1. Introducción
Los Andes constituyen un amplio territorio que abarca áreas de países como Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Argentina y Chile. Su conformación ha originado una diversidad de ecosistemas, pisos o zonas de vida caracterizados por una importante diversidad biológica e historia ambiental propia de cada área (Deza Rivasplata y Delgado de la Flor Badaracco, 2018).
Entre los territorios andinos destacan las zonas de altura o ecosistemas de alta montaña que se caracterizan por estar ubicados en áreas con una gran diversidad de climas, especies vegetales y animales que las vuelven estratégicas por varios servicios ecosistémicos como generación de alimentos, ecoturismo, almacenamiento de carbono, provisión de recursos hídricos a zonas bajas, entre otros (Mena Vásconez y Hofstede, 2006); sin embargo, también poseen condiciones de complejidad y fragilidad (Amat y León Chávez, 2012). En efecto, estas áreas frágiles presentan muchas restricciones de uso (Hofstede, 2004) por existir condiciones ambientales adversas como fuerte incidencia de vientos, temperaturas muy bajas (heladas), intensa irradiación solar por las mañanas y susceptibilidad a la erosión por su topografía que limitan el desarrollo de la actividad agrícola (Loza Paz, 2008). No obstante, la constante presión por el acceso a tierras de cultivo ha provocado el avance de la frontera agrícola y la transformación de estas zonas en campos de cultivo, potreros y asentamientos humanos (Ruiz et al., 2015).
Varios estudios realizados en la región andina evidencian los procesos de transformación que sufren estos espacios (Ruiz et al., 2015), las condiciones económicas desfavorables de sus habitantes (Avellaneda-Torres et al., 2014) y las condiciones de fragilidad en las que se desenvuelve la producción campesina por factores climáticos (Loza Paz, 2008; Pérez et al., 2010).
En Ecuador, también varias investigaciones han reflejado procesos de deterioro de estas áreas (Torres Celi, 2014), condiciones de vulnerabilidad y pobreza de la población campesina, sobre todo población indígena (Chiriboga y Wallis, 2010), y, en el caso particular de los páramos de la provincia de Cotopaxi, una drástica reducción de la vegetación natural (Terán, 2007) y una incompatibilidad del uso entre la aptitud natural del suelo con las actividades agrícolas realizadas (Nieto et al., 2017), lo que agravaría las condiciones de vulnerabilidad del campesinado en estas áreas.
El énfasis de los estudios realizados en estas zonas alto-andinas ha sido visibilizar las circunstancias poco favorables para el hábitat de la población campesina y el desarrollo de la agricultura. Sin embargo, es importante precisar los factores que agravan o favorecen sobrellevar estas condiciones y, sobre todo, cuáles son las estrategias de las familias para continuar realizando sus actividades productivas en estas áreas frágiles, tomando en consideración la gran diversidad de situaciones que se pueden encontrar en estos territorios.
En este marco, el estudio tomó como escenario de análisis la parroquia Chugchilán; un territorio alto-andino ubicado en la provincia de Cotopaxi, específicamente en la cordillera occidental de los Andes ecuatorianos. Este espacio presenta una superficie de 24.875 ha (GAD Municipal Sigchos, 2015) donde es posible identificar una diversidad de particularidades (varios tipos de clima, topografía irregular, limitada presencia de fuentes hídricas para el riego, valorización de cultivos tradicionales, desarrollo del ecoturismo, entre otros) que influyen en las condiciones que atraviesa la agricultura campesina en las zonas alto-andinas.
La investigación tuvo como objetivo identificar la diversidad de condiciones geográficas que enfrentan las familias en la zona alto-andina de Chugchilán y, sobre esta base, caracterizar a los sistemas de producción, destacando sus lógicas de funcionamiento y estrategias de sobrevivencia. De manera específica, identificó la diversidad de agroecosistemas territoriales o zonas agroecológicas homogéneas, en los que se inserta la población, sus principales características y paisajes agrarios resultado de la interacción de los ecosistemas con el ser humano; las actividades desarrolladas por los productores para sobrellevar las particularidades de estas áreas; y las condiciones socioeconómicas de las familias en función de los sistemas productivos implementados y la ubicación geográfica en el territorio. Los elementos evidenciados constituyen pautas para entender la diversidad de situaciones que enfrenta el conglomerado social en las zonas alto-andinas y fomentar propuestas que permitan mejorar las condiciones que atraviesa la agricultura campesina en estos territorios.
2. Materiales y Métodos
El estudio se realizó en territorios de la parroquia Chugchilán, en los páramos occidentales de la provincia de Cotopaxi (Figura 1). Este espacio se caracteriza por estar ubicado a una altitud superior a los 3.000 m s.n.m., presentar un clima frío y un relieve irregular por la presencia de la cordillera de los Andes. El área de análisis fue dividida en dos zonas con el fin de abarcar la mayor parte del territorio y contrastar las condiciones en las que se encuentran los campesinos en cada una de ellas. De esta manera se analizaron dos escenarios: (i) comunidades nororientales, asentadas en áreas de páramo con mayor humedad, zonas con fuertes pendientes y pequeñas áreas con relieves suaves, y (ii) comunidades surorientales, ubicadas en áreas de páramo con menor humedad o de carácter seco, relieve fuerte y zonas planas con una fuerte influencia de sus suelos, arenosos y con poca retención de agua, provocada por la erupción del volcán Quilotoa ocurrida hace más de 700 años. Para los dos casos, la metodología, variables de estudio e instrumentos fueron similares, además de realizarse al mismo tiempo.
La investigación fue realizada considerando los principios metodológicos para el estudio de sistemas agrarios y sistemas de producción planteados por Apollín y Eberhart (1999) y Cochet et al. (2002). Este enfoque permitió analizar la parroquia desde una perspectiva integral y conocer a profundidad la realidad que se suscita en el interior de ambos territorios.
Secuencialmente se contemplaron las siguientes etapas:
2.1. Zonificación agroecológica
Esta etapa estuvo orientada a identificar la diversidad de escenarios y realidades que atraviesa la agricultura en la zona alto-andina de Chugchilán; además de establecer unidades de paisaje agrario producto de la valorización del medio. Para el efecto, fue indispensable realizar un análisis y superposición de cartografía temática de la zona, análisis de fotografía aérea, recorridos por toda el área y entrevistas a personas conocedoras de la realidad de cada sector. Posteriormente, la diversidad de espacios fue plasmada en una tipología de agro-ecosistemas territoriales y paisajes agrarios haciendo uso del software GIS.
2.2. Identificación de sistemas de producción campesinos, construcción de una pretipología de productores y elaboración de estudios de caso
Tomando en consideración la construcción de una pretipología de productores generada con base en al análisis del paisaje agrario y entrevistas a actores clave como líderes comunitarios y técnicos de instituciones insertas en el territorio, se realizaron entrevistas a campesinos en las fincas mediante la técnica conocida como estudios de caso. Para el efecto, fue indispensable emplear un formato estructurado que consideró aspectos como disponibilidad y destino de mano de obra familiar, acceso y tenencia de la tierra, cultivos, crianzas, disponibilidad de equipos y herramientas, origen de otros ingresos familiares, entre otros aspectos. En total se realizaron cerca de 100 estudios de caso a productores de los dos territorios de la parroquia (Tabla 1) y el levantamiento de cada estudio duró aproximadamente una hora.
2.3. Caracterización de sistemas de producción y construcción de una tipología definitiva
Con la finalidad de evidenciar la diversidad de sistemas productivos y las distintas particularidades que se pueden identificar en el territorio de análisis, a partir de los resultados encontrados tras el procesamiento de los estudios de casos, se planteó una tipología definitiva de productores. Para el efecto, se privilegió tres criterios de diferenciación: 1. tamaño del predio, 2. orientación productiva, y 3. ubicación geográfica según la división realizada de las comunidades (Tabla 2).
2.4. Determinación de la realidad agro-socioeconómica e identificación de estrategias campesinas
Los estudios de caso realizados proporcionaron información necesaria para estimar la generación de Producto Bruto (PB) en una finca familiar y su destino (venta y/o autoconsumo), productividad de la tierra o Valor Agregado Neto (VAN), ingresos agropecuarios familiares (IAN) y las estrategias ligadas a obtener otras fuentes de remuneración.
Para la caracterización socioeconómica se contempló la generación de indicadores económicos mediante una metodología de cálculo (Figura 2).
2.5. Determinación de la influencia de las condiciones agroecológicas en los sistemas productivos campesinos
Con base en la incorporación de un criterio adicional para la diferenciación de los productores, “la ubicación geográfica” se contrastó con las condiciones que atraviesan los campesinos según el área o zona agroecológica donde implementan sus actividades productivas, planteando una tipología ampliada.
3. Resultados
3.1. El territorio alto-andino, un espacio con agro-ecosistemas diversos
En la zona alto-andina de Chugchilán es posible identificar diversas áreas con características particulares en relación con el clima, mayor o menor susceptibilidad a la erosión, tipo de suelo, predominio de un determinado tipo de cultivo o crianza, entre otros aspectos. Cada uno de estos espacios está asociado con formas de valorización de un determinado ecosistema local por un grupo de población a través del tiempo; por lo tanto, pueden categorizarse como zonas agroecológicas o agroecosistemas en una perspectiva territorial. De manera global, se identificaron cinco escenarios en los cuales los campesinos implementan sus actividades: (A) cimas frías de la cordillera; (B) flancos inferiores de estructuras volcánicas (estratos volcánicos del Quilotoa); (C) vertientes superiores de la cuenca del río Toachi; (D) vertientes y relieves inferiores de la cuenca del río Toachi; y (E) fondos de la cuenca del río Toachi
Cimas frías de la cordillera (Zona A): Corresponden a las áreas ubicadas en las cumbres de las montañas, a una altitud sobre los 3.400 m s. n. m. y su principal característica es el clima frío. Estos espacios se pueden identificar en las comunidades nororientales y surorientales con condiciones contrastantes. Mientras que, en la zona norte, el páramo húmedo ha sido sustituido en gran parte por pastizales para la crianza de ganado bovino y cultivos de ciclo corto; en la parte sur, es más evidente el carácter seco del ecosistema y su fragilidad, acompañado por la existencia de vegetación natural como paja de páramo (Stipa ichu) y valorización mediante cría de ovejas e implementación de cultivos de ciclocorto (Figura 3).
Flancos inferiores de estructuras volcánicas (estratos volcánicos del Quilotoa-Zona B): Se trata de áreas situadas en las faldas del volcán Quilotoa a una altitud entre los 3.000 y 3.400 m s.n.m. Su topografía es irregular en partes altas y suaves en la base, y el predominio de suelos con poca retención de humedad y presencia de piedras (cascajo) es notable en esta área (Figura 4). En relación con la producción, se caracteriza por el desarrollo de cultivos de ciclo corto y la crianza de especies menores, principalmente ovejas y cuyes.
Vertientes superiores de la cuenca del río Toachi (Zona C): Caracterizadas por presentar fuertes pendientes (Figura 5) por estar en los declives internos de la cordillera occidental a una altitud entre 3.000 y 3.400 m s.n.m. Esta área se caracteriza por una dinámica vinculada al desarrollo de cultivos de ciclo corto y crianzas de animales mayores y menores.
Vertientes y relieves inferiores de la cuenca del río Toachi (Zona D). Corresponde a una franja territorial ubicada en el centro-norte de la parroquia, en las áreas bajas, a una altitud aproximada de 3.000 m s.n.m. Se caracterizan por presentar áreas con relieve moderado y un clima menos frío (Figura 6). El desarrollo de cultivos de ciclo corto y crianzas de animales mayores y menores es la principal dinámica del sector.
Fondos de la cuenca del río Toachi (Zona E): Se trata de una franja ubicada en las partes más bajas de la parroquia, principalmente junto al cauce del río Toachi y sus afluentes (Figura 7). Corresponde a un área con limitaciones para la producción en algunas comunidades. Es posible identificar zonas con actividad agrícola y acceso al riego en pequeñas terrazas naturales en el fondo de la cuenca (norte de la parroquia), y espacios con limitada o inexistente actividad agropecuaria por sus fuertes pendientes (sección norte y sur de la parroquia).
Finalmente, podemos destacar que al interior de cada uno de estos espacios se observaron diversos paisajes agrarios que reflejan la diversidad de situaciones que es posible establecer en este territorio alto-andino. En la Figura 8 se presenta la diversidad territorial identificada en las zonas agroecológicas y paisajes agrarios.
3.2. Caracterización de los sistemas productivos según tipo de productores
En general, se identificaron cuatro tipos de productores: (i) campesinos ganaderos de las comunidades nororientales (N-or.); (ii) campesinos diversificados de las comunidades nororientales (N-or.); (iii) campesinos diversificados de las comunidades surorientales (S-or.); y (iv) microempresa familiar relacionada con servicios turísticos (Tabla 3). Mientras que los sistemas ganaderos son exclusivos para las comunidades nororientales, la implementación de sistemas diversificados se presenta en las dos áreas de análisis. Adicionalmente, un aspecto que diferencia a las zonas es la implementación de las crianzas. Mientras en el páramo húmedo (nororiental) la vegetación fue suplantada por pastizales para la ganadería y cultivos de ciclo corto, en las comunidades surorientales existen áreas de pajonales valorizadas principalmente para la crianza extensiva de ovejas.
El acceso a la tierra presenta similitudes y contrastes en las dos zonas. En ambas áreas existen familias con menor y mayor acceso a terreno, como son los casos de sistemas ganaderos en las comunidades nororientales y sistemas diversificados intensivos para las surorientales (Tabla 4).
La tenencia en su mayoría es de carácter propio en las dos áreas de análisis; sin embargo, la lógica de arrendar lotes de terreno -principalmente pasto para la ganadería- es mayor en productores ubicados en el norte y en menor medida en el sur. Otras formas de tenencia, como «al partir» es posible identificarlas en territorios del norte de Chugchilán. El mayor acceso comienza a registrarse para el caso de población que se asentó en los últimos años en la parte central de la parroquia, donde además de brindar servicios relacionados con el turismo rural (hospedaje), poseen predios para la actividad agrícola en zonas altas.
En toda la zona alto andina de Chugchilán es posible identificar varios tipos de uso de la tierra que denotan una tendencia hacia la diversificación de la producción; sin embargo, existen algunas diferencias entre las dos zonas de estudio. En las comunidades nororientales existe una mayor orientación hacia la producción de especies mayores a través de la valorización de pastos, como en el caso de los sistemas ganaderos y sistemas diversificados que los implementan en alrededor del 50 al 90 % de la superficie total de la finca; mientras que para los campesinos diversificados del sur, el mayor porcentaje del suelo está orientado a cultivos de ciclo corto, alfalfa (Medicago sativa) para crianza de animales menores como cuyes y áreas de páramo para crianza de ovejas (Tabla 5). Un aspecto común entre los productores diversificados de ambas localidades es la siembra del chocho (Lupinus mutabilis), que representa del 15 al 30 % de la superficie total de las UPAs.
La tendencia anteriormente descrita guarda relación con el mayor o menor número de animales que poseen los sistemas productivos según su ubicación en la parroquia. Para el caso de los productores del nororiente, las especies mayores como bovinos y menores como cuyes representan cerca del 60 % de animales de la finca; mientras que para los sistemas productivos diversificados del sur, los ovinos y cuyes tienen mayor peso al interior de las UPAs, cerca del 80 % (Tabla 6).
3.3. Estrategias campesinas de sobrevivencia implementadas en la zona alto-andina de Chugchilán
3.3.1. Agricultura, migración itinerante y búsqueda de empleo no agrícola que sobrepasa los límites del territorio
Los sistemas campesinos destinan en su mayoría mano de obra familiar para el trabajo en su finca (Tabla 7). Sin embargo, al menos un miembro de cada categoría (generalmente el padre) se inserta en el mercado laboral. A pesar de esta tendencia, se registraron diferencias relacionadas con el tipo de actividad que desarrollan los productores. Mientras los campesinos ganaderos y diversificados, de ambas zonas, desarrollan principalmente actividades relacionadas con la construcción fuera de sus comunidades de forma itinerante (migran a las ciudades por períodos cortos y constantes en el transcurso del año, entre 70 y 100 días año-1); los campesinos diversificados de las comunidades surorientales, además pueden estar vinculados con la elaboración de manualidades y artesanías. Esta particularidad está influenciada principalmente por su mayor cercanía con el volcán Quilotoa, principal atractivo turístico de esta zona altoandina.
Caso particular es la categoría microempresario turístico familiar, que destina el mayor porcentaje de mano de obra para actividades no agrícolas, como servicios relacionados con el hospedaje y turismo por tener su centro de actividad en el centro poblado de Chugchilán e influencia del atractivo que ofrece el volcán Quilotoa.
En relación con el número de miembros de familia en condiciones adecuadas para el trabajo agrícola (edad activa) varía entre cinco a siete personas;1 y la edad de los jefes de familia en los sistemas campesinos se ubica entre 40 y 50 años (Tabla 8). Además, el núcleo parentesco se caracteriza por tener entre dos y cinco hijos en edad activa.
3.3.2. El relativo equilibrio entre la lógica de la venta y el autoconsumo
La generación del valor, medido a través del Producto Bruto (PB) de la finca en el año, y la orientación de la producción presentan fluctuaciones entre las familias de las comunidades alto-andinas de Chugchilán. Mientras se registró una tendencia de los agricultores de las comunidades nororientales en enfocar en mayor medida los rubros generados en la finca hacia el mercado, entre el 75 y el 92 %; los productores diversificados de las comunidades surorientales lo destinan con un cierto equilibrio hacia la venta y el autoconsumo en finca, ya sea como alimento de la familia, consumo animal y abastecimiento de semilla para nuevas siembras (Tabla 9). Las diferencias en gran medida se deben a la cercanía a mercados, vías de acceso e implementación de cultivos con mayor orientación hacia el mercado como leche, hortalizas y frutas en algunos sistemas productivos del norte. A pesar de las diferencias encontradas, podemos destacar que, en los sistemas campesinos diversificados, en promedio, existe un relativo equilibrio entre la lógica de producción para el mercado, con alrededor del 60 %, y el autoconsumo en finca con el 40 %.
3.3.3. La valorización de especies tradicionales: el cultivo del chocho
El impulso y la valorización de cultivos tradicionales provenientes de zonas altoandinas, como el chocho, o también conocido como tarwi (Lupinus mutabilis), va progresivamente tomando mayor importancia por sus altos contenidos de proteína y ácidos grasos (Basantes Morales, 2015; Canahua y Román, 2016; Chirinos-Arias, 2015); además del aumento en el consumo en el país en los últimos años (Mercado, 2018) e incremento de exportaciones a mercados a nivel internacional (Llangari Yaguachi, 2017; Yumbla Mantilla, 2006).
En Chugchilán, esta especie cobra mayor relevancia a partir del fomento de su siembra y comercialización por actores externos a partir de la década del 2010, con el fin de mejorar las condiciones campesinas en zonas de altura. En efecto, esta especie actualmente tiene una contribución importante en los ingresos familiares con algunos matices. En sistemas ganaderos, el chocho y otros cultivos de ciclo corto aportan con el 26 % del ingreso agropecuario (IAN) de las familias; mientras que las crianzas representan alrededor del 73 % (Tabla 10). Esta tendencia difiere en sistemas diversificados; en que, para todos los casos, tanto en las comunidades nororientales y surorientales, esta especie contribuye en alrededor del 40 % del IAN, lo que denota la importancia de este rubro para los campesinos. No obstante, también salta a la luz la contribución de otros cultivos (papa, maíz, habas, entre otros) y las crianzas (bovinos, ovejas y cuyes) en el sustento familiar. Caso particular es el tipo microempresario turístico, donde el chocho representa cerca del 90 % de los ingresos agropecuarios por la mayor superficie de siembra de esta especie en el sistema productivo.
3.3.4. La dependencia de otras fuentes de ingresos no agrícolas
A pesar de la orientación de los agricultores hacia la producción ganadera, implementación de sistemas diversificados y valorización de especies tradicionales como el chocho, estas estrategias no son suficientes para que los campesinos de la zona alto-andina de Chugchilán puedan vivir únicamente de la actividad agrícola. Por consiguiente, se ven en la necesidad de obtener otras fuentes de ingreso para el sustento familiar. En efecto, todos los productores dependen en alrededor del 40 hasta el 87 % de otras fuentes de remuneración, lo que denota la importancia que tienen otras alternativas de ingreso en estas zonas (Tabla 11). Sin embargo, existen diferencias sustanciales con relación a su origen (Tabla 12). Mientras que los sistemas campesinos dependen de salarios obtenidos incluso laborando fuera de su territorio y de la provincia, representan entre el 40 y el 50 % de otros ingresos (OI), y el bono social otorgado por el Estado que incluso puede alcanzar el 60 % de las fuentes no agrícolas; tan solo el caso de la microempresa familiar obtiene ingresos relacionados con el turismo rural (principalmente servicios de hospedaje en áreas cercanas al volcán Quilotoa).
3.4. Influencia del entorno agroecológico en las condiciones campesinas
Los sistemas de producción alto andinos de Chugchilán están influenciados por un entorno agroecológico diverso como: (i) clima frío en las zonas más altas o también denominadas cimas frías que influye en el desarrollo de determinadas especies vegetales; (ii) pendientes pronunciadas en áreas de declive de la cordillera y la consecuente susceptibilidad a la erosión del suelo; (iii) tierra con abundantes piedras (cascajo) con limitado almacenamiento de agua y alta velocidad de infiltración, como el caso de los flancos inferiores del volcán Quilotoa; (iv) fuertes vientos que ocasionan erosión y pérdida de humedad en el suelo; y (v) limitada disponibilidad de fuentes hídricas para riego, caso particular por corresponder a un ecosistema de páramo seco (con énfasis en las comunidades surorientales).
El entorno agroecológico existente influye tanto en la productividad generada por los sistemas productivos como en los ingresos de las familias. La riqueza, eficiencia en el uso del suelo, productividad de la tierra o también denominado Valor Agregado Neto (VAN), presenta variaciones según la ubicación de los sistemas productivos. En las cimas frías, en general, se identificó la menor productividad por hectárea, tanto en sistemas ganaderos de las comunidades nororientales como en diversificados del sur en condiciones extremas.2 Para el caso de vertientes o estribaciones de la cordillera (áreas con fuerte pendiente), relieves inferiores de la cuenca del río Toachi (relieve moderado a plano) y estrato volcánico del Quilotoa (suelos con abundante piedra y baja retención del agua) las cifras muestran mayor homogeneidad y los valores generados por sistemas diversificados se sitúan entre 1.000 y 1.500 USD ha-1 año-1. Caso particular constituye el sistema microempresarial, donde la actividad extensiva ganadera arroja la más baja eficiencia del uso de la tierra, por debajo de los 500 USD/ha/año.
En relación con los ingresos agropecuarios, el efecto de las condiciones agroecológicas también tiene una influencia significativa (Tabla 13). Para el caso de campesinos diversificados, a pesar de implementar sistemas productivos con una lógica similar, los resultados económicos varían en función de su ubicación. En las cimas frías se pueden identificar ingresos agrícolas debajo de los cinco dólares; incluso menos de un dólar para los casos donde existe mayor número de integrantes de la familia y se ubican en condiciones naturales extremas. Los agricultores ubicados en los relieves inferiores de la cuenca del río Toachi (áreas planas a onduladas y en algunos casos con acceso al riego), son los que obtienen el mayor ingreso agrícola por día de trabajo, alrededor de los seis dólares día-1. En contraste, en los estratos volcánicos del Quilotoa también se evidenció condiciones de vulnerabilidad de la población al obtener ingresos por debajo de los tres dólares; sin embargo, existen casos de productores también categorizados como pastores alto andinos (por su actividad de crianza de ovejas en el páramo), que logran obtener mayor remuneración por el aporte de esta actividad. En general, los sistemas campesinos identificados en ambas zonas obtienen una remuneración agrícola por debajo de los seis dólares, mientras que el ingreso total por día fluctúa entre los dos y ocho dólares.
4. Discusión
En la zona alto andina de Chugchilán es posible identificar diversas áreas caracterizadas por un tipo de clima y topografía particular, susceptibilidad a la erosión de suelos, mayor o menor desarrollo de la actividad agrícola, entre otros aspectos relevantes. Asociado a los territorios identificados, existen varios paisajes agrarios y dinámicas productivas, como la actividad ganadera en las cimas frías de la zona norte, valorización de vegetación natural mediante la crianza de ovejas en el páramo seco de las comunidades del sur, y zonas de desarrollo de cultivos de ciclo corto y crianza de animales mayores y menores en los flancos inferiores de las estructuras volcánicas, vertientes, relieves inferiores y fondos de la cuenca del río Toachi. En esta perspectiva, varios estudios realizados en territorios de altura también resaltan como rasgo característico de estas áreas a su complejidad, evidenciando la existencia de varios paisajes y ecosistemas naturales (Suárez et al., 2022; Suárez-Robalino et al., 2023) y una importante diversidad de flora y fauna (Alvear et al., 2010; Barros et al., 2023; Biganzoli, 2022; Romoleroux et al., 2023; Zapata-Ríos., et al 2023), especies cultivadas (Franco et al., 2016), características socioculturales (Manosalvas et al., 2023) y dinámicas productivas (Avellaneda-Torres et al., 2014; Lacour y Vaillant, 2007; Sherwood et al., 2023). Sin embargo, con la presente investigación también se evidencia la existencia de una diversidad de escenarios agrarios en los cuales se desenvuelve la población campesina y se los delimita geográficamente a fin de que sirvan de marco referencial para el análisis de los sistemas productivos de cada área, conocer las limitaciones o influencia de estos espacios en el desarrollo agrícola y, sobre esta base, abrir la posibilidad de que a futuro se pueda impulsar e implementar propuestas diferenciadas acorde a la realidad de cada territorio identificado.
Los sistemas de producción en la zona alto andina de Chugchilán se caracterizan por estar conformados por más de tres unidades de trabajo familiar (UTF); en edad activa y el mayor destino de la mano de obra de la familia se orienta a la actividad agrícola en la finca; sin embargo, al menos un integrante se inserta en otras actividades de manera itinerante fuera de las comunidades (generalmente los hombres) quedando la gestión del predio en manos de las mujeres. Esta dinámica concuerda con los resultados encontrados por García Zambrano (2014) en la comunidad de Sarachupa en la provincia de Chimborazo. Estas evidencias hacen suponer la existencia de una mayor disponibilidad de fuerza de trabajo familiar en zonas alto-andinas con predominio de población indígena; a diferencia de otras áreas campesinas conformadas principalmente por gente mestiza donde los sistemas productivos predominantemente están conformados por agricultores de avanzada edad, sobre los 60 años, cuyos hijos ya no están vinculados con la actividad agrícola (Tamayo et al., 2017).
El cultivo de chocho en Chugchilán es variable (entre 0,2 y 3 ha) e inferior al 30 % de la superficie total de los predios campesinos por la lógica de diversificación de sus sistemas productivos. Estos datos se aproximan a lo registrado por Moncayo et al. (2000) en la provincia de Cotopaxi, e incluso en otras zonas alto-andinas del país con predominio de comunidades indígenas (García Zambrano, 2014). Sin embargo, según la zonificación potencial para su implementación realizada por Caicedo y Peralta (2000), la siembra se lo haría en mayor medida en territorios con limitaciones. Empero, su valorización contribuye de manera sustancial en la conformación del ingreso de las familias; no obstante, por sí sola no logra solventar todas las adversidades que tienen que enfrentar los campesinos. A pesar de la realidad identificada, el aporte de esta especie es crucial para alcanzar la sustentabilidad económica, social y ambiental de los sistemas productivos de tipo familiar en otras áreas andinas, como el caso del valle del Mantaro, a una altitud promedio de 3.300 m s. n. m. en Perú (Aquino Zacarías, 2018). Estas evidencias plantean la importancia que tiene la valorización de especies nativas en zonas de altura y la necesidad de investigar la contribución que pueden tener para el sustento familiar.
La presencia del volcán Quilotoa como atractivo natural, y el tipo de productor identificado, reflejan la importancia que puede tener la actividad turística como alternativa para mejorar las condiciones que atraviesan los campesinos en Chugchilán. Al respecto, Narváez (2011) y Mena Vásconez y Hofstede (2006), destacan que el ecoturismo puede constituirse en una actividad viable en áreas alto-andinas de páramo que poseen paisajes y atractivos naturales. A pesar de este potencial, todavía son pocos los beneficios para la mayoría de campesinos en la zona de estudio, limitándose a población con mayor capacidad adquisitiva para invertir en centros de hospedaje y otros servicios turísticos. Esta particularidad concuerda con los resultados de varios estudios sobre dinámicas turísticas en zonas altoandinas, en los que se evidencia que esta actividad estaría beneficiando a un segmento restringido de población con capital de inversión en servicios de alojamiento y transporte, y tendería a generar una diferenciación socioeconómica a nivel comunitario (Barrientos Paredes, 2014; Gascón, 2011; Figueroa Pinedo, 2018; Sánchez, 2017). En este sentido, si bien se identificó esta realidad, el efecto del turismo local a nivel comunitario no fue un objetivo específico del estudio; por tal motivo, es importante realizar investigaciones que analicen más detalladamente la dinámica turística y su impacto en el ámbito socioeconómico.
La influencia de las diversas zonas agroecológicas existentes en el territorio alto-andino de Chugchilán se hace tangible al reflejar la situación socioeconómica que atraviesan las familias campesinas, sobre todo en áreas de cimas frías de la cordillera y territorios asentados en los flancos inferiores del volcán Quilotoa (comunidades surorientales) donde se registraron los menores ingresos familiares. De esta manera, mientras más complicado es el entorno agroecológico donde se implementa un sistema agropecuario, más vulnerable es la situación de las familias. Las evidencias identificadas concuerdan con lo identificado por Nieto et al. (2017), quienes plantean la existencia de un conflicto de uso del suelo en zonas altoandinas de Cotopaxi y que esta particularidad sería una de las causas de pobreza en estas áreas. Sin embargo, con la investigación realizada se visualiza que las condiciones se agravan o mejoran dependiendo del tipo de agro-ecosistema o zona agroecológica en la que se encuentre la población, cercanía y acceso a mercados, disponibilidad de riego, lógica productiva e inserción en la actividad turística. De ahí la importancia de identificar diferentes áreas homogéneas a nivel territorial con el fin de impulsar propuestas acordes a la particularidad de cada área. También los resultados concuerdan parcialmente con lo expresado por Chiriboga y Wallis (2010), quienes destacan que los campesinos indígenas con menos de dos hectáreas obtienen baja productividad y dependen de actividades salariales; sin embargo, con la información generada se aprecia que en esta zona andina todas las tipologías de productores, incluso campesinos poseedores de mayor acceso a la tierra, dependen de actividades extra-finca y también están en condiciones de vulnerabilidad.
Finalmente, podemos destacar que producto de los recorridos realizados en el área de análisis se identificó la existencia de un agricultor con orientación a la producción agroecológica. A pesar de que este caso no formó parte de la muestra para este estudio por razones de índole personal, un breve testimonio recogido, conjuntamente con la observación de las mejoras impulsadas en la finca relacionada con infraestructura para la producción y el turismo, darían pautas para destacar que podría estar en una mejor situación socioeconómica. Por tal motivo, se plantea la necesidad de que futuras investigaciones aborden la importancia que podría tener la implementación de sistemas de producción agroecológicos como una alternativa en este territorio alto-andino.
5. Conclusiones
La zona alto andina de Chugchilán presenta una diversidad de agroecosistemas territoriales, o zonas agroecológicas, y paisajes agrarios que evidencian la forma de valorización del medio y las diversas situaciones que tiene que enfrentar la población campesina; desde áreas ubicadas sobre los 3.400 m s.n.m. (cimas frías), zonas con fuertes pendientes y susceptibles a procesos de erosión, hasta áreas con relieve suave y presencia de suelos con poca cantidad de retención de humedad (flancos inferiores de estructuras volcánicas). Para hacer frente a estas condiciones, los campesinos implementan diversas estrategias como la diversificación de la producción y su destino para la venta y el autoconsumo, venta de fuerza de trabajo de manera itinerante en áreas que rebasan los límites políticos administrativos de las comunidades, valorización del cultivo de chocho, búsqueda de otras fuentes de ingreso y, en casos particulares, el turismo ecológico gracias al paisaje y entorno natural de este territorio. A pesar del desarrollo de estas actividades, en general, la población campesina se encuentra en situación de fragilidad económica y su situación mejora o se agrava en función de la ubicación y realidad geográfica en la que se encuentre.