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Muguerza, M., y Gonzales-García, C. (2022). Generación del Bicentenario: movimientos juveniles contra el expresidente Merino. Universitas-XXI, 37, pp. 149-171. https://doi.org/10.17163/uni.n37.2022.06
Introducción
A puertas de la conmemoración de los 200 años de la independencia del Perú, el país se vio eclipsado por una profunda crisis política y económica que alcanzó su cumbre más alta entre el 9 y 15 de noviembre de 2020. En este corto periodo, el Perú tuvo tres presidentes. “Todo esto se produjo a meses de realizarse las Elecciones Generales del 11 de abril del 2021 y en medio de una crisis sanitaria mundial producida por la Covid-19” (Jaramillo, 2021 p. 1). El estallido comenzó con multitudinarias protestas descentralizadas en el interior del país tras la vacancia presidencial contra Martín Vizcarra Cornejo y culminó con la renuncia de su sucesor Manuel Merino como jefe de Estado.
Parte de la atención mediática se centró en los manifestantes quienes fueron bautizados como la Generación del Bicentenario. La socióloga Noelia Chávez acuñó por primera vez el término el 12 de noviembre del 2020, en un tuit que decía: “La generación del bicentenario. Los marchantes. Merino tiene que dar un paso al costado” (Chávez, 2020). Casi de inmediato, el concepto cobró relevancia mediática y Chávez amplió su significado para referirse a una narrativa política que generó una identidad colectiva entre un conjunto de individuos heterogéneos en defensa de la democracia.
Villanueva (2021) sostiene que las protestas tuvieron diferentes escenarios como el digital (redes sociales), el hogar (cacerolazos) y la calle (marchas y protestas). Adicionalmente de los activistas políticos, identificó a tres tipos de manifestantes: a) los dedicados, quienes perseguían causas sociales, b) los no políticos, y c) los espontáneos, actores del grupo primario, como amigos y estudiantes, quienes empezaron como espectadores, pero luego se sumaron a las protestas.
En noviembre de 2020, un estudio del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) reveló que un 13 % de peruanos participó en las marchas. Es decir, alrededor de 4 millones 290 mil ciudadanos. Las investigaciones resaltaron que entre las principales razones de los manifestantes se encontraban: la polémica vacancia contra el expresidente de la República, Martín Vizcarra Cornejo; la juramentación de Manuel Merino como jefe de Estado; el desacreditado Congreso de la República, entre otros (Dargent y Rousseau, 2021).
Lo cierto es que, históricamente, la democracia en el Perú ha estado marcada por episodios de corrupción que calaron en la memoria colectiva de sus ciudadanos, construyendo un sistema político de cimientos frágiles e inestables (Paredes y Encinas, 2020). Esto lo vemos contrastado en la Encuesta Nacional de Valores y Ciudadanía 2020, donde 7 de cada 10 peruanos consideraron a la corrupción como el principal problema del país (Datum Internacional, 2020). En este sentido, la Generación del Bicentenario es el resultado de un grupo de ciudadanos que lucharon por descontaminar el malgastado sistema político a puertas de conmemorar los 200 años de independencia del Perú de la colonia española.
Este artículo académico analiza a la Generación del Bicentenario como una generación política dado que sus miembros “han vivido durante la adolescencia o adultez temprana un cambio drástico en el entorno de las relaciones de poder, que los afecta o marca distintivamente con respecto a sus predecesores” (Koeneke, 2007, p. 367).
Las generaciones políticas han sido unidades de estudio de varios trabajos académicos (Laouni, 2020; Fisher, 2018; Wong et al., 2017). Algunas de las investigaciones, relacionan el surgimiento de estas cohortes a los movimientos ciudadanos juveniles (Hadj-Moussa, 2021). Estas referencias ponen un especial énfasis en los contextos históricos, sociales y políticos en los que se desenvuelven sus protagonistas. Por ejemplo, Deau y Goeury (2019) rescatan la importancia histórica y la huella intelectual inmortalizada por la Generación M20F, término que hace referencia a jóvenes protestantes marroquíes que participaron en los levantamientos árabes de 2011. En esta misma línea, Laouni (2020) elabora un perfil de estos jóvenes protestantes quienes se manifestaron en contra de la corrupción, el nepotismo y el favoritismo de autoritarismos. A través de encuestas caracteriza la participación juvenil con base en el género, educación, afiliación política y uso de las plataformas digitales.
Por otro lado, las generaciones políticas acaban con los estigmas del supuesto desinterés juvenil en los asuntos públicos, como lo desmitifican algunos autores (Ross, 2018; Quaranta, 2016). Estas temáticas generacionales escapan de las tradicionales protestas relacionadas a la lucha de los derechos laborales y civiles, y extienden su campo de acción a temas como el cambio climático (Waeterloos et al., 2021; Boulianne et al., 2020; Holmberg, 2021; Bowman, 2019; Dodson y Papoutsaki, 2016); la discriminación racial y abuso de autoridad (Gallagher et al., 2018; Williamson et al., 2018; Reinka y Leach, 2017); así como los movimientos feministas (Baylina y Rodo-Zarate, 2020; Moraes y Sahasranaman, 2018); y LGTBIQ (Chironi, 2019; Peterson et al., 2018).
En los últimos diez años, una variable o categoría muy recurrente en las investigaciones es el uso de las plataformas digitales y cómo estas ayudan a potenciar la acción colectiva y conectiva de los manifestantes (Enikolopov et al., 2020; Raynauld et al., 2018; Ang et al., 2014; García et al., 2014; Valenzuela et al., 2012). En las investigaciones se concluye que los medios digitales reducen los costos monetarios de las manifestaciones; superan en inmediatez y son más interactivas que los medios tradicionales; incorporan a nuevos actores con identidades colectivas similares, entre otros.
En América Latina, existen trabajos interesantes sobre las generaciones (Vommaro, 2020; Sandoval y Carvallo, 2019; Nessi, 2019; Blanco y Vommaro, 2018; Bonviallani et al., 2008). En ellos se destaca la importancia de la participación juvenil, especialmente de universitarios, en las movilizaciones sociales.
En el Perú, con respecto a las publicaciones sobre la Generación del Bicentenario se pueden resaltar trabajos fotoperiodísticos (Asociación de Fotoperiodistas del Perú, 2021; Reyna y Sotelo, 2021), así como testimoniales de mujeres protagonistas de la Generación del Bicentenario (Chávez, 2020; Motta, 2020; Purizaca, 2020). Por otro lado, existen libros publicados que recopilan el testimonio de sus miembros (Sifuentes, 2021; Raymundo, 2021).
Respecto a lo anterior, todavía no hay muchos trabajos académicos sobre el caso. Uno de estos es un ensayo que compara a dos generaciones juveniles peruanas que se desarrollaron en contextos muy diferentes (Burga, 2021); y otra que analiza las protestas a través del tratamiento informativo de los medios de comunicación utilizando la teoría del framing (Angulo y Bolo, 2021). Sin embargo, no se hallaron estudios de este tipo que utilicen a los protagonistas del Bicentenario como unidad de análisis. Tras lo expuesto, formulamos el siguiente problema: ¿quiénes fueron estos jóvenes manifestantes que cobraron protagonismo durante las protestas?, ¿cuáles fueron las motivaciones políticas que los llevó a manifestarse?, ¿de qué manera lo hicieron?, y ¿cómo se autodefinen?
Marco teórico
Longa (2017) hace una revisión cronológica y teórica de las primeras aproximaciones sobre las generaciones. En su artículo destaca el trabajo de Comte, Dilthey, Donati, Martin, entre otros. Si bien en un principio el término estuvo relacionado a lo biológico y dimensiones cuantitativas etarias, estas fueron evolucionando a tópicos más complejos e interpretativos desarrollados por la sociología estructural como los contextos socio-culturales, socio-históricos, socio-políticos, entre otros (De Oliveira, 2017).
Segura y García (2010) profundizan en la tipología de las generaciones e identifican cinco modelos: Veteranos, Baby Boomers, Generación X, Generación Y y Generación Z. Las nomenclaturas y rangos de edad varían dependiendo de cada autor; sin embargo, cabe resaltar el aporte de Comte, Dilthey, Ortega y Gasset, Gramsci y Mannheim (Leccardi y Feixa, 2011). Por ejemplo, Comte hizo una aproximación más cuantitativa, Dilthey más histórica, Ortega y Gasset se centran en una misión generacional y Mannheim tiene una perspectiva más sociológica.
Díaz et al. (2017) sostienen que: a) los Baby Boomers tienen una presencia activa en las organizaciones en cargos de poder y es una generación preocupada por la búsqueda de estatus, lealtad y calidad de vida; b) la Generación X creció con ideas liberales, sin una afiliación política particular y relacionan a la educación con oportunidades laborales; y c) la Generación Y, también conocida como millennials, abrazan a la tecnología como un estilo de vida y tienen un desapego a cualquier afiliación política, así como a instituciones como la iglesia. Por otro lado, Dutra (2017) identifica a la Generación Z como nativos digitales, dependientes de las tecnologías y que logran aceptar mejor los cambios, son multitareas, entre otros.
En lo práctico, los modelos generacionales son tan complejos que existe una crítica sólida y legítima hacia ellos. Desde esta perspectiva, las segmentaciones estructurales como los rangos etarios y las vivencias socioculturales han pasado de ser muy marcadas a infinitas o invisibles, incluso en unidades de análisis reducidas. Por ejemplo, la mayoría de modelos generacionales tienen como columna vertebral a los rangos etarios. En este punto, coincidimos con Leccardi y Feixa (2011) al reconocer que las generaciones no tienen una cadencia temporal como lo establecen algunos académicos, por lo que no se puede medir ni predecir su ritmo.
Por otro lado, el desarrollo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y la aparición de fenómenos como las brechas digitales han afectado de manera directa la estratificación de las generaciones. En este sentido, los modelos presentan una gran variedad de aplicaciones operativas que deben ser reformulados en cada caso de querer obtener mejores resultados (Guisado y Agoiz, 2013).
Pese a esta complejidad operacional, en el campo académico ha hecho uso del término generaciones para referirse a cohortes literarias, artísticas, y políticas. Braungart y Braungart (1986) desarrollan tres definiciones de generación: a) como descendencia; b) como grupo cohorte o grupo etario; y c) como una generación política o grupo etario especial que trabaja por un cambio social. Para los autores, el grupo etario está más relacionado a factores biológicos, mientras que una generación o cohorte política tiene en cuenta las necesidades e intereses de los sujetos. Para el estudio sobre el activismo político y las movilizaciones sociales se han utilizado más estas dos últimas acepciones (Longa, 2017).
Según Galais (2012), a diferencia de la cohorte como grupo etario cuya clasificación depende principalmente de los rangos de edad, las cohortes políticas se convierten en un factor de cambio cultural influenciados por sus valores y actitudes en contextos sociales, históricos y políticos. Braungart (1984) define las generaciones políticas como un grupo que construye una identidad basada en una misión generacional que marca un hito en el ámbito público al romper con un orden preexistente. Por su parte, Brea (1983) sostiene que “el elemento básico de una generación política consiste en la vivencia, en un mismo periodo vital determinado, de una experiencia histórica” (p. 50).
Muñoz (2011) establece elementos a tener en cuenta para identificar a las generaciones políticas: a) van más allá de las dimensiones etarias; b) no tienen una cadencia biológica determinada, sino de factores como la memoria, la identidad, marcas epocales, entre otras; c) las identidades pueden ser diversas dentro de un mismo grupo; d) aparecen en procesos de cambios históricos. Cabe resaltar que, desde el punto de vista sociológico, las identidades colectivas se construyen en un grupo de personas que se identifican como similares al compartir metas medios y ambientes que crean esquemas cognitivos grupales en bases a experiencias e intereses en común (Chihu, 1999).
Por otro lado, es importante resaltar cómo algunos autores relacionan las generaciones políticas con los movimientos ciudadanos juveniles. “Como agentes conscientes del cambio social y político, los movimientos juveniles se comportan en la arena pública semejante a otros movimientos sociales de protesta” (González, 2004, p. 227).
De Oliveira (2017) identifica cuatro estructuras dominantes de confrontación juvenil: a) la turba estudiantil, relacionada al papel que cumplen los escolares y universitarios en las movilizaciones sociales; b) la juventud de partido, integrada por jóvenes organizados para la promoción de políticas; c) la organización paramilitar, relacionada a la participación juvenil en los conflictos armados; y d) el movimiento social de una nueva generación, integrado por pacifistas, ecologistas, antinucleares, pro-derechos civiles, entre otros.
Lejos de la falta de experiencia que se les podría atribuir, hay quienes destacan su ímpetu por modificar prácticas sociales y políticas a través de las manifestaciones (Vázquez y Vommaro, 2008). En América Latina, estos protestantes se caracterizan por exigir mejores demandas educativas y socio-políticas para acabar con las relaciones opresivas de la cotidianidad (Acevedo y Correa, 2021).
Agurto et al. (1985) destacan la importancia de la participación de los jóvenes ya que no solo se revelan al status quo, sino que imponen un nuevo orden social a través de su activismo. En el mismo sentido, Aguilera (2014) los analiza como actores de un cambio social que luchan por construir un orden alternativo.
Por lo tanto, las generaciones políticas y los movimientos ciudadanos juveniles se traducen no solo en la exteriorización del malestar juvenil, sino también como un cúmulo de necesidades y propuestas que necesitan ser satisfechas.
Método
Esta investigación es de enfoque mixto y nivel exploratorio. Se utilizó la encuesta a partir de un tipo de muestreo no probabilístico por conveniencia. La herramienta de investigación sirvió para identificar las características generacionales, políticas y las formas de protestar de los jóvenes del Bicentenario. Asimismo, se empleó para recoger las percepciones que tuvieron dichos ciudadanos sobre sí mismos.
El instrumento se aplicó digitalmente desde el 9 hasta el 11 de noviembre de 2021, días en los que se conmemoró un año de las protestas de la Generación del Bicentenario. Los canales utilizados para la promoción de la encuesta fueron grupos de Facebook relacionados a esta nueva cohorte política; el apoyo de una institución educativa pública a través de mailing; y su difusión gracias al apoyo de usuarios de Instagram que cuentan con más de diez mil seguidores, quienes también participaron en las marchas.
Los datos fueron procesados a través de los programas estadísticos IBM SPSS Statistics y ATLAS.ti. La población estuvo conformada por peruanos mayores de 18 años. La muestra fue constituida por 452 personas; sin embargo, se seleccionaron 380 encuestados quienes, a través del cuestionario, se reconocieron como parte de la Generación del Bicentenario.
Asimismo, a nivel cualitativo, se analizaron un total de 243 respuestas para crear una aproximación conceptual sobre la percepción de jóvenes sobre su activismo político. Para ello se realizó un proceso de codificación abierta axial que implicó la lectura de los datos, el reconocimiento de patrones y vinculación de códigos generados inductivamente
Resultados
De los 452 encuestados, 380 peruanos mayores de 18 años se consideraron parte de la Generación del Bicentenario. Es decir, un 84,1 % del total de la muestra. El 71,32 % vive en Lima Metropolitana, mientras que el 28,7 % en otras regiones del Perú. Asimismo, el 65,8 % de las personas son de sexo femenino y el 34,2 % de sexo masculino.
Por otro lado, 362 encuestados que se consideraron parte de la Generación del Bicentenario eran de zonas urbanas, mientras que 18 de zonas rurales. Es decir, el 95,3 % y el 4,7 %, respectivamente. Teniendo en cuenta que el Perú es un país multicultural, cabe resaltar que el 64,2 % se identificaron como mestizos; el 10,4 % quechuas; el 7,1 % blancos; el 6,8 % negros, morenos, zambos, mulatos o afroperuanos; el 1,1 % aimaras; el 0,8 % nativos o indígenas de la Amazonía; entre otros. El 1,6 % no se identificó con ninguno de sus orígenes o costumbres.
Características generacionales
En cuanto a las características generacionales, los resultados fueron agrupados a través de los rangos etarios utilizados para estudios de marketing internacionales. Para ello se tomó como referencia la clasificación sociológica realizada en 2016 por The Center for Generational Kinetics, que ya ha sido aplicada por otros investigadores (Gómez et al., 2020).
La tabla 1 muestra que más del 80 % pertenecen a la Generación Z y Generación Y. La primera creció en una era digital, mientras que la segunda lo hizo a inicios de la era del Internet. Asimismo, ambas generaciones se caracterizan por una dependencia de los dispositivos móviles; sin embargo, en la Generación Z esta tendencia es más marcada y se observa una hiperconectividad.
Características políticas
Desde 1980 a la fecha, el Perú ha tenido mayoritariamente gobiernos democráticos de centro y derecha. Por lo que, generalmente, se ha evidenciado en las protestas una mayor cantidad de manifestantes de espectro político de izquierda. Cabe resaltar que un significativo 33,4 % de manifestantes no se identifica con ningún espectro político, mientras que el 12,9 % no sabe o no opina.
Una tendencia similar se observa en la tabla 3, donde se percibe que los encuestados muestran una apatía hacia los partidos políticos tradicionales. El 72,4 % de participantes no tuvo ningún tipo de simpatía o afiliación partidaria. Esto podría estar relacionado al hartazgo de los jóvenes peruanos hacia sus instituciones democráticas, una problemática que no logra ser superada pese a los nuevos partidos que se vienen instaurando y cuyas propuestas no satisfacen sus preferencias.
Por otro lado, la Generación del Bicentenario manifestó que entre las principales motivaciones políticas para protestar estaban la lucha por la democracia y contra la corrupción. Algunos encuestados manifestaron otros motivos como la crisis económica, sanitaria, por una nueva constitución, por sus nietos, o por la mala gestión de la Policía Nacional del Perú.
Características sobre las formas de protesta
En cuanto a la manera de protestar, la mayoría lo hizo a través de las plataformas digitales. Algunos participantes indicaron que participaron de las protestas acercando los manifestantes a sus hogares a través de sus autos; haciendo donaciones a brigadas; colocando afiches en el frontis de su casa; creando páginas para memes; y tocando instrumentos musicales andinos como otras formas de protesta.
Autopercepción
En cuanto a la autopercepción conceptual de la Generación del Bicentenario, los protagonistas utilizaron más de 1200 palabras en el desarrollo de sus respuestas.
En el análisis se excluyeron algunos términos como artículos, verbos, conectores, entre otros. Las palabras que más se utilizaron hacían referencia a “generación” (146), “Perú” (111), “lucha” (51), “democracia” (48), “jóvenes” (33), “bicentenario” (29), entre otros. Estos términos fueron también utilizados por los medios de comunicación durante la cobertura de las protestas.
Nota: Las palabras consignadas en la columna “Similares” fueron escritas de esa manera por los encuestados.
Por otro lado, tras el procesamiento de los datos y tomando como referencia principal las palabras más utilizadas en las respuestas, se agruparon de manera inductiva los códigos en tres categorías: a) aproximaciones conceptuales, b) identidades colectivas y objetivos, y c) características.
Acerca de los resultados sobre las aproximaciones conceptuales, bajo criterio del investigador se identificaron cuatro tipos relacionados a la edad, las marchas, así como una connotación positiva y otra cuestionadora sobre la Generación del Bicentenario.
La tabla 6 muestra los valores y objetivos relacionados a la Generación del Bicentenario que llevarían a consolidar sus motivaciones políticas y demandas.
Por último, se identificaron características generacionales como información y tecnología, hartazgo e indignación, participación política y cívica, cambios, pensamiento crítico, entre otros.
Discusión y conclusiones
En cuanto a las características de la Generación del Bicentenario podemos afirmar que gran parte de los encuestados que protestaron en las redes sociales forman parte de la Generación Z o Y. Como también ocurrió con el levantamiento egipcio en 2011 (Lim, 2012), las redes sociales ayudaron a los activistas a enmarcar problemas, propagar símbolos y transformar el activismo online en protestas offline haciendo uso, para eso, de recursos humanos y materiales, que se caracterizaron por la ayuda solidaria entre sus miembros como el uso de vehículos para trasladar a los manifestantes, colocando mensajes de protesta en las fachadas de algunas viviendas; e, incluso, tocando instrumentos musicales andinos.
Los resultados también nos muestran que no existe una identificación de los protagonistas de la Generación del Bicentenario con las ideologías o las agrupaciones políticas que los representan. De esta forma, no podemos sostener que las marchas contra el expresidente Merino hayan permitido reconocer el surgimiento de un movimiento juvenil de izquierda en el Perú, sino, más bien, que ha sido el resultado de una postura ética que reivindica una mayor participación política no partidaria.
En cuanto a los términos que los encuestados más utilizaron para hacer una percepción de ellos mismos, podemos encontrar palabras clave que fueron ampliamente utilizadas por los medios de comunicación tradicionales y digitales. En este sentido, términos como “generación”, “jóvenes”, “marcha” y “democracia” son relevantes para realizar una acepción consensuada.
Cabe resaltar que, en esta aproximación conceptual, no todas las personas que se autodefinen como parte de la Generación del Bicentenario tienen una versión positiva de sí mismas. Existe un grupo cuyo discurso está relacionado al hartazgo y la indignación, y piensan que sus integrantes solo siguieron a la mayoría sin tener una identidad individual que los movilice. A pesar de las diferentes posturas, ambos discursos se caracterizan por el acceso rápido a la información y tecnología, por revalorizar el sistema democrático e interpretar el bicentenario del Perú como una oportunidad de cambio.
La presente investigación concluye que, desde el punto de vista sociológico, los manifestantes del Bicentenario pueden ser considerados como una generación política dado que: a) marcaron un hito importante en la historia contemporánea del Perú; y b) crearon identidades colectivas heterogéneas que se unieron a través de una misión generacional. La mayoría de manifestantes fueron jóvenes que lucharon por la democracia y en contra de la corrupción, en medio de la crisis tras la juramentación del expresidente Manuel Merino, en noviembre de 2020.
Por otra parte, en la Generación del Bicentenario pudimos identificar dos tipos de manifestantes: los pro-democracia y los anti-corrupción. La primera tiene una perspectiva positiva de sus miembros, así como una misión generacional enfocada en revitalizar la democracia. Asimismo, asimila los cambios sociales como positivos. La segunda tiene una visión cuestionadora del sistema y está relacionada a la lucha de antivalores como la corrupción y el sistema político tradicional. Esta facción posee un discurso radical y una concepción crítica de sus miembros.
Si bien es cierto que la discusión en torno a la identificación de una generación puede ocasionar un amplio debate, se halló evidencia que esboza que los manifestantes que marcharon contra Merino son una generación. Considerando lo dicho por Braungart y Braungart (1986) concluimos que como grupo etario es impulsado por la participación de millennials y centennials, y como cohorte especial, a través de los resultados obtenidos, sí se identificaron valores y actitudes en común que sientan los cimientos para ser considerados de tal forma.
Díaz-Albertini (2022) argumenta que el éxito de las movilizaciones se basa en la indignación de un gran número de personas, la construcción de una identidad colectiva y un convencimiento de que los cambios ciudadanos a gran escala son posibles. Por lo tanto, consideramos que el activismo de la Generación del Bicentenario fue satisfactorio, pero que su victoria o fracaso dependerá de su contribución y participación a largo plazo en asuntos relevantes de la política peruana. En este sentido, dado que este trabajo es uno de los primeros en utilizar a la Generación del Bicentenario como unidad de análisis, servirá para que académicos puedan profundizar en el tema.
A pesar de que la percepción de la sociedad sobre la política en América Latina se caracteriza por un desencanto y desinterés que provoca la praxis de los políticos (Ramos-Galarza et al., 2018), las marchas contra la gestión del expresidente Merino demuestran que cuando los jóvenes presienten las consecuencias políticas que generan sus autoridades, pueden organizarse y levantarse contra regímenes que consideran amenazantes.