En España, cada 12 de octubre se celebra la Fiesta Nacional de España o Día de la Hispanidad. Ese día, desfilan la Guardia Civil, los militares, la Fuerza Aérea; la familia real asiste a los eventos y varios españoles, con bandera en hombro, son parte de la celebración en diferentes ciudades. En Réplica1 (2014-2015), la artista peruana Daniela Ortiz se arrodilla frente a varias personas que se encuentran en Plaza Cataluña (Barcelona) a propósito de esta fiesta de la hispanidad. Mediante este gesto performático, la artista reproduce el monumento a Colón que se encuentra en Barcelona, en donde un indígena está arrodillado ante Bernardo Boyl, sacerdote y vicario de Cristóbal Colón. Muchos de los asistentes, al ver a la artista arrodillarse se incomodan, la insultan, se quedan perplejos. En Réplica, la artista discute cómo estos símbolos, monumentos y fiestas, normalizan la colonialidad, el racismo y la xenofobia. El performance y el video son el instrumento que encuentra en esta ocasión Daniela Ortiz para proponer una reflexión crítica en cuanto a la colonización y su simbología, aún hoy vigente en los espacios públicos de las ciudades de España y Europa, en las fiestas patrias, en las leyes de extranjería y en la violencia sistemática hacia el extranjero, el otro. En este artículo se abordará el activismo artístico de Daniela Ortiz como detonador de pensamiento crítico y acción social a través de algunas de sus obras.
Daniela Ortiz (Cusco, 1985) es una joven artista peruana radicada en Barcelona desde sus 21 años. Su obra ha sido exhibida en España, Estados Unidos, Hong Kong, Austria, Jordania, Suecia, Perú, Rumania, Polonia y República Checa. La artista propone-a través de múltiples formatos como el performance, el video, el collage, entre otros - la generación de espacios de tensión con el fin de explorar distintos conceptos: raza, clase, colonialismo, género, migranción, y de mostrar el “funcionamiento social como una estructura basada en la inclusión y la exclusión”, según indica la artista en su página web. Entre sus actividades recientes estánBlanca Europa (2017), El ABC de la Europa Racista (2017), Materia Prima (2017), la exposición del proyecto 97 House Maids (2016), Públic Objectiu (2016), entre otras. Sus proyectos de investigación están relacionados con el tema de migración y diáspora por lo que ha participado en varios talleres, paneles y conferencias sobre estos temas.
El proceso de creación de Daniela Ortiz está muy ligado a su vida cotidiana; tener contextos migrantes cercanos y vivencias propias sobre el racismo y la xenofobia sistematizada, le ha permitido plantear otras narrativas desde lo artístico.
Normalmente, cuando voy haciendo cosas, como limpiando, o ahora cuidando a Inti, voy pensando; siempre tengo una ansiedad muy grande por comunicar ciertas cosas, por ejemplo, en relación a mi investigación del sistema de control migratorio. Si me entero de que están pidiendo informes de arraigo a una familia de ecuatorianos en la que los hijos han nacido acá y, para sacarle la tarjeta de residencia al niño, a la mamá le piden estar integrada. O que te llaman para decirte que te acerques a la policía para el proceso de regularización, y terminas deportado (On Mediation/5, 2017, p. 54)
Además de los temas relacionados con el racismo y migración que plantean varias de sus obras, el trabajo es un concepto muy presente en Daniela Ortiz, relacionado directamente con su experiencia laboral en trabajos subalternos, con sueldos bajos y condiciones pésimas.
En el arte de Daniela Ortiz se pone de manifiesto la necesidad de comunicar, de usar el arte como un medio de denuncia. De esta manera, en la práctica artística se articula la obra de arte con el trabajo político dentro de la misma actividad y no como momentosseparados de la vida diaria(Expósito, 2012). En este arte y activismo o artivismo, el ejercicio político y el trabajo artístico coinciden y buscan otros tipos de representación, en la queel lenguaje y la acción permiten la crítica y la militancia. Aquí, la experiencia del sujeto es el órgano creador y lo que define su posición política. Por tanto, no es coincidencia que varios trabajos que se puedan considerar como artivismo procedan de artistas que han experimentado violencia, exilio, diásporas; por mencionar algunos: Tania Bruguera (Cuba), Ana Mendieta (Cuba), el Colectivo Mujeres Creando (Bolivia), entre muchos otros.
Las producciones artísticas de esta nueva índole se postulan como fórmulas de arte público o contextual en la medida que se despliegan en la calle y la plaza para advertir y hacer advertir en ellas unas cualidades potenciales para cobijar todo tipo de roturas y grietas, signos de la vulnerabilidad de un sistema sociopolítico que refutan. (Delgado, 2013, p.2)
El cuerpo muchas veces ha sido el medio para cuestionar esas construcciones sociales y fronteras políticas, por ejemplo, en Réplica, Daniela Ortiz se expone ante una multitud de hombres y mujeres, es ella, su cuerpo arrodillado frente a toda esa gente que conmemora con orgullo a Colón.Tal y como Guillermo Gómez-Peña (México), pionero del performance, había señalado que existe un deseo en el artista por retar, ocupar, cruzar y borrar las fronteras del imaginario, las pesadillas culturales, los mitos de pureza, las fronteras que rodean las ideas de etnicidad, género, lenguaje y poder (Gómez-Peña, 2000). Con el gesto, la artista somete el discurso central como herramienta útil para la búsqueda y gestación de un discurso propio, subvertido. En la obra, pone en evidencia el racismo mediante la experiencia propia del artista desde su condición de extranjera y mujer, desde el otro lado.
De esta manera, a través del lenguaje, el arte de Daniela Ortiz plantea reconstruir imaginarios.
Hablar en primera persona como migrante fue un proceso que me tomó tiempo y trabajo (…) repensar así el término y reivindicarte con un concepto que se ha utilizado de forma despectiva como señalamiento; también autodenominarte sudaca, que es algo que varias usamos (…) nosotras le damos la vuelta y lo reivindicamos” (On Mediation/5, 2017, p. 52).
El trabajo de Daniela Ortiz mezcla formatos y su discurso es tan arrollador desde el performance como desde cualquier otro dispositivo. En 2010, la artista presenta el proyecto 97 empleadas domésticas2, donde recopila 97 imágenes de Facebook que retratan a varias familias de la clase alta peruana en situaciones cotidianas. En las fotografías, como sombra o corte, al margen, casi como un fantasma, se deja ver una empleada doméstica a la que se distinguen por su color de piel. Una obra que discute la relación hegemónica entre clases social y raza, entre raza y opresión, en donde la feminización del trabajo se hace más que evidente. Estas imágenes fueron presentadas a manera de instalación en el Van Abbemuseum y en la Casa de la Mujer en Zaragoza, pero además la artista subió a su página web la recopilación de las imágenes de manera que sea posible descargar el archivo.
El Internet y las redes sociales tienen un papel nodal en la práctica artística contemporánea, lo que ha permitido generar otras formar de vincular al espectador y de relacionarse con la obra. Es así que su propuesta también plantea salir del circuito estricto del arte a través también del cuestionamiento a las instituciones, como museos y galerías, y mediante el uso de otras plataformas. En Internet, el usuario puede descargar la obra, comentarla, interactuar, compartir. Asimismo, artistas y colectivos utilizan las plataformas digitales como un medio para poner de manifiesto su discurso; ya no se trata del artista oculto tras la obra, sino es ese “volverse público”: tan poderoso y peligroso a la vez. Daniela Ortiz utiliza Facebook y YouTube como canales, no precisamente para hablar sobre sus obras, sino como un medio para poner de manifiesto su posición política y para manifestar frente a situaciones cotidianas sobre los temas que ella trabaja: migración, ley de extranjería, racismo.
EL ABC DE LA EUROPA RACISTA
En 2017, Daniela Ortiz publica con el colectivo Pensaré Cartoneras, quizá una de sus obras más brutales,El ABC de la Europa Racista3. Un pequeño libro “hecho desde el cariño y la digna rabia sobre el racismo colonial europeo”, señala en su cierre. El ABC consiste en un formato de libro generalmente para niños con el fin de que el lector familiarice palabras con cada letra del abecedario. ¿Qué conceptos presenta Daniela Ortiz con este ABC? A:
Los mismos AVIONES que usan los turistas euroblancos para ir de vacaciones, son usados para la deportación de personas migrantes y solicitantes de ASILO. Durante la expulsión las AUTORIDADES usan extrema violencia. En los AEROPUERTOS hay un régimen de APARTHEID. (Ortiz, 2017).
Las frases son directas e incómodas; cada letra a la que alude la frase está acompañado de un collageen el que se juntan imágenes de libros infantiles viejos, afiches.
¿Desde cuándo una persona aprende a ser patriota o racista? ¿Qué es ser patriota? En 1899 enGran Bretaña se publica The ABC for baby patriots, un texto de cabecera pensado para que los pequeños británicos aprendan los valores del imperio: “C is for Colonies. Rightly we boast. That of all the great nations. Great Britain has most”4o “I is for India, our land in the East, where everyone goes to shoot tigers, and feast”5(Ames, 1899, pp. 2-6).
Estos libros del ABC han sido pensados para niños de 0 a 4 años; el racismo es una concepción ligada a estos valores que el patriotismo promulga, en el que el “otro” no es parte de ese Estado-nación-imperio, extensión del sistema colonial. De ahí que estas concepciones están tan arraigadas en el imaginario de un sujeto y que se hacen evidentes en las instituciones y las leyes.
Nunca hay que olvidar que la colonización, con sus técnicas y sus armas políticas y jurídicas, trasladó sin duda modelos europeos a otros continentes, pero también tuvo muchos efectos de contragolpe sobre los mecanismos de poder de Occidente, sobre los aparatos, las instituciones y las técnicas de poder. Hubo toda una serie de modelos coloniales que se trasladaron a Occidente e hicieron que éste también pudiera ejercer sobre sí mismo algo así como una colonización, un colonialismo interno (Foucault, 2003, p. 100)
El colonialismo no acaba con las independencias, sino que, más bien, con las independencias se inicia una “extensa tradición de interpretar la realidad americana a partir de la realidad europea y de eliminar la percepción indígena de esa realidad” (Pastor, como secitó en Giunda, 2011, p. 30). Como señala Mignolo, esta liberación de conceptos eurocéntricos es un cúmulo de ideas que tuvieron origen en Europa y se dispersaron a nivel global, es así que se encuentran en distintos países del globo: Argentina, África del Sur, Ecuador (Gómez, 2015, p. 14). Por lo tanto, el arte, al ser una práctica cultural, está inmerso en un contexto político, artistas como Daniela Ortiz discuten esta historia colonial de Barcelona a través de la crítica a las tradiciones culturales de España y Cataluña; reflexiona el sentir del migrante, su propio sentir, que se enfrenta a obstáculos, uno tras otro en una Europa, “apología del odio”. Esa imagen propia que es la identidad, es una de las cuestiones más humanas y fundamentales para la existencia, que también aparece como una categoría social construida desde la niñez, desde los primeros libros. Por eso, El ABC de la Europa racista es una obra que señala a los opresores, una especie de liberación de conceptos.
Desde la decolonialidad y del arte activista se enmarca una estética alternativa a la de la modernidad: “Actos creativos que transforman el sentir, el pensar, el conocer. Esta es la cuestión de la estética decolonial, la liberación de la filosofía estética moderna y de las prácticas artísticas leídas o construidas desde ese prisma” (Gómez, 2015, p. 15).
Por tanto, esta estética va a ser plural, heterogénea: diversa. Mignolo plantea que no se trata de reemplazar una colonialidad por otra, sino que aspira a la “pluriversalidad”. (2009). En ese sentido, este tipo de estética no es exclusiva del canon de la obra destinada al museo, sino de “las formas sensibles, temporales y contingentes que van adquiriendo los proyectos y prácticas sociales comunitarias que no necesariamente culminan en objetualizaciones artísticas” (Gómez, 2015, p. 129). El libro de Daniela Ortiz propone un cambio de sujeto de representación en el que es capaz de crear una narración desde un lugar de enunciación propio, donde ella es la protagonista, al igual que con Bruguera, por ejemplo.
Es así que lo decolonial plantea otras cartografías, desde el arte que junta a la praxis política con la artística. Por tanto, el activismo artístico no se plantea desde lo normativo, sino que es pensado desde el trabajo político, de cuestionamientos diarios, en donde esa condición del otro está inscrita en la obra. Daniela Ortiz con un arte directo y un discurso visceral genera incomodidad al espectador, la artista adopta una posición política en su práctica artística y en su vida cotidiana, como un compromiso. Un arte que interpela: y con “migrante”, “mujer”, “indígena”, ¿qué significados hemos construido?