Abordar el panorama artístico de Juan Carlos León Jácome durante los tres últimos años es adentrarse en un entorno de transiciones geográficas, nexos internos y poéticas experimentales de sanación. Sus más recientes producciones presentadas en las muestras Dispel , Doppler y Colonizar el Fin suponen un desplazamiento sensible de sus inquietudes artísticas que transitan del método científico -distintivo personal de su obra- hacia una exploración más interna, de carácter simbólico que, aunque mantiene procedimientos especializados y de investigación, converge en objetos llenos de emociones y receptividad representadas a través de pantallas de luz hechas de glicerina, colonias de hongos o pinturas hechas con petróleo.
En Dispel la contradicción entre astronomía y astrología como lenguaje, mantuvo una función fundamental en este tiempo (2020-2022), ya que le permitió abrir posibilidades prospectivas decantadas en el uso de materiales como violeta de genciana, achiote o mertiolate, en un escenario ulterior que convoca a preguntarse (a quien visita sus muestras), por temas de personalidades y sentires, a partir de la convivencia momentánea en sala con cada una de sus obras. Por otro lado, Doppler, un corte de proyectos presentado por el Museo Municipal de Arte Moderno de Cuenca, dejó ver un ejercicio de cambio dentro de la conceptualización y manejo de materiales en la obra de Juan Carlos, transformación creativa altamente promovida por los constantes traslados que experimentó en los años citados previamente. Acercamientos diversos en zonas geográficas varias, ya sea por temas laborales o de interés personal, en especial en la selva ecuatoriana, actuaron como motor para que el artista cree obras a partir de aceite de palma, madera de palo santo y pasivos de petróleo derramado en el Bloque 62 Tarapoa. Finalmente Colonizar el fin, obra íntima, incluso catártica, representa un momento crítico en la vida personal de León, ya que se encuentra atada al principio y al fin de la existencia como una forma de honrar la partida de su madre mediante una sanación simbólica. Para esta producción, se utilizaron dispositivos de materialización de información o contenedores de datos provenientes de comunicaciones digitales no exitosas, al igual que notas escritas a mano que fueron recuperadas por el artista. Paralelo a ello, las cajas contenían distintos géneros de hongos tipo Penicillium o Rhizopus, canalizados como materia viva de curación y transformadora de información que dio como resultado el cierre de un ciclo.
Es en el marco de este gran paisaje que se comparten, a manera de línea de tiempo, los textos curatoriales creados para los proyectos analizados, los cuales recorren amplios diálogos entre el artista y la curadora para finalmente poner de manifiesto varios de los intereses de Juan Carlos que llaman la atención hacia la memoria, los ritos y los astros. Se incluye además un texto creado por el propio artista para acompañar el último proyecto mencionado.
Dispel
Atisbos resultantes de un proceso de transición interna son explorados por Juan Carlos León en este proyecto que repiensa el binomio existencia-materia, en una serie creada a partir de recursos cromáticos no perdurables y la idea del ser y estar.
A modo de conexión con las volubles correlaciones humanas, el artista emplea la materialidad en este proceso experimental, no sólo como discurso y recurso plástico (al crear sus propios pigmentos), sino también como un expediente de percepciones personales anclado a memorias y afectividades que son atendidas desde la sanación y que, en un acto poético, incluso mágico, ponen en conjunción lo simbólico con lo orgánico, lo científico y lo alquímico.
En Dispel, la interpretación estética del sentir se discierne desde el concepto de la presencia y el desvanecimiento, mostrando analogías visuales articuladas a la "Ontología Orientada a los Objetos", mediante distintas sustancias que se esparcen sobre soportes de papel en obras bastante distintas -a las ya conocidas- visualizaciones de datos que han caracterizado el quehacer de León. Este nuevo interés, devenido de sus últimas experiencias introspectivas, ha propiciado en Juan Carlos un nuevo enfoque crítico ante la superficialidad de las cosas, llevándolo precisamente, a generar un replanteamiento filosófico del residir y el habitar.
A estos agenciamientos matéricos se incorpora además su actual vivencia intuitiva y el interés que mantiene hacia la contradicción entre la astronomía y la astrología. Esta cercanía ha procedido gracias al grupo de personas con quien se ha relacionado en Ciudad de México y Ecuador, lo cual le ha procurado una invitación hacia el ejercicio zodiacal visible en un lenguaje estético que amalgama con astros, ritos y formas terapéuticas, en la resolución de su gesto artístico (figura 2).
La selección de los compuestos usados en estas obras de destellantes tonos naranjas o lilas que se consolidan como valiosas sustancias que existen per se, dentro de la propia naturaleza -en voz ontológica-, estimulan las memorias y la asociación libre ajustándose a diversas experiencias personales, inclusive de modo especulativo. Violeta de genciana, el tradicional achiote, la proyección de luz con residuos de aceite o los degradé aplicados continuadamente en numerosas capas de color, crean efectos psicológicos nubosos, astronómicos o de péndulo, dentro de la atmósfera expositiva (figura 1).
Vivimos en una época de elevada vorágine, donde auto explotarse está aceptado y la atención consciente cae a un segundo plano debido al falso entendimiento que conlleva la subvaloración de un nuevo día para vivir. Pese a ello, en Dispel, el artista recurre al cuestionamiento sobre la percepción humana del aquí y el ahora, sumada al privilegio de existir y a la causa-uso de los artilugios, para instar al espectador a tomarse el tiempo de conectar con los estados de la materia y de la construcción del paisaje; en el que significados y significantes se vuelven reales cuando cada quién se da la oportunidad de autoencontrarse en el presente tanto individual como colectivamente.
Doppler
Así como el efecto doppler supone un cambio en la frecuencia de un movimiento ondulatorio; también las transiciones, espacios y tiempos experimentados por Juan Carlos León durante los tres últimos años -tanto a nivel de su quehacer artístico como personal- constituyen analógicamente un proceso semejante, una periodicidad de traslado, lleno de constantes microevoluciones vinculadas a lo matérico y a lo fenoménico como resultado de sus intereses experimentales y de investigación.
Asentado en Ciudad de México desde 2019, sus relocalizaciones lo han conducido a replantear su paso por la representación científico-tecnológica de datos en sus producciones artísticas de los últimos años, para llegar a generar en la actualidad una experiencia más sensible en su práctica, conectando con materiales vinculados a su vivir cotidiano, fenómenos temporales, climáticos y dinámicas laborales, pero que no dejan de lado su conocido interés por confrontar las diversas formas de extractivismo existentes.
Petróleo, sangre de drago, copal, aceite de palma, glicerinas; materiales que provienen de procesos de despojo de la naturaleza y que poseen -como menciona el artista- bondades derivadas y bondades espirituales (dedicadas a la sanación en el caso de la sangre de drago o el copal), lo llevan a seguir indagando sobre los territorios, sus contenidos, las esencias e información que en ellos subsiste, para explorar de manera crítica y simbólica las prácticas del despojo, sus realidades y consecuencias (figura 4).
La investigación que viene realizando mediante largos procesos de trabajo enlazados con territorios que sufren explotación extractiva (debido a encargos laborales que lo han ubicado estratégicamente en estos sitios) lo han llevado a seguir poniendo a prueba a nivel metodológico y sensorial, acciones experimentales para el procesamiento de materiales generados mediante la extracción de petróleo de rocas petrificadas o el uso de resinas naturales contenedoras de pigmentos con los cuales consigue fluidos que a posteriori, emplea a manera de “pintura” sobre soportes tradicionales.
Es así como Efecto Doppler se formuló a partir de un corte de los proyectos de León generados hasta mediados de 2021 y que se expusieron en la ciudad de Cuenca, Ecuador; mediante obras que abordaron paisajes geográficos, significados semiótico-materiales y estrategias sensibles de construcción artística concretadas mediante los proyectos La caída del Jaguar y Catálogo de Materiales.
Colonizar el fin [Kallumpakunamikan shunku / Kuyllur]
Los hongos están al final de la cadena de la vida, pero también al principio, y en este proyecto son parte de un ritual-visual de sanación, cambio y cierre que busca transformar la experiencia personal del autor ante la muerte de su madre, en un rito socializado, un homenaje o una caja funeraria espacial. Las obras parten de la apropiación del conocimiento científico y utilizan la micología y la astronomía para presentar un proyecto expositivo que busca activar una sanación simbólica. Kallumpakunamikan shunku (hongos y corazón) es la pieza principal de este proyecto para el cual se crearon dispositivos de materialización de información en forma de cajas petri que visualizan correos electrónicos sin enviar, sin contestar, mensajes en redes sociales o notas manuscritas que reflejan el momento previo a la muerte de la mamá de Juan Carlos. La información fue transferida con materiales antisépticos como la violeta de genciana, merthiolate rojo y yodopovidona (figura 6).
Estas cajas de información fueron inoculadas con diferentes géneros de hongos Penicillium y Rhizopus, que a nivel simbólico sirven como materia viva de curación que transforma la información, la borran y dan cierre a un ciclo. La instalación lumínica denominada Kuyllur o Astro brillante, fue una representación en medidas arcminute (arcmini minuto sexagesimal) del tiempo de la última llamada telefónica que recibió el artista en relación con las coordenadas del lugar fallecimiento de su madre, la cual creó un campo de visión angulado que apunta al sitio espacial en el cual ella se transformó en una estrella. Esta pieza se acompañó de un video que muestra galaxias y astros lumínicos ficticios, creados a partir de luces, brillos y variaciones de luz que fueron obtenidos de la video transmisión online del momento previo a su entierro.
Conclusión
Esta revisión vislumbra nuevos procesos experimentales a nivel de concepto y exploración de materiales en la obra de Juan Carlos León, más aún al momento de escritura de este artículo, cuando se ha trasladado de manera permanente a Ciudad de México. La relevancia que presentan las sustancias que él denomina de bondades espirituales o de sanación, en contradicción con las de bondades derivadas como el petróleo y los constantes traslados territoriales que se encuentra viviendo, permiten especular futuros gestos artísticos con corte establecido posiblemente entre lo personal y las especulativas investigaciones en las que León se introduce; dejando abierta la puerta a que las venideras bio instalaciones materialicen las sensaciones internas del artista a modo de datos y proyecciones neo sociales.