Ricardo Bohórquez (Guayaquil, 1967) recorrió por primera vez con su padre el edificio del Banco de Descuento en los años setenta, y describe su sensación de asombro al ver la gran cúpula de vidrio. Le recordó a una nave espacial parecida a la de La guerra de las galaxias, que justo en esos años aparecía en las pantallas (figura 1, figura 2, figura 3, figura 4, figura 5).
Desde aquel día, este edificio fue uno de sus favoritos, incluso cuando sus criterios se volvieron más afinados por los estudios en Arquitectura en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (se graduará en 1995).
El arquitecto checo Karl Kohn (Praga 1894 - Quito 1979) proyectó y construyó este edificio entre 1952 y 1954, en las calles Pichincha y Aguirre, para que sea la sede del Banco de Descuento de Guayaquil. Con este diseño arquitectónico ganó el Premio Ornato, con ocasión de las fiestas octubrinas de la ciudad en 1954 (figura 6 y figura 7).
Kohn llegó al Ecuador en 1939 a bordo del transatlántico Órbita y en las décadas de 1940 y 1950 construirá en Guayaquil su arquitectura más moderna, con la más avanzada tecnología estructural y constructiva disponible en ese momento en el país. Este edificio será, por ejemplo, el primero del Ecuador que incorporará escaleras eléctricas (Monard, 2010) (figura 8, figura 9, figura 10 y figura 11).
Posteriormente el edificio se transformará en la sede de la Superintendencia de Compañías. Para ello se disfrazará con panelería el diseño original de los interiores, alterando sus líneas modernas. En 2015, la naciente Universidad de las Artes convertirá este edificio en su biblioteca y Bohórquez podrá, después de muchos años, volver a recorrer sus interiores en su desnudez y apreciar nuevamente la esencia de esta arquitectura (figura 12, figura 13 y figura 14).
Para Bohórquez la arquitectura moderna de Kohn, así como la arquitectura vernácula y la fotografía, nos enseñan a pensar el proyecto creativo desde lo local, y el centro de Guayaquil es el lugar perfecto para experimentar la relación entre arquitectura, paisaje y seres humanos; y la relación entre modernidad, río y comercio (figura 15). En sus exploraciones fotográficas, el artista empieza a pensar en el hecho de que el lenguaje fotográfico, así como sus dispositivos tecnológicos, han sido inventados en el hemisferio norte y en función de unos fenómenos lumínicos diferentes de los que se dan en el trópico, donde la luz es más fuerte. A partir de estas limitantes técnicas, Bohórquez explora a través de la cámara las luces propias de estas geografías, por ejemplo, los tonos lilas de los inviernos costeños, o la luz cálida de la media tarde guayaquileña. Su fotografía es principalmente en color, pero en este proyecto plantea el uso del blanco y negro, buscando rendirle honor a la memoria de las cromáticas originales que ya no están presentes en el edificio (figura 16, figura 17, figura 18, figura 19, figura 20, figura 21 y figura 22).
El presente proyecto fotográfico, realizado con cámaras Fujifilm Xe1, Xe2, Xt20, encarna la profunda mirada de Bohórquez, deteniéndose en las formas sinuosas y orgánicas que nos recuerdan a las oficinas y laboratorios Johnson, construidos en Estados Unidos por el arquitecto Frank Lloyd Wright (1936 - 1950) (figura 23, figura 24, figura 25 y figura 26). También revela la danza de sombras que se genera a partir de unos detalles arquitectónicos que, a la par de buscar belleza, logran funcionalidad (figura 27 y figura 28). Su atención se concentra en registrar los materiales en sus texturas y geometrías, llegando a una fotografía que abstrae las formas e invita a la contemplación (figura 29, figura 30 y figura 31).
Así como la cúpula, las columnas y escaleras destacan en este trabajo fotográfico elevando nuestra mirada, como en las arquitecturas renacentistas o barrocas. Para potenciar las posibilidades expresivas de estas tomas, Bohórquez escoge el formato rectangular vertical, mientras que el formato cuadrado se escoge para los detalles, por su capacidad de conducir la mirada al centro de la imagen. Los detalles son para él una forma de comprender “el todo”, una forma de buscar el lado oculto de las cosas (figura 32, figura 33 y figura 34). Por momentos sus imágenes se convierten en una bitácora de detalles constructivos que insinúan una arquitectura futura. Sus fotografías son, por lo tanto medios, así como la arquitectura, para lograr un fin mayor, todavía incierto.
Para este proyecto en Casa del Barrio se vuelve la mirada al espacio, las escaleras del Banco de Descuento dialogan con las escaleras de la galería, las columnas con el barandal del mezanine, las transparencias de los vidrios de ambas arquitecturas son elementos de conexión entre interior y exterior, entre lo privado y lo público (figura 35). En esta narración el ser humano se muestra una sola vez, como un ser pequeño e insignificante. Es quien abre y cierra esta historia, y nos invita a ver la ciudad con nuevos ojos (figura 36).