Introducción
“Dondequiera y cuando quiera que la cultura renace, las personas resurgen con ella” esperanzadora frase del discurso que pronunciaba en 2016 Irina Bokova Directora General de la UNESCO en la Conferencia Europea en la ciudad escocesa de Edimburgo, frase que devela la encrucijada que atraviesa el resguardo del patrimonio mundial a causa de diversas problemáticas globales, muchas de ellas directamente relacionadas con acciones inducidas por el ser humano (UNESCO, 2010).
Cabe mencionar, que la construcción histórica de la realidad vista desde el prisma de la modernidad ha consolidado una serie de rupturas a la hora de entender la relación entre el ser humano y su entorno, interponiendo un análisis dialéctico entre lo tradicional y lo moderno, entre sociedades agrarias y sociedades industriales y desde luego entre la cosmovisión “mágica” de la realidad y su abordaje técnico científico (Colombato & Medici, 2016).
No obstante, la relevancia actual que tiene el patrimonio como medio generador de bienestar es indiscutible y se ha convertido en una apuesta mundial. Desde la propia UNESCO (2013) se establece que “la extraordinaria fuerza de la cultura para promover y posibilitar un desarrollo verdaderamente sostenible, se hace especialmente evidente cuando un enfoque centrado en el individuo y basado en el contexto local, se integra en los programas de desarrollo y las iniciativas tendientes a la consolidación de la paz”.
La presente investigación es resultado del proyecto “Tierra de Colores” liderado por el Proyecto vlirCPM con el apoyo del Centro de Investigación de la Facultad de Arquitectura (CINA) y la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Cuenca, en colaboración con la Universidad Federal de Viçosa - Minas Gerais - Brasil, que busca visibilizar al patrimonio azuayo vinculado a la producción local de pinturas a base de pigmentos minerales como un medio de recuperación de saberes y de vertebración de éstos como recurso de bienestar territorial, considerando que el resguardo y promoción de dicho patrimonio puede representar un recurso endógeno capaz de generar propuestas de desarrollo territorial.
2. Metodología
La primera fase de la investigación, se apoyó en la identificación realizada por el programa Proyecto vlirCPM sobre el sector artesanal en tierra (ladrillo y adobe) en Susudel y Oña; en esta fase se aplicó la técnica de la “bola de nieve” (Goodman 1961) a partir de una muestra estratégica de tipo discrecional, resultado de una serie de entrevistas con expertos en tierra.
En una segunda fase, se aplicó una encuesta a los diversos productores de ladrillo y adobe identificados con el objeto de verificar el conocimiento (vigente o en desuso) de la técnica de producción de pinturas a base de pigmentos minerales, complementando dicha información con una serie de entrevistas a expertos y conocedores de la técnica productiva de estas pinturas en Cuenca, Susudel y Oña. Esta información se complementó con la realización de calas de prospección a varias edificaciones del sector con el fin de conocer los diferentes estratos pictóricos, que permitió conocer las tonalidades y materiales utilizados en la preparación de pintura artesanal. En base a esta información se elaboró una paleta de colores históricos para Oña y Susudel.
Finalmente, se aplicó la técnica de observación no participante de manera directa que inicia con entrevistas, luego con el acercamiento a los detentores del conocimiento y a la comunidad, a través de reuniones participativas.
La participación de los actores territoriales permitió obtener resultados más específicos sobre el conocimiento intangible existente sobre la técnica y develar el método productivo de preparación de los pigmentos minerales. La figura 1 ilustra de manera
Como parte de la metodología, se estableció el reconocimiento de aspectos importantes en la historia de las técnicas y el color del cantón Oña, a través de calas de prospección1 realizadas en los muros de las edificaciones. Las fuentes para establecer una muestra estratégica en las edificaciones sujetas a exploración por medio de las calas de prospección fueron: la historia de conformación del poblado y la cantidad de edificaciones vernáculas con muros y recubrimientos de tierra.
En el mapa (Fig. 2) se observa que el proceso se centra en Oña, la cabecera cantonal, ya que por su parte Susudel resulta de una configuración más reciente a partir de la hacienda. En este lugar las edificaciones más antiguas resultaban del esquema de tenencia territorial denominado “Huasipungos”, (parcelas aisladas en el interior de la hacienda con derecho a trabajo agrícola, cría de animales y construcción de una edificación para vivienda) en cuyas edificaciones se constata que no se dotaba de color a sus paredes, por situaciones de tenencia temporal y, por lo tanto, sus superficies muestran el color de la tierra cruda (adobe, bahareque).
3. Técnicas tradicionales en la producción de pintura a base de tierra en el cantón OñaEcuador
3.1 Contexto territorial
La investigación se centra en la provincia ecuatoriana del Azuay, específicamente en el cantón Oña, localizado al sur de la ciudad de Cuenca. Si bien la cantonización la obtuvo hace catorce años, Oña fue una de las primeras villas fundadas por los españoles en el año 1539, encontrándose posteriormente adscrita a las provincias de Loja y del Azuay (PDYOT, 2014). Actualmente el cantón posee una extensión territorial de 289,76 km2 distribuidos entre la parroquia urbana de San Felipe de Oña (217,34 Km) y la parroquia rural de Susudel (72,42 Km2). Cuenta con una población de 3.583 habitantes, siendo la parroquia de San Felipe de Oña la que concentra el 66,84 % de la población total, presentándose un marcado perfil de asentamiento poblacional en el área rural en la parroquia de Susudel.
Entre las actividades económicas de mayor aporte a la economía local se encuentran las agrícolas, seguidas de las artesanales en el sector manufacturero, vinculadas fuertemente -según el municipio de Oña- al insumo tierra como lo es la producción de ladrillos, adobes y tejas.
En relación a los aspectos de orden histórico y de valoración y salvaguardia del patrimonio cultural asociados al empleo de la tierra en Oña, es válido partir de una generalización previa, el empleo de la tierra en cualquiera de sus formas es una constante. De allí que el uso de este material en sus diversas aplicaciones -entre ellas aquella de pigmento para dar color a superficies de variada naturaleza- parta de una temprana matriz de origen prehispánico, precisamente en el cerro Putushío localizado entre las provincias del Azuay y Loja, en donde se encuentra el principal yacimiento de tierras verdes, empleadas para la fabricación de pintura de tierra aplicada en la arquitectura de la zona. Allí se encuentran evidencias culturales que se remontan hasta el periodo Formativo (3.500 a.C). (Rehren y Temme, 1994).
Durante la colonia, esta aplicación de los materiales locales (tierras para adobes y pintura) continúa empleándose, por una parte, para proteger superficies de tierra cruda y por otra para plasmar elementos que al tiempo que decoraban, transmitían simbólicamente mensajes sobre escenas religiosas, decorativas de espacios interiores de una cierta nobleza o imágenes de la vida cotidiana a través de la pintura mural, como se puede apreciar en varios puntos de la provincia del Azuay y Loja, tal es el caso de la iglesia de la hacienda de Susudel erguida en 1752.
En relación a la pintura de tierra en la región azuaya, ésta se encuentra ampliamente difundida, al punto que incluso en la ciudad de Cuenca2 se expenden aún tierras de colores para ser utilizadas como pintura. Además, buena parte de las tierras empleadas para la preparación de pintura artesanal, “hace unos sesenta años eran traídas de Putushío”3. Esto indicaría la existencia prolongada del uso y abastecimiento de la materia prima para la elaboración de pintura preparada con tierras de colores a nivel regional.
Las primeras pinturas que se utilizaron en la Catedral “Vieja” de Cuenca, en la época colonial (s.XVI y XVII), cuyo rastro aún queda cubierto por pinturas posteriores, están elaboradas en base a tierra, básicamente colores ocres, verdes amarillos y rojos4, gama cromática existente en estado natural en Oña y Susudel, según determinó la investigación de campo realizada por el equipo de restauradores que intervino en la citada Catedral.
Si bien, históricamente la utilización de la tierra de colores como pigmento empleado para hacer pinturas se remonta al menos a la colonia -y como se mencionó, no sería extraño su empleo en tiempos prehispánicos-, las características de su uso no han llegado a ser sistematizadas, siendo una tarea fundamental previa a cualquier iniciativa en este campo.
Un hecho evidente sobre esta temática es que esta práctica se encuentra en proceso de abandono en los sectores populares5 tanto campesinos como urbanos, al tiempo que se puede notar que la pintura con pigmentos de tierras, va cobrando interés en sectores urbanos de estratos económicos pudientes, quienes aplican este tipo de pigmentos en casas generalmente no urbanas de uso recreacional y entre grupos de extranjeros residentes en la región6, “…hecho que muestra una cierta añoranza asociada a nuevas prácticas que remiten a una vida saludable, asociadas con una filosofía alternativa7” así, Don José Quichimbo conocedor del proceso de elaboración y aplicación de pigmentos de tierra, oriundo de Susudel, manifestó en esta línea que, “es la gente de fuera la que opta por comprar terrenos rurales para fincas vacacionales y es en estas fincas donde construyen con adobe y pintan con tierras de color de Putushío o dejan las superficies casi al natural, encascajadas”.
Ante este hecho, se plantea que si bien los intentos iniciales para despertar el interés por este tipo de materiales evidencian que estos han sido usados por propietarios y constructores con un cierto nivel socioeconómico, la aspiración es que con el paso del tiempo, su uso se replique en proyectos dirigidos a sectores populares, pues se ha comprobado que estas técnicas representan una alternativa económica interesante. Al respecto, vale señalar que en las memorias del Plan Piloto de Mantenimiento en Susudel, todas las edificaciones intervenidas fueron pintadas con pintura artesanal utilizando tierras de colores del sector. (Dirección Regional 6 Instituto Nacional de Patrimonio Cultural & Proyecto vlirCPM-Universidad de Cuenca, 2012).
Por otro lado, en relación a una posible iniciativa de comercialización de este tipo de productos como una vía de salvaguardia patrimonial y como recurso de desarrollo en base a pequeños emprendimientos, se acordó en la postura de que las pinturas en base a tierras no deberían intentar competir con las pinturas industrializadas comerciales, ya que su naturaleza y lógica es completamente distinta; otras opiniones técnicas divergentes plantean que lo primero que hay que hacer es romper la desconfianza entre la gente frente a esta materialidad, para esto, hay que generar un producto (y un proceso) eficiente que sea una alternativa a los productos industriales.
Lo que no está en duda es que la reincorporación de este tipo de prácticas tradicionales debe jugar con la creatividad para lograr su reinserción en el contexto contemporáneo; en esta línea se propuso por ejemplo una salida comercial original y de bajo impacto ecológico que debería ser estudiada. Esta salida consiste en la generación de pigmentos a base de tierras para ser aplicados al campo del Arte8, propuesta que al partir de antecedentes históricos como su posible empleo en la pintura mural colonial de la región (Iglesia de Susudel - Catedral Vieja de Cuenca) cobra mayor sentido.
En todo caso, la explotación del conocimiento de la tierra para elaborar pigmentos que contemplen una salida económica como una forma de activar la conservación y salvaguardia patrimonial es posible, pero los términos comerciales sobre los que se plantee, deben convertirse en una experiencia comercial sustentable, desarrollada en una escala apropiada y con beneficios compartidos por la comunidad, evitando así el monopolio y promoviendo la salvaguardia de este valioso elemento cultural de la región.
3.2. Colores de Oña y Susudel. Técnicas tradicionales de preparación de pintura
Los componentes básicos para la preparación de pintura artesanal son: pigmento mineral (tierras de color), solvente (agua) y aglutinante. Sin embargo, en Oña se encontró dosificaciones de pintura que se diferencian por el uso o no del aglutinante, el mismo que tiene la función de proveer mayor adherencia al producto sobre la superficie.
Además, se observó que la tierra utilizada como pigmento determina también propiedades especiales a la pintura sobre los muros de tierra. Estos pigmentos han sido identificados en base a métodos empíricos proporcionados por los conocedores de la técnica. En la Tabla 1, se encuentran descritos los componentes de las mezclas encontradas y diferenciadas: 910
Pigmento | Solvente | Aglutinante | Proceso | |
01 | Verde Putushío 9 Cascajo10 | Agua | --------- | Se pone la tierra en remojo mínimo por un día para que los terrones más grandes se disgreguen. Ya con la tierra en forma de pasta se incorpora más agua hasta conseguir la consistencia líquida para después tamizar en un cedazo artesanal o tela. Se añade el aglutinante que representa un 10% (aproximadamente) de la mezcla y se remueve enérgicamente hasta homogenizar. |
02 | Verde Putushío | Leche | ||
03 | Cualquier tierra arcillosa | Cola animal o vinílica11 | ||
04 | Cualquier tierra arcillosa | Mucílago de tuna | ||
05 | Verde Putushío | Mucílago de tuna | ||
06 | Cualquier tierra arcillosa | Mucílago de sábila |
Elaboración: Propia Fuente: Rosales & Salazar, 2016.
La presencia y referencia de la tierra denominada “Verde Putushío” es marcada en el proceso de recopilación de las técnicas para la producción de pintura a base de pigmentos minerales. Este material es extraído del cerro Putushío (Figura 8), perteneciente a la provincia de Loja pero que colinda con el territorio del cantón Oña. La población tiene en su memoria gran aprecio y referencia por sus particulares características para la producción de pintura, siendo una tierra de color verde azulado claro con una textura similar a la cal.
Las minas más importantes de las cuales se extrae la tierra están en la propiedad del Sr. Moisés Ullauri quién en la actualidad es la persona que comercializa y provee de este material a la población de Oña y sus cercanías.
La preparación de empaste de color (mezcla 05 referida anteriormente) implica un proceso similar al de pintura descrito, con la diferencia que se coloca una cantidad menor de agua para llegar a una consistencia más espesa, de tal forma que se pueda aplicar por medio de un bailejo (badilejo) de madera, generando así, una capa de color con un espesor de 5 mm aproximadamente. Después de ser aplicada la capa es necesario un proceso de curado de la superficie para evitar agrietamientos.
La presencia variada de tierras de colores en el sector, permite también realizar pintura artesanal con el condicionante de que estos pigmentos contengan arcilla.
Para establecer una aproximación aún más acertada, como se mencionó en la metodología, se realizaron calas de prospección de color en las edificaciones de Oña, lo que permitió la exploración de los muros de la arquitectura de la cabecera cantonal.
A través de las calas de prospección, se logró documentar los revestimientos con fichas aplicadas a 63 edificaciones, las mismas que contienen información del estado de la edificación y del muro donde se realizó la prospección. Además se colocaron datos de cada capa o estrato encontrado, su textura, color, espesor y la dificultad de realización de las prospecciones.
Por medio del análisis de las calas de prospección, se obtuvieron resultados que ayudaron a la comprensión del uso del color en la arquitectura del Cantón, los cuales se describen a continuación:
El 94 % de las edificaciones sometidas a exploración corresponde a arquitectura vernácula, muros de adobe frente a un 6% compuesto por otro material como ladrillo o bloque. Esto ayudó a corroborar la presencia marcada de arquitectura en base a muros de tierra cruda en este territorio.
Se identificó también el tratamiento tradicional relacionado con los acabados sobre los muros de tierra de su arquitectura. El sistema constructivo sobre la superficie del adobe es el revoque (tierra + paja + agua), sobre éste se aplican diferentes tratamientos. En algunos casos se coloca el empañete (pañete), mientras que en otros simplemente se coloca la pintura directamente sobre el revoque; en otros casos se usa una capa de preparación de superficie, denominada “encascajado” de color gris (capa muy fina compuesta de tierra conocida como cascajo), el mismo que actualmente es utilizado por los habitantes de Oña.
Se encontró que el denominado verde Putushío fue un color utilizado en gran medida, lo que se comprobó a través de las calas de prospección y con los relatos que se obtuvieron en las entrevistas.
Finalmente se estableció la aproximación a la paleta de colores históricos en los muros de Oña. (Fig. 10) Cabe mencionar que las diferentes calas de prospección se realizaron en los muros exteriores, ya que representa la superficie mayor de cada edificación y de fácil acceso.
Se debe tener presente que el tiempo transcurrido pudo causar cambios de tonalidad o saturación sobre las superficies; tampoco se puede ignorar la posibilidad del uso -a más de pigmentos minerales- de pigmentos vegetales, combinados o no, referenciados a lo largo del tiempo por las culturas antiguas. Queda claro que la paleta de colores históricos pone en evidencia que la comunidad de Oña tiende a utilizar para el acabado de su arquitectura, colores en tonos tierra y/o pasteles.
La paleta de colores se definió a partir de todas las calas de prospección realizadas, por lo tanto no corresponde a ningún porcentaje, mayor o menor, en relación a cada color o momento histórico. Los colores más fuertes que se observan en la figura 10, posiblemente corresponden a pinturas industriales, ya que su condición y textura difiere de los demás tonos encontrados, que presentan tonalidades claras.
3.3. La producción de pigmentos minerales como un activo patrimonial con potencial de aporte al desarrollo de los territorios de Oña y Susudel
Lo endógeno del desarrollo territorial, subyace en la capacidad autónoma que tienen los diversos actores de un territorio en determinar estrategias específicas de control y movilización de los recursos locales, tendientes a la generación de retornos socio-económicos que impactan sostenidamente en el bienestar, siendo clave en dicho proceso, la identificación y puesta en valor de los recursos locales únicos o escasos que permitan detonar un modelo competitivo local de crecimiento y desarrollo (Vázquez-Barquero, 1999).
Gestar lo endógeno del territorio -según Bossier (1999)- obedecería a la formación de un proceso emprendedor e innovador, en el que el territorio no es un receptor pasivo del desarrollo, sino que tiene una estrategia propia que le permite incidir en la dinámica del bienestar territorial. Para ello es necesaria la confluencia de cuatro ámbitos de acción sobre el territorio: el primero de ellos tiene que ver con la capacidad de liderazgo territorial sobre “¿qué hacer en el territorio?”, el segundo ámbito es el económico, referido a las decisiones sobre la invención y reinvención territorial del excedente económico, el tercer ámbito sería el cultural-identitario, que tiene que ver con la identificación de los recursos estratégicos por su especificidad local y que permitirían posicionar al territorio en diversos contextos. Por último vendría el ámbito tecnológico, vinculado a las capacidades para transformar de manera innovadora dichos recursos locales.
La riqueza cultural y patrimonial de los territorios encierra una valiosa cantidad de recursos únicos, capaces de establecer diversos modelos de desarrollo territorial que van más allá de la clásica estrategia competitiva de reducción de costes y atracción externa de inversión. Así, la identidad cultural se vuelve una fuente de innovación territorial, dada la existencia de una serie de recursos materiales e inmateriales que se convierten en sustrato importante de transformación (Ray, 2003, Calle y García, 2010).
3.4. La producción de pinturas a base de pigmentos minerales en el cantón Oña desde su aporte al patrimonio y al desarrollo territorial
La elaboración y aplicación de pigmentos minerales en el cantón Oña ha formado parte del legado de saberes que sus moradores ejercían desde la época de la colonia, y donde el patrimonio monumental y sobrio del territorio son claros testigos de dicha riqueza cultural, ya que tanto iglesias (Susudel y Oña) y algunas casas en Oña mantienen todavía vigente la aplicación de las pinturas minerales en sus fachadas.
Si bien, históricamente el uso de la tierra de colores como pigmento empleado para hacer pinturas se remonta al menos a la colonia, no sería extraño que su empleo se hubiese dado en tiempos prehispánicos. Actualmente las características de su uso no han llegado a ser sistematizadas, siendo una práctica que por una parte se encuentra en desuso por los moradores de Oña, pero que cuenta con mucho potencial de reactivación en el territorio.
Es por esto que la recuperación patrimonial de la técnica de pigmentos minerales puede aportar en un primer momento, al resguardo de la misma, aprovechando la experticia empírica de algunos habitantes del cantón Oña y el interés mostrado por parte del gobierno local en fomentar dicho conocimiento patrimonial. Una de las potencialidades al respecto es el largo y estrecho nexo de los pobladores con el insumo tierra y su aplicación en las Campañas de Mantenimiento del Patrimonio Edificado, desarrolladas por el Proyecto Ciudad Patrimonio Mundial de la Universidad de de Cuenca, sobre todo en la parroquia de Susudel y el rol importante que puede desempeñar en la participación comunitaria de la población local (Cardoso, Moscoso, Astudillo, Wijffels& Van Valen, 2013).
El segundo de los aportes considerados, se encuentra relacionado con la creación de novedosos productos y servicios vinculados con los pigmentos en tierra en sus diversas modalidades de aplicación12 (patrimonio edificado, casas, pinturas artísticas, cerámica, entre otros), considerando que en la parroquia de Susudel existe una importante presencia del sector artesanal en tierra13, que podría dar viabilidad a la iniciativa, permitiendo con ello diversificar la oferta de productos de dicho sector y aportar a la sostenibilidad del territorio; para ello mucha de la experiencia y experticia de la realidad brasileña emprendida por la Universidad Federal de Viçosa puede ser un importante respaldo en el acompañamiento del proyecto (Carvalho, De Paula Cardoso & Quandt, 2016). Otra de las potencialidades es la cercanía que tiene Oña con otros cantones y ciudades que poseen un paisaje edificado en tierra14, dos de las más importantes son Loja y Cuenca, teniendo esta última ciudad la distinción de ser Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad declarada por la UNESCO15 en 1999. De hecho, en Cuenca ya existe una primera aproximación al mundo de los colores históricos de la ciudad y desde el año 2000 se encuentra vigente una ordenanza que regula tonalidades de las edificaciones patrimoniales (Achig, Paredes, Barsallo, 2016).
Finalmente, otra de las posibilidades que podría articularse al uso de los pigmentos minerales es la creación de proyectos de turismo cultural a partir de la valorización de ciertos circuitos y espacios culturales de importancia en el territorio, en los que el color podría ser un particular elemento de interés (Iglesias y plazas de Susudel y San Felipe de Oña, el barrio San Francisco, la casa de la Bella de Paris, la Ruta del Libertador, el área municipal de Conservación del Cóndor, ciclo rutas, entre otros activos culturales). Esto podría potenciar otras actividades económicas adscritas a dichos circuitos a través del turismo comunitario, como la edificación de pequeños albergues u hoteles, centros de interpretación cultural, espacios de comercio artesanal, -entre otras- que podrían ir configurando un modelo de desarrollo que considere al patrimonio como eje vertebrador16 de lo económico, social y ambiental en el territorio. Así la sostenibilidad y la buena gobernanza de los recursos locales podrían contribuir a dimensionar los límites adecuados de fomento del turismo en la zona (Pitarch, 2013).
Es por esto, que en la segunda fase del proyecto se plantea el estudio científico de las propiedades mineralógicas de estos pigmentos de tierra y el desarrollo de tres productos de pinturas que cumplan con estándares mínimos de calidad, permitiendo con ello la difusión y perfeccionamiento de las técnicas por parte de las comunidades de Oña y Susudel.
4. Conclusiones
La recuperación de la técnica de pigmentos minerales puede estar sustentada en el conocimiento todavía latente en la población local y en el interés del gobierno local, con el fin de aportar al desarrollo económico y cultural. En este sentido, una de las potencialidades que vinculan la participación de varias instituciones, constituyen las Campañas de Mantenimiento del Patrimonio Edificado (vlirCPM-Universidad de Cuenca), sobre todo en la parroquia de Susudel y el rol importante que puede desempeñar la participación comunitaria de la población local.
Es de destacar que la existencia de una comunidad con una trayectoria amplia en el uso de la tierra (ladrillo y adobe) en el cantón Oña, que en combinación con una demanda latente, (Cuenca, Loja, y la propia región) se convierten en un factor que podría aportar viabilidad a la hora de analizar el potencial de producción e innovación de los pigmentos minerales.
Es de suma importancia la vinculación que puede llegar a tener el uso de las pinturas a base de pigmentos minerales en el mantenimiento del patrimonio edificado, en razón de la presencia cercana de Cuenca, ciudad patrimonio mundial, y los hallazgos históricos sobre la utilización de sus colores.
Complementado con lo anterior, el potencial que tiene el cantón Oña en materia de riqueza patrimonial (material e inmaterial) abre una amplia gama de posibilidades de desarrollo, en donde los pigmentos minerales pueden aportar valor paisajístico a diversas estrategias turísticas de la zona.
Conocer y entender los procedimientos empíricos desarrollados en la región de Oña y Susudel para la aplicación de pinturas de tierra, permite dejar sentadas las bases para la identificación de alternativas de producción que puedan ser aplicadas por dichas comunidades.
La importancia del acercamiento a la comunidad -y por ende a las técnicas de producción de pintura a base de pigmentos minerales- a través de la observación participativa y directa con los portadores del conocimiento, permitió entender y conocer los procesos empíricos en el cantón Oña.
Como resultado de la investigación, se pone en evidencia la paulatina pérdida de los saberes y la poca preocupación general en cuanto a su transferencia. Sin embargo, con el reconocimiento y revitalización de las diferentes técnicas, se pueden crear una nueva valoración de los procesos, remarcando las ventajas que la pintura ofrece en cuanto a acabados sobre superficies de tierra cruda, para trabajos de restauración y arquitectura contemporánea.
Las diferentes técnicas de preparación de pintura artesanal identificadas, permiten dejar constituidas las bases para la producción y aplicación de pintura de tierra por medio de procesos científicos, pormenorizados y controlados, que se desarrollarán en la fase siguiente del proyecto “Tierras de colores”.