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Leite, L., Martins, S., Moriña, A. y Morgado, B. (2023). Concepciones sobre la discapacidad de estudiantes universitarios españoles. Alteridad, 18(1), 122-135. https://doi.org/10.17163/alt.v18n1.2023.10
1. Introducción
La discapacidad es un fenómeno complejo, multidimensional y se construye según los diferentes contextos culturales, sociales e históricos (Gallagher et al., 2014). Esta noción supone una interacción entre las características biológicas (funciones sensoriales, intelectuales, motoras y emocionales de las personas) y las características de la sociedad en la que se vive (actitudes, accesibilidad al transporte e infraestructuras, o apoyo social) (Organización Mundial de la Salud, 2018).
Los estudios revelan que los modelos teóricos que explican la comprensión del fenómeno de la discapacidad han estado y siguen estando marcados por contradicciones y tensiones para discutir la discapacidad como marca constitutiva de lo humano en el contexto histórico-cultural (Martins, 2013).
La sociedad ha mirado a las personas con discapacidad desde diferentes prismas. Siguiendo el modelo propuesto por Leite y Lacerda (2018), algunas personas muestran una concepción orgánica de la discapacidad como la posibilidad del [...] “sujeto a interpretar la discapacidad como un atributo inherente del individuo, adoptando como referencia la desviación de un patrón orgánico de normalidad, o la presencia de un fallo o límite que lleva a un mal funcionamiento de un organismo dado[...]” (p. 436). Otras personas muestran una concepción psicosocial, interpretando la discapacidad como [...] “una condición orgánica diferenciada, asociada a factores causales de naturaleza social, emocional, económica y/o educativa que influyen en la constitución humana [...]” (p. 436). Otras personas muestran una concepción histórico-cultural y se explica la discapacidad “[...] como dinámica, relacional y procesual basándose en una asociación entre individuo y contexto sociocultural, que ocasiona un desarrollo humano diferenciado, ajustable en función de las expectativas y actitudes hacia él [...]” (p. 436). Finalmente, las autoras señalan que hay personas que muestran una concepción metafísica anclada a la visión que caracteriza a la discapacidad [...] “como algo que trasciende la condición humana, y puede estar vinculado a causas espirituales y/o religiosas, o a factores sobrenaturales. Por lo tanto, es un fenómeno puesto en marcha, que depende poco de la acción del hombre [...].” (p. 436).
De manera análoga y complementaria, con relación a la comprensión de la discapacidad por la concepción metafísica que tuvo su apogeo en la época medieval, se justifica trascender la responsabilidad humana, la concepción metafísica, superponiendo al sujeto con discapacidad la idea de tener un alma demoníaca o designios divinos (Pessotti, 1984). Por esta razón, tal posición de Strelhow (2018) añade que esta concepción de la discapacidad se representa a la luz de la tradición cristiana, lo que demuestra que este tema es complejo y necesario para entenderlo como un fenómeno atribuido a las personas que se encuentran en esta condición. Al hacer una digresión histórica, el autor analiza la influencia del cristianismo en la interpretación de la discapacidad hoy en día, afirmando que no es [...] raro encontrar discursos con sentido común que califiquen a las personas con discapacidad como “un regalo de Dios, ángel, iluminado, la voluntad de Dios” (Strelhow, 2018, p. 276). Debido a esta influencia religiosa, es bastante común que las personas con discapacidad adopten prácticas caritativas; es decir, reproduciendo el cuidado de las comunidades cristianas en tiempos anteriores.
Desde otro modelo teórico se diferencia entre la concepción médica y social de la discapacidad (Oliver, 1990). En la primera, se asume que el problema está en la persona y tiene que ser solucionado por expertos con base en un diagnóstico. Dicho de otro modo, el enfoque se centra en “normalizar” la discapacidad (Barton, 1996), acercándose a la concepción orgánica. Sin embargo, es necesario transitar hacia una concepción de la discapacidad basada en el modelo social de discapacidad (Moriña y Carnerero, 2020), aproximándose a la concepción social. La comprensión de la discapacidad como fenómeno social ha permitido pensar en la diversidad como algo distante del modelo homogeneizador que niega la diferencia como constitutiva del ser humano. Asumiendo estas premisas, el modelo social de discapacidad busca superar el modelo biomédico clínico de normalidad, respetando la diversidad humana, independientemente de las diferentes limitaciones funcionales existentes en el individuo.
En el modelo social de la discapacidad, son las actitudes políticas y prácticas las que generan barreras y/o ayudas el acceso, igual que la participación de la persona en diferentes contextos. (O’Byrne et al., 2019). Por lo tanto, son las estructuras sociales, culturales y económicas las que pueden ser más o menos incapacitantes y oprimir a las personas con discapacidad (Cunnah, 2015; Hutcheon y Wolbring, 2013). En palabras de Ochoa, la inclusión social y la equidad en el acceso a los derechos favorecen la implementación […] de estrategias participativas, así como crear las condiciones y mecanismos necesarios para que todos y todas participen (2019, p. 193).
En el contexto de la educación y, en concreto, en la etapa universitaria, la presencia de personas con discapacidad en la Educación Superior es hoy en día una realidad, tanto en España como en otros contextos internacionales. En la actualidad, hay un movimiento global que reivindica el derecho al acceso, permanencia y éxito de estudiantes no tradicionales,[1] entre los que se encuentran aquellos con discapacidad (Sandoval et al., 2020). De hecho, se aprecia un incremento de estos estudiantes en las instituciones de Educación Superior. Como ejemplo, en España, 2011 había 12 775 estudiantes, incrementado en 2018 a 21 435 (Fundación Universia, 2018).
En cuanto a los estudios sobre concepciones[2] acerca de la discapacidad en la universidad, en un trabajo llevado a cabo por Baker et al. (2012), exploraron las concepciones tanto del alumnado con discapacidad y sin discapacidad. Los datos sugieren concepciones basadas en el modelo social, mostrándose signos de inclusión educativa. Con relación a las concepciones de estudiantes con discapacidad, se resalta que se sentían bienvenidos e incluidos en la universidad.
En otro estudio se analizó que los universitarios demuestran una actitud positiva hacia la discapacidad y que sus concepciones se aproximaban al modelo social de discapacidad (Leiva et al., 2019).
Por otro lado, en la revisión sistemática sobre concepciones de discapacidad del profesorado y alumnado de Moriña y Carnerero (2020) estudiaron que las concepciones del alumnado y profesorado sobre discapacidad, se sitúan principalmente en el modelo médico; es decir, concepción orgánica. Por lo tanto, se considera la discapacidad como un problema inherente a la persona (Eleftheriou et al., 2013; González y Cortés, 2016). Una conclusión de este estudio es que las concepciones determinan las actitudes y prácticas hacia una respuesta educativa inclusiva con respecto a las personas con discapacidad (Hockings et al., 2012; Van Jaarsveldt y Ndeya-Ndereya, 2015). En otras investigaciones se ha encontrado que la actitud hacia la discapacidad se relaciona con variables como el género, la formación o las relaciones con personas con discapacidad y la experiencia profesional (Graça et al., 2018; Polo et al., 2020). En este sentido, las mujeres parecen tener actitudes más positivas hacia la discapacidad que los hombres (Li et al., 2012; Novo-Corti et al., 2015).
También se ha encontrado una correlación entre formación y concepción de discapacidad; es decir, a más nivel de estudio académico, la actitud es más positiva. Concretamente, Goddard y Evans (2018) apuntaron que los universitarios que se encontraban en los últimos años de su formación se mostraban más sensibilizados hacia sus compañeros y compañeras de primer curso, lo que sugiere que la formación favorece las respuestas inclusivas hacia la discapacidad. En esta línea, se ha considerado que la información y formación que se ofrece en la universidad sobre discapacidad parece determinar las actitudes hacia las mismas (Diego, 2017).
Además, Bain y Hasio (2011) mencionan que la experiencia directa con estudiantes con discapacidad o con necesidades de apoyo, ayuda a los universitarios a analizar su propio sistema de creencias para trabajar con estos compañeros en el aula. Gibbons et al. (2015) y Polo et al. (2020), añaden que los universitarios que mantienen contactos frecuentes con personas con discapacidad muestran una actitud más positiva hacia a ellas. En la misma línea, otros estudios indican que tener relación con familia o amigos con discapacidad fomenta una actitud positiva hacia la inclusión en los futuros docentes (Barr y Bracchitta, 2015; Goddard y Evans, 2018). En este sentido, Polo et al. (2020) resaltan la importancia de las experiencias previas con personas con discapacidad para mejorar las actitudes de los estudiantes en la universidad hacia las mismas.
En cuanto a la experiencia profesional, parece que la actitud positiva para la inclusión se relaciona con la experiencia docente, de manera que el profesorado más experimentado, generalmente de mayor edad, muestra una actitud más positiva acerca de la inclusión (Čagran y Schmidt, 2011; Forlin et al., 2011).
En definitiva, los diferentes estudios analizados relacionan concepciones de discapacidad y mayor participación de las personas con discapacidad en el contexto educativo (Varcoe y Boyle, 2013). Estos hallazgos revelan la necesidad de que las universidades sean inclusivas (Moriña, 2017). Esta forma de entender la discapacidad como constitutiva del ser humano puede ser el “antídoto” para combatir las concepciones deficitarias sobre la discapacidad (Liasidou, 2014), las prácticas de exclusión, promover la eliminación de las barreras que impiden al alumnado acceder al conocimiento y la participación, reconocer y valorar la diversidad (Ainscow, 2020).
Con base en lo anterior, y entendiendo que la presencia de estudiantes con discapacidad se está incrementando en los últimos años en la Educación Superior en los diferentes contextos universitarios (Carballo et al., 2019), este estudio pretende presentar y analizar las concepciones sobre la discapacidad de estudiantes en una Universidad de España. El artículo se enmarca en una investigación más amplia de una Red internacional,[3] de la cual la Universidad de Sevilla es colaboradora. Como objetivos específicos, el estudio que aquí se presenta busca analizar las relaciones de acuerdo con algunas variables, tales como: área de especialización y/o antecedentes académicos, períodos de inscripción (entrantes y/o graduados), grupo etario y género.
2. Método
2.1 Instrumentos y participantes
La recopilación de datos se realizó mediante la aplicación de la Escala Intercultural de Conceptos de Discapacidad-EICD,[4] compuesta por declaraciones referidas a los tres aspectos principales de los conceptos de discapacidad: biológicos, sociales y metafísicos (religiosos). La escala se compone de 43 ítems, distribuidos en: 17 ítems para la concepción biológica, 15 para la social y 11 para la metafísica, seguidos de cinco respuestas alternativas (tipo Likert), de las cuales solo una podría ser marcada por el participante. Cada ítem se ordena con los valores de totalmente en desacuerdo (1), en desacuerdo (2), ni de acuerdo ni en desacuerdo (3), de acuerdo (4) y totalmente de acuerdo (5).
La muestra total estaba compuesta por 676 estudiantes que completaron todo el formulario. Los detalles de los participantes están descritos en el apartado 3 correspondiente a los Resultados.
2.2 Procedimiento de recogida de datos
Respetando los procedimientos éticos de las investigaciones con seres humanos, la recogida de datos se llevó a cabo con el consentimiento y la participación del grupo encuestado. Se solicitó un formulario por medio de la plataforma Google Forms, en el que se pedía en primer lugar información sobre el curso, los estudios, el campus, el país de origen, el año de nacimiento, el género si tenía o no una discapacidad y otras variables para perfilar la muestra. En la segunda parte del formulario había una descripción inicial con directrices para su cumplimentación.
La recogida en línea se puso a disposición en la página web de la Universidad de Sevilla, tras la aprobación de las diferentes facultades. Nos pusimos en contacto con el equipo decanal de todas las facultades para informar y distribuir la encuesta a los diferentes estudiantes. Todos eran estudiantes de posgrado de la institución. La recogida de datos comenzó a finales de marzo y terminó en octubre de 2019. Este período se amplió debido a las vacaciones de verano de la universidad.
2.3 Análisis de datos
Los datos se tabularon y codificaron inicialmente en Excel, y más tarde se introdujeron al software de análisis estadístico IBM SPSS versión 20. Los datos fueron procesados por medio del software y se realizaron análisis descriptivos generales y análisis inferenciales paramétricos, como: las correlaciones de Pearson, el Test T de Student y el ANOVA.
3. Resultados
Esta investigación es un estudio mixto, que incluyó tratamiento estadístico, análisis descriptivo e inferencial, más análisis interpretativo de los resultados obtenidos. La muestra total estuvo compuesta por 676 estudiantes que completaron todo el formulario, con edades comprendidas entre los 17 y los 55 años (año de nacimiento, mínimo 1964 y máximo 2002). La distribución de género no fue homogénea, 485 (71,7 %) de los estudiantes se declararon mujeres; 181 (26,8 %) se declararon hombres; 2 (0,3 %) se declararon “otros” y 8 (1,2 %) “prefirió no responder”.
De la muestra general, 20 (3 %) se declararon personas con discapacidad y 656 (97 %) sin discapacidad. Entre los tipos de discapacidad estaban: Asperger, auditiva, física, visual y otras. La mayoría de estudiantes 634 (93,8 %) estuvo en la universidad y 42 (6,2 %) en la escuela de posgrado. La muestra de participantes procedió de 38 cursos diferentes, distribuidos en las principales áreas de conocimiento, siendo 529 (78,3%) del área humana, seguidos de 87 (12,9 %) del área exacta y 60 (8,9 %) de cursos relacionados con el área biológica.
En cuanto al año de admisión, 187 (27,7 %) participantes ingresaron en la universidad en 2019, dentro de un rango comprendido entre 2011 y 2019. Alrededor del año en que el alumnado participó en el estudio, casi la mitad, es decir, 321 (47,5 %) estaban matriculados en el primer curso de su carrera. Se informa de que el mayor número de participantes; a saber, 569 (84,2 %), estaban matriculados en cursos de cuatro años.
La Escala Intercultural de Concepciones de Discapacidades (EICD) tiene los siguientes rangos de desacuerdo o acuerdo. El número de ítems, los valores mínimo y máximo y el valor de corte, en cada una de las tres concepciones son: i) concepción social (15 ítems, con valores que van de 15 a 30 —desacuerdo, 31 a 37,4 –tendencia al desacuerdo, 37,5 a 59 —tendencia al acuerdo y 60 a 75 —acuerdo con 37,5 como valor de corte); ii) concepción biológica (17 ítems, valores de 17 a 34 —desacuerdo 35 a 42,4 —tendencia al desacuerdo 42,5 a 67 —tendencia al acuerdo y 68 a 85 —acuerdo, con valor de corte 42,5); iii) concepción metafísica (11 ítems, valores de 11 a 22 —desacuerdo, 23 a 27,4 —tendencia al desacuerdo, 27,5 a 43 —tendencia al acuerdo y 44 a 55 —acuerdo, con valor de corte 27,5).
La desviación estándar alta indicó una muestra heterogénea en todas las concepciones, principalmente en la concepción social y biológica. Otro dato relevante de la tabla 1 es que, al analizar las medias, los participantes tienden a estar de acuerdo con las afirmaciones de estas concepciones, pero no hubo media que indica un acuerdo total con alguna de las tres concepciones investigadas. Para las afirmaciones de la concepción metafísica, hay una posición que indica el desacuerdo con este factor.
La prueba de correlación de Pearson se realizó para identificar si existía una correlación significativa para las dimensiones de la discapacidad con el año de nacimiento de los participantes del estudio. En la tabla 2 se indica que hubo una correlación inversamente proporcional del año de nacimiento (mayor edad) de participantes con la indicación de la dimensión social; es decir, a medida que aumentaba la edad se observaba una mayor tendencia al acuerdo. Se trató también de identificar si había una correlación significativa de las concepciones también con el año del curso de los y las estudiantes, se identificó una correlación significativa directamente proporcional a la concepción social; esto es, el alumnado de cursos más avanzados suele presentar en mayor proporción una concepción social de la discapacidad y se identificó correlaciones inversamente proporcionales en las concepciones biológicas y metafísicas, indicando que los y las estudiantes de los primeros años tienden a estar más de acuerdo con dichas concepciones.
En la tabla 3, la muestra se dividió en dos grupos, estudiantes de grado y posgrado, se compararon las puntuaciones según estos subgrupos. El análisis de los datos muestra diferencias significativas entre ambos grupos. En concreto, se ha encontrado que la concepción social está más presente en el alumnado de posgrado y la biológica y metafísica en los estudiantes de grado.
Con respecto al género, solo se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la concepción biológica de la discapacidad. Esta concepción estaba más presente en hombres que en mujeres. Obsérvese la tabla 4.
Otro de los objetivos de este trabajo era comparar las concepciones sobre discapacidad que presentaban los y las estudiantes con y sin discapacidad. Los datos recogidos en la tabla 5 muestran que el alumnado con discapacidad presenta una media mayor en las dimensiones social y biológica, aunque estas diferencias no resultaron ser estadísticamente significativas.
Es interesante observar los resultados de la tabla 5, donde se observa que la diferencia entre las respuestas fue muy estrecha para los dos subgrupos, estudiantes con y sin discapacidad. Concretamente, la mayor tasa de recurrencia se encontró para la dimensión social, seguida de las dimensiones biológica y metafísica. Estos datos sugieren que estudiantes con discapacidad, en proporción a la muestra investigada, revelan una comprensión de la discapacidad en una visión escalonada similar a la de quienes no tienen una discapacidad.
Por último, se aplicó la prueba del ANOVA para verificar posibles diferencias de media entre los participantes según las áreas de conocimiento: ciencias exactas, humanas y biológicas. Como se puede observar en la tabla 6, se identificaron diferencias significativas en las concepciones sociales y biológicas según las diferentes áreas de conocimiento.
En concreto, por un lado, se halló que la concepción social estaba más presente en participantes que pertenecían al área de ciencias biológicas, seguidos de quienes formaban parte del área de ciencias humanas y exactas respectivamente. Y por otro, que la concepción biológica, vinculada al modelo médico de discapacidad, estaba más presente en estudiantes del área de ciencias exactas.
Por tanto, los datos revelan que no son necesariamente estudiantes del área biológica quienes sustentan una concepción coherente con el modelo biológico, modelo médico, y que tampoco es el contexto del estudio de las ciencias humanas el que revela una concepción social.
4. Discusión
Los datos en general permiten inferir que, en la muestra investigada, ya sea en general o cuando se anota en los subgrupos investigados (género, edad, nivel de carrera, área de conocimiento, estudiantes con o sin discapacidad), hay una tendencia de acuerdo con afirmaciones que explican la discapacidad, desde un modelo social y/o biológico, y desacuerdo con la concepción metafísica para entender la discapacidad.
Con respecto al género, Rosado-Nunes (2005) subraya que los hombres a lo largo de la historia de la humanidad parecen invertir más en la producción de lo “sagrado” en las diferentes sociedades, siendo responsables de las normas, reglas, doctrinas y creencias de las religiones, mientras que a las mujeres les corresponde transmitir estas creencias y rituales religiosos, y en el contexto de la universidad española, no están presentes esas diferencias.
A este respecto, cabe destacar que [...] “Enfrentamos a diferentes identidades (al que cada una de ellas invoca diferentes partes de nosotros), entre las cuales parece posible elegir” (Hall, 2006, p. 75). Considerando que los resultados problematizan la discordante correlación entre género/ concepción, por parte de los estudiantes varones que presentan mayor concordancia con los factores biológicos. En otros términos, ellos comprenden la deficiencia como un fenómeno orgánico e individual.
En general, las mujeres han desempeñado, y siguen desempeñando en las sociedades del mundo, papeles secundarios en el imaginario simbólico de los diferentes pueblos de la sociedad —como las encargadas de la vigilancia de los hogares, de la maternidad, del cuidado básico de niños, niñas y la familia, y el cuidado de los desprotegidos— hechos que permiten la vinculación con el sujeto en cuestión, que aquí puede depender del contexto universitario investigado, lo que puede estar explicando las diferencias observadas.
En los resultados encontrados sobre las concepciones de discapacidad entre estudiantes universitarios, se percibe similitud entre estudiantes con discapacidad y sin discapacidad. Cuando se revisan los estudios que tratan de este tema (Ciantelli y Leite, 2020; Gesser et al., 2012; Leite et al., 2019) es necesario considerar la función y la contribución de la psicología social en los debates sobre la comprensión del fenómeno de la discapacidad y su constitución en la relación con los procesos de inclusión/exclusión social, políticos, económicos de los que en la muestra forma parte de la sociedad. En este sentido, se puede afirmar que los participantes con discapacidad en el contexto universitario español, de manera análoga a los demás participantes del estudio, señalaron el modelo social como el más recurrente. En esta línea, la psicología social puede actuar como aliada para disminuir las concepciones reduccionistas impuestas a las personas con discapacidad en nuestra sociedad.
A esta reflexión se suma el papel de la sociedad en el desarrollo de políticas públicas que permitan el acceso y la participación de las personas con discapacidad en los diferentes espacios académicos, y a los servicios que ofrecen quienes se insertan y pasan por la universidad. Los estudios en este sentido han revelado que el rol de los futuros maestros o estudiantes universitarios en el campo de la educación es un elemento clave en el desarrollo de prácticas inclusivas con estudiantes con discapacidad (Forlin, 2013; Kraska y Boyle, 2014).
La concordancia del modelo social de la discapacidad está más presente en estudiantes de posgrado en comparación con estudiantes de pregrado. Hallazgos similares se encontraron en la investigación de Gràcia et al. (2022), quienes en una investigación buscaron identificar las actitudes hacia la discapacidad de estudiantes de educación superior de la Universidad de Barcelona.
Al comparar los resultados entre los participantes según las áreas de conocimiento de las carreras que estudiaron, se observa que en todas las áreas investigadas (social, biológica y metafísica) se construyen concepciones muy diversas. Y de otra, se deconstruye la idea de que un modelo planteado inicialmente por el campo de las ciencias humanas y sociales, el modelo social; a modo de ejemplo, hoy en día extrapola a las diferentes áreas de conocimiento (Diniz, 2013; Nepomuceno, 2019; Palacios, 2008; Santos, 2016). Estas diferencias pueden estar relacionadas con las experiencias vividas por las personas con discapacidad, familiares, compañeros y amigos con discapacidad, lo que genera una actitud más positiva para la inclusión.
De este modo, las universidades deben caminar hacia el cambio y al desarrollo de planes de estudios sólidos, sostenibles, flexibles e inclusivos que contemplen respuestas a las necesidades de los estudiantes con discapacidad. Y, sobre todo, deben esforzarse por promover en los futuros docentes el desarrollo de actitudes positivas en relación con la discapacidad. En este sentido, es importante resaltar la necesidad de revisar los planes de estudio del área de educación prestando especial atención acerca del desarrollo de competencias y actitudes positivas para alcanzar prácticas educativas de calidad para todo el alumnado (Kent y Giles, 2016). Pues como se ha concluido en algunos estudios, tener contacto con personas con discapacidad tiene efectos positivos en las actitudes con respecto a la discapacidad (Goddard y Evans, 2018).
En definitiva, las universidades deben promover experiencias de trabajo práctico, sobre todo con futuros docentes y estudiantes con discapacidad, pues dichas experiencias promueven una actitud más positiva sobre las personas y estudiantes con discapacidad (Barton-Arwood et al., 2016).
5. Conclusiones
Como indican Barton (2009) o Gesser et al. (2012), ignorar la discapacidad en las políticas públicas relacionadas al ocio, vivienda, educación, trabajo y salud es un gran obstáculo para el avance de la comprensión de la discapacidad como una realidad presente en nuestra sociedad.
Por lo tanto, para perseguir los ideales de la lucha por una sociedad justa, equitativa e inclusiva, se hace necesario crear políticas que apoyen y marquen el rumbo a la sociedad, en las que se discuta la educación como un derecho inalienable de todas las personas de la sociedad.
En este escenario, nos referimos a la comprensión de la discapacidad como un fenómeno social situado en el contexto histórico-cultural, basado en pautas más justas e igualitarias para la distribución de la riqueza mundial, a favor de las transformaciones, las demandas materiales de infraestructura y el capital humano que tienen como objetivo el cumplimiento de los derechos de participación social, económica y cultural sostenible de cada estado o nación, lo que incluye la participación de las personas con discapacidad.
Se puede afirmar, entonces, que el movimiento contemporáneo por una sociedad inclusiva indica una revisión de los paradigmas sociales, lo que permite resignificar conceptos en la concepción social de la discapacidad. En otros términos, implica acomodar a todos los que entran en el sistema educativo, promover una educación de calidad, adaptarse a las necesidades de los y las estudiantes, respetar el ritmo y los procesos de aprendizaje, oponiéndose así a esa sociedad que incapacita y pone de relieve los impedimentos para progresar académicamente.
Como los hallazgos muestran que el alumnado tiende a estar de acuerdo con los enunciados de los modelos sociales y biológicos, es necesario ampliar el debate que busca tensionar las concepciones de discapacidad y sus implicaciones en el contexto universitario, ya que la universidad tiene un papel preponderante en la formación de profesionales comprometidos con las políticas públicas encaminadas a garantizar los derechos sociales para todos.
Este planteamiento es coherente con el principio y la defensa de un sistema educativo capaz de promover el aprendizaje a lo largo de toda la vida, en todos los niveles/etapas de la educación, para que puedan alcanzar el máximo desarrollo posible de sus talentos y aptitudes físicas, sensoriales, intelectuales y sociales. Esto está relacionado con la reivindicación de que la inclusión de las personas con discapacidad en la Educación Superior ha sido un hecho reciente en diferentes países, sigue las prerrogativas de quienes claman y necesitan un apoyo diferenciado para la permanencia y la finalización satisfactoria de los estudios universitarios.
Basada en los constructos de la teoría de la psicología social crítica, esta investigación alude a la comprensión de la discapacidad como un fenómeno social en un camino para la oferta de prácticas psicosociales y psicoeducativas inclusivas. La existencia en la situación de discapacidad se entenderá desde el lugar de quien la vive, en diálogo con quien se pone a favor de la lucha por los derechos fundamentales, el ejercicio de la ciudadanía y el respeto a la(s) singularidad(es) humana(s).
Los hallazgos de este estudio nos permiten inferir que el modo en que la sociedad concibe la discapacidad puede influir en las relaciones sociales y en las acciones planificadas, practicadas con relación a la persona en situación de discapacidad. Así, se destaca la importancia de estudios encaminados al desarrollo de investigaciones que puedan promover una mayor participación de estos sujetos en diferentes contextos sociales, a través de acciones que reduzcan el estigma, el prejuicio y la discriminación social que muchas veces se les confiere a estos sujetos.
Cabe mencionar que este estudio tiene sus limitaciones, ya que incluyó una muestra de estudiantes de una universidad en España. Por ello, se sugiere realizar otros estudios que puedan apoyarse en muestras compuestas por diferentes universidades del país para poder ampliar aún más las conclusiones.