1. Introducción
La preservación del patrimonio construido, como parte de la cultura material e identidad de los pueblos, es una temática en continua evolución, cuya mirada se ha dirigido gradualmente hacia el paradigma de desarrollo sostenible. En el caso específico de Cuba, la cultura ha sido el eje articulador del desarrollo social, económico y ambiental de las áreas históricas (Leal Spengler, 2006, p. 13); práctica que constituye una muestra de la visión holística y los avances en las políticas de preservación del patrimonio cultural en el contexto local.
Actualmente, el panorama de los sitios patrimoniales en Cuba se encuentra en un proceso de sucesivos cambios debido a la actualización del modelo económico y social cubano. Los avances en la política interior y exterior del país han resultado en la potenciación de las pequeñas empresas privadas, la apertura del mercado inmobiliario, y la aprobación de una nueva Ley para la Inversión Extranjera (Cubadebate, 2016, 2011; Granma, 2014); hechos que constituyen un punto de giro en la dinámica económica y social del país. De la misma manera, el restablecimiento de las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba en 2014, fue un acontecimiento que cambió la visión sobre las inversiones en la isla y desató un debate sobre las implicaciones tanto positivas como negativas.
En base a ello, la comunidad académica cubana ha enfocado la atención en avizorar las posibles consecuencias sobre los sitios patrimoniales. Lo cual ha abierto una brecha para el desarrollo de investigaciones acordes con las tendencias actuales en el campo del patrimonio que permitan definir metodologías de análisis desde el enfoque de conservación preventiva, en tanto paradigma emergente que articula las dimensiones social, económica y ambiental para contribuir así a la concreción de estrategias de gestión. (Van Balen & Vandesande, 2013, p. 153)
Los estudios se realizan como parte del Programa ’La Universidad de Oriente (UO) potenciando el desarrollo sustentable de la región oriental de Cuba’ resultado de la colaboración institucional establecida entre el Consejo Interuniversitario de Flandes en Bélgica (VLIR) y la UO en Santiago de Cuba (Programa VLIR-UO). Específicamente el Proyecto 4 (P4), concebido desde la interacción interdisciplinaria. Paralelamente, dentro de este marco se concibió el Proyecto de Colaboración VLIR Norte Sur Sur “Eje latinoamericano para la conservación preventiva del patrimonio construido” (Proyecto NSS), con participación de la Universidad de Lovaina en Bélgica y profesionales de la Universidad de Cuenca en Ecuador.
En base a los resultados preliminares de las investigaciones en curso, en el presente artículo se reflexiona sobre los retos y alternativas de desarrollo que articulen la dimensión social, económica y ambiental desde el enfoque de conservación preventiva.
Los análisis se presentan en tres secciones: i. se argumentan brevemente los vínculos existentes entre cultura, desarrollo sostenible y conservación preventiva; ii. se expone la problemática fundamental que presentan los sitios patrimoniales en Cuba, y los desafíos de los planes de desarrollo integral implementados por las oficinas encargadas de la gestión patrimonial a nivel nacional; y iii. se discute la panorámica actual en que se debate el patrimonio en Cuba, y las posibles alternativas que desde el enfoque de conservación preventiva pueden incidir en las dimensiones económica, social y ambiental, de igual modo se presentan determinadas acciones que se llevan a cabo desde la academia para contribuir con los argumentos expuestos. Los análisis de la tercera sección se concentran fundamentalmente en Santiago de Cuba, en tanto resulta el territorio con mayores bienes patrimoniales inscritos a nivel internacional y nacional (CNPC, 2016; WHC, 2016).
2. Cultura, desarrollo sostenible y el enfoque de conservación preventiva
El paradigma de desarrollo sostenible ha estado con mayor presencia en el discurso conservacionista del patrimonio cultural durante las últimas décadas (Araoz, 2011, p.56).
El patrimonio cultural se comprende como un recurso que contribuye a implementar políticas desde una visión holística con incidencia en las dimensiones económica, social y ambiental (CHCF Consortium, 2015, p. 89). Documentos promovidos por la Unesco como la Declaración de Hangzhou: Placing Culture at the Heart of Sustainable Development (UNESCO, 2013, p.2); así como el reciente informe Culture Urban Future. Global report on Culture for Urban Sustainable Development (UNESCO, 2016, p.17), acentúan la noción de que la cultura es inherente al proceso de alcanzar las metas de desarrollo a escala global.
En el ámbito regional, el informe Culture and Development. World Heritage in the Caribbean, (UNESCO, 2014, p. 5, 15) hace referencia a dos declaraciones firmadas por la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC). La primera refuerza el papel de la cultura como motor para el desarrollo humano, y en la segunda se concluye -entre otros aspectos- que la cultura es el recurso fundamental de los estados en desarrollo de pequeñas islas. El documento describe además el Programa de Desarrollo de Capacidades en el Caribe, el cual contribuyó a establecer los vínculos entre los recursos culturales y naturales del área, así como las expresiones intangibles y el indisoluble enlace entre patrimonio y desarrollo sostenible (Van Hooff, 2014, p. 3).
Paralelo a este discurso, centros e investigadores en el contexto internacional (GCI, 2009, p. 18; Van Balen and Vandesande, 2016 p. 65; Veldpaus et al., 2013, p. 13) han demostrado a partir de diferentes experiencias las contradicciones que emergen entre las necesidades de la conservación y las presiones de desarrollo; conflictos que resultan preocupaciones permanentes entre los profesionales del campo. Sobre esta base, instituciones como la Unesco y sus organismos consultantes coinciden en la necesidad de contar con instrumentos que permitan identificar, analizar, evaluar y monitorear las transformaciones en sitios patrimoniales ocasionadas por los cambios en la dinámica social, así como el potencial de estos para lograr estrategias de integración social, crecimiento económico y equilibrio ambiental (UNESCO, 2012, p. 41).
En tal sentido, la conservación preventiva ha emergido en años recientes como sustento teórico y metodológico que contribuye a la concreción de planes de conservación y gestión en el campo del patrimonio cultural. Si bien los cimientes del concepto se encuentran en los museos a partir de la creación de las condiciones óptimas y la prevención de factores que atentan contra la integridad de los objetos, este gradualmente se expandió dentro del patrimonio construido y en el presente abarca procesos que se extienden más allá de las acciones individuales de intervención preventiva en un inmueble. De tal manera, ha evolucionado como un enfoque capaz de constituir el punto de partida para la gestión sustentable y el desarrollo local con estrechos vínculos entre las dimensiones económica, social y ambiental (Van Balen & Vandesande, 2013, p. 153).
La dimensión económica se manifiesta a partir de la innovación y el desarrollo regional; lo cual determina: la identificación de oportunidades de desarrollo desde economías emergentes sustentadas en la potenciación de los valores patrimoniales; la planificación a largo plazo de acciones de mantenimiento regulares con la consecuente reducción de costos, en contraposición a las inversiones puntuales de gran envergadura; y la concreción de herramientas sustentadas en las tecnologías de la información y las comunicaciones que permitan un análisis sistemático de datos sobre el estado del patrimonio para contribuir a establecer estrategias más efectivas para la evaluación de riesgos a escala nacional, regional y local (Van Balen & Vandesande, 2013, p. 153).
Por su parte, la dimensión social resulta un aspecto clave en la implementación de estrategias de conservación preventiva al fundamentarse sobre la base de la participación social activa en los procesos de intervención sobre el patrimonio edificado. De igual modo, el incremento de planes de educación patrimonial a diferentes niveles; y la integración del trabajo de diferentes actores como académicos, técnicos, autoridades locales y líderes comunitarios contribuye a un mayor compromiso de la comunidad sobre el bien. (Cardoso et al., 2013, p. 117; García et al., 2015, p. 117).
En tanto, la dimensión ambiental se manifiesta en principio a partir de los efectos que tienen sobre el clima las incorrectas prácticas en la conservación de edificaciones (Van Balen & Vandesande, 2013, p. 154). Sin embargo, más allá de la edificación, procesos como la sobre-densificación producto de la migración determinan el deterioro y reducción de áreas verdes; lo cual disminuye la calidad del ambiente y consecuentemente la calidad de vida. En este sentido, aún existen vacíos por llenar en el campo de las investigaciones para la implementación de estrategias de conservación preventiva a escala de sitio.
El concepto de conservación preventiva fue introducido en los estudios que se desarrollan en la Universidad de Oriente a partir de los nexos establecidos con el Centro Internacional de Conservación “Raymond Lemaire” de la Universidad Católica de Lovaina como resultado de la colaboración internacional en el marco del Proyecto 4 (Programa VLIR-UO).
Este intercambio ha propiciado además la participación de investigadores de la Universidad de Cuenca a través del Proyecto VLIR-NSS para el desarrollo de investigaciones basadas en los principios de la conservación preventiva que profundicen en la comprensión de la evolución y la dinámica actual de los sitios patrimoniales en la región oriental de Cuba.
Para ese fin, el grupo de investigadores identificó la problemática fundamental que afecta la integridad de los sitios patrimoniales en el contexto actual de Cuba. Adicionalmente, la problemática se argumentó con los desafíos aún presentes en los planes de gestión integral de los centros históricos a nivel nacional como las experiencias de mayor avance. (Rodríguez Alomá et al., 2012, p. 85, 167, 241, 311, 377)
3. Problemática de sitios patrimoniales en Cuba y desafíos en las estrategias de gestión en el contexto socio-económico actual
El paisaje urbano de las ciudades cubanas es el resultado de las condicionantes determinadas por diferentes etapas históricas. (Rodríguez, 2008) Entre los eventos acontecidos en el período post-colonial resaltan el vertiginoso desarrollo que tuvo el fondo edificado durante la etapa republicana (1902-1959), el cambio radical en el curso del país en 1959 con el triunfo de la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro, y la extensa crisis económica sufrida en la década de 1990 tras la caída del Bloque Socialista.
Cada período trajo consigo olas de transformaciones en las áreas patrimoniales de las ciudades del país, específicamente los centros históricos. La etapa republicana (1902-1959) estuvo marcada por las nuevas demandas en las condiciones del hábitat, lo cual repercutió en la concepción de las viviendas y los nuevos crecimientos urbanos. De esta manera, apoyada por la explosión en las inversiones, se produjo en cierta medida una ruptura con la tipología arquitectónica y urbana precedente tras la modernización de las ciudades durante la primera mitad del siglo XX.
Posteriormente, el cambio del capitalismo hacia el socialismo a partir de 1959, condujo a la introducción de nuevas dinámicas y tipologías edificatorias en las ciudades y áreas históricas (Lynch, 1979, p. 100) Esta vez, las políticas de beneficios sociales determinaron una transición de la exclusividad y la exclusión social hacia la masividad y proliferación de servicios públicos.
A partir de 1990, la intensa crisis económica que generó la caída del Bloque Socialista en conjunto con el Embargo económico impuesto por el Gobierno de Estados Unidos provocó una disminución sustancial de las inversiones, así como el deterioro acelerado del fondo edificado (con mayores consecuencias en los inmuebles históricos) y la proliferación de tipologías constructivas denominadas de bajo costo.
Desde el año 2011, las sucesivas disposiciones en la política interior y exterior del país han determinado el inicio de una etapa diferente en la proyección económica y social. En consecuencia, nuevas dinámicas han irrumpido en el panorama de los sitios patrimoniales. Entre las más evidentes se encuentran el proceso de compraventa de viviendas, y la incorporación de nuevas funciones como resultado de propiciarse el marco para la potenciación de pequeñas empresas privadas.
Si bien las circunstancias actuales prevén beneficios económicos y sociales, una dicotomía emerge a primera vista: la generación de nuevas fuentes de ingreso, y la activación de inversiones alternativas pueden contribuir a revitalizar el ambiente urbano deteriorado debido a la falta de recursos económicos y la no sistematicidad en labores de mantenimiento; pero igualmente puede generar procesos como la mercantilización de valores patrimoniales, que alteren la autenticidad e identidad local. Efectos positivos y negativos ya son visibles: la adquisición de inmuebles -generalmente por el ingreso de capital extranjero- puede conducir a la recuperación de cualidades estéticas degradadas, mientras que en paralelo se observan alteraciones a nivel arquitectónico y urbano debido a los requerimientos de los nuevos usos.
Al mismo tiempo, se distinguen contradicciones socioeconómicas, por una parte, la mayoría de los actuales residentes no cuentan con el capital para realizar una intervención o llevar a cabo un continuo mantenimiento del inmueble, y valoran como una oportunidad de mejora económica la venta de la propiedad. Ello determina el inevitable desplazamiento de los habitantes en áreas patrimoniales. Por otra parte, las intenciones de los nuevos propietarios se dirigen en su gran mayoría a la generación de ingresos a partir de incorporar servicios de alojamiento y gastronomía como los más comunes, lo cual impone retos a las tipologías edificatorias y a la organización espacial.
Estos procesos se presentan al unísono con fenómenos ya existentes en sitios patrimoniales, y que se sintetizan en un alto grado de deterioro del paisaje - fundamentalmente el urbano- y del conjunto arquitectónico; la presencia de usos incompatibles; el déficit cualitativo y cuantitativo de servicios básicos; el sobreuso de inmuebles dedicados a viviendas; el insuficiente desarrollo de la economía local por la vía de los residentes y la falta de experiencia en procesos participativos, todo lo cual se acrecienta por la débil articulación de instrumentos de gestión para enfrentar la dinámica inversionista. (Gómez Ortega et al., 2013, p.12; Rodríguez Alomá, 2009, p.ii)
Los aspectos enunciados se manifiestan con mayor incidencia en los centros históricos del país, sin embargo, no son los únicos sitios que ameritan atención. La integridad del patrimonio de otras áreas se encuentra amenazada por los mismos fenómenos anteriormente mencionados. Cambios previos en la dinámica económica y social han producido impactos a la integridad de los valores en áreas de interés cultural. En base a ello se hace necesario contar con instrumentos sustentados en enfoques holísticos que permitan analizar la evolución y monitorear la dinámica de los sitios patrimoniales para contribuir a las estrategias de gestión.
Herramientas como los planes de desarrollo integral de los centros históricos constituyen referentes que pautan el trabajo de las cinco oficinas del historiador y el conservador de Cuba, las cuales tienen sede en La Habana, Santiago de Cuba, Camagüey, Trinidad y Cienfuegos. Estos organismos concentran su trabajo no solo en la recuperación del fondo edificado, sino que proyectan el manejo integral a partir de planes de desarrollo. En un informe publicado en 2012 por la Red de Oficinas del Historiador y el Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba (Rodríguez Alomá et al., 2012, p. 85, 167, 241, 311, 377) se identificaron los logros y desafíos que aún persisten en el orden económico, social y ambiental dentro de la gestión del patrimonio cultural en Cuba.
En relación con la dimensión económica, se reconoció que el sector privado no ha sido explorado como potencial fundamental para la generación de economías emergentes a nivel local, ni explotado como fuente de ingresos y facilitador del desarrollo. De igual modo, es insuficiente la valoración de las oportunidades que ofrecen las industrias culturales como recurso para la gestión económica del patrimonio. En otro sentido, se enfatiza la ausencia de sistemas de monitoreo y control territorial, dado por las insuficiencias en el proceso de gestión de la información debido a la coexistencia de instituciones con diversidad de funciones. (Rodríguez Alomá et al., 2012, p. 107, 190, 261, 333, 399)
Respecto a la dimensión social, el informe plantea como principal contradicción que, si bien los planes de desarrollo integral conciben los procesos de recuperación patrimonial con la activa participación ciudadana, este aspecto no ha sido sistematizado, al dificultarse el reconocimiento del potencial que significan los ciudadanos, en tanto actores dinámicos que forman parte de la gestión patrimonial. Sobre esta idea se destaca la existencia de canales institucionales para favorecer procesos de consulta y concertación ciudadana, pero su funcionamiento es deficiente. Por lo cual es preciso potenciar el papel de los ciudadanos en la toma de decisiones, para incrementar la cultura de participación, con el pertinente conocimiento de los derechos y obligaciones. (Rodríguez Alomá et al., 2012, p. 115)
Las contradicciones sobre la participación ciudadana en las acciones de revitalización urbana derivan de los esquemas centralizados de planificación vigentes en el país, en los que las decisiones provienen de niveles nacionales cuando pueden ser asuntos cuyo alcance y origen amerita una solución local (Scarpaci, 2000, p.734). La necesidad de crear espacios para el debate ya ha sido referida desde inicios del presente siglo, y aún continúa la carencia de vías para la información a la comunidad sobre su desarrollo y el reconocimiento de diferentes actores que juegan un papel clave.
El fenómeno es evidente en las intervenciones que surgen de manera espontánea a partir de decisiones centralizadas, matizadas por la ausencia de un espacio de concertación y consulta ciudadana previa. Como resultado, el nivel de compromiso social respecto a una intervención es escaso o prácticamente nulo. La comunidad no se identifica a plenitud con el bien que ha sido recuperado y por tanto carece de responsabilidades o sensibilidad por su preservación luego de la intervención.
En base a la dimensión ambiental, fue reconocido en el mismo reporte (Red de Oficinas…) que no existe suficiente conciencia de la significación estratégica de desarrollar políticas ambientales en áreas patrimoniales. Además, el uso de materiales tradicionales no se ha generalizado, fundamentalmente por la depresión de la producción de estos a escala nacional. Solo son utilizados en casos excepcionales de restauración de determinados inmuebles muy valiosos con el apoyo de programas puntuales de producción de materiales tradicionales, desarrollados a partir de la colaboración internacional. (Rodríguez Alomá et al., 2012, p. 104)
Un aspecto positivo es la creación de escuelas de oficios tradicionales (cerámica, forja, ebanistería, carpintería, vitrales, yeso, cantería, pintura mural, herrería) para el rescate de elementos componentes de estructuras patrimoniales (UNESCO-OHCH, 2006, p. 63). Sin embargo, aún persisten escasas experiencias en aprovechar tipologías arquitectónicas tradicionales que favorecen el aprovechamiento del régimen de brisas, asoleamiento, y el reciclaje de aguas pluviales para la racionalización de los recursos. (Rodríguez Alomá et al., 2012, p. 106)
Esta problemática se manifiesta directamente en la progresiva pérdida de componentes que identifican los sitios patrimoniales en Cuba por deterioro o sustitución de elementos: estructuras portantes tradicionales, cubiertas de tejas cerámicas, carpintería (puertas y ventanas), pisos, elementos decorativos; además de las alteraciones irreversibles a espacios que viabilizan el confort ambiental como patios interiores, patios al interior de manzanas, o jardines. (Figura 1)
Sobre la base de los diagnósticos realizados de las áreas patrimoniales en Cuba fue posible plantear oportunidades para el desarrollo sostenible en el contexto socio-económico actual desde el enfoque de conservación preventiva a partir del accionar que en el presente lleva a cabo la Universidad de Oriente en el campo de la investigación.
4. Hacia el desarrollo sostenible desde el enfoque de conservación preventiva. Contribuciones desde la academia
Conforme a la problemática referida anteriormente, se impone, como parte de la dimensión económica el estudio de las oportunidades que ofrece el sector privado a partir de la autogestión como impulsor del desarrollo de valores patrimoniales a nivel comunitario. En otras palabras, se trata de identificar en qué medida las pequeñas empresas privadas repercuten de manera beneficiosa o desfavorable a la preservación y puesta en valor del patrimonio. Para este fin, es necesario contar primeramente con herramientas de análisis y procedimientos metodológicos que contribuyan a la orientación y desarrollo de capacidades; así como el monitoreo a partir de la toma de datos sistemáticos.
Como parte de las investigaciones que se desarrollan actualmente en la Universidad de Oriente bajo el amparo del Programa VLIR, se diseña una metodología de análisis espacial y monitoreo con enfoque de conservación preventiva sustentada en la explotación de las tecnologías de la información y las comunicaciones, específicamente los sistemas de información geográfica como herramienta de integración y procesamiento de datos e información. La investigación ha sido validada parcialmente y persigue contribuir al análisis exhaustivo de las transformaciones que desde la dinámica económica y social se han producido en sitios patrimoniales como el Reparto Vista Alegre (Bello Caballero et al. 2017, p. 34) y el Sitio Patrimonio de la Humanidad Castillo San Pedro de la Roca, ambos en Santiago de Cuba.
Por otra parte, respecto a la dimensión social resalta la necesidad de fomentar espacios sólidos de concertación a nivel comunitario con la autoridad suficiente como para influir en la toma de decisiones. Experiencias de participación comunitaria en la revitalización urbana y arquitectónica en Cayo Granma, islote ubicado dentro del área de amortiguamiento del Sitio Patrimonio de la Humanidad Castillo del Morro (Márquez et al., 2009, p. 3); así como en los barrios de Santo Tomás y Los Maceo en el Centro Histórico de Santiago de Cuba (López Rodríguez, 2012, p. 27) constituyen experiencias que demuestran los beneficios de la activación ciudadana.
En este sentido, las organizaciones de la comunidad, con gran capacidad de movilización en diversas tareas constituyen un marco ideal, y cuyo papel debe potenciarse para activar la opinión pública, a la vez que se refuerza el compromiso e identidad con las intervenciones. Un ejemplo de aplicación práctica de los principios de la conservación preventiva con participación comunitaria puede resultar de las labores de limpieza e higienización que a nivel de barrio se convocan regularmente. Pequeñas acciones de reparación y mantenimiento como parte de estas actividades pueden devenir en una práctica sistemática que eventualmente reduciría las acciones y los costos de una inversión mayor.
Otra forma de contribuir con el reforzamiento del compromiso social ante los bienes patrimoniales es a partir de la educación y creación de capacidades en líderes comunitarios. La labor desarrollada por estudiantes que integran la Asociación de Estudiantes en Defensa del Patrimonio (AEDP) de la Universidad de Oriente vinculado al trabajo directo con niños en escuelas primarias es un antecedente de las acciones que se desarrollan actualmente. Entre ellas se llevó a cabo un curso de entrenamiento en patrimonio cultural con enfoque interdisciplinar para maestros de educación primaria, cuya misión posterior es favorecer la implementación de estrategias de educación patrimonial en edades tempranas. (Figura 2) De la misma manera se concibió un plan para la capacitación de líderes comunitarios en la temática del patrimonio cultural. Los resultados de estas experiencias serán difundidos en futuras publicaciones.
Ante la problemática ambiental, la Línea de Conservación del Patrimonio Construido de la Universidad de Oriente ha potenciado los estudios tipológicos a escala arquitectónica y urbana para la caracterización y puesta en valor del patrimonio construido. Estas investigaciones conforman una base documental que se manifiesta en inventarios, catalogaciones y clasificaciones de los bienes patrimoniales y sus partes componentes; las cuales sirven como base para fundamentar acciones de intervención, inserciones de nuevas obras, y planes de gestión.
Es lógico que la ejecución, replicación en diferentes ámbitos y sistematización de estas acciones no garantizan el desarrollo sostenible de los sitios patrimoniales en la coyuntura actual de Cuba. El panorama de hoy abre múltiples brechas para continuar profundizando y particularizando en los diferentes fenómenos que se presentan. El exhaustivo análisis de las formas en que se manifiesta cada desafío y sus consecuencias sobre el patrimonio cultural contribuirá a trazar estrategias de manejo más efectivas en áreas patrimoniales.
5. Consideraciones finales
El panorama actual de transformaciones en la dinámica económica y social en Cuba avizora por una parte beneficios y por otra el surgimiento de conflictos que ya son evidentes en áreas patrimoniales. Las presiones de desarrollo pueden constituir una amenaza a la integridad de valores; por ello, se hacen necesarios enfoques holísticos que articulen la inclusión social, el crecimiento económico y el equilibrio ambiental dentro de las políticas de desarrollo cultural.
Dos conflictos emergen entre los más acuciantes. En primer término, el vertiginoso proceso inversionista no vinculado al Estado encuentra un fondo edificado histórico con un alto grado de deterioro; lo cual determina en gran parte de los casos la reposición de estos inmuebles o las transformaciones a las que son sometidos para su rehabilitación funcional.
En segundo lugar, el gradual cambio poblacional, en el cual los nuevos propietarios presentan un estatus económico superior a los anteriores, lo que conlleva a un cambio asociado en el ambiente construido, así como las transformaciones en usos que introducen dinámicas diferentes a las existentes (Clark, 2005, p. 258). En consecuencia, los residentes con escasos ingresos resultan el grupo más vulnerable a los movimientos que genera el cambio.
Los procesos que actualmente acontecen en Cuba ya han sido experimentados en otras ciudades latinoamericanas, fundamentalmente las grandes capitales, incluyendo La Habana (Janoscha et al., 2014, p. 5; Janoschka and Sequera, 2016, p. 1; López-Morales et al., 2016, p. 11; Scarpaci, 2000, p. 732). ‘’En ese proceso, las transformaciones espaciales pueden contrariar la conservación, la originalidad y el valor patrimonial de la arquitectura y del espacio urbano. Igualmente, en ese proceso se puede contravenir a los valores identitarios y de apropiación de la sociedad local que sustenta el patrimonio construido y que paradójicamente motivan la visita de turistas’’ (Escobedo, 2017, p. 80).
Al respecto, es posible afirmar que la noción más amplia de los principios de la conservación preventiva, recientemente introducidos en el ámbito académico local, resultan un instrumento para el análisis y monitoreo de los retos actuales a los que se enfrentan los sitios patrimoniales en Cuba. De esta manera, constituye un enfoque aplicable a los planes de desarrollo integral que implementan las entidades encargadas de la conservación y gestión patrimonial en el país, para articular las dimensiones social, económica y ambiental.
La temática abordada es compleja para lograr analizar profundamente en un solo documento la diversidad de aristas con que se pueden caracterizar los fenómenos que actualmente inciden sobre los sitios patrimoniales de Cuba. El presente resulta un primer acercamiento al debate, aún quedan múltiples aspectos y enfoques por estudiar.
En este sentido, el papel de la academia resulta indispensable para fomentar el conocimiento sobre los valores culturales de la arquitectura y la ciudad heredada; y de este modo contribuir a la toma de conciencia por los antiguos y nuevos residentes y usuarios sobre la significación patrimonial de su entorno construido.