INTRODUCCIÓN
La filosofía es una ciencia atinente a todos los hombres, en todos los ámbitos de su vida, de modo que su interpretación no compete solo al filósofo, al profesor, o al hombre docto. La filosofía, como madre de todas las ciencias, debe ser cuestión cotidiana, vivencial, parte de la cultura básica; sin que por ello se deba perder rigor, sentido académico o profundidad en el análisis. El dilema es des enclaustrar la filosofía para que más mentes profundicen en ella; para que más intelectos le asignen importancia y que quien recibe el saber filosófico, lo recepte límpido, completo.
Así Platón inquiría en su Fedón, refiriéndose a la razón de un hombre recordando las cosas que le venían al espíritu, así la filosofía también parte de la más íntima espiritualidad de los hombres. Azcárate (1871). Entonces: lo que el espíritu entrega debería ser fácilmente comprensible y esencialmente compartible desde todo punto de vista.
La comprensión del pensamiento filosófico,
No solamente ha de ser abordada por la lectura de los grandes pensadores del mundo de la filosofía. Cualquiera que se aventure a sostener una postura crítica, puede hallar filosofía en prácticamente cualquier libro. ¿Quién negaría que: El extranjero de Camus (1990); la insoportable levedad del ser, de Kundera (2008); o la guerra y la paz de Tolstói (1974); son obras filosóficas profundas? En cada una hay una reflexión; una duda; un planteamiento filosófico o la resolución de un nudo filosofal. ¿Por qué no enseñar filosofía, entonces, a la luz de los escritores menos prosaicos?
¿Cómo no cuestionarse sobre la inclusión; o el hombre queriendo ser dios; ¿o sobre el amor filial en la voz de Mary Selley en El Moderno Prometeo, ese que entrega la luz de la vida a los hombres al igual que el Titán al que el enorme pájaro le come cotidianamente las entrañas? Frankenstein (2013).
La inmersión en la filosofía puede ser una tarea difícil -dependiendo de los niveles de inmersión-; primero, por lo extenso del tema y segundo, por la cota de complejidad implícita en la materia y por ello, se propone aterrizar la filosofía, hacerla accesible al auditorio común.
Para muchos la filosofía es la ciencia base, pues implica el encuentro del hombre con su ser racional, con su ser lógico, con su ser especulativo y con su ser analítico y ello se manifiesta en posturas que buscan resolver los nudos filosofales, que no son otra cosa que las preguntas que formulamos desde siempre y que haremos por siempre. ¿Quién soy? ¿Hacia dónde voy? ¿de dónde vengo? ¿Qué es la libertad? ¿Cuál es la naturaleza esencial del hombre? ¿Cuáles son los antecedentes y consecuencias de la relación humana con el demiurgo? (ayala, 2015) ¿Hay algún tipo de existencia después de la muerte?
A partir de estas referencias, el presente trabajo tiene como objetivo delinear algunos mecanismos que permitan acercar este conocimiento, en principio, etéreo y complejo al individuo común, conservando el rigor que el estudio de esta disciplina supone. Su metodología es la revisión Sistemática de la literatura desde los autores clásicos hasta los modernos.
FILOSOFÍA CONOCIMIENTO ACCESIBLE SIN CARECER DE RIGOR
Marx decía que: “hay que pasar de la especulación ebria a la filosofía sobria” y acotaba que la
“filosofía trata de interpretar al mundo y de lo que se trata es de transformarlo”. Marx (2010).
En este trabajo se propone que, la sobriedad filosófica se logre con su comprensión y entendimiento; luego su aterrizaje. Se formula también, que la filosofía es transformación. Siempre filosofar será transformar.
Ocurre con la filosofía, lo mismo que con otras disciplinas. Se van desarrollando jergas -cultas; pero jergas-, que en primer término implican pertenecer o no a determinada cofradía. Utilizar los lenguajes propios de una ciencia, arte u oficio implica incluirse, ser parte de ese grupo, hablar el mismo idioma. ¿Pero es necesario que lo que un filósofo diga, deba ser analizado por juntas y mesas de trabajo para que pueda ser comprendido? ¡No necesariamente!
Hay que tomar en cuenta que en el mundo de la filosofía hay tres niveles de verdad: tú verdad; mi verdad y la verdad. Mientras más cerrado el acceso, más complicado el lenguaje y más oscura la explicación filosófica; más lejos estaremos de aquella verdad transparente y reveladora. Cada persona intuye lo que considera como verdadero, dependiendo de su punto de observación. En tanto la filosofía nos permita mirar solo aquello que se quiere observado, no conseguiremos de ella, la revelación siendo precisamente aquella la búsqueda primaria del quehacer filosófico. (ortega y Gasset 1983).
Propongo trasladar este ejercicio a las aulas, aterrizar la filosofía, sea cual sea la disciplina objeto de estudio dentro de las ciencias sociales: periodismo; sociología; derecho; psicología; antropología; historia, etc. La finalidad de esas especialidades no será, por cierto, formar filósofos puros; pero requerirán una sólida base de conocimientos, no velados, ni encubiertos por el lenguaje abstracto; sino una filosofía descubierta, comprensible, inteligible, usable.
Ocurre en la cotidianidad y en el discurso público, que se cita a Sócrates: solo sé que no se nada, se dice con poses de iluminación; sin embargo, se desconoce el contexto en el que la frase fue dicha y que significó el mayor descubrimiento socrático y la verdad. En otras palabras; se cita a los filósofos sin contextos y se conoce de ellos únicamente frases aisladas y no bien entendidas, (Muñoz, 2006).
La filosofía es herramienta matriz para entender el todo; si no entendemos la filosofía, no entendemos nada. De allí la necesidad de que la filosofía académica, esa que se enseña en las universidades, como pilar de todos los saberes sociales, llegue de manera sensible al estudiante, y no de una forma ininteligible, pues es allí cuando pierde todo valor. El entendimiento es agente del lenguaje filosófico, (González, 2012).
Para este menester de acercar la filosofía y hacerla un conocimiento cotidiano, una de las primeras lecciones que debemos incorporar, derribando visiones arcaicas, es que existen diversas fuentes filosóficas, una infinita
Alberto Fernando Vélez León: “Aterrizar la Filosofía.”Cantidad de saberes, todos posibles de asimilar si se los presenta en forma clara, precisa y contundente, labor que de suyo le corresponde al profesor de filosofía básica.
El ambiente de aprendizaje ha de ser horizontal y circular, todos aprenden y son capaces de enseñar desde su propio nivel de intelectualidad. De manera que este aprendizaje propuesto, tiene como base cinco paradigmas:
Primer nuevo paradigma: Predisposición.
Segundo paradigma: lenguaje claro.
Tercer paradigma: Conocimiento exento de vanidad.
Cuarto paradigma: desarrollo simbiótico y sinérgico de las verdades filosofales, profesor-estudiante.
Quinto paradigma: carácter conclusivo de la experiencia filosófica de enseñanza-aprendizaje.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Se dice que sin entendimiento no podemos generar de manera alguna doxa, la valiosa visión letrada. Este concepto que se rescata de Parménides y Platón y que bien podríamos traducir como opinión o criterio que dimane de un hecho o fenómeno observado. (amorós, 2002).
Así mismo, sin entendimiento, sin comprensión, no se puede llegar al Episteme, al verdadero conocimiento. Algunos hablan del Constructo Epistemológico, o conceptualizaciones del conocimiento. Se prefiere hablar, del camino al conocimiento, de la ruta del saber y esa ruta, es la del acceso, la del libre tránsito por las improntas filosóficas; pero por, sobre todo, la migración a una enseñanza de la filosofía básica en términos de absoluta comprensibilidad; de lenguajes bidireccionales, de intercambio profesor-estudiante, de creación y aporte constante. ¿Cómo enriquecemos la física cuántica, si nada entendemos de ella?, ergo: ¿Cómo enriquecemos la filosofía, si nos ocurre lo mismo?
La epistemología es esa parte del conocimiento filosófico, que nos permite entender y conceptuar, las bases, alcance y línea metódica del conocimiento de los hombres. Entonces, la ciencia no es sino el conjunto epistemológico, verificable sobre un campo del saber humano y al no entender la filosofía basal no entendemos la ciencia. He allí la importancia de la filosofía como gnosis, como conocimiento trascendente. (Castañeda, 2010).
A partir de lo dicho, cabe preguntarse: ¿Puede asignársele carácter epistemológico al conocimiento no verificable, al de la filosofía especulativa; al del estudiante formulando sus primeros haceres y pensares filosóficos o emitiendo sus nóveles sentencias filosofales? Podemos pensar como en el Mundo de Sofía, (Garder, 1991) donde se hace un recorrido y acercamiento a la filosofía a través de un discurso narrativo, próximo claro sobre lo que es filosofar. Sin embargo, hay algunos autores, pensadores que no estarán de acuerdo, pues consideran ciencia y episteme como sinónimos.
Pero no se debe olvidar que el conocimiento es amplio y abarca incluso los saberes ancestrales, los conocimientos herméticos. Lo contrario sería negarle, por ejemplo, a la metafísica su carácter epistemológico; tendríamos que cerrarles a las religiones su carácter epistémico y su capacidad para generar lo que ellas llaman: El conocimiento de dios. Cada saber que el hombre ha conseguido tras ir desenmarañando el ovillo universal, no es otra cosa que cognición, vista como describir y entender, como conocer y procesar, como momento analítico, como instante de luz.
REFLEXIONES FINALES
La ciencia formal implica verificabilidad, de hipótesis; comprobación y contrastación de hechos y sentencias; susceptibilidad de experimentación; diferenciación entre causalidad y casualidad; líneas metódicas; sistematización. Pero la filosofía es una ciencia “no científica”, aunque estudia el conocimiento en todas sus formas, suena paradójico, porque posee un carácter especulativo y de opinión trascendente y, por supuesto, no es comprobable, ni puede encerrase en un laboratorio, porque el universo es el laboratorio de la filosofía y el hombre aun no alcanza a entender las dimensiones de aquella enorme sala de ensayo. Así que debe verse como tal un inmenso laboratorio del pensamiento en el que toda valoración o juicio es válido.
Establezcamos entonces, la filosofía puede ser de tres tipos sin dejar de ser simplemente filosofía: la filosofía científica, que implica el conocimiento y pensamiento desarrollado por las ciencias tradicionales. La filosofía vulgar, que abarca todo el conocimiento y pensamiento no positivista, ni compteano y que el hombre descubre en su trasiego: la acupuntura, la herbolaría, en fin. La filosofía metafísica, que engloba los saberes que trascienden lo físico: la teología, la religión, la hermética, la espiritualidad, de entre tantas.
Todas ellas son susceptibles de conocerse desde una vía práctica, sencilla, pedagógica y andragógica. Los adultos aprenden de manera totalmente diferente a los niños, cada uno desde sus propia visión, estrategias y experticias, y que los entrenadores en su rol de facilitadores y conductores del aprendizaje deberían usar un métodos y procesos diferentes para facilitarlo. Malcom Knowles, (1970).
He aquí otra de las caducas cuadrículas que hay que derrocar. Se enseña únicamente bajo modelos pedagógicos; pero la academia; la universidad, requiere de formas diferentes de procesar el conocimiento y transmitirlo. El quehacer y el modelo andragógico son altamente eficientes y la filosofía ha de enseñarse a los jóvenes-adultos con este criterio contemporáneo.
Filosofar es cuestión de puntos de vista; de perspectiva; de posición -religiosa; ideológica, etc.-; de visiones; de coyunturas, de sesgos y del elemento modificador por antonomasia, porque todo cambia en función de momento y lugar. Y así ha de enseñarse, los absolutos han de descartarse de la enseñanza filosófica, confunden, aletargan, postran y limitan.
Con Einstein -uno de los adalides de la nueva filosofía-, cayó uno de los grandes y hasta esa fecha incontrastables paradigmas: ¡el tiempo! Una de esas instancias incólumes, ante todo, se fue desmoronando. El tiempo tampoco era un absoluto, estaba influenciado por la velocidad; el movimiento; por el punto de observación como en el típico ejemplo de los trenes y los pasajeros dentro de él o en el andén y que ilustra todos los textos que hablan de la relatividad einsteniana. El ejemplo de la nave espacial también es válido, al establecer que, si ésta viaja a una velocidad próxima a la de la luz, en un trayecto de veinte años percibidos por quienes se quedan en la tierra, Los astronautas apenas habrán viajado tres años y medio en su percepción temporal. Puede observarse, entonces, que no hay absolutos, la nueva filosofía tiene razón.