INTRODUCCIÓN
En diversos documentos de la XXII Conferencia Iberoamericana del 2012, en los espacios dedicados a las políticas de empleo y al impacto de la formación técnico-profesional en el ámbito empresarial, se plantean a los estados participantes tareas como: trabajar en la coordinación integral entre las políticas de empleo, educación y formación laboral, mejorar los perfiles de los egresados en respuesta a las exigencias actuales del mercado de trabajo, organizar las carreras de acuerdo con las demandas laborales para el logro y mejora de la inserción laboral de los egresados universitarios.
Las competencias que se relacionan con el desempeño del egresado de la educación superior son tareas que involucran a los responsables de la formación profesional y empleadores (Proyecto Tuning, 2007).
Diferentes autores han realizado investigaciones que destacan la importancia de la formación y desarrollo de las competencias emocionales en los egresados de la educación superior para satisfacer las exigencias y de- mandas del mundo laboral actual que no se limitan a un alto índice académico, sino que se refieren a la calidad de las relaciones inter- personales, la adaptabilidad y manejo de situaciones de urgencia (repetto y Pérez, 2007; Castejón, Cantero y Pérez, 2008; García y de la Flor, 2009; Aliaga y schalk, 2010; Alonso, 2010; rodríguez, Piñero, Portela y Piñero, 2012).
Tradicionalmente el proceso de formación profesional ha estado dirigido a la formación y desarrollo de competencias técnico-profesionales imprescindibles en una profesión u ocupación (bisquerra y Pérez, 2007), soslayando las competencias genéricas o transversales también denominadas participativas, personales, interpersonales, socioemocionales (Cherniss, 2000; Fernández y Extremera, 2009), las cuales constituyen una demanda creciente en el mundo del trabajo de la sociedad contemporánea actual. Tradicionalmente estas competencias no resultan objetivos específicos de las instituciones educativas, incluyendo la formación profesional, pero los beneficios de las mismas en el ámbito laboral, han convocado a los estudiosos del tema a tener en cuenta la formación de dichas competencias en los ámbitos educativos (bello, 2014). En este sentido, especial atención demandan los profesionales de la salud en los que dichas competencias resultan de gran impacto en la relación médico-paciente, marcada por una fuerte carga emocional (Peña, bello y Pérez, 2014; rodríguez, 2015).
En esta investigación se exploran las competencias que son importantes para el desempeño exitoso de los médicos y enfermeros de la Facultad de Ciencia de la salud de la Universidad Técnica de Manabí. Así mismo se exploran aquellas que son necesarias desarrollar para realizar con éxito el ejercicio de su profesión.
Esta investigación se apoya fundamental- mente en los presupuestos de la teoría de la Inteligencia Emocional (IE), tomando como modelo las propuestas de Goleman (1998) y Goleman, boyatzis, y McKee (2002) y las evidencias aportadas acerca de la relevancia de las competencias emocionales en el ámbito profesional y laboral relacionadas con indicadores de eficiencia organizacional y desempeño personal.
A continuación, se ofrece las definiciones conceptuales y operacionales de las competencias emocionales y la dimensión a la que pertenece (Goleman et al., 2002).(ver Anexos)
METODOLOGÍA
Se diseñó un estudio de tipo descriptivo, observacional, transversal, ya que no hay manipulación de las variables sino que el fenómeno se estudia tal como ocurre, a través de la técnica de recolección de datos el cual forma parte de un método empleado por Goleman en el ámbito empresarial cuyo objetivo es determinar, a partir del reporte de los propios trabajadores, el peso conferido a diversas competencias; cognitivas, técnicas o emocionales para alcanzar la excelencia en un puesto de trabajo específico. En Cuba esta técnica ha sido utilizada en estudios anteriores bajo la asesoría de la profesora Zoe bello con diversos grupos poblacionales, como: directivos (Prede 2012), adolescentes con trastornos de adaptación (Meneses y bello 2013), profesionales de enfermería (Guerrero, 2013, Pérez, 2014), trabajadores del turismo (Peña, 2015) y trabajadores talentosos (Medina, 2018).
MUESTRA
La muestra estuvo compuesta por un total de 218 individuos distribuidos en tres (3) grupos intencionales, descritos a continuación:
DESCRIPCIÓN DEL GRUPO A (EMPLEADO- RES):
El grupo A está compuesto por un total de 41 individuos con promedio de 14 años de experiencia; de ellos 17 son del área de la medicina y 24 de enfermería. Con edades comprendidas entre 20 y 38 años. De ellos 19 son del sexo masculino y 22 del sexo femenino.
DESCRIPCIÓN DEL GRUPO B (PROFESIO- NALES):
El grupo b está compuesto por un total de 81 profesionales con más de 2 años de experiencia en el ejercicio de la profesión, de ellos 35 son del área de la medicina y 46 de enfermería. Con edades comprendidas entre 24 y 56 años. De ellos 19 son del sexo masculino y 62 del sexo femenino.
DESCRIPCIÓN DEL GRUPO C (ESTUDIAN- TES):
El grupo C está compuesto por 49 estudiantes del internado rotativo de las carreras de medicina son 30 y 19 de enfermería. Con edades comprendidas entre 22 y 42 años. De ellos 17 del sexo masculino y 32 femenino.
INSTRUMENTO UTILIZADO
Se utilizó la técnica Lista de Competencias, donde se les solicitó a la muestra estudiada listar las competencias que se asocian con el desempeño exitoso de la profesión.
RESULTADOS
Las competencias asociadas al éxito profesional según su contenido, se agruparon en: emocionales, técnicas o cognitivas, sociomorales u otras. De manera general los empleadores mencionaron un total de 223 competencias, los profesionales mencionaron 443 en total y los estudiantes 621; donde las competencias emocionales fueron las que ocuparon el primer lugar en los tres grupos de estudio (739), seguido por las competencias sociomorales (248) y las cognitivas (241).
De las competencias emocionales las que más sobresalieron son las que están estrechamente relacionadas con la dimensión: autogestión emocional y manejo de relaciones como se muestra en el Gráfico 1. (ver Anexos)
Los profesionales al igual que los empleadores destacan más las competencias emocionales asociadas al área intrapersonal, específicamente aquellas que se relacionan con la autogestión emocional: como la responsabilidad, la iniciativa, el control emocional (paciencia) y la ética. Del área inter las que más se mencionan son el trabajo en equipo, la comunicación, el liderazgo y el manejo de conflictos.
Al igual que los grupos anteriores, los estudiantes privilegian las competencias de la dimensión autogestión emocional. Entre ellas resaltan: la responsabilidad, la perseverancia, el control emocional (paciencia) y la motivación. Por su parte del área inter las que más mencionan son: el trabajo en equipo, el liderazgo, el manejo de relaciones y aprender de los demás.
Para la muestra objeto de estudio la mayor demanda de desarrollo se concentró en las competencias emocionales (172) y en un segundo lugar las competencias cognitivas o técnicas (85); por su parte las sociomorales se presentaron en 52 de los estudiados. Es para los estudiantes, profesionales y empleadores una necesidad el desarrollo de competencias emocionales imprescindible para el ejercicio de la profesión lo que justifica la pertinencia de incluir explícitamente el entrenamiento de estas competencias en los currículos de los profesionales de enfermería y medicina de la UTM.
En el Gráfico 2 (ver Anexos), se muestran las competencias emocionales que son más demandadas de acuerdo a la dimensión a la cual pertenecen. Las competencias emocionales que demandan de mayor desarrollo están en correspondencia con las competencias emocionales que resultaban más importantes para el éxito laboral. Para los empleadores estas están relacionadas con la dimensión gestión de las relaciones. Entre estas mencionaron: trabajo en equipo, liderazgo y comunicación asertiva y empática.
Mientras que para los profesionales y los estudiantes las competencias que más se deberían desarrollar son las de autogestión emocional, seguidas por las de gestión de las relaciones. Entre ellas las que más mencionan son: la paciencia y el optimismo. Y de la dimensión gestión de las relaciones mencionan: trabajo en equipo, resolver conflictos y liderazgo.
DISCUSIÓN
La importancia atribuida por los empleadores, profesionales estudiantes a las competencias emocionales para el desempeño exitoso de la profesión resultan solidaria con los resultados ofrecidos por la literatura especializada y otros estudios realizados (sánchez, 2012; Prede 2012; Guerrero, 2013; Peña, 2015, Medina, 2018), los cuales sugieren que las competencias emocionales tienen mayor peso.
Las competencias emocionales son las que más se asocian al desempeño exitoso de la profesión. Estas ocupan más del 50 % de las listadas, por encima de las competencias cognitivas, técnicas o sociomorales como se muestra en el siguiente gráfico:
De manera general resalta la importancia que le confieren los 3 grupos de estudio a las competencias emocionales y en especial a aquellas que se relacionan con la autogestión emocional y la gestión de las relaciones de- mostrando la importancia que tiene para los profesionales de la salud el dominio de sí mismo y el manejo de las relaciones interpersonales. sin embargo, no les prestan igual interés a aquellas competencias relacionadas con la conciencia de uno mismo que de acuerdo con la literatura son básicas para el desarrollo de las demás. También resulta de interés que en consonancia con otros estudios realizados con profesionales de enfermería en Cuba donde estos privilegian la dimensión conciencia social y en específico la competencia de empatía (Guerrero, 2013) en la muestra de estudio esta dimensión no tiene el mismo peso, aunque la competencia empatía es una de las más mencionadas.
Al analizar las competencias con más de- manda de desarrollo el peso se concentra en las competenncias emocionales. Para los empleadores estas son más del 30% de las mencionadas, mientras que para los profesionales y estudiantes estas son más del 50% seguidas por las técnicas cognitivas y las sociomorales.
Estos datos se corresponden con los encontrados en otras investigaciones con muestras similares (vega, 2016). Entre las competencias emocionales ambos grupos privilegian aquellas que tienen que ver con la gestión de las emociones propias y con la de los demás. sobresalen las competencias emocionales: paciencia y trabajo en equipo.
Las valoraciones dadas por la muestra estudiada, deben ser consideradas por la institución objeto de estudio a fin de direccionar su accionar en aras de desarrollar en sus educan- dos las habilidades que de ellos demanda su futura inserción.
CONCLUSIONES
Los datos obtenidos marcan una línea de trabajo a seguir en la búsqueda de un ajuste entre la academia y la empresa para optimizar la formación profesional en aras de lograr altos índices de empleabilidad de los egresados de la institución objeto de estudio, lo cual pudiera ser sugerente para otras instituciones similares.
se puede concluir, que la investigación aporta gran información de las competencias necesarias para el desempeño exitoso en la valoración de los profesionales de la medicina y enfermería en todos los niveles (empleadores, profesionales y estudiantes), para ello es importante el desarrollo de las mismas no solo de dominio técnico o cognitivo, sino también personales, encontrándose en su núcleo competencias emocionales. La evaluación realizada, brinda un perfil de competencia que enriquece la caracterización del grupo estudiado, lo cual responde al presupuesto de que las competencias emocionales se ajustan a las exigencias de los distintos puestos de trabajo.
Finalmente, los resultados obtenidos sirven de orientación a los programas de capacitación emocional basadas en este tipo de competencias, y se recomienda que las valoraciones de los estudiantes, profesionales y principalmente de los empleadores sean consideradas por la institución objeto de estudio con el objetivo de poner en práctica estrategias que permitan desarrollar en los alumnos las habilidades que de ellos demanda su futura inserción laboral.