Cómo citar:
Arias-Vargas, F. J., Ribes-Giner, G., y Garcés-Giraldo, L. F. (2022). Emprendimiento rural: una aproximación histórica. Retos Revista de Ciencias de la Administración y Economía, 12(23), pp. 45-66. https://doi.org/10.17163/ret.n23.2022.03
1. Introducción
Las zonas rurales concentraban a comienzos del siglo XX, la mayoría de los habitantes a nivel mundial (Galpin, 1918); sin embargo la industrialización en ciertos territorios, genero migración poblacional hacia las grandes urbes (Casson & Casson, 2014; Farley, 1937), motivadas por las oportunidades que generaban tales como el desarrollo educativo de los hijos, la posibilidad de encontrar trabajos mejor remunerados, la búsqueda de mayor estabilidad y certidumbre económica, o facilidad y mejor propensión para iniciar negocios en un ambiente urbano, frente a un escenario de ruralidad incierta (De Jong & Fawcett, 1981; Mazumdar, 1987); trayendo consigo el despoblamiento de áreas rurales (Frederick & Long, 1989; Watkins, 1907).
La industrialización de las ciudades trajo consigo el progreso económico; mientras las áreas rurales se estancaban y se aislaban en su papel de ser proveedores de materias primas con poco o ningún valor agregado (Harris, 1969; Tauger, 2010); las condiciones del mercado han hecho necesario que los empresarios rurales tengan que cambiar continuamente y asumir nuevos roles en el proceso de crear empresa y sostenerla en el tiempo, lo cual se convierte en un desafío constante, ante una ruralidad menos competitiva frente a los entornos urbanos (Harpa & Moica, 2014); lo cual se podría favorecer con la llegada de nuevos pobladores que permitieran procesos de contraurbanización, atrayendo personas de entornos urbanos a los rurales (Stockdale, 2016).
En este proceso se ha notado una evolución del papel del emprendedor rural como de las diferentes tipologías que asume en función de los cambios del periodo y del contexto (Arias & Ribes, 2019), por ello se hace necesario establecer una perspectiva histórica que denote los cambios ocurridos en el emprendedor y los roles asumidos a lo largo del tiempo.
El desarrollo de este artículo muestra diferentes hitos relacionados con el camino histórico de un agricultor subordinado de la época feudal, para convertirse en empresario y donde la función agrícola con la cual se enmarcaba el empresarismo rural y que constituye el imaginario actual, queda deslindado conceptualmente en el sentido moderno, abriendo espacio para que los emprendimientos no agrícolas que se desarrollen en un área rural puedan considerarse como emprendimiento rural.
Teniendo en cuenta lo anterior, este trabajo ha procurado disminuir la brecha de conocimiento existente a nivel histórico y conceptual del emprendedor rural, lo cual se torna clave para comprender el fenómeno y establecer una línea base para el desarrollo de nuevos trabajos en el área.
2. Criterios de selección del corpus
La búsqueda de antecedentes es clave para conocer la evolución del desarrollo teórico e investigativo (Gómez et al., 2015), que en este caso se relaciona con el emprendimiento rural; buscando conocer los cambios relacionados al papel del emprendedor rural y del emprendimiento mismo en el tiempo, por tal razón se plantea una búsqueda sistemática y ordenada de información utilizando matrices bibliográficas y analíticas de contenido (Corbetta et al., 2007).
La exploración de la información se adelantó utilizando los operadores booleanos “AND” y “OR”, y empleando las expresiones: “entrepreneur”, “entrepreneurship”, “rural” y “agriculture”; lo que permitió generar la siguiente ecuación de búsqueda, según los parámetros expuestos por Codina (2017):
La ecuación anterior se utilizó en bases de datos bibliográficas tales como Scopus, Web of Sciences (WOS) y revistas con indicador de impacto JCR para el periodo (1965-2018); y para los documentos más antiguos, se utilizó JSTOR y Google Scholar con el propósito de identificar las primeras alusiones acerca el emprendimiento rural.
Si bien Google Scholar recoge una mayor cantidad de información en el periodo 1756-2018 (143 000 resultados); solo se tuvo en cuenta el periodo 1500 a 1900, dado que se pudo apreciar que aún persisten inconvenientes reportados por investigadores anteriormente; tales como títulos y citas incorrectas (Adriaanse & Rensleigh, 2013, p. 741), además de múltiples copias del mismo documento (Pato & Teixeira, 2016); por lo cual, los siguientes años (1900-2018) fueron cubiertos con las demás bases de datos.
La búsqueda arrojó un total de 5220 documentos entre 1763 cuando se encontró la publicación más antigua, hasta 2018 (Ver tabla 1); posteriormente se analizaron títulos y resúmenes, en los cuales se buscó identificar de manera explícita y como criterio excluyente; la alusión al tema del emprendimiento o el emprendedor agrícola y/o rural.
Como resultado de lo anterior, se detectaron 443 documentos; los cuales fueron introducidos al gestor bibliográfico Mendeley®; realizando anotaciones y fichas en el proceso de lectura, el cual inició el 8 de mayo de 2017 y finalizó el 17 de abril de 2018. La bibliografía se clasificó en orden cronológico desarrollando una matriz en Excel, permitiendo definir la relevancia y el aporte de cada uno de los autores para el periodo abordado (1756-2018).
Los resultados se presentan cronológicamente, indicando los cambios de periodo, contexto y rol que ha sufrido el emprendedor rural en el periodo desde 1756 al 2019. Reflejan el camino del campesino subordinado para convertirse en un empresario, pero también los roles que han asumido los empresarios rurales en búsqueda que sus iniciativas empresariales prosperen en el tiempo. También se constata que el concepto de emprendimiento rural se ha desmarcado del imaginario que solo obedece a la función agrícola, para dar cabida a nuevas conceptualizaciones que incluyan otro tipo de emprendimientos no agrícolas en el sector rural, generando nuevas tipologías de emprendedores rurales.
3. Debates del estado de la cuestión
La agricultura ha promovido históricamente el desarrollo económico de las naciones y el acceso a la tierra y los medios de producción han sido fundamentales para la prosperidad de las naciones, y para quienes históricamente han buscado expandir su poder e influencia (Arias & Ribes, 2019).
Los imperios basaron su estructura de poder desde la Edad Media en el desarrollo de sistemas feudales hasta el siglo XV que “distribuían el poder y los ingresos entre terratenientes cada vez más autónomos, ligados a un cierto campesinado” (García-Cotarelo, 1979, p. 224) y donde el propietario era el que tomaba las decisiones acerca de qué y cómo producir (Cervera Ferri, 2008; Danvila, 1779); en este contexto, el agricultor estaba subordinado, no tenía derecho a la propiedad y debía pagar tributos (Boutruche & Pontieri, 1995).
El sistema feudal cae en crisis debido a las epidemias que mermaron la población, hambruna por malas cosechas, conflictos y cambios ideológicos (Borrero-Fernández, 2007); debilita el sistema y crea las bases para la transición hacia un sistema económico capitalista que sustituyo al feudalismo a comienzos del siglo XVI (Stern, 1987).
En el siglo XVII, las labores agrícolas eran realizadas en Europa occidental y mediterránea por campesinos libres, “cuyos impuestos, rentas y diezmos constituían el grueso de los ingresos del estado, de la nobleza terrateniente y del estado. […] También había agricultores acaudalados que contrataban mano de obra para producir para el mercado” (Bergin, 2002, p. 27).
Lo anterior trajo descontento en el pueblo, sumado a una corriente antimonárquica que fue impulsada por el periodo de la ilustración en el siglo XVIII y donde se consideraba al campesino como un empresario. Al respecto, Cantillon (1756) considera que: “el agricultor es un empresario que promete pagar al propietario por la granja o la tierra una cantidad fija de dinero, sin estar seguro de la ventaja que tiene” (p. 64) lo que muestra al individuo como un tomador de riesgos (Casson, 2010).
Por otro lado, Mirabeau (1763) propone una crítica al papel del campesino y su tributación hacia los propietarios y el mismo Estado, mencionando que:
El interés del propietario incluye el del estado y el uno y el otro van en contra de sus más queridos intereses, enviando o desviando los beneficios del agricultor. Esta razón toca a todo agricultor cualquiera, bien sea empresario o un trabajador del cultivo. (p. 15)
La Revolución Francesa ocurrida en el siglo XVIII procuró entre otros aspectos, la liberación del campesino y sus tierras; así mismo la venta de los bienes confiscados al clero y la aristocracia, permitió el acceso de los campesinos a la propiedad; sin embargo el modo de producción capitalista diferenció al campesinado “por la polarización entre capital y trabajo asalariado” (Calatrava, 1996, p. 110), sumado a las revoluciones burguesas que permitieron crear la institucionalidad “para desarrollar el modo de producción capitalista” (Aparicio, 2013b, p. 60).
El capitalismo promovió la acumulación y la búsqueda del control de los medios de producción (Hollander, 1894; Smith, 1976); en este contexto, los agricultores podrían trabajar como labriegos o arrendatarios y en ocasiones avanzar a convertirse en propietarios y generar excedentes para venderlos al mercado en la medida que tomaba buenas decisiones (Ise, 1920).
3.1 El agricultor como empresario
El acceso a la propiedad de la tierra con fines agrícolas se hizo más fácil para los interesados en poseer tierra en los Estados Unidos, alentada por el acta “Homestead” de 1862; en la que los colonos y los sin tierra, podían acceder a la titularización de hasta de 160 acres, por familia en terrenos que eran del estado (Ross, 1929; Shannon, 1936). Esta posibilidad es una de las causantes de la expansión poblacional debido al aumento de la natalidad y a la fuerte migración europea que quintuplicó el número de habitantes (105,7 millones); durante el periodo comprendido entre 1850 a 1920, lo que constituyó el mercado libre más grande del mundo (Aparicio, 2013b).
La industrialización iniciada en Europa y Estados Unidos generada a mediados del siglo XIX y la tecnificación de la agricultura que requería menores niveles de mano de obra, promovió la migración de trabajadores rurales hacia las zonas urbanas, buscando mejores condiciones de vida (Frederick & Long, 1989).
En este periodo (1850-1920), los autores usualmente consideraban sobre el trabajador del campo que aspiraba a ser granjero, como un proceso donde el joven tenía que aprender de agricultura, ahorrar para comprar y establecer su propia granja (Carver, 1911) y donde los cambios del mercado exigían que el agricultor estuviese capacitado para el desarrollo de empresas rurales basadas en la técnica y la producción (Butterfield, 1905), buscando que el negocio rural fuese similar a los que se desarrollaban en la ciudad (Bernard, 1917).
El papel del granjero como empresario es abordado por Schultz (1939), quien menciona que:
El granjero como empresario debe hacer dos cosas. Debe formular el precio y las tarifas técnicas que él espera. Luego debe desarrollar un plan de producción basado en sus expectativas que le dará un uso óptimo a sus recursos. Las expectativas cubren lo primero y el plan cubre lo segundo. (p. 577)
3.2 El emprendedor rural como persona que innova y toma riesgos
La literatura desarrollada entre 1920 a 1970, se envuelve en un contexto en el cual se desarrollan la Primera y la Segunda Guerra Mundial y en la cual se consolida el papel hegemónico de la economía norteamericana; en este lapso, se da la gran depresión en 1929, cuyos efectos van hasta 1932 que se origina por la especulación y el optimismo de los inversionistas que no midieron los riesgos, generando una burbuja especulativa que ocasionó una gran depresión económica (Aparicio, 2013a).
El riesgo y la motivación por obtener ganancias en un ambiente de incertidumbre, parece permear la literatura de la época; en la que autores como Knight (1921), resaltan el papel del empresario como un individuo que debía tomar riesgos, aunque no necesariamente recibiría el retorno equivalente de lo que invirtió (Frederick & Long, 1989); e incluso podría perder su dinero dependiendo del nivel de exposición, lo que en ocasiones puede dejarlo endeudado.
Dado los altos niveles de competencia, brindada por los desarrollos técnicos de la agricultura; requería que el agricultor se tecnificara e incorporara la ciencia para mejorar su productividad, combinada con una adecuada gestión disminuyendo el riesgo financiero (Nourse, 1930) y ampliando sus capacidades (Stigler, 1937); para participar de mejor forma en los mercados (Foster, 1953; Schultz, 1939), lo cual es aplicable al emprendedor rural.
3.3 Emprendedor rural motivado hacia la pluriactividad, la especialización o el desarrollo de labores no agrícolas
El ambiente juega un papel importante y motiva al individuo a volverse emprendedor rural (Harris, 1969), requiriendo una combinación de factores psicológicos y ambientales (Chaudhuri, 1976); en el cual la persona recoge una idea del medio y la transforma en una oportunidad comercial (Bryant, 1989); sin embargo, este se encuentra limitado en su autonomía, debido al control externo de otros y de fuerzas externas a él, que lo vuelven limitado para tomar decisiones estratégicas (Benveuti, 1975) y donde las circunstancias actuales plantean la necesidad de contar con empresarios flexibles que puedan reorganizar sus negocios, aunque no necesitan ser obligatoriamente dueños de ellos (Acs, 2006; Herslund & Sørensen, 2004); llevando en ocasiones a que desempeñen más de un papel (Hisano et al., 2018; Pindado & Sánchez, 2017).
Dado que el mercado es dinámico y no estático, el emprendedor debe estar consciente de las cambios del entorno y debe detectar las oportunidades o peligros que esto genera; lo cual se enmarca en un ambiente de incertidumbre, competitivo y que genera presión del medio (Anderson, 2000); para que el emprendedor busque nuevas fuentes de ingreso y pueda asegurar el éxito comercial del negocio rural (Georgiana-Raluca et al., 2013); motivándolo en ocasiones a volverse pluriactivo; es decir, desarrollar más de una actividad (Eikeland & Lie, 1999); buscando diversificarse (Mook, 1978) o expandirse (Gray, 2002).
El emprendedor pluriactivo combina el trabajo de la tierra que se realiza usualmente a tiempo parcial (Alsos et al., 2003; Eikeland & Lie, 1999), con otro tipo de actividades complementarias (Schneider, 2009); las cuales pueden ser en esencia, agrícolas relacionadas con el sector primario, para agrícolas donde se transforman los productos del agro y no agrícolas que se orientan hacia otras ramas de la economía como los servicios, comercio e industria (Schneider, 2009).
La literatura sobre pluriactividad reporta principalmente el desarrollo de actividades ligadas al sector servicios como el turismo rural (Fortunato, 2014; Urquijo et al., 2017); alquiler de propiedades y prácticas deportivas (Saito & Kanno, 1990); caza, pesca, avistamiento de aves y aventura (Eikeland & Lie, 1999); catering, alojamiento y alimentación (Bijaoui & Regev, 2015); cultura, arte, participación en festivales (Hjalager & Kwiatkowski, 2017); artesanía, comercio y biodiversidad (Müller & Korsgaard, 2018), agricultura orgánica (Hisano et al., 2018); servicios ambientales y generación de energía (Ferguson & Hansson, 2015); así como de spa y cuidado personal; siendo la pluriactividad, la respuesta para mejorar la competitividad de los emprendedores rurales y sus negocios en la situación actual (Haugen & Jostein, 2008); aunque también puede desarrollarse prácticas de producción industrial, comercio, servicios o de otro tipo; sin una conexión con actividades agrícolas pero sí desarrollándose en un espacio rural, por lo que Gerard McElwee (2008) denomina a este sujeto “emprendedor rural no agrícola”.
La especialización es otra forma posible de que el empresario rural puede optar para ser competitivo, dado que en una economía de libre mercado (Del Pozo & Lasanta, 1992); el consumo se especializa, formando nuevos nichos que deben ser cubiertos y que generarían mejores posibilidades de ganancia bajo un marco de sostenibilidad (Schaller, 1993); en lugar de competir por precio como se hace usualmente en el sector agrícola, lo cual perjudica los intereses de los productores que terminan recibiendo muy poco por su esfuerzo productivo, al caer en una red de intermediación que se lleva la mayor parte de las ganancias y donde la ineficiencia de este modelo acaba perjudicando al consumidor final que termina pagando muy caro los sobrecostos de este proceso (Arias-Vargas & Rendón-Sierra, 2015; Molinari, 2006).
3.4 El emprendedor rural y sus tipologías
La producción académica del emprendimiento rural se aborda desde diferentes perspectivas y contextos a partir de 1966 procurando establecer roles y tipologías (Arias & Ribes, 2019; McElwee, 2008; Pato & Teixeira, 2016), mientras que los autores que se centran en los temas conceptuales, inician con Fran Hoy en 1987 quien señaló en una conferencia que:
Una imagen popular de un empresario rural es “. . . de naturaleza independiente, asunción de riesgos, orientado a los logros, seguro de sí mismo, optimista, trabajador e innovador”. Luego afirmó que el emprendimiento “en un contexto rural se centra en crear nuevas oportunidades de empleo mediante la creación de nuevas empresas”. (Hoy, 1987, pp. 7-8)
Al respecto Max Wortman en 1990 realizó una aproximación al concepto, indicando que “es la creación de una nueva organización que introduce un nuevo producto, sirve o crea un nuevo mercado, o utiliza una nueva tecnología en un entorno rural” (Wortman, 1990); mientras que Lafuente et al. (2007) describen el proceso como un conjunto de tres pasos comenzando con la intención influenciada por los modelos de roles y el contexto, luego la detección de la oportunidad y concreción de la misma y el establecimiento de las condiciones para convertirse en empresario rural.
Lo cierto es que ya no se habla de emprendimiento rural como aquel orientado únicamente a la función agrícola, dando cabida a otro tipo de emprendimientos no agrícolas que se desarrollan en un medio rural, como los servicios e incluso las empresas de tecnología, lo cual abre un amplio espectro para analizar el emprendimiento en áreas rurales en su conjunto (Arias & Ribes, 2019).
Respecto a las tipologías, también se ve una evolución en la forma cómo algunos autores como Narayana (1966), Leibstein (1968), Lauwere y Verhar (2002) y McElwee (2008); han procurado clasificar a los emprendedores rurales (Ver tabla 2).
Así mismo existen otros autores que no han intentado desarrollar una clasificación de los roles y las funciones de los emprendedores rurales como tal, pero que han contribuido en el hecho de detectar diferentes roles y funciones que los emprendedores pueden realizar en la ruralidad (Ver tabla 3).
4. Aportes al estado de la cuestión
El papel del emprendedor rural como un hombre que inicia u opera un negocio agrícola ha cambiado con el desarrollo de la literatura académica; dando cabida a la posibilidad que se den otro tipo de negocios y actividades que no necesariamente son agrícolas, pero que se sitúan en un espacio rural y que pueden relacionarse con ello.
Los cambios de contexto y del mercado han promovido que los individuos a título personal o como miembros de un colectivo, busquen nuevas formas y maneras de poder crecer y sostenerse en una economía de libre mercado, mediante la adopción y desarrollo de nuevos roles y funciones que posibiliten que la iniciativa rural prospere.
Actualmente, las instituciones internacionales, los gobiernos, la sociedad y la academia, están preocupados por encontrar fórmulas y mecanismos efectivos que revitalicen las zonas rurales, que se han visto empobrecidas por el desplazamiento de las oportunidades para los centros urbanos, lo que ha provocado que los lugareños se sientan motivados a abandonar sus territorios; además de la limitación que ello supone, para favorecer la migración de nuevos pobladores hacia ellos.
Teniendo en cuenta lo anterior, el emprendimiento rural surge como una respuesta a la necesidad actual de generar empleo ante la crisis económica actual y las necesidades de desarrollo de las zonas rurales que han sufrido abandono. Frente a esto, muchos autores consideran que no solo se deben crear políticas públicas, sino que además se deben buscar mecanismos efectivos para implementarlas de forma adecuada en tiempos razonables, al mismo tiempo crear condiciones para incentivar el establecimiento de instituciones y actores en el territorio rural que movilicen recursos para que esto sea posible.
Si bien en la actualidad están ganando terreno otros subcampos del emprendimiento, como los propuestos en la economía de servicios y en la era del internet; es necesario comenzar a trabajar seriamente en el desarrollo de la ruralidad, promover la generación de riqueza como en tiempos de antaño, donde lo rural tenía una mayor importancia, promover la migración de personas capacitadas y deseosas de aportar al desarrollo de negocios incluyentes generando rentabilidad de las iniciativas.
5. Discusión y conclusiones
Como resultado, hay una evolución conceptual del papel del emprendedor que se caracteriza por tener varios roles y descripciones, así como del emprendimiento rural, que es visto como la creación de una organización en un entorno rural, donde este fenómeno ya no debe ser visto desde la función agrícola, permitiendo el desarrollo de otro tipo de actividades no agrícolas que pueden desarrollarse en estos territorios.
Teniendo en cuenta lo anterior, es posible generar una aproximación al concepto de emprendimiento rural como aquel que promueve y consolida iniciativas organizacionales en un entorno rural, donde estas pueden ser agrícolas y no agrícolas, y pueden tener o no un fin de lucro, lo que amplía el escenario trayendo consigo un nuevo enfoque a explorar en la literatura sobre emprendimiento
También se constata en la literatura cómo aparecen 34 tipologías definidas en los emprendedores rurales, que en los últimos años esta marcada hacia la pluriactividad donde el empresario debe generar más de una actividad para lograr el sostenimiento de la iniciativa empresarial mediante la diversificación de ingresos.
Apoyos y soporte financiero de la investigación
Entidad: Corporación Universitaria Americana, Universidad Politécnica de Valencia
País: Colombia y España
Ciudad: Medellín y Valencia
Proyecto subvencionado: Caracterización de factores motivaciones en población joven en una subregión del Departamento Antioquia y su relación con el emprendimiento rural, del cual derivo la tesis doctoral titulada “Actividad Emprendedora de los millennials en Antioquia (Colombia), publicada por la Universidad Politécnica de Valencia https://doi.org/10.4995/Thesis/10251/164046
Código de proyecto: IV-2022ID