Cuando tengo un fracaso sentimental veo el lado positivo de la situación, hago cálculos del dinero que invertí y cuánto placer obtuve, y realizo un balance del dolor, frustración y tristeza que me causó el desencuentro. Algunas veces pierdo, hay casos en los que me han quedado debiendo; en otras, he pagado la mitad del pasaje de avión y ha salido gratis el hospedaje. En una ocasión me ayudaron a pagar una deuda. Mi más reciente decepción ocurrió cuando llegué a vivir a Miami en julio de 2019. En mi curso de inglés conocí a un brasileño que habla perfecto español; el último día de clases le pedí su número, al día siguiente me invitó al cine, al otro día paseamos a nuestros perros, y al subsiguiente fuimos a motelear. Fue raro que no me llevará a su departamento, pero todo en Miami es raro; supuse que en el futuro lo haría. Durante un mes nos encontramos cada viernes de 6 a 9 pm. Los fines de semana desaparecía: estuvo con gripe, se le dañó la batería del celular, fue hospitalizado... En ese momento entendí que me estaba mintiendo. Después de tantos años de teorías de empoderamiento y feminismo decidí decirle que si quería tratarme como puta debía pagar. Ese día tiramos y le cobré $100. Cuando me dejó en casa me preguntó si siempre iba a ser así, y se molestó con mi respuesta afirmativa.2 Por suerte, llevo varios años leyendo a mujeres como VirginieDespentes (2006):
Como el trabajo doméstico y la educación de los niños, el servicio sexual debe ser gratuito. El dinero es la independencia. Lo que ataca la moral en la práctica del sexo pagado no es el hecho de que la mujer no encuentre placer, sino que se aleje del hogar y gane su propia independencia. La puta es la «criatura del asfalto», la que se apropia de la ciudad. Trabaja fuera de la domesticidad y de la maternidad, fuera de la célula familiar. Los hombres no necesitan mentirle, ni ella necesita engañarlos, más bien ella se convierte en su cómplice. Tradicionalmente, las mujeres y los hombres no están hechos para comprenderse, entenderse y ser sinceros entre sí. Claramente esta posibilidad da miedo (p. 66).
Este descalabro me sirvió para reflexionar sobre mi producción artística. Algunos de mis trabajos han funcionado como un ensayo para la vida real. Probablemente, fue con la instalación Ardo por un semental que me llene toda(fig. 1) que comencé a entender mi obra de esa manera. En el 2007, con esta propuesta -que analizaré más adelante- gané el primer lugar del Salón de Julio,3 causando una gran polémica por las imágenes que pinté con esmalte de uñas sobre azulejos. Como consecuencia de esto, en el 2010 se modificaron las bases del salón y se prohibió el ingreso de obras con contenido sexual explícito (Álvarez, 2010).4
En este contexto se desarrolla mi propuesta artística que gira en torno a los límites entre lo público y lo privado, la sexualidad, el feminismo, el empoderamiento y el derecho al placer sexual. En medio de mi proceso creativo, gracias a María Guadalupe Álvarez -quien fue mi profesora en el ITAE- descubrí a autoras como VirgineDespentes, Itziar Ziga, Camille Paglia y Beatriz Preciado. Al leerlas encontré herramientas para entender el mundo.
A partir de esta introducción, planteo abordar una pregunta central en mi obra artística: ¿cómo desde el arte se puede ejercer el derecho al placer sexual? En el presente ensayo intento responder esta interrogante a través de un análisis de mis proyectos artísticos. Pondré énfasis en las metodologías y procesos de creación que desarrollé en estas propuestas.
Ardo por un semental que me llene toda
Esta obra surgió como un ejercicio para la clase de proyectos II en el Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE)5 en el 2007, pero antes de analizarla mencionaré una pieza antecesora que considero el inicio de mi propuesta artística. Aquel viejo motel (2006) es un cuadro fabricado en su totalidad, con esmalte de uñas sobre lienzo. Surgió de la apropiación de una imagen del diario Extra6 que se refería al asesinato de una mujer en un hotel. Esta pintura fue el producto final de la clase de Proyectos I, después de haber revisado los “contenidos que emanan de las obras” a partir del texto En el ademán de dirigir nubes de Thomas McEvilley(1984).
En Aquel viejo motel(fig. 2)me interesaba el contenido implícito del material: el esmalte de uñas remite al espectador a pensar en la idea estereotipada de la mujer fatal. También fue intencional la escala del cuadro, pues tenía la misma medida que una cama de dos plazas. Finalmente, me importaba la relación con la historia del arte, específicamente con el Pop y el cuadro Portrait of anArtist(Pool withTwo Figures) (1972)de David Hockney. En ese momento mi intención era convertir una imagen terrible, un asesinato, en una representación hermosa, aprovechando el uso convencional del esmalte de uñas, que sirve para maquillar y embellecer.
Con estos antecedentes empecé a trabajar en la pieza Ardo por un semental que me llene toda, reemplazando la imagen del diario amarillista por novelas eróticas que conseguía en las calles del centro de Guayaquil. También experimenté con otros soportes debido a que el lienzo no era ideal para el esmalte de uñas (por el movimiento de la tela el esmalte se craquelaba). Los azulejos de cocina se convirtieron en el soporte perfecto, no solo por su rigidez y tamaño, sino por su propio contenido, hablaban de un lugar que históricamente ha sido delegado a las mujeres. El resultado fue una instalación con azulejos donde pinté con esmalte de uñas un cómic erótico intervenido con jerga local (fig. 3). El detonante de este proceso fue la siguiente pregunta: normalmente las cocinas son decoradas con azulejos que tienen impresas frutas, flores, utensilios y motivos asociados con la idea de una feminidad pasiva, no problemática. ¿Qué sucedería si en lugar de esas frutas las cocinas fuesen decoradas con imágenes en donde la mujer tiene un papel sexualmente activo?
Partiendo de la definición de imagen de Abril (2012) donde menciona que hay en ellas siempre trazos de lo invisible, marcas de lo visible reprimido, o presupuesto o postergado, la instalación se convirtió en un ensayo de aquello que en ese momento se me prohibía por la sociedad, la religión y la familia. La historia contada en mis azulejos no tenía un final romántico ni feliz; era sobre una mujer que decidió dejar al aburrido de su prometido y renunciar al amor de su familia por fugarse con un hombre casado.
Otro aspecto importante es que, al darle un giro al uso de las imágenes de las revistas eróticas -por lo general para el consumo masculino- revelo algo que ha sido vedado socialmente a las mujeres: está bien visto que un hombre vea pornografía, diga malas palabras, hable abiertamente de sexo, mientras que en la mujer todo esto es condenado. Uno de los guías del Museo Municipal de Guayaquil (MUMG), donde se expuso por primera vez esta obra, me contó que los espectadores se asombraban al saber que una mujer era la autora de la instalación, y en ocasiones preguntaban cómo me veía físicamente.
Dentro de la dimensión de lo invisible de las imágenes cabe mencionar que para conseguir el cómic del que me apropié tuve que hacer varios recorridos por el centro de Guayaquil. Visité espacios representativos del comercio informal, además de negociar con los vendedores que, por ser mujer, sólo me mostraban novelas románticas; tuve que preguntar algunas veces por novelas picantes para que me enseñaran literatura erótica.
Con esta pieza participé en el Salón de Julio de 2007, que en ese momento era el evento artístico más importante de Guayaquil y obtuveel primer lugar. Por el contenido que estaba en el límite de lo pornográfico, o por el sugestivo título, algunas voces se alzaron en contra de mi propuesta. Una de ellas fue la de Monseñor Elías Dávila, Vicario de la Arquidiócesis de Guayaquil, quien en su artículo “Apuntes para el Futuro ¿Todo es Arte?”,describía la obra como
unos baldosines de cómics extranjeros subrayados por la vulgaridad de palabrejas de albañal, que no condicen para nada del espíritu guayaquileño, que hoy ha caído nuevamente por los suelos [...] ¿Alguien tiene la culpa que estos engendros se presenten y ganen una muestra?no lo sabemos, suponemos que hay un jurado, no conocemos sus nombres, y por lo tanto ninguna ofensa hay para ellos, pero sí vale la pena interrogarnos en base a qué se galardona a lo más polémico y transgresor (Dávila, 2007).
Al releer este artículo constato que la obra fue analizada desde una visión conservadora que apela a un sentido convencional de belleza y lo sagrado. Esta perspectiva fue compartida por las autoridades del MUMG, institución encargada de organizar el salón; y, como consecuencia de ello, tres años más tarde se prohibió el ingreso al concurso de obras con imágenes de sexo explícito, es decir, se estableció una censura previa.
Gabriela Chérrez<3 Benjamín Carrión
Esta instalación(fig. 4)fue parte de la exposición “Cherry me dice cosas que no quiero saber”, realizada en el 2017 en el MUMG, a propósito del décimo aniversario de Ardo por un semental que me llene toda. Constituye una apropiación de la célebre frase de Benjamín Carrión que motiva la fundación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1944:7 “Si no podemos, ni debemos, ser una potencia política, económica, diplomática y menos -¡mucho menos!- militar, seamos una gran potencia de la cultura, porque para eso nos autoriza y nos alienta nuestra historia” (Carrión, 2008, p. 80).
Leí este enunciado en una placa conmemorativa en el año 2015, luego de una charla en la sede de la Casa de la Cultura en Quito. Había regresado de estudiar un máster en Creación Artística Contemporánea en la Universidad de Barcelona, no tenía trabajo y estaba endeudada: la proposición de Carrión parecía burlarse de mí. En ese momento pensé que como país tampoco hemos podido ser una potencia cultural, y que el único camino que nos queda es ser una gran potencia sexual. Esta idea finalmente se concretó en una obra artística en el 2017.
Para la exhibición trabajé la curaduría con Ana Rosa Valdez, con quien desarrollamos una metodología basada en una serie de conversaciones donde planteaba mis ideas y ella formulaba preguntas a las que yo debía responder en la siguiente reunión. En una sesión Valdez me pidió que establezca un diálogo crítico con el material en el que están elaboradas las letras de la frase de Benjamín Carrión, mi respuesta fue utilizar globos de fibra sintética de poliamida, en color dorado brillante (fig. 5), por ser un material que se utiliza para la decoración de fiestas. Su cualidad flexible y efímera es coherente con la posibilidad de que, como país, tampoco podamos cumplir la nueva consigna.
Al igual que sucede con otras obras, esta ensaya mi derecho al placer sexual desde el momento en el que me apodero de la frase de Carrión. Es un desafío al padre fundador y a la propia historia -contada principalmente por hombres- de la institucionalidad cultural del Ecuador. No es en vano el cortejo que se evidencia en el emoticón que forma un corazón entre su nombre y el mío para dar título a la obra. La intención de esta frase es deslegitimar su visión cultural y proponer una nueva desde el cuerpo, la sexualidad y el placer.
Finalmente, la frase que utilicé para la instalación fue la siguiente:
A tirar, a tirar que el mundo se va a acabar!!
Al igual que Prometen y prometen, pero no lo meten y Caras vemos, huevos no sabemos(fig. 6),esta pieza propone una frase que a menudo menciono en mi círculo más cercano de amigos. Al utilizar estos enunciados en instalaciones artísticas con globos dorados hago un llamado a la resistencia a partir del placer y desde la fiesta. Ziga (2009) opina: “Hemos necesitado mucho glamour para sobrevivir a esto. Mucha fiesta, mucho calor de manada, mucha resistencia a la tristeza, mucho exorcismo del miedo” (p. 89). El material que utilizo contiene significados que pueden ir desde lo festivo y decorativo hasta lo aparentemente glamuroso pero barato. Debo mencionar que entre mis objetos fetiches favoritos están los globos metalizados, las lentejuelas y la escarcha. Estas obras tienen como referencia la instalación Silvercloud (1965) de Andy Warhol, Rabbit (1986) de Jeff Koons, El gran árbol y el ojo (2009) de AnishKapoor, las cualesllaman la atención por las cualidades casi hipnóticas del material, que seducen por su brillo, esplendor y perfección, pero que a la vez no podemos disociar de la cultura dominante del consumo.
A tirar, a tirar que el mundo se va a acabar!!(fig. 7) fue creada en diciembre de 2017, cuando participé en la exposición “Lo-fi: baja calidad y virtud” (2017), curada por Rodolfo KronfleChambers en la galería Violenta de Guayaquil, con motivo de fin de año. La pieza fue montada en el exterior del sitio por lo que interpelaba a los transeúntes del barrio popular en donde se encuentra.
Prometen y prometen, pero no lo meten(fig. 8) fue producida para la exhibición de artes visuales del FunkaFest 20188. La obra estuvo emplazada en el espacio público, en el Palacio de Cristal del Malecón 2000 de Guayaquil, y se convirtió en una pared para selfies de las mujeres que visitaron la muestra. Usualmente cuando pasaba por la instalación veía a un grupo de chicas tomándose fotos y riendo; este hecho responde a la pregunta que motiva este texto.
Secretero de Ámbar
Este particular mueble de forma circular con 100 cajones guarda recuerdos de mis 77 parejas sexuales (fig. 9). Cada uno de los cajones está enumerado y su interior está recubierto con papel gamuza de distintos colores. El objeto atesora cartas, notas, fotos, juguetes sexuales -un plug anal, bolas chinas de acero inoxidable, anillos vibradores- entradas de cine, regalos y chucherías que rememoran a mis amantes; así mismo, cada historia está calificada con estrellas (el “puntaje” no es directamente proporcional a sus actuaciones sexuales sino a la relación en general, siendo 5 la mejor calificación y 1 la peor). Junto al secreto coloqué en la pared una lista con nombres y números que correspondían a cada cajón, así el espectador podía saber el nombre, pero no el apellido de cada una de mis parejas. Durante la confección de los cajones tuve el acompañamiento de los artistas Gabriela Fabre y Anthony Arrobo; las conversaciones, aportes teóricos y presencias fueron vitales para la elaboración de esta y otras obras que conformaron la exposición Cherry me dice cosas que no quiero saber (2017).
Esta pieza surge de una pregunta que tuve que escuchar reiteradamente en las consultas ginecológicas: “¿Cuántas parejas sexuales ha tenido?”. En una ocasión respondí 12 y el doctor me acusó de irresponsable. Hay que tomar en cuenta que la sociedad ecuatoriana continúa siendo conservadora.
Para el título de la obra utilicé el nombre que mi madre quería ponerme al nacer, pero que mi padre negó argumentando: “¡Cómo le vas a poner nombre de puta a la niña!”.
Esta propuesta fue tomando forma a partir de unos ejercicios de curaduría con Valdez para la exposición mencionada. Al inicio tenía una lista con 77 nombres y me interesaba construir una especie de archivo similar al que existe en las bibliotecas, una variedad de bargueño, pero a medida que conversaba con la curadora el proyecto fue modificándose. Una de las preguntas de Ana que me ayudó a aclarar el sentido de la obra fue “¿Quieres describir cuantitativa o cualitativamente la lista?”
Por otro lado, como indica Abril (2012), lo visual se relaciona con lo que se desea ver, aunque no se vea. En este sentido me interesaba que el espectador interactúe con la obra, llene los vacíos con especulaciones desde su lugar de fisgón. Esta obra es una declaración política; en medio de un contexto conservador plantear una sexualidad escandalosa es un acto de resistencia. Como indica Ziga (2009): “Para la opinión pública, sólo se puede ser puta, perra o zorra cuando otro lo dice, no cuando una lo exclama” (p. 22).
Exponer públicamente la posibilidad de tener 77 parejas sexuales dio paso a que algunas mujeres admitieran que ellas también llevaban listas de sus amantes.9 Decir las cosas que “no se deben decir”, según las normas sociales establecidas, constituye una estrategia para romper con una cultura de secretos que perpetúa formas de dominación y violencia. En esta operación se evidencia una manera de afirmar el derecho al placer sexual de las mujeres. El título de la exposición alude a un sujeto que no se muestra receptivo frente a este gesto.
Varios de mis examantes asistieron a la inauguración de la muestra y encontraron sus respectivos cajones. Algunos estaban de acuerdo con su calificación, otros no (fig. 10).
Mis 15 fracasos sentimentales
La obra fue un encargo para la curaduría principal de la XIV Bienal de Cuenca, “Estructuras Vivientes. El arte como experiencia plural”, realizada por Jesús Fuenmayor en el 2018. Tiene como precedente el Secretero de Ámbar, pero aquí utilizo mis experiencias personales de una manera distinta. La pieza consiste en 15 nichos donde intento reconstruir a partir de historias escritas mis más sonados desencuentros amorosos. Cada hornacina alberga piezas de cerámica a escala 1:10 que recrean escenas sentimentales, del mismo modo en que el secretero invita al espectador a hurgar en fragmentos de mi intimidad con el deseo de que puedan identificarse con mis tragicomedias (fig. 11).
Para trabajar esta propuesta seguí el consejo de Valdez de hacer recorridos por las calles de Cuenca buscando cosas que me llamaran la atención. En mi primer recorrido visité el Museo del Monasterio de las Conceptas; por su estética y escala me interesó la sala donde se encuentran los belenes y el “Risco”, un valioso pesebre navideño formado por esculturas de madera policromada con pan de oro y plata. Además del referente visual de estos objetos, me interesaba trabajar figuras de cerámica, algo que ya había ensayado durante mis estudios de posgrado en Barcelona. Fue así como empecé a esbozar la propuesta.
Fue importante el intercambio permanente con Rodolfo Kronfle, quien me sugirió realizar pruebas con distintos materiales antes de decidir la forma final de la obra. Con respecto a la puesta en escena, junto a la artista Gabriela Cabrera, quién modeló parte de las piezas y estuvo a cargo del diseño museográfico, colocamos las pequeñas esculturas dentro de celdillas que fueron construidas en la sala que me asignaron en el Museo de Arte Moderno de Cuenca. Tomamos esta decisión luego de visitar el Salón del Pueblo “Efraín Jara Idrovo”, en cuyo jardín central se encuentra una pared llena de nichos con santos.
En cuanto al contenido del proyecto mis inquietudes giraban en torno al empoderamiento sexual y a la idea de no sentirme víctima frente a ciertas situaciones. En palabras de Camille Paglia (2001):
Estamos en un momento de la historia de las mujeres en que los antiguos controles, las antiguas protecciones, los padres y los hermanos y demás, ya no están ahí para protegernos contra el abuso. [...] estoy a favor de que volvamos a la responsabilidad personal y la autodependencia (p. 586).
El diseño de las piezas de cerámicaes afín a cómo quiero recordar los desencuentros. En el proceso de elaboración utilicé como modelos mis objetos personales, mi cama (fig. 12), el menaje de mi casa. Un referente importante fueron los juguetes infantiles que aluden a un momento de la vida en que nos permitimos soñar con un futuro perfecto, ideal. El lenguaje que utilizo en las historias es coloquial con la intención de que el espectador experimente una cercanía con la obra, como si estuviera contando mis desventuras a mis amigos y amigas.
Al escribir mis historias revisé decenas de documentos personales, cartas, correos electrónicos, fotografías de mis ex parejas y amantes… Fui capaz de meter el dedo en la herida para, finalmente, construir unas escenas maravillosas que cuentan cómo entiendo la vida. Las representaciones (fig. 13) revelan un sentido no romántico de las decepciones sentimentales, pues también presentan momentos de placer. Cuando decido exponer con ironía lo que normalmente se esconde, lo que da vergüenza, afirmo mi derecho al disfrute sin maniqueísmos, pensando en el momento mediático que vivimos, donde a través de las redes sociales estamos intentando todo el tiempo mostrar lo felices y exitosos que somos.
Contrario a esta tendencia, los visitantes del museo me dejaron mensajes que evidenciaban sus propios fracasos sentimentales. Esto fue resultado de un proyecto ideado por el equipo de mediación educativa de la Bienal de Cuenca, que consistió en colocar un buzón para recibir notas escritas. Los mensajes superaron mis expectativas. Algunos incluían números telefónicos. El más sorprendente rezaba: “Suerte que tuvo tanto sexo. Me casé virgen, me da envidia”.
Mete y saca, saca y mete
Para concluir planteo los siguientes métodos y estrategias que he detectado en mi práctica artística:
- Desplazamientos: Constituyen recorridos por la ciudad, pero no al azar como las derivas situacionistas, sino los que la vida cotidiana me obliga a realizar. Al haber vivido la mayor parte de mi vida en el centro de Guayaquil, sabía qué tipo de mercadería vendenen cada sector, conocía los peligros de la zona y aprendí a defenderme de ellos. La mayoría de mis obras están relacionadas con ese mundillo. Uno de los motivos por los que consideré utilizar globos dorados para una instalación, fue que camino al trabajo pasaba todos los días por la calle Boyacá, donde hay varias importadoras en las que veía decoraciones para cumpleaños, matrimonios y fiestas con letras metalizadas... me parecían hermosas. Los azulejos para Ardo… los compré en la calle Machala, a una cuadra del local donde adquirí las novelas eróticas.
- El procedimiento mete y saca, saca y mete consiste en nunca desechar una idea. Tengo una especie de banco de posibles obras en una libreta. La pieza Mis 15 fracasos sentimentales estuvo por tres años guardada en mi archivo. La instalación Gabriela Chérrez<3 Benjamín Carrión se concretó luego de dos años de pensarla por primera vez. El tiempo de las ideas es distinto al tiempo de las obras.
- Parte de la metodología incluye la incorporación en las obras de reflexiones feministas que produzco en la vida diaria. Cada pieza revela una interpretación de perspectivas teóricas que consumo en mi día a día. El cuerpo de mi trabajo artístico se produce a partir de experiencias cotidianas abordadas desde el feminismo.
- Trabajo colaborativo: En la exposición “Cherry me dice cosas que no quiero saber” participaron personas de distintos campos. No sólo encargué la elaboración de muebles y piezas, sino que también entablé diálogos con otros artistas, artesanos y sonidistas que me hicieron notar la importancia de la cooperación en el desarrollo de proyectos más ambiciosos.
- El disfrute del trabajo manual en la elaboración de piezas: Existe una correspondencia entre el placer sensorial que obtengo al producir una obra y el placer sexual que tanteo en mi práctica artística. Cuando estoy modelando una escultura, confeccionando un cajón de madera o pintando un azulejo, tengo la sensación de que estoy cumpliendo con mi propósito en la vida, y al ver finalizada una obra experimento algo que no puedo describir, una mezcla de intrepidez, poder, satisfacción, lo más parecido a la felicidad.