Francisco Fortuny Masagué emigró a Argentina en 1887 y llegó a alcanzar un papel destacado en el panorama artístico del país, gracias a su trabajo como ilustrador gráfico. A través de sus imágenes, el artista no solamente plasmó diferentes aspectos relacionados con la metrópoli moderna, sino que se especializó en laelaboración de un sugerente y fructífero imaginario visual que reconstruía los episodios y personajes más relevantes de la historia de la independencia de la nación. Este artículo se ocupa de presentar y contextualizar su producción, recopilando para ello las escasas publicaciones que lo han tratado y aportando además datos inéditos. El foco de interés aquí es la obra gráfica desarrollada por el autor en revistas y libros de historia, aunque también se reflejan en el presente texto otras facetas de su trayectoria, como la producción pictórica y la actividad expositiva.
Francisco Fortuny Masagué (1864-1942): de Barcelona a Buenos Aires
Francisco Fortuny nació en La Pobla de Montornès (Tarragona, España) un dos de enero de 1864 (Libro de bautismos de la Pobla de Montornès, 1872-1866, p. 166). Estos datos desmienten la fecha de nacimiento que mencionaban las escasas biografías dedicadas al artista: 1865 (Fernández-García, 1997, p. 241; La Nación, 1964, p. 7; Ilustradores de Caras y Caretas, 2004; Huguet, 1956, p. 22 o Rodríguez, 1928, p. 9).2Dada su delicada situación familiar, con ocho años hubo de trasladarse a Barcelona, (La Nación, 1964, p. 7). Sabemos, gracias a las fuentes de la época consultadas en el archivo de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona, que en 1879 ya pudo iniciar su formación artística en la escuela de la Lonja de Barcelona, donde cursaría Estudios de Artes Aplicadas hasta el año 1881, y Estudios Superiores de pintura, escultura y grabado hasta 1883 (Libro de Matrícula...).En 1885 tenemos constancia de su primera incursión en el panorama artístico con laexhibición de dos óleos en la Primera Exposición de acuarelas, dibujos, pinturas al óleo y escultura, celebrada por el Centro de Acuarelistas de Barcelona en el Museo Martorell (Catálogo General ilustrado, 1885).
No obstante, es en el ámbito de la ilustración que Fortuny dejó rastro en Cataluña durante su etapa de juventud. A lo largo de dos años, entre 1886 y 1888, el artista colaboró en revistas como La Ilustració Catalana y La Ilustración. Periódico semanal de literatura, artes, ciencias y viajes (que a partir de 1891 se convertiría en La Ilustración. Revista hispano-americana). En la primera abordó temas diversos: el paisaje, obras de carácter social, la historia…etc. Cabe añadir que Fortuny continuó colaborando en La Ilustración Catalana estando ya en Argentina, donde llegó desde Barcelona un 24 de diciembre de 1887, a bordo del barco Pelayo.3
El hecho de que Fortuny decidiera emigrar hacia Buenos Aires no constituye una circunstancia aislada. Sabemos que el fenómeno de la inmigración argentina fue impulsado por los gobiernos liberales y resultó especialmente notable entre los años 1880 y 1930 (Garabedian, 2012, pp. 159-163). Cabe añadir que los españoles asentados en Buenos Aires constituyeron un verdadero motor en lo referente al impulso de la ilustración gráfica, ámbito que desde hacía tiempo había estado condicionado por extranjeros (Fernández-García, 1997, p. 64). La mayoría de artistas supieron combinar muy bien su labor ilustradora con el ejercicio de la pintura, como es el caso de Fortuny (Fernández-García, 1997, p. 64). Además resultan significativas las “conexiones interurbanas” entre Barcelona y Buenos Aires, dada la presencia de artistas, intelectuales y medios de comunicación catalanes en el Río de la Plata (Hochadel, 2017, p. 22 y 29). Fortuny se adaptó perfectamente a su nueva vida, pese a que en sus inicios su trabajo fue duro y permaneció en el anonimato (Huguet, 1956, p. 22). De hecho, la crítica hablaría de él como un “argonauta conquistado”, poniendo de relieve “el acriollamiento del artista catalán”: “sólo pintaba escenas y personajes argentinos, y hasta sería el primero que buscase interpretar, pictóricamente, los temas de la historia que recién llegaba a todos, en síntesis adecuadas” (Huguet, 1956, p. 20).
A finales del siglo XIX la ciudad de Buenos Aires se encontraba en pleno desarrollo. A nivel urbanístico, se había ido transformando significativamente, tomando como referencia el modelo europeo, con el propósito de diferenciarse de las otras ciudades latinoamericanas. El progreso, tanto tecnológico como económico, se había erigido como el principal motor de la nueva metrópoli (Véase: Szir, 2010). Las distintas transformaciones, producidas tanto dentro del espacio público como privado, incidieron en la experiencia y en la percepción de la propia ciudad, y a su vez, impulsaron importantes cambios en el ámbito de la gráfica, con el auge de las publicaciones periódicas (Biaginiy Brito, 2017, p. 44) y “con la introducción de nuevas técnicas, circulación de objetos e imágenes impresas” (Bonelli, 2017, p. 102). Todo ello contribuiría a fomentar una nueva cultura visual y al desarrollo de la construcción de determinados imaginarios urbanos. Desde este punto de vista podemos añadir que el paisaje urbano se “estetiza”, y “por efecto de esta estetización, surge un sentido, una cierta interpretación de la ciudad que se manifiesta y se afirma: la ciudad como escenario, exposición, superficie sensible” (Comolli, 2012, p. 275). Dichas representaciones culturales, o bien ensalzarán el progreso de la metrópoli, o bien reflejarán una mirada nostálgica sobre el pasado.
2. Ilustraciones en revistas y publicaciones periódicas
Los primeros trabajos de Fortuny surgieron fruto de su vínculo “con libreros e imprenteros de su tierra” (La Nación, 1964, p. 7). No tardó en encontrar un empleo en los talleres gráficos de "La Prensa" y en la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco. Dicha compañía se dedicaba a la impresión de grabados, billetes, sellos postales, e incluso publicaba obras de carácter literario, científico e histórico (Szir, 2014, p. 90). Entre ellas, la revistaEl Sud-Americano (1888-1891), en la cual Fortuny colaboró como dibujante entre 1889 y 1891.
Entre 1889 y los primeros años de la década de 1920, Fortuny participó como ilustrador en un número elevadísimo de publicaciones periódicas. Además de enEl Sud-Americano (1888-1891), colaboróen:Buenos Aires (1895-1899), Caras y caretas (1898-1939), Pulgarcito(1904-1907), PBT(1904-1918), el Almanaque Sudamericano (1877-1906), La Vida moderna(1907-1912), Papel y tinta(1907-1909), La Atlántida (1918-1932), Plus Ultra(1916-1930), Iris(1899-1900), Billiken(1919- actualidad), Fray Mocho(1912-1929), El Gladiador(1902-1905), Cascabel (1892-1894) o Mundo argentino(1911-1955). Su firma pierde su segundo apellido y sólo aparece como F. Fortuny: ésta “se inicia con dos largas efes paralelas, de trazos vigorosos, y está rubricada con un simple trazo ascendente” (Huguet, 1956, p. 20). El artista también colaboró en numeroso periódicos, tales como La prensa, La Nación, La razón, La época, El Diario español, El Correo de Galicia, La Tarde o El Correo Español, la mayoría de los cuales formaban parte de la prensa inmigrante española publicada en la Argentina (Rodríguez, 1928, p. 10).4 Por su parte, el mencionado Almanaque Sudamericano (1877-1906) constituye una buena muestra de las conexiones entre Barcelona y Buenos Aires, dado que se publicó en ambas ciudades, bajo la dirección de los editores catalanes Ramón Espasay Casimiro Prieto (Biaginiy Brito, 2017, pp. 44 y 45).
Buena parte de estos magazines modernos se hacen eco de la prensa satírico-burlesca de mediados del siglo XIX, y utilizan el recurso de la caricatura y de la retórica sarcásticapara mostrar una actitud combativaen el ámbito político (Ojeda, Moya y Sujatovich, 2018, p. 434). Otros, a su vez, iban dirigidos al público infantil, como es el caso de Pulgarcito y de Billiken. A nivel iconográfico, Fortuny reprodujo todo tipo de temas: por un lado, retratos de personalidades,5 episodios históricos, noticias de sucesos6 e incluso personajes y escenas de novelas por fascículos. En este último caso su producción fue realmente prolífica.7Por otra parte tambiénilustró el paisaje urbano de la modernidad, con sus novedosos medios de locomoción8 y sus avenidas llenas de suntuosas construcciones arquitectónicas, tanto de Buenos Aires como de Montevideo. Éstas últimas, o bien adquieren protagonismo por sí solas9, o bien se sitúan como telón de fondo de acontecimientos históricos.10También representó la vida laxa y ociosa de las clases altas, vestidas según la moda europea,11 o bien los costumbres populares.12 Pero contrapuestas a estas imágenes de desarrollo socioeconómico y tecnológico encontramos las representaciones -por otro lado, mucho más abundantes -que muestran las complejidades del progreso: los márgenes aún agrestes de la ciudad, la pampa,13los sectores más humildes y desfavorecidos14(fig. 1),y los tipos y costumbres que aún perviven - el gaucho, el criollo, el indígena.15 En este último caso, y a lo largo de diversos números de Caras y Caretas, entre 1900 y 1902, Fortuny ilustrará algunos delos Tipos y Paisajes de Godofredo Daireaux, que fueron publicados en forma de monográfico el 1901.
Por otro lado, cabe resaltar el interés del artista en la preservación de la memoria. Por ello, las ilustraciones de Fortuny, no solamente reflejan el progreso y la modernidad, sino también los grandes acontecimientos de la historia: desde la conquista española, a la época colonial y al logro de la independencia16(fig. 2).
Mirando hacia la ciudad del futuro, el artista se recreará a su vez en el pasado, insuflando aires al nacionalismo y contribuyendo a la configuración de una identidad de carácter plural. Especialmente en el marco del Centenario Argentino, celebrado el 25 de mayo de 1910, que homenajeaba la Revolución de Mayo de 1810.
En lo referente a los aspectos formales, las ilustraciones del artista se encuentran, en mayor medida, reproducidas en blanco y negro. Sin embargo, también encontramos numerosas láminas a color, en especial en la revista Iris y en PBT. A propósito de su estilo, caber señalar que, en general, Fortuny se mantuvo fiel a una estética realista nada innovadora, que en ocasiones podía adquirir tintes fotográficos. En este sentido no podemos hablar en absoluto de originalidad. Sin embargo, “pronto se lo individualiza. Se reconocen sus dibujos aún antes de echar una ojeada a la firma” (Huguet, 1956, p. 20). Donde resulta más novedoso-que no singular- es en las contadas ocasiones en qué adopta el género de la caricatura, bien extendido en la mayor parte de las revistas satíricas en las cuales participó, como vemos en “Actualidad líquida” (fig. 3).17En general podemos añadir que Fortuny fue muy bien considerado en la época, hasta el punto de convertirse en “el decano de los ilustradores de la Argentina” (La Nación, 1964).
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Ilustraciones en textos escolares y libros de historia
Fortuny se adentró también en la que sería una de las facetas profesionales que más le ocuparían, la consagrada a la creación de imágenes artísticas relacionadas con la historia y el carácter nacional argentinos, destinadas a ilustrar libros de historia y costumbres de su país de adopción. Según apunta Huguet (1956, p. 20) “Fortuny es uno de los artistas llamados por sus antecedentes a satisfacer este impulso de fervor patriótico”. Sin lugar a dudas, su labor en este campo contribuyó sobremanera al establecimiento de su reputación, y a su caracterización como artista.
La fama y el reconocimiento de Fortuny se basan eminentemente en la calidad y adecuación al discurso de sus ilustraciones para libros de texto escolares, un tipo de trabajo en el que el autor se especializó, dedicándose a ello desde 1902. Iluminó la Historia argentina dedicada a los niños de Ángela G. Menéndez (editorial Lajouane, 1902), El alma argentina. Lecturas graduadas escritas para el uso de las Escuelas primarias de Rafael Fragueiro (editorial Estrada, 1907), La historia argentina de los niños en cuadros de Imhoff y Levene (editorial Lajouane, 1910), Historia Argentina desde su origen hasta la organización nacional de Mariano A. Pelliza (editorial Lajouane, 1910), Nociones de historia nacional para uso de las escuelas comunes de Alfredo B. Grosso (s.d., 1910), Curso de historia nacional para uso de las escuelas comunes también de Alfredo B. Grosso (s.d., edición de 1911, siendo la primera de 1898) (fig. 4),El ciudadano argentino.Nociones de instrucción cívica arregladas a los Programas de la Escuelas Comunes de la Nación y provincia de Buenos Aires de Francisco Guerrini (editorial Cabaut 1912, decimoséptima edición), Ejemplos. Lecturas morales para fraguar el carácter de los niños, de Juan M. Cotta (editorial Cabaut, 1916). Estas obras son muestra de la prolijidad de Fortuny. Los ocho libros aparecieron en apenas catorce años, y en ellos constan un total de 660 ilustraciones, de las cuales, 313 proceden de una única fuente: Nociones de historia nacional de Grosso, que contaba con solo 165 páginas.En un lugar como la Argentina de finales del siglo XIX y principios del XX, la enseñanza de la historia tenía una importancia primordial, y debemos situar la aparición de los manuales que ilustra Fortuny en este marco. Las publicaciones de Grosso y de Pelliza fueron ampliamente distribuidas por la geografía del país y usadas por varias generaciones de estudiantes, tratándose de una plataforma de excepción para la difusión de la obra de Fortuny, aunque ésta quedase supeditada al texto al que acompañaba. Aquí, en ocasiones era el único dibujante, llegando incluso a realizar algunas de las portadas él mismo. Sin embargo, su autoría no siempre es reconocida claramente, ya que su nombre no consta en todas las portadillas de las obras en las que colabora. Estos libros se editaron en blanco y negro -con alguna portada en color-, siendo las ilustraciones o bien reproducciones de óleos y acuarelas, o bien fotograbados hechos en base a diseños de Fortuny.
Por otra parte, Fortuny también creó los dibujos que acompañaban a otras publicaciones -no escolares- sobre la historia argentina, como Invasiones inglesas y escenas de la independencia de Filiberto Oliveira Cézar (editorial Lajouane, 1894), Episodios nacionales de Juan M. Espora (octava edición de Lajouane, 1899), la galería de retratos de próceres Héroes de la independencia de Adolfo P. Carranza (editorial Lajouane, 1910), La Guerra del Paraguay de Jorge Thompson (editorial Rosso y cia, 1910), o Leyendas argentinas de Ada M. Elflein (editorial Cabaut y Cia, 1920). Como hemos apuntado,el Centenario de la independencia de España en 1910 señala un punto culminante en la aparición de este tipo de publicaciones. Este es el momento en el que Fortuny produjo la que parece ser su única iniciativa editorial propia: el Álbum Histórico Argentino. Colección de 60 cuadros debidos al cincel del reputado artista d. Francisco Fortuny. La obra contenía, como indica el título, sesenta láminas en blanco y negro de escenas relevantes de la independencia del país, al lado de breves textos explicativos de la acción presentada. Este álbum incluye un tipo de composición más pictórica, cercana a la que desarrolla sobre tela (fig. 5).
El primer proyecto que llevó a caboFrancisco Fortuny como ilustrador de libros, en 1892, profundizaba en aspectos relativos a la identidad nacional distintos de lo que se manejaban en los manuales escolares. Leyendas de los indios quíchuas del famoso político y militar Filiberto de Oliveira Cézar (editorial Peuser, 1892), es un compendio de escenas, paisajes, personajes y rasgos culturales de este pueblo andino. Fortuny también ilustró Viaje al país de los matreros. Cinematógrafo criollo de Fray Mocho (editorial Ivaldi y Checchi, 1897) y, como ya hemos señalado, las dos series de Tipos y paisajes criollos de Gustavo Daireaux (editorial Prudent Hnos. Y Moetzel, 1901), en los que buscaba trasladara un universo criollo al lector urbanita. El objetivo de estas publicaciones contrasta fuertemente con el de los manuales escolares y otras obras sobre la historia argentina antes comentadas, permitiendo a Fortuny explorar otros motivos. Aquí Fortuny puede explorar otros referentes del pasado y del presente del país, ilustrando culturas autóctonas y hechos históricos alternativos al relato hegemónico. Se aleja de una narrativa de la historia centrada en la educación de los niños que busca expandir y consolidar la memoria histórica de la Revolución de 1810 como base simbólica para construir la nueva Argentina, donde el pasado se usa para legitimar la nación actual, con su modelo de ciudadanía y de estado, y la élite porteña como responsables del futuro nacional (Poggi, 2009).
4. Producción pictórica
Resulta indudable que la producción gráfica de Fortuny es más extensa que la pictórica. Como señalaba un crítico en la propia época: “hombre práctico, Fortuny, modesto siempre, laborioso como ninguno, conocedor del medio ambiente en el que se mueve, se ha entregado al dibujo porque en este país del dibujo se vive y no del cuadro"(Éxito Gráfico, 1909). Sin embargo, las aportaciones de Fortuny en el ámbito pictórico también resultan significativas. Y por ello fue admirado en la época: “Fortuny ha llegado a dominar este género del arte pictórico, conquistando con franca espontaneidad todos sus secretos; adquiriendo entre nosotros fama de genuino pintor nacional, por la maestría con que trata y siente nuestra pampa” (Otaegui, 1897, p. 14). La destreza del artista se manifestó en igual medida con el empleo del óleo, la acuarela, la témpera o la aguada. Como pintor, los temas que más cultivó fueron los sujetos históricos y los retratos, documentándose a conciencia para cada encargo (Páez de la Torre, 2013).Sin duda, la pintura histórica se encontraba en pleno auge a raíz de la celebración del Centenario de la Revolución de 1810 (vid: Malosetti, 2012). Buena muestra de ello es uno de los óleos más conocidos de Fortuny: La Revolución de mayo de 1810, donde el pueblo se congrega delante del edificio del Cabildo durante uno de los días cercanos a la Revolución(fig. 6). Muchos artistas en activo en la Argentina del momento -tanto nacionales como extranjeros- abordaron la temática histórica (vid: Gutiérrez, 1996). Entre ellos podemos destacar al uruguayo Juan Manuel Blanes, al suizo Adolfo Methfessel, al chileno Pedro Subercaseaux, a la francesa Léonie Matthis, o a los argentinos Augusto Ballerini y Martín Boneo. Todos ellos, como sucedía en el campo de la ilustración, recrearon un imaginario visual que pretendía sustentar los hechos relevantes de un discurso histórico de marcado carácter patriótico.
Gran parte de la obra pictórica de Fortuny se halla hoy básicamente dispersa, en manos de coleccionistas particulares. Sin embargo, también se exhibe en diversos museos argentinos: el Museo Histórico Nacional, Colonial e Histórico “Enrique Udaondo” de Luján, el Museo de Arte Hispanoamericano “Isaac Fernández Blanco”, el Museo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires “Brigadier General Cornelio Saavedra”, y el Museo de la Policía Federal Argentina” (Rodríguez, 1982, p. 10). El caso del Museo Udaondo es particularmente interesante. La aportación de Fortuny al fondo artístico del museo ha sido ya estudiada específicamente (Blasco, 2009; Melloni de Mallol, 2013).
Enrique Udaondo, fundador y director de dicho Museo, “confió a Fortuny la evocación artística de los sucesos históricos más destacados del Pago y la Villa de Luján, como también los iconos más representativos de la vida cotidiana de ese sitio colonial” (Cavanagh, 2010) en un sentido plenamente didáctico. Se trataba de elaborar imágenes que funcionaran a modo de soporte visual para reforzar el guión museológico de los espacios expositivos y ayudar a la consolidación de una conciencia identitaria nacional (Melloni de Mallol, 2013, p. 12).18Los primeros trabajos realizados por Fortuny en el Museo, sin embargo, fueron en calidad de restaurador: para ello fue contratado en 1925 (Blasco, 2009, p. 125 y 161).
Cabe añadir que en Cataluña - dada la pronta emigración de Fortuny a Buenos Aires - no hallamos obras pictóricas del artista en los museos, a excepción del Museo de la Garrotxa (Olot). Allí se encuentra un óleo que participó en el Primer Concurso Artístico para un cartel anunciador para los cigarrillos París, y del cual hablaremos a continuación.
5. Participación en exposiciones artísticas
Francisco Fortuny supo a su vez integrarse en el panorama cultural del momento, concurriendo en diversos certámenes artísticos a lo largo de su carrera. Dicha actividad nos permite conocer también los círculos culturales y asociaciones en los que se movía en artista, entre los cuales destacan el Ateneo y la Colmena Artística. Quizá, entre todas las exposiciones en las que participó a lo largo de su carrera, la más exitosa fuera la Tercera Exposición del Ateneo de Buenos Aires, celebrada el 20 de octubre de 1895.En esta ocasión se exhibieron varios cuadros de Fortuny:Arroyo de matanzas, Paisaje de San Isidro y Melancolía (Gesualdo et al., 1969; Malosetti, 2002, p. 377).El artista recibiría, además, una Mención Honrosa de Primera Clase por el primero de los cuadros(Rodríguez, 1982, p. 10; Otaegui, 1897, p. 14).Pese a tratarse de una exposición de artistas nacionales, se valoró también la presencia de artistas españoles afianzados en Argentina, como Fortuny o el caricaturista Manuel Mayol (Malosetti, 2002, p. 377). Dos años más tarde, en 1897, Fortuny participó en la Exposición de Bellas Artes y Artes Aplicadas de la Colmena Artística, ejerciendo además como vocal en su comisión. Cabe añadir que dicha sociedad se hallaba formada principalmente por artistas extranjeros (Gutiérrez, 1997, p. 116). Allí obtuvo la medalla de oro por el mismo cuadro que había presentado en 1895: Melancolía (Rodríguez, 1982, p. 10). Otro de los miembros de la comisión lo describiría de la siguiente manera: “cuadro lleno de poesía, con su crepúsculo, su arroyo tranquilo de suaves reflejos, y el rancho de nuestros gauchos, elementos tan bien combinados, que impresionan gratamente por su armonía, luz y colorido (Otaegui, 1897, p. 14). En la portada del n. 115 de la Revue Illustree du Rio de la Platase publicó una representación de Fortuny sobre el certamen (fig. 7).
En 1900 volvería a ganar otro premio, un accésit, en el Primer Concurso Artísticopara un cartel anunciador para los cigarrillos París(Museo de la Garrotxa, Olot) (Rodríguez, 1982, p. 10). Su óleo llevaba como lema Ars Musarum Filia (hija de la musa del arte) y exhibía un estilo muy diferente al adoptado habitualmente por Fortuny, que lo acercaba al art nouveau.
En 1904 expuso diversas obras en el Salón Stein de Rosario: Día de otoño, Una tranquera, Islas del Paraná Miní, Cercanías de flores, Isla Maciel y Alrededores de Buenos Aires, según se publicó en el núm. 309 de Caras y Caretas (3 de septiembre de 1904).Su última exposición tuvo lugar en los salones de la mueblería Nordiska Kompaniet, en 1913, y en ella presentó 27 óleos “de temas auténticamente argentinos” (Huguet, 1956, p. 24).
6. Consideraciones finales
Fortuny murió un 23 de julio de 1942 (Fernández-García, 1997, p. 241), y pasados pocos años la prensa señalaba que todavía vivía en el recuerdo de sus contemporáneos (Huguet, 1956, p. 24).El reconocimiento actual de su labor artística se fundamenta en su obra como ilustrador de manuales de historia. Su nombre aparece citado en algunas de las publicaciones argentinas que abordan la cuestión, aunque hasta la fecha ni ésta ni otras facetas de su producción han sido estudiadas de forma detallada.19 En Cataluña, se trata de una figura totalmente olvidada, sin presencia alguna en museos o bibliografía especializada. Evidentemente, su traslado al Cono Sur justo cuando empezaba su carrera profesional justifica esta ausencia.
Francisco Fortuny se integró a la perfección en el panorama cultural argentino de su generación. El contexto social y político del momento favoreció su labor profesional como ilustrador, siendo la proximidad del Centenario uno de los revulsivos que permitieron el gran volumen de encargos que recibió el autor, y que dan razón de lo prolífico de su producción. Sin embargo, pese a intentarlo, Fortuny no logró nunca establecerse como pintor, quedando siempre a la sombra de los pintores nacidos en Argentina, con los que no pudo rivalizar.
Las ilustraciones de Fortuny son claramente reconocibles y fácilmente identificables. Su estilo personal sufrió pocas variaciones a lo largo del tiempo, quizá porque la estética del imaginario que creó quedaba demasiado subordinadaa un discurso que le venía dado y a unos referentes visuales que dialogaban con los ya existentes. Con frecuencia Fortuny actuó como una especie de fotógrafo o pedagogo, más que propiamente como artista: las escenas que pinta o ilustra, altamente simbólicas, limitaron seguramente su libertad creadora.
De lo que no hay duda, es que la producción general de Fortuny fue ingente. Como apuntó el crítico Huguet: “Asombra, en verdad, esta inmediata producción que parece superar las posibilidades del tiempo de una vida normal” (Huguet, 1956, p. 23).