. En el primer momento se gestionaron las autorizaciones al equipo directivo y a los padres de familia de la institución focalizada en la presente investigación para poder aplicar los instrumentos. En la segunda etapa se realizó la aplicación de los instrumentos la cual se desarrolló de manera colectiva.
Para realizar el análisis estadístico se recurrió al Software SPSS versión 22. Ahí los resultados fueron organizados y sistematizados mediante tablas. Para el análisis inferencial se utilizó la prueba no paramétrica rho de Spearman debido a la naturaleza de las variables y a que no se ajustan a la distribución normal (p<0,05). Finalmente, para la significancia estadística, se consideró un valor menor o igual a 0,05.
Resultados
Un primer hallazgo indica que el 50,7% de estudiantes perciben que el funcionamiento familiar de sus familias es de rango medio, el 31,3% señalan que el funcionamiento familiar es extremo y el 18% indica que es equilibrado. Los datos expuestos indican que la mayoría de las familias de donde provienen los estudiantes presentan una tendencia a la disfuncionalidad no saludable. De acuerdo a Gutiérrez (2019) estas familias se caracterizan por tener control directo en cada uno de sus miembros, donde existe un clima de hostilidad y las normas de convivencia son muy rígidas lo cual sería consecuencia de pasar por momentos de estrés.
Con relación a la variable 2, el 40% de estudiantes presenta un alto nivel de adicción a redes sociales, el 23,6% tiene un nivel moderado, el 15,9% evidencia un nivel bajo, el 12,3% tiene un nivel muy alto y el 8,2% manifiesta un nivel muy bajo. A partir de estos hallazgos se deduce que la mayoría de los estudiantes acceden constantemente a las redes sociales (Facebook, Whatsapp e Instagram) y pasan mucho tiempo conectados, lo cual provoca el descuido de sus actividades académicas y familiares, y en el caso que no puedan acceder a ellas, les genera cambios de humor, preocupación e intolerancia (Araujo, 2016).
De acuerdo a la tabla 1, el p-valor de la prueba Kolmogorov - Smirnov para las variables a funcionamiento familiar y adicción a las redes sociales es inferior al nivel de significancia (p=0,000<0,05), lo cual indica que los datos no presentan una distribución normal. En ese entender, fue necesario trabajar con una prueba estadística no paramétrica. Por lo expuesto, viendo la naturaleza de las variables (categóricas), el nivel de medición (ordinal) y la bondad de ajuste, se decidió utilizar la prueba no paramétrica rho de Spearman.
En la tabla 2 podemos observar que existe una relación inversa y significativa entre el funcionamiento familiar y la adicción las redes sociales (rs= -0,843; p=0,000<0,05). Ello indica que la percepción de un inadecuado funcionamiento familiar por parte de los estudiantes está relacionado a la presencia de altos niveles de adicción a las redes sociales. De la misma manera, se puede ver que existe una relación inversa y significativa entre la cohesión y la adicción las redes sociales (rs= -0,812; p=0,000<0,05). Ello indica que un pésimo vínculo emocional entre los integrantes de la familia se relaciona con la presencia de altos niveles de adicción a las redes sociales. Asimismo, se evidencia que existe una relación inversa y significativa entre la adaptabilidad y la adicción las redes sociales (rs= -0,857; p=0,000<0,05), lo cual significa que un pésimo nivel de adaptación familiar está relacionado a la presencia de altos niveles de adicción a las redes sociales.
Discusión
Los resultados generales obtenidos evidencian que la mayoría de estudiantes perciben en sus familias un funcionamiento familiar de rango medio, las cuales tienen una tendencia a la disfuncionalidad familiar pues se caracterizan porque su funcionamiento es extremo en una sola dimensión, es decir presentan algunas dificultades en una sola dimensión, las cuales pueden ser originadas por momentos de estrés.
Este hallazgo coincide con Cori et al. (2017) quienes identificaron que los estudiantes provenían de familias de rango medio, las cuales tenían un funcionamiento familiar poco saludable lo que indicaba que en los hogares no había armonía debido al poco afecto y cariño que se transmitían, tampoco pasaban mucho tiempo juntos y pocas veces tomaban en cuenta las opiniones de todos sus integrantes.
Del mismo modo, el resultado descrito corrobora la investigación de Adriano et al. (2015) quienes también determinaron que la mayoría de los adolescentes presentaba un funcionamiento familiar de rango medio (44%), es decir, son extremas en una sola dimensión y la otra es balanceada lo cual se deba probablemente a la ausencia de armonía y carencia afectiva en los hogares de los adolescentes.
En cuanto a la adicción a las redes sociales, los estudiantes se caracterizan por presentar un alto nivel, lo cual significa que permanecen a la expectativa por saber lo que sucede en las redes sociales, acceden frecuentemente para conversar virtualmente, contestan mensajes, aunque las circunstancias sean inapropiadas, acostumbran a descuidar las relaciones interpersonales presenciales, dejan de lado sus actividades y responsabilidades y sufren de ansiedad cuando no pueden entrar a la red. Este resultado corrobora el estudio de Pinto (2018) quien halló que la mayoría de estudiantes de tercero, cuarto y quinto de secundaria utilizaban las redes sociales en todo momento, es decir, se conectaban varias veces al día para comunicarse, ver novedades y postear estados por lo que se ha desarrollado cierta dependencia hacia su acceso. De igual manera, coincide con la investigación de Reyna (2017) quien identificó que la mayoría de estudiantes del cuarto y quinto grado de secundaria tenían la necesidad de conectarse constantemente ya que sentían un alivio y relajación. Dichas conexiones la realizaban en las aulas, perdiendo muchas veces la noción del tiempo y prestando mucha atención a cualquier notificación.
Al realizar el contraste de la hipótesis general se puede ver que existe una relación inversa y significativa entre el funcionamiento familiar y la adicción a las redes sociales. Ello indica que la percepción de un inadecuado funcionamiento familiar por parte de los estudiantes, está caracterizado por el escaso vínculo afectivo que se demuestra entre sus integrantes y la poca capacidad para modificar su estructura, así como los pocos límites y control que se pongan, fomentará que los estudiantes pasen mucho tiempo conectados a las redes sociales dejando de lado sus responsabilidades personales, familiares y académicas, con inadecuados patrones de alimentación y de sueño, por la ansiedad de conectarse en cualquier momento y circunstancia, y con dificultad para desconectarse. Resultado similar obtuvo Cori et al. (2017) quienes determinaron que una menor cohesión y adaptabilidad familiar llevaría a los adolescentes a buscar otros grupos de integración, focalizando sus actividades e intereses fuera de la familia, siendo vulnerable a conductas adictivas, entre ellas las redes sociales, ya que está ofrece recompensas inmediatas tales como hacerse visible, reafirmar la identidad ante el grupo, divertirse o estar conectados con los amigos.
Del mismo modo, coincide con el hallazgo de Silva (2020) quien estableció que existe asociación estadísticamente significativa entre las variables funcionalidad familiar y nivel de adicción a redes sociales (X2= 12,4604; p ≤ 0,05). En ese sentido, el pertenecer a una familia cuya dinámica familiar sea inadecuada conllevaría a que los hijos descuiden sus responsabilidades y se dediquen a actividades tales como la adicción al internet y a redes sociales, el consumo de alcohol, la ludopatía entre otras puesto que no existe control ni supervisión por parte de los padres de familia. Al respecto, Matalinares et al. (2013a) señalan que los adolescentes muchas veces acceden sin supervisión al internet y a su amplia gama de aplicaciones (redes sociales, videos, juegos, etc.) debido a la presencia de dificultades familiares, las cuales son un factor de riesgo para ellos. Eso explicaría la importancia que tiene la familia en el desarrollo afectivo, social y psicológico de sus integrantes ya que la presencia de familias desintegradas o que presenten una dinámica familiar inadecuada generarían el descuido en la formación de los niños y adolescentes.
Finalmente se pudo determinar que existe relación inversa y significativa entre las dimensiones cohesión y adaptabilidad y la adicción las redes sociales. De acuerdo a Echeburúa y Corral, (2010) las personas con problemas de personalidad, cohesión y adaptabilidad débil y pésimas relaciones interpersonales tienen mayor probabilidad de presentar altos niveles de adicción a las redes sociales debido a que en una familia es necesario desarrollar los lazos afectivos y emocionales así como la capacidad para modificar su estructura en momentos difíciles para adecuar roles, liderazgo y procesos de disciplina, lo cual les permitirá mantenerse unidos y afrontar saludablemente los procesos de cambio y estrés.
Los hallazgos alcanzados se limitan al presente grupo de adolescentes por lo que resultaría importante incrementar la muestra de estudio a otros grupos para poder confirmar los resultados que fueron obtenidos y ampliar la generalización de los mismos. Por otra parte, sería relevante que las futuras investigaciones incorporen y asocien las variables intervinientes como la edad, el sexo, la composición familiar y el nivel socioeconómico de los estudiantes para determinar los posibles factores de riesgo.
Conclusiones
La principal conclusión a la que se llegó es que se pudo establecer que existe una relación inversa y significativa entre el funcionamiento familiar y la adicción a las redes sociales en estudiantes del cuarto y quinto grado de educación secundaria de una institución educativa pública de Puerto Maldonado.
En la misma perspectiva, se halló relación inversa y significativa entre las dimensiones cohesión y adaptabilidad y la adicción a redes sociales en estudiantes del cuarto y quinto grado de educación secundaria de una institución educativa pública de Puerto Maldonado.
Por último, se pudo identificar que la mayoría de estudiantes del cuarto y quinto grado de educación secundaria de una institución educativa pública de Puerto Maldonado perciben en sus familias un funcionamiento familiar de rango medio y presentan altos niveles de adicción a las redes sociales.