Forma sugerida de citar:
Mila-Maldonado J. A., Lara-Aguiar, J. A., Carrasco-Muro, C. D., & Narváez-Ruiz, E. E. (2022). Construcción política de Nayib Bukele en Twitter en el contexto del COVID-19. Universitas-XXI, 36, pp. 19-41. https://doi.org/10.17163/uni.n36.2022.01
Introducción y contexto situacional
El año 2020 en El Salvador estuvo marcado por el conflicto político entre los poderes del Estado, incluso en el contexto de la pandemia. En febrero de 2021, soldados armados entraron en una sesión de la Asamblea Legislativa. Según Amnistía Internacional (2021), este altercado fue un intento de por intimidar a los legisladores para que aprobaran un préstamo dirigido a las fuerzas de seguridad del país. En marzo, el Ejecutivo decretó medidas de confinamiento obligatorio y ordenó a las fuerzas de seguridad la detención de las personas que no lo cumplieran las medidas. Según Human Rights Watch (2021), más de 16 000 personas fueron detenidas. Estas personas fueron retenidas en centros de contención; según la Deutsche Welle (2020a), estas instalaciones estaban en condiciones precarias e insalubres.
Durante la implementación de las medidas de confinamiento, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos reportó más de 1600 denuncias de violaciones de derechos humanos, incluyendo más de 620 abusos relacionados con el derecho a la libertad de circulación. Además de la conflictividad política con el Poder Legislativo, el gobierno presentó desobedecimiento por parte del Ejecutivo a tres sentencias emitidas por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema que prohibían detener personas por haber incumplido las normas del confinamiento y cuarentena (Human Rights Watch, 2021).
Desde mayo, las clases pasaron a dictarse mediante sesiones virtuales y para agosto el Ministerio de Educación anunció que las escuelas y universidades permanecerán cerradas, hasta el 31 de diciembre. La educación continuó a través de Internet, radio y televisión. Respecto a las medidas de protección social gestionada por el gobierno salvadoreño para atender la emergencia sanitaria y sus consecuencias, según la CEPAL (2020), se registraron transferencias monetarias y subsidios de los servicios básicos. En relación con las transferencias, solo se ejecutó una sola vez en abril con un bono de 300 USD.
En líneas generales, el contexto de El Salvador durante 2020 presentó un retroceso respeto al respeto de la institucionalidad democrática. La intervención de las fuerzas de seguridad en la sede del parlamento, así como la detención arbitraria de personas por incumplimiento de las medidas de cuarentenas, son precedentes perjudiciales. No obstante, un aspecto positivo dentro de este contexto fue la reducción de la tasa de homicidios. Según el PNUD (2021) hubo una disminución de 1068 víctimas menos respecto a 2019, la tasa fue de 19,5 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Bajo estos parámetros, este artículo pretende analizar la construcción política del presidente Nayib Bukele —presidente de El Salvador— en su cuenta de Twitter (@nayibbukele) el marco del COVID-19, a partir de las principales características del populismo como precepto político. La justificación temática del carácter reciente del inicio de la toma de medidas de confinamiento a nivel regional, así como también el posicionamiento —en cierta medida desde la polémica— del mandatario salvadoreño en la opinión pública. De igual forma, la pandemia ha mermado las formas de relacionamiento habituales en la esfera pública, motivo por lo que los canales digitales de comunicación se han convertido en una alternativa poderosa a la hora de difundir las medidas adoptadas por las autoridades locales y regionales, por lo que se espera contribuir a la investigación del funcionamiento político y sanitario de estas plataformas digitales.
La propuesta de este artículo resulta innovadora, puesto que se articula en un estudio de la comunicación, cuyo objetivo es analizar la construcción de la agenda política sobre la base de componentes teóricos del populismo. Además, el tema es relevante debido al contexto temporal del COVID-19, caracterizando las nuevas estrategias y mecanismos de comunicación política a través de narrativas transmedia. Existe abundante literatura sobre estudios del populismo en torno a la construcción de sujetos políticos: “Perón en Argentina, Vargas en Brasil y Carderas en México” (Aibar & Vázquez, 2008, p. 186), así como también en los sistemas políticos europeos desde el fortalecimiento de la figura de Margaret Thatcher (Hermet, 2003; Hernández-Carr, 2011). Sin embargo, el abordaje del rol de los políticos populistas (y no populistas) en los procesos de la pandemia sigue siendo insuficiente debido al carácter reciente del fenómeno y su constante evolución (Mila-Maldonado et al., 2021). Por ello, la originalidad de este estudio radica en analizar la construcción de una agenda política sobre la base de los componentes del populismo y la actualidad temática del COVID-19.
Fundamentación teórica
Twitter como canal de comunicación político-sanitaria
En un contexto de transformación cultural y de globalización, se hace presente la creación de un ecosistema virtual, donde cobran importancia las redes sociales (por ejemplo, Twitter) como canales de comunicación efectiva entre los políticos y sus seguidores. A través de su uso, los líderes construyen de forma más efectiva sus imágenes y contribuyen a establecer imaginarios colectivos en las interacciones con sus públicos (Congosto et al., 2011).
Para los autores Congosto et al. (2011), “Twitter es una fuente de información que permite segmentar a los usuarios, descubrir cómo los ciudadanos participan en el debate político y cómo se agrupan por afinidad ideológica” (p. 12), con la posibilidad de movilizar públicos con intereses compartidos, a través del uso de los 208 caracteres que permite la plataforma para cada mensaje enviado, junto con imágenes, material multimedia o links externos. De este modo, Twitter tiene la posibilidad de ser personalizado y de difundir un corto mensaje a grandes escalas y establecer efectos de influencia y convocatoria hacia espacios de movilización social en torno a un clima de opinión compartido por muchos internautas en un plano digital que cambia los esquemas de limitación por la ubicación geográfica de los internautas para su retroalimentación.
Ahora, con énfasis en la dimensión del estudio, que incorpora a la esfera política, un candidato político puede construir una imagen sólida de sí mismo y de sus ideas a través del uso de esta plataforma digital, al utilizar un lenguaje formal o informal según las características de la audiencia y tornarse un líder movilizador importante y estableciéndose de ese modo una personalización de su rol en la política, donde el usuario pueda compartir la información y que de ese modo se generen ramificaciones inimaginables en el alcance de esta (Carrasco et al., 2018).
Para Álvarez (2018), el Twitter, entonces, se torna parte de un novedoso (y aún en desarrollo) concepto de democracia digital, como una superestructura política y jurídica que permite a los líderes aglomerar a grandes grupos de individuos que forman parte de un ‘pueblo’ en sus procesos comunicativos. El político usuario de esta red social añade temáticas de la agenda pública a sus agendas políticas, establecer mecanismos de rendición de cuentas, captar públicos indecisos en contextos de campañas electorales y otras formas de militancia. Las redes sociales se configuran como una dimensión comunicativa cada vez más poderosa, en tanto “en la actualidad, la ciudadanía se informa políticamente a través de las redes sociales Facebook o Twitter, aunque también a través de servicios como WhatsApp, Instagram o plataformas como YouTube” (López-López & Vázquez-González, 2018, p.1206), y los políticos fungen como portavoces parte de tales procesos.
En escenarios prácticos, el Twitter ha sido parte de la construcción de la imagen política de líderes de gran envergadura como Marine Le Pen y Donald Trump (Álvarez, 2018); en cuya campaña a la presidencia de este último jugó un papel fundamental debido a la pugna con algunos conglomerados mediáticos y el sesgo de los mismos a favorecer la campaña de Hillary Clinton y a desacreditar la del político republicano (Mila-Maldonado et al., 2021).
Aterrizando la variable teórica al objeto de estudio, el Twitter se ha convertido en parte de la identidad política de Nayib Bukele, quien por cuya edad figura como una de las personas más jóvenes en asumir la presidencia de un país (37 años al momento de iniciar el cargo) (Libretilla.com, 2019), convitiéndose así en una persona muy cercana a una generación nativa digital, lo que le permite interactuar con cierta facilidad con públicos con distintas tipos de consumo de información (Grassetti, 2020). Esto, sustenta el interés de estudiar cómo el actual presidente de El Salvador emplea el Twitter para constituir su perfil político, en un contexto de crisis sanitaria global. Pero, sobre todo, observar los usos discursivos empleados en la plataforma Twitter y, cómo estos operan en la emotividad de sus mensajes, ya que, en términos de Vizer (2009): “la telemática (informática y comunicación a distancia) permite operar ya no solamente sobre la información, sino también sobre la manipulación estratégica y el control de procesos físicos, sociales y mentales a distancia” (p. 2).
Presupuestos teóricos del populismo
El artículo aborda la corriente teórica del populismo, con el objeto de profundizar en sus componentes y características en el marco de la pandemia del COVID-19 en El Salvador, tomando como objeto de análisis los mensajes políticos de Nayib Bukele. Se parte del populismo debido a que, este suele manifestarse en construcciones discursivas movilizadoras dentro de contextos de crisis sociales y políticas (Laclau, 2005). Resulta ser un proceso político que acumula equivalencias populares manifestadas a través de discursos emotivos en relación con necesidades insatisfechas por parte del Estado, que son articuladas por sujetos políticos en un escenario de desconcierto y desconfianza de las grandes mayorías.
El pueblo es el concepto central para la definición populista, absorbe pulsiones ideológicas y apegos emocionales discursivos. La designación de pueblo cataliza la movilización colectiva: “el pueblo existe en tanto es designado como tal, y el no pueblo existe en oposición al primero” (Casullo, 2019, p. 49) De ahí que se piense como una idea de corporativismo, en la cual el sujeto político se adhiere a sectores sociales mediante enunciados de cambio social (Howard, 2004). La acumulación de esperanzas y demandas populares, la convierten en una identidad política compartida, donde sus adeptos conectan con tendencias ideológicas de transformación política, económica y social.
Para la exacerbación del populismo se requiere de momentos de fraccionamiento político y social, es decir el populismo presenta características polarizantes en torno a una sociedad dividida. Tal concepto no se reduce a una definición absolutista y unitaria, sino más bien encierra aspectos analíticos presentes en coyunturas dicotómicas del espacio social: el verdadero pueblo frente a una élite corrupta como voluntad general del pueblo (Mudde, 2015). Por tal razón, Laclau (2005) manifieste que el populismo está compuesto de tres dimensiones: “la equivalencia entre las demandas insatisfechas, la cristalización de todas ellas en torno de ciertos símbolos comunes y la emergencia de un líder cuya palabra encarna este proceso de identificación popular” (p. 58). Todas estas en un espacio público agonista, en disputa de significados e identidades políticas, inmersas en una polarización de adversarios políticos mediante identificaciones de un nosotros/ellos.
Con referencia a esto último, Mouffe (2005) sostiene que la construcción de un ‘nosotros’ siempre apela a la exclusión, quiénes van a quedar fuera del proyecto político. Dicho con otras palabras, la constitución de un nosotros como identidad popular que aglutina las necesidades heterogéneas, traducidas en equivalencias, creará un ellos, un adversario. Para Mouffe (2005), analizar el nosotros/ellos resulta clave para categorizar si es un populismo de izquierda o de derecha, en función a los componentes afectivos y valorativos como voluntad colectiva de construir al pueblo.
En tal sentido, el populismo no obedece a una mirada reducida que es endosada tan solo a una ideología de izquierda, por el contrario, también, adquiere mecanismos instaurados como soberanía popular enraizados en lógicas neoliberales de extrema derecha. Esto sobre la base de la recomposición del campo político y su constante transformación en la contienda de partidos. Es por ello que, Mouffe (2005) precisa que el populismo de derecha se configura a través de falsas premisas y mecanismos de exclusión expresada en la xenofobia, el racismo y clasismo, como proyecto político de construcción colectiva y de pueblo.
Para De la Torre (2018) un actor populista establece una clase de metáfora al construir —a partir de la democracia como soporte discursivo— al pueblo como un ‘nosotros, en tanto, para el político “todos somos (yo soy —con minúsculas—) el espejo donde se refleja” (p.186), como forma de conectarse con sus seguidores. Del mismo modo, esta tipología de políticos redefine el concepto de los ciudadanos, al transformarlos “en niños que necesitan de su tutela y que, si no obedecen al padre sabio y bondadoso, pueden ser reñidos y hasta castigados” (p.187).
Uno de los elementos fundamentales para llegar a tener cabida el populismo, es la figura del líder. Al construirse sobre la base de enunciados emocionales y esperanzadores, la figura de líder resulta ser indispensable para conectar con sus adeptos: “una de las constantes de los movimientos populistas es su falta de un aparato fuertemente estructurado, el único nexo sólido es el líder. No hay, o casi, niveles intermediarios” (Dorna, 2003, p.122). La acogida y aceptación de los discursos populistas será eficaz siempre y cuando la figura del líder sea construida a partir de un flujo lingüístico, pero, sobre todo, al ser mitificado, al recoger la visión del pasado para transformarse en el héroe del futuro (Casullo, 2019). El carisma es un aspecto innato de los líderes, de modo que este facilita su rol de autoridad permitiéndole desplegar la lucidez y empatía con el público. “El líder carismático muestra un dinamismo contagioso y ofrece una atracción irresistible” (Dorna, 2003, p.77).
En tal sentido, Nayib Bukele, como un outsider de la política, propone nuevas formas de administración pública. Abogando por el uso de las redes sociales como instrumento político en su mandato, sostiene una renovación del tejido político y social en función de una soberanía popular (Navas, 2020). Entonces, resulta interesante analizarlo sobre la base teórica del populismo, puesto que transgrede las formas y normas discursivas del quehacer político tradicional, a través de la construcción de un actor colectivo sobre la base de la categoría pueblo, tal y como se evidencia en otros actores políticos de renombre, como Donald Trump (Mila-Maldonado et al., 2021).
Entonces, este estudio parte de variantes teóricas del populismo, como vectores que permiten analizar e interpretar la construcción de la figura política y los usos discursivos en el mandato de Bukele, puesto que a través de su liderazgo se fomenta la construcción de la identidad de pueblo salvadoreño, el cual obedece a procesos complejos —discursivos y emocionales— que consolidan proyectos políticos enraizados en la soberanía popular (Errejón & Mouffe, 2015).
Metodología
En este artículo se ha considerado como objeto de estudio la red social de Twitter, específicamente, la cuenta del mandatario salvadoreño, Nayib Bukele (@nayibbukele), debido a que, la misma es considerada como su agenda política, además, de permitir caracterizar y analizar la construcción de su perfil político sobre la base teórica del populismo. Pues, Twitter, en los tiempos actuales, se ha configurado como sala pública que gestiona la visibilidad de la vida política (Jungherr, 2016). Como objetivo central de la investigación, se busca identificar las principales cualidades populistas presentes en el actor político Nayib Bukele, a partir del uso de su cuenta @nayibbukele de Twitter, en un contexto aunado a la toma de medidas para paliar los efectos de la pandemia del COVID-19. De este modo, se identifican otros elementos como la construcción de la variable del pueblo en su discurso, la construcción del enemigo, y otros aspectos de interés como la polarización que se deviene en sus mensajes y elementos propios del negativismo político.
El horizonte temporal del estudio lo abarcan tuits publicados (776 en total) de Bukele, durante el semestre abril-septiembre de 2020, vistos como los meses en los cuales se tomaron las primeras medidas de restricción en la región. Para esto, es importante tomar en cuenta el componente de crisis de Laclau (2005), donde se puede identificar la aparición de líderes con rasgos populistas, que pretenden aglutinar equivalencias populares. Por lo tanto, esta coyuntura posibilita observar la acción y configuración de Bukele como sujeto político, así como los componentes discursivos frente a la crisis sanitaria en su país.
Se parte de criterios de la investigación cuantitativa, cuya naturaleza numérica permite analizar grandes compendios de información, con el fin de sistematizarlos de forma efectiva, de fenómenos de la realidad social, resultados estadísticos que deriven de criterios de exactitud (Hernández-Sampieri et al., 2014). Esta tipología de investigación permite comprobar hipótesis y entender comportamientos de variables e individuos en contextos determinados de interés (Del Canto & Silva, 2013). En el caso de este artículo este principio se hace presente de forma aplicada a comprender el rol del manejo comunicacional de la cuenta de Twitter de Nayib Bukele en torno a la crisis sanitaria generada por el COVID-19 y sus estragos a nivel local y global. Se parte de la premisa de que el mandatario funge como uno de los principales portavoces de El Salvador en relación con las medidas de gestión para reducir los efectos negativos del virus y otorgar una salida de forma cercana en el tiempo. Por esa razón se resalta la importancia de la gestión de las redes sociales como instrumentos políticos y la importancia de estudiar la gestión y difusión de mensajes en una era digital, especialmente por parte de un considerado ‘presidente millenial’ y cercano a las nuevas generaciones que crecen en entornos híbridos entre la presencialidad y lo digital (Grassetti, 2020).
Para ello se procede metodológicamente a examinar el corpus (compuesto por tuits), bajo el procedimiento del análisis de contenido, puesto que es “una técnica de investigación, destinada a formular, a partir de ciertos datos, inferencias reproducibles y válidas que pueden aplicarse a su contexto” (Krippendorff, 1990, p. 28). Así, esta técnica, a partir de la sistematización estadística de datos, posibilita realizar un ejercicio interpretativo rigurosamente válido (Igartua, 2006), para lo cual se partió de la elaboración de un manual de codificación (Neuendorf, 2002), que abarca variables construidas en función a categorías teóricas del populismo, con el objeto de que las inferencias sean representativas y reproducibles en posteriores investigaciones y obtener una generalización de los resultados.
De igual forma se incorporan al manual de códigos variables orientadas a determinar si el perfil del mandatario está orientado hacia el carisma o a la confrontación; así como también a identificar la exaltación de valores en los mensajes, su tono y el nivel de polarización (Islas, 2020), que propicia desde su agenda. La elección de las categorías deriva de la necesidad de evaluar las características populistas del actor más allá de sus definiciones teóricas, en tanto se incorporan preceptos cualitativos, tomando a la comunicación política como elemento transversal. Entonces, para tener un análisis más profundo de los datos, se procede a realizar la correlación o cruce de variables, de modo que fungen como vectores que permiten profundizar las interpretaciones. Pero, sobre todo, realizar un estudio comparativo: cotejar dos o más estados que subyacen sobre una misma propiedad común del caso de análisis (Marradi et al., 2007).
Presentación de resultados
Como primer cruce de variables, se obtiene una relación significativa entre la construcción del perfil político de Bukele y la polarización (Chi-cuadrado de ,000), en tanto al observar el gráfico, se evidencia mucha polarización en sus mensajes cuando se construyen desde la confrontación (227 mensajes con tales características). Aquello vislumbra que, Bukele presenta un carácter contra sistémico y crítico frente a sus adversarios políticos, sobre todo a mensajes que critican su gestión, reflejando un discurso redentor y protector del pueblo contra enemigos de la vieja política salvadoreña. Mientras tanto, en los casos donde no existe polarización, su perfil suele ser carismático (98 veces) o estar orientado a la transparencia (en 63 de sus tweets emitidos). Como lo evidencia el gráfico, los mensajes no tienen una carga de polarización cuando Bukele se presenta como: carismático, representante del pueblo y transparente, de manera que su imagen política se construye sobre la base de variantes de empatía y lucidez para que sus mensajes conecten con sus adeptos.
De este modo se hace presente el valor del carisma en el mandatario salvadoreño a la hora de tornar al pueblo parte de su construcción política y discursiva (Dorna, 2003); mientras que por otro lado se hace presente la polarización que a menudo suele ser potenciada por parte de los líderes populistas (Casullo, 2019), al establecerse relaciones antagónicas con la Asamblea Legislativa y otras instituciones que fungen como contrapoderes y como obstáculos —abiertamente señalado por Bukele— a la hora de hacer corresponder a la voluntad popular a través de su gestión política.
Como segundo cruce, con significatividad del 99 % (Chi-cuadrado de ,000) se obtiene una relación significativa entre el tema y la tendencia del mensaje.[1] El dato de mayor relevancia se hace presente cuando Nayib Bukele confronta y cuestiona a la clase política opositora de El Salvador y ello deriva en una evidente contienda política. En este sentido, 155 mensajes que comparten ambas características dan pie a la afirmación de que la agenda política de este actor está fuertemente caracterizada —entre otras cuestiones— por la confrontación de otros actores políticos contrapuestos a su gobierno, especialmente a la Asamblea Legislativa, siendo caracterizados por Bukele como la vieja y retrograda burocracia estatal que impide el desarrollo de El Salvador. En tal sentido, el presidente salvadoreño apela a la memoria colectiva asociando significados negativos del pasado político del país, con el objeto de deslegitimar a sus adversarios políticos, catalogados como la clase política tradicional, que busca únicamente sus intereses privados y de partido frente a los del pueblo. Ello, es muestra de la actitud a menudo confrontativa que poseen los líderes populistas (Mudde, 2015). Asimismo resulta representativo que, la acción del gobierno frente al COVID-19 tuvo como objeto promocionar políticamente la gestión del gobierno, así como también hacer un llamado de atención a los ciudadanos frente a la pandemia.
En otro orden, se presenta a continuación una relación igualmente significativa (,000 de Chi-cuadrado que deriva en un 99 % de significatividad) entre la caracterización del pueblo y la exaltación de valores por parte de Nayib Bukele, donde se identifican aspectos de interés relevante en el perfil del salvadoreño. Si bien en los anteriores cruces destacaron las cualidades carismáticas y de confrontación con otros actores políticos, dentro de este cruce destaca una fuerte relación entre el valor de ‘soberanía popular’ y la institucionalidad desde la cual se dirige al pueblo, hecho evidente en 111 mensajes. Del mismo modo, se ejerce un discurso en torno al pueblo inclusivo, que se trabaja desde la soberanía (54 mensajes) y desde la unidad (67) como valores. Aquello refleja la estrategia política discursiva en Bukele, puesto que, en gran medida, al caracterizar al pueblo, evoca símbolos y significados de soberanía popular en torno a la apropiación política del pueblo. Endosa la responsabilidad política como virtud y participación del pueblo dentro de su mandato institucional. De igual manera, al caracterizar al pueblo como inclusivo, Bukele recurre mayormente a valores patrióticos como el civismo y la unidad, es decir pone al país por encima de todo. Esto, da pie a afirmar que Nayib Bukele mantiene cercanía, articulación y respeto hacia la figura del pueblo (Arenas, 2010).
Ahora, al aterrizar nuevamente la variable de polarización, esta vez se muestra relación significativa con el actor al cual se hace referencia en el mensaje (significatividad del 99 % expresa en ,000 del Chi-cuadrado). Por ejemplo, gran parte de los mensajes de Bukele (87 muy polarizados y 40 algo polarizados) giraron en torno a la Asamblea Legislativa, que en efecto ha sido identificada como la principal figura de contrapoder para el presidente salvadoreño. Cuando se hace presente dicho actor, existe mucha polarización en el mensaje. Ahora, si se entrelaza este dato de interés a los cruces anteriores, podría reafirmarse el carácter confrontativo a la relación entre ambas partes. A menudo, el mandatario acusa al órgano legislativo de obstaculizar sus funciones, impedir la aprobación de recursos necesarios para la toma de medidas para frenar la pandemia y los cataloga —aunque quizá no empleando tal terminología— como enemigos del pueblo.
Así, el pueblo destaca como segundo actor, con 84 referencias por parte del líder centroamericano, a su vez desde la ausencia de polarización, sino que más bien desde una cualidad integradora. Esto, permite afirmar que Bukele presenta dos personalizaciones particulares en relación con el ‘otro’ con el cual se relacione: por un lado, existe el presidente carismático y que integra al pueblo como parte de su labor política; y, por otro lado, el actor político que confronta a la clase política que se contrapone —sea a modo discursivo o a través de legislaciones— a sus funciones presidenciales. El presidente Bukele adapta el uso de su cuenta de Twitter al público hacia el cual se dirija en sus mensajes.
Se reafirma la existencia de una construcción del perfil del Nayib Bukele que incorpora cualidades propias del populismo, en tanto este modo de hacer política sería concebido como una expresión propia de la democracia que surge “cuando los ciudadanos sientan que los políticos se han apropiado de la voluntad popular y le han arrebatado el poder al Soberano” (Arenas, 2010, p.171). En tal sentido, Bukele se construye como un funcionario que se debe al pueblo y que fue electo para cambiar el modo de hacer política en El Salvador, depurar las instituciones (para que estas recuperen la confianza del pueblo) y cambiar esquemas obsoletos y —catalogados por tal como corruptos— del pasado político salvadoreño.
Como último cruce, se obtiene una relación igualmente significativa entre la tendencia y el tono del mensaje.[2] Es posible (con un 99 % de significatividad evidente en un Chi-cuadrado de ,000) destacar que el cuestionamiento a la clase política suele presentar un tono de consternación por parte del candidato. En las 103 veces en las que ocurre esta relación, Bukele suele posicionar negativamente a la Asamblea Legislativa; órgano que, a su juicio, obstruye sus labores de salvaguardar la integridad del pueblo en un contexto de crisis sanitaria. Se hacen presentes temáticas de no aprobación de recursos y de burocracia excesiva al momento de que el presidente busque establecer un decreto o medida y que esta requiera de la aprobación de esta configuración de poder. De igual forma, el cuestionamiento a la clase política puede presentarse desde la ironía (58 tuits entrelazan esta relación). Como tercer elemento de interés, las tendencias ‘informativa’ y de ‘promoción’ suelen relacionarse a un tono de neutralidad; en 54 y 37 mensajes, respectivamente.
Discusión y conclusiones
Entre los principales hallazgos de la investigación, es posible resaltar que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, tiende a mostrar una caracterización adaptativa a los actores políticos y sociales que se insertan en sus mensajes. En primer lugar, se destaca como un actor político populista que articula y configura una visión del pueblo salvadoreño a menudo ‘maltratado y descuidado’ por la clase política en anteriores gestiones, mientras que incorpora elementos propios de la confrontación que puede caracterizar a los actores populistas, a partir de la identificación de adversarios y de un discurso fuertemente polarizado, mismo que está compuesto por principios y valores patrióticos, construyendo de esta manera un nosotros como país frente a un ellos: burocracia y partidos políticos tradicionales.
Sin embargo, también se identificaron una serie de mensajes que permiten resaltar otra posición quizás un poco más institucional y neural para el líder, especialmente cuando los tuits estuvieron orientados a difundir horarios de cadenas nacionales, informar medidas puntuales de gestión de la pandemia o retuitear mensajes no polarizados de otros actores o instituciones. Cabe señalar que la construcción de su agenda política, en cuanto a decisiones para contener la pandemia, radicó en promocionar la gestión de su gobierno, sobre todo, con el objeto de fortalecer la imagen institucional y gubernamental, así como también disciplinar el comportamiento de la población frente a la pandemia.
La relevancia de la institucionalidad es uno de los principales recursos de Bukele para la construcción de significados en torno a la gestión pública. Dicho de otro modo, mediante sus mensajes pretende resignificar positivamente las prácticas de las instituciones públicas en su gobierno, esto a través de rememorar un pasado de ineficiencia y proselitismo político de los partidos tradicionales de El Salvador.
Sin embargo, cabe acotar que —al menos en el marco de este análisis— no se ha evidenciado un discurso que enmarque al político dentro de cualidades del populismo de derecha radical (Casullo, 2019), en tanto no excluye a otros sectores ajenos a la nacionalidad salvadoreña, ni es elitista. Tampoco se identifican de forma subrayada elementos del populismo de izquierda radical (Salomón, 2013), puesto que no articula un discurso plenamente revolucionario, tan apegado a las clases bajas o en oposición al sector empresarial, pero sí la articulación de un discurso aglutinador del pueblo en razón de políticas públicas y promoción de un modelo estatal. El actor político resalta la importancia del aparato productivo y del sector de servicios para la recuperación económica post-pandemia, señalando que debe enmarcarse en el respeto a las medidas de prevención de aumento de casos y de la importancia de la vida de los habitantes del país centroamericano, esto último a través de la elaboración de mensajes emotivos con cierto grado de carisma y empatía, a fin de mostrar cercanía en relación con los temores y preocupaciones de la ciudadanía en tiempos de pandemia.
De este modo, el Twitter, ha sido consolidado como una herramienta de difusión poderosa para el presidente Bukele, en tanto incorpora un rol más cercano a un público nativo digital y no enfoca su discurso desde un partido político ni desde los medios convencionales, sino más bien desde la personalización y la cercanía con los ciudadanos, como un perfecto outsider (Casullo, 2019) que acopla el carisma como una de sus cualidades principales a la hora de conectar con el pueblo (Deusdad, 2003).
El actor político resalta la importancia de la vida de los ciudadanos, en lo que sustenta la aplicación de medidas de cuarentena restrictiva. Asimismo, la ampliación de las unidades de cuidados intensivos resalta en el marco de su agenda política, sirviendo esta información como un instrumento generador de concientización para el pueblo salvadoreño en cuanto a acatar las restricciones, como un acto de disciplinamiento de la población.
El contexto del COVID-19 en El Salvador resultó ser una temporalidad fundamental para caracterizar las variantes populistas desplegadas en la administración de Bukele, puesto que es un terreno donde los miedos sociales afloraron en la población, y donde su representante los tomó como ideología política. Primero, Bukele recurre a un disciplinamiento moral del capital, es decir apela a la voluntad popular centrándose en la redistribución de la riqueza (Errejón & Mouffe, 2015); predominando en su agenda resolver las necesidades más básicas (alimentación y servicios básicos) del pueblo. Segundo, se presenta como un irruptor del status quo, donde los principales adversarios son los políticos tradicionales a los cuales los responsabiliza de la contención del desarrollo del país; además, otro de sus principales enemigos es la delincuencia personificada en las pandillas, que, a través de un discurso de seguridad, promulga una limpieza en nombre del mandato popular (Deutsche Welle, 2020b).
Entonces, en la construcción de su figura política, Nayib Bukele presenta variantes populistas como el carisma, un carácter confrontativo y la defensa de la soberanía popular, esto último en cuanto a un proyecto político estatista, reflejado en la promoción gubernamental en torno a las medidas adoptadas por su gobierno en el contexto del COVID-19. En fin, se llega a la conclusión de que Bukele articula ciertos gestos políticos populistas, pero no se encasilla en un populismo ni de izquierda —no es reaccionario ni revolucionario— ni tampoco de derecha —no apela al nacionalismo ni racismo— pero sí adopta y recurre a ciertos rasgos de este, con objeto de confrontar políticamente con la clase política tradicional, particularmente contra la Asamblea Legislativa, buscando así consolidar un modelo estatista e innovador frente a una obsoleta política partidista salvadoreña.
Por último, como principales limitaciones en las diversas etapas de la investigación resaltan el carácter reciente y en continua evolución de la pandemia, que impide la existencia de referencias maduras y sostenidas en el tiempo, así como también la carencia de perspectivas posteriores a la pandemia, debido a sus característicos altibajos en las curvas de contagios, bajo las denominadas ‘olas’. Desde esta perspectiva, este tipo de aportes investigativos dan lugar a la profundización de estudios en el área y espera formar parte de las posteriores referencias para conocer las implicaciones político-comunicativas de la transmisión de la información en estos contextos de crisis sanitarias, que ponen en evidencias distintas debilidades en el aparataje comunicacional de los gobiernos y representan desafíos para la integración de la población. La posibilidad de ampliar estos estudios al ámbito cualitativo e incluso la mezcla que permiten los distintos métodos de las Ciencias Sociales da paso a la incorporación transversal de otras disciplinas de las ciencias exactas, a partir de la naturaleza sanitaria del fenómeno. Ello permitirá sentar las bases y perspectivas de gestión que suponen un aporte significativo ante la posibilidad de futuros eventos de similar envergadura.