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Liévano Torres, K., Mazó Quevedo, M. L. & Torres Méndez, F. (2018). Percepcióny planificación del turismo sostenible en comunidades indígenas de México.Retos Revista de Ciencias de la Administración y Economía, 15(8), 117-133.https://doi.org/10.17163/ret.n15.2018.08
1. Introducción y estado de la cuestión
El turismo es un sector económico importante en México. En 2014 representó directamente el 8,5% del PIB, el 5,8% del empleo remunerado de tiempo completo y el 77,2% de las exportaciones de servicios. Además, se identifica como uno de los seis sectores económicos prioritarios en el Plan Nacional de Desarrollo, PND 2013-2018. No obstante, el potencial del turismo para promover el desarrollo local y regional tiene aún un amplio margen de aprovechamiento (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en México, OCDE, 2017).
En los últimos años la tendencia de los turistas se ha inclinado hacia la convivencia con entornos naturales. A finales del siglo XX algunos autores se referían a esta práctica como turismo alternativo, pues “se caracterizaba por tener a la naturaleza como destino y porque implicaba una actitud más activa del turista y una creciente preocupación por el bienestar de las poblaciones locales” (Palomino, Gasca & López, 2016, p. 12). La Secretaría de Turismo en México, SECTUR define al turismo de naturaleza como:
Los viajes que tienen como fin realizar actividades recreativas en contacto directo con la naturaleza y las expresiones culturales que le envuelven con una actitud y compromiso de conocer, respetar, disfrutar y participar en la conservación de los recursos naturales y culturales (SECTUR, 2006, p. 2).
Por otra parte, el negocio del turismo de naturaleza y de aquel que se lleva a cabo en entornos rurales, permite diversificar la producción, crear empleo, fomentar el arraigo rural, oportunidad laboral para la mujer y los jóvenes, revalorizar el patrimonio ambiental y cultural, mejorar la comercialización de productos primarios y agregar valor, fomentar el asociacionismo, incorporar diversos tamaños de establecimientos, ampliar la oferta turística y agregar valor a la existente, desarrollar nuevas inversiones, revalorizar a las personas vinculadas con el medio rural y contribuir al desarrollo local (OMT, 2003).
Por lo tanto, el turismo de naturaleza propicia una mejor calidad de vida física y mental al romper la barrera cultural y expandir el conociendo a nuevas costumbres y formas de vida (Medina, 2011). Es decir, promueve la revalorización cultural en zonas que se encuentran en riesgo de la pérdida de sus tradiciones. En otras palabras, el turismo de naturaleza puede propiciar a la conservación del patrimonio cultural inmaterial, definido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, como:
…los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana (2016, p. 5).
La Organización Mundial del Turismo (2018a) respecto a la actividad turística en patrimonios culturales inmateriales, afirma que “El intercambio cultural que promueven estos encuentros; favorece el diálogo, afianza el entendimiento y, por ende, fomenta la paz y la tolerancia” (párr. 2); lo cual propicia la conservación del patrimonio cultural, ya que los ingresos que generan los visitantes pueden canalizarse hacia la conservación.
Asimismo, es imprescindible que el desarrollo turístico en estas localidades se realice en conjunto con la población local, pues como lo afirman Casas, Soler & Pastor (2011):
…el objetivo del turismo comunitario… es esencialmente mejorar el nivel de vida de los habitantes de las comunidades nativas, mediante la utilización de los recursos turísticos. Con esto se consigue reanimar las zonas deprimidas, aumentar y garantizar la permanencia de formas de vida tradicionales, crear una actividad económica complementaria a las formas productivas tradicionales… (p. 17).
El turismo comunitario “permite generar riqueza en las áreas rurales de los países en vía de desarrollo, a través de la participación de la comunidad local en la gestión turística, de forma que los beneficios repercutan en la propia comunidad” (Casas, Soler & Pastor, 2012, p. 93). Al respecto, Ruiz (2008) asegura que “para que la práctica del turismo sustentable sea exitosa es fundamental la formación de una conciencia y cultura ambiental, que constituya un interés compartido por todos los agentes involucrados” (citado en Montaño et al., 2012, p. 497).
Por tanto, la actividad turística se vislumbra como una efectiva oportunidad para mejorar la situación precaria de los entornos rurales, pues a diferencia de las ciudades, las comunidades rurales se caracterizan por vivir en condiciones de extrema pobreza, y pese a los esfuerzos realizados por diferentes organismos, esta condición ha ido en aumento en los últimos años. En este sentido, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social en México, CONEVAL informó que el porcentaje de la población en situación de pobreza en zonas rurales pasó de 61,1% en 2014 a 58,2% en 2016 (CONEVAL, 2017). Dichas comunidades suelen caracterizarse por ser asentamientos dispersos y aislados, lo cual está directamente relacionado con su grado de marginación, por lo que enfrentan mayores problemas de rezago social (Consejo Nacional de Población en México, CONAPO, 2014). Por esta razón, los núcleos urbanos han atraído constantemente a la población rural que los rodea, pues cada vez es mayor el número de personas que emigran del campo a las ciudades. Paradójicamente, aunque en el mundo rural se produce la mayor parte de los bienes para los habitantes de la ciudad, dicha población es la que menor acceso tiene a estos recursos (Chaves et al., 2008).
Cabe señalar que en estas comunidades vive el 61% de la población indígena de México. Dichos pueblos dan sentido de pertenencia e identidad al país debido a su cultura, historia y lenguas (Instituto Nacional de Estadística y Geografía en México, INEGI, 2016). Entre su patrimonio se encuentra también la medicina tradicional y las artesanías, cuyas prácticas conservan y reproducen el conocimiento ancestral. La aportación de estos pueblos es múltiple y tiene varias dimensiones, por lo que merecen un futuro digno (López-Hernández, 2011). Sus prácticas pueden convertirse en una alternativa de fuentes de empleo en las comunidades rurales (Rivera, Alberti, Vázquez & Mendoza, 2008). Sin embargo, para el 2015 se registraron tan solo a 7,2 millones de indígenas que representan el 6,6% de la población total (INEGI, 2015). Entre estos, las lenguas más habladas son: Náhuatl (23,4%), Maya (11,6%), Tseltal (7,5%), Mixteco (7,0%), Tsotsil (6,6%), Zapoteco (6,5%), Otomí (4,2%), Totonaco (3,6%), Chol (3,4 %), Mazateco (3,2%), Huasteco (2,4%) y Mazahua (2,0%) (INEGI, 2016). Dichas lenguas, a pesar de representar un patrimonio cultural en el país están en riesgo de desaparecer, de acuerdo con las estadísticas censales de fines del siglo XIX al XX (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas en México, INALI, 2012).
Por lo anterior, la Declaración de las Naciones sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, indica que «el respeto de los conocimientos, las culturas y las prácticas tradicionales indígenas contribuye al desarrollo sostenible y equitativo y a la ordenación adecuada del medio ambiente». Asimismo se les autoriza dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia, sea esta tradicional o de otro tipo, así como fomentar y transmitir sus historias, filosofías y costumbres a las generaciones futuras (Organización de las Naciones Unidas, ONU, 2007).
Es aquí donde surge la incertidumbre de la viabilidad de la actividad turística en poblaciones indígenas, ya que el desarrollo de actividades turísticas lleva implícito impactos negativos, la sola presencia del hombre representa cambios en el ambiente natural del destino; y en el ámbito sociocultural puede causar la deculturización cuando se comercializan de forma inadecuada las tradiciones locales. Además, se sabe de muchos lugares en los que el turismo ha incrementado los casos de prostitución en todas sus manifestaciones y efectos; enfermedades de transmisión sexual; transculturación; alza de precios; delincuencia; drogadicción; migración; alteración de la demografía del sector; xenofobia; cambios en la producción agropecuaria; y fuertes impactos en el medio ambiente por la contaminación (Orozco, Núñez & Virgen, 2008).
En la búsqueda por disminuir los efectos negativos de la actividad turística, el turismo sostenible se presenta como una manera viable para combatir el problema. La temática del turismo sostenible ha sido muy discutida por diversos estudiosos, profesionales y organizaciones. Moreno (2007), por ejemplo, afirma que para lograr un desarrollo sostenible es necesario, entre otras cosas, un sistema político que asegure la participación ciudadana en la toma de decisiones, un sistema económico que genere excedentes y conocimientos sobre bases autosustentables y autosuficientes y un sistema social que provea las soluciones para las tensiones del desarrollo no armónico. Así, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de México, CONANP menciona que el turismo sostenible es aquel que cumple con dar un uso óptimo a los recursos ambientales y además, respeta la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas, conservando sus activos culturales arquitectónicos y sus valores tradicionales, y contribuye al entendimiento y a la tolerancia intercultural. Por último, asegura actividades económicas viables a largo plazo, que reporten a todos los agentes, beneficios socioeconómicos bien distribuidos, como lo son oportunidades de empleo estable y la obtención de ingresos y servicios sociales para las comunidades anfitrionas, contribuyendo así a la reducción de la pobreza (CONANP, 2006).
La OMT (2018b) afirma que el turismo sostenible “tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas” (párr. 1). Al respecto, Virgen (2014) puntualiza que “hoy en día no hay desarrollo ni gestión del turismo si la planificación y la gestión no están fundadas sobre sólidas bases de sostenibilidad” (p. 206). Es decir, cuando la planificación se efectúa sin suficiente información sobre las repercusiones sociales y ambientales de la actividad, el bienestar del destino se torna vulnerable a los impactos negativos de la actividad turística. En este sentido, la planificación es una herramienta necesaria en el diseño de un producto turístico y lo ideal, es que esta herramienta se realice en un marco sostenible. Por tanto, los indicadores constituyen un sistema de alerta temprana que permite, a los gestores de estos lugares, prever los riesgos potenciales y adoptar las medidas pertinentes para cada situación (OMT, 2009). A través de estos es posible formular medidas para mantener los atractivos turísticos, incrementar los beneficios económicos, elevar el nivel y la calidad de vida de las comunidades y lograr una experiencia satisfactoria para los visitantes (Ibáñez & Ángeles, 2012).
Sin embargo, haciendo caso omiso a la importancia de la planificación, muchos destinos por falta de conocimiento sobre prácticas de turismo sostenible han sufrido serios daños en su estructura social, provocando la pérdida de tradiciones, costumbres, ceremonias religiosas, lengua, vestimenta y otras manifestaciones culturales de los residentes, o simplemente la desintegración de proyectos que pudieron, con una mejor planificación, obtener resultados exitosos.
Tal es el caso del estado de Tabasco, localizado al sureste del país con una población total de 2 395 272 habitantes (Secretaría de Economía en México, SE, 2015). En esta entidad habita la menor parte de grupos indígenas de México, las lenguas más habladas son: el Chontal de Tabasco (37 072 hablantes), el chol (13 840 hablantes), el tzeltal (2 849 hablantes) y el tzotzil (1 379 hablantes). De esta manera, existen 60 526 personas que hablan alguna lengua indígena, lo que representa el 3% de la población total (INEGI, 2010).
Es evidente el potencial de crecimiento turístico en el estado debido a sus atractivos naturales y diversidad cultural (Programa Especial de Turismo, PET, 2014), esta última principalmente en los municipios de Villahermosa, Nacajuca y Macuspana, donde se concentra la mayor cantidad de población indígena (Flores, 2006). Sin embargo, al 2016, el 50,9% de la población tabasqueña vive en situación de pobreza y el 11,8% en pobreza extrema (CONEVAL, 2017). Dichas localidades no cuentan con ingresos económicos suficientes para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestido, educación, etc.
Las cifras expuestas revelan la necesidad de conservar el patrimonio cultural que ha sobrevivido a diversas situaciones hostiles, pues además del notable rezago social, se presume la falta de planificación en el fracaso de muchos proyectos turísticos en el Estado, tal es el caso de la Reserva Ecológica Río Playa en Comalcalco, Agua Selva en Huimanguillo, o el parador turístico de Tucta en los camellones chontales de Nacajuca, por mencionar algunos (Liévano, Juárez & Mazó, 2014; Mazó, 2010).
Considerando el papel que juegan los pueblos indígenas en el turismo, el conocimiento de nuevas culturas y experiencias con el entorno natural es oportuno aprovechar esta demanda, sin perder el sentido de conservación y protección de las tradiciones que atesoran las zonas indígenas tabasqueñas. Lo cual puede lograrse fomentando las prácticas del turismo sostenible en comunidades que, aunque carecen de preparación técnica, cuentan con el potencial para desarrollar la actividad. Tal es el caso de las comunidades Mayas Chontales de Nacajuca. Al respecto, se sabe que estas comunidades cuentan con características con potencial turístico, especialmente para la práctica del ecoturismo y aquellas relacionadas con los recursos artesanales (Sánchez & López, 2011; Flores, 2011; Rivera et al., 2008).
El marco contextual de esta investigación se centra en un estudio de caso referente a las comunidades indígenas Mayas Chontales de Nacajuca, Tabasco y su actuación como parte de la oferta turística del corredor BIji Yokot’an. La oferta turística del corredor Biji Yokot’an se integra en dos municipios: Jalpa de Méndez y Nacajuca. Su principal oferta corresponde a la realización de actividades inmersas en el turismo de naturaleza, específicamente ecoturismo y turismo rural; destacándose aquí la gastronomía, recursos naturales, cultura, historia y artesanías. Actualmente, el corredor Biji Yokot’an cuenta con trece recursos turísticos clasificados en: tres recursos naturales, cinco recursos culturales y cinco recursos históricos monumentales.
La oferta principal de las comunidades Mayas Chontales es la elaboración de artesanías de diferentes clases, cuyos precios varían en función de diversos factores: el proveedor, el tamaño de la artesanía, la calidad de la materia prima e incluso la ubicación del punto de venta. Éstas se elaboran a base recursos que forman parte de la vegetación de la localidad y los artesanos pueden conseguirlos con facilidad (Véase tabla 1). A excepción del mimbre y el rattán que se transportan desde Tapijulapa y ciudad de México.
El planteamiento de la investigación cuestiona: ¿la actividad turística realizada en las comunidades Mayas Chontales es percibida como sostenible entre sus habitantes? para responder a la pregunta de investigación, el trabajo se basó en una Guía de Indicadores de Desarrollo Sostenibles para destino turísticos propuesta por la OMT (2009), la cual refiere a la sostenibilidad del turismo, específicamente se aborda el grado de integración y participación de la comunidad en la planificación de actividades turísticas.
2. Materiales y métodos
El diseño metodológico utilizado está basado en un enfoque mixto de la investigación, ya que implicó la recolección y análisis de información cuantitativa y cualitativa. El procedimiento se concentra básicamente en dos etapas: la primera consistió en la recopilación, clasificación y análisis de información documental referente a la actuación de los artesanos, la población local, y el turista; la cual se obtuvo a partir de fuentes secundarias como fascículos, publicaciones en periódicos y revistas científicas, censos poblacionales, boletines, informes, libros, tesis de licenciatura y posgrado, planes y programas, enciclopedias, así como sitios electrónicos de organismos oficiales como la OMT y SECTUR, principalmente. Y en una segunda etapa se realizó el trabajo de campo que ha combinado las técnicas de la entrevista, encuesta y observación.
La investigación de campo se desarrolló mediante el Diseño Exploratorio Secuencial, DEXPLOS, entendido como un diseño que integra “una fase inicial de recolección de análisis de datos cualitativos seguida de otra donde se recaban y analizan datos cuantitativos” (Hernández, Fernández & Baptista, 2010, p. 551).
Tal como señala el DEXPLOS en su modalidad comparativa, la primera fase de la investigación se concretó en la recolección y análisis de datos cualitativos, para lo cual se realizaron entrevistas dirigidas a dos informantes clave: el Director de Fomento Económico y Turismo del municipio de Nacajuca, DFET, y un sacerdote católico quien tiene a cargo la coordinación e integración de las comunidades Mayas Chontales. Con el primero se indagó acerca del trabajo conjunto y la planificación de proyectos turísticos con los artesanos, además proporcionó información relevante sobre la estructura y ubicación de las zonas artesanales, lo cual permitió identificar las zonas indígenas idóneas para llevar a cabo la investigación. Por su parte, el sacerdote constituyó una fuente de información valiosa respecto al comportamiento y la participación de los pobladores en las fiestas y tradiciones locales. Cabe señalar que sus creencias indígenas se alimentan principalmente de su tradición religiosa, y siendo el catolicismo la religión predominante con el 73% de feligreses en el municipio (Plan Municipal de Desarrollo, PMD, 2015), el conocimiento y la experiencia del sacerdote aportarían información relevante al estudio.
En la primera fase, se seleccionaron las comunidades con base en su participación turística-artesanal, por lo que se buscó a comunidades históricamente reconocidas por su vocación artesanal y que forman parte de la oferta del corredor turístico Biji Yokot’an. Es así que se seleccionaron las comunidades que cumplieron con ambos criterios: Tucta, Mazateupa, Tecoluta 1ra. y Tecoluta 2da., lo cual facilitó la búsqueda de información, además de disminuir los costos económicos y de tiempo.
Posteriormente se calculó el tamaño de la muestra usando la estimación de una proporción a través de la siguiente fórmula:
Donde:
n = Tamaño de la muestra
P = Parámetro
= error de la estimación
= valor de z que delimita un área de a su derecha en la curva normal.
N = Tamaño de la población
De esta manera se realizó un muestreo aleatorio, donde cualquiera de los individuos de una población tuvo la misma probabilidad de ser elegido (Gómez, 2012). Así se imprimieron un total de 304 cuestionarios, 78 para Tucta, 81 a Mazateupa, 69 a Tecoluta 1ra. y 76 a Tecoluta 2da.
En la segunda fase se inició la recopilación de información cuantitativa a través de encuestas. La fuente de información en esta etapa fue la población receptora y los artesanos. Los cuestionarios fueron dirigidos a personas mayores de edad, principalmente padres de familia. Se encuestaron en su mayoría mujeres entre los 30 y 50 años de edad, sobre todo en las comunidades Tucta, Tecoluta 1ra. y Tecoluta 2da., donde regularmente se les encontraba realizando labores domésticas. En el caso de Mazateupa prevalecieron las encuestas a los hombres, la mayoría de ellos se encontraban en sus hogares atendiendo algún negocio de artesanías o abarrotes.
Respecto a los instrumentos de investigación para las entrevistas y encuestas, se abordaron diversas temáticas referentes a la accesibilidad de información respecto a la actividad del turismo sostenible y a la participación de la comunidad local en la toma de decisiones de proyectos turísticos. Los cuestionarios para las entrevistas incluyen, además de las categorías que refieren a los indicadores de sostenibilidad, algunos aspectos demográficos y funciones laborales de los entrevistados; por su parte los cuestionarios para las encuestas abordan aspectos demográficos, socioeconómicos y socioculturales. En el caso específico del cuestionario a los artesanos se consideró pertinente agregar un apartado que proporcionara información descriptiva de las características de las artesanías, dado que dichos productos constituyen el atractivo turístico principal de sus comunidades (Véase tabla 2).
La aplicación de cada cuestionario duró alrededor de 10 minutos. La estructura de las preguntas incluyeron preguntas cerradas, opción múltiple, afirmaciones con respuestas basadas en la escala Likert de cinco puntos que va desde la categoría «muy de acuerdo» a la categoría «muy en desacuerdo» y finalmente se plantearon preguntas abiertas que dieron pauta al entrevistado para expresar su opinión respecto al tema.
En la tercera fase de la investigación se compara e integra la interpretación de los datos, el análisis de los resultados se realizó utilizando la herramienta Excel de la paquetería office 2010, para los datos cuantitativos, a través del cual se generaron las tablas y gráficas necesarias. Finalmente, Los datos cualitativos que resultaron de las entrevistas se trabajaron en Atlas-ti 8 Windows.
3. Análisis y resultados
3.1 Aspectos sociodemográficos, socioeconómicos y socioculturales de la comunidad
Las comunidades estudiadas tienen características demográficas muy similares, en principio se trata de comunidades rurales, con una población menor a 2 500 habitantes (Véase tabla 3). Asimismo, más del 50% de sus hogares son habitados por un promedio de cuatro a seis personas (Liévano, 2016).
Como es característico de comunidades rurales, en la zona se percibe cierto rezago educativo. El 34% de los encuestados no ha concluido el nivel primaria, el 22% ha concluido la secundaria, el 16% logró concluir el nivel medio superior (preparatoria o bachillerato) y solo un 6% ha logrado terminar sus estudios universitarios. Cabe señalar que las comunidades Tecoluta 2da. y Mazateupa presentan un nivel más alto de rezago educativo con 44 y 39% de población sin estudios respectivamente. Tucta con el 10% de sus habitantes logra un mayor alcance en estudios universitarios. Cabe señalar que estos resultados corresponden en su mayoría a mujeres, ya que fue el género prevaleciente durante las encuestas.
Las mujeres adultas se dedican a las labores del hogar. Las más jóvenes trabajan en el sector terciario fuera de su comunidad o bien se encuentran estudiando la preparatoria o universidad. Los hombres realizan principalmente actividades primarias, ya sea de pesca o agricultura. Sin embargo, en el caso específico de Mazateupa, seguido por Tucta, existe un número considerable de negocios familiares de artesanías, lo cual complementa los ingresos económicos de los pobladores.
Cabe señalar que en la localidad también existen profesores que laboran en escuelas bilingües de la misma comunidad, donde se enseña a los niños en lenguaje castellano y chontal. Esta última es hablada en las cuatro comunidades por más del 87% de los hogares. Los padres de familia procuran la preservación de la lengua enseñándola a sus hijos desde muy pequeños, por lo que muchos niños dominan la lengua chontal y el castellano a la edad de 5 años, sobre todo en las comunidades Tecoluta 1ra. y Tecoluta 2da., donde no existe una interacción turística constante (Véase figura 1).
Es también evidente que en Tucta ha habido una pérdida mayoritaria de la lengua chontal, habiendo un 27% de encuestados que no hablan dicha lengua. El 40% de encuestados en esta comunidad son amas de casa, cuyas actividades se concentran en su hogar realizando labores que no implican su traslado constante a lugares fuera de su entorno. Es probable que el jefe de familia e hijos, quienes tienen mayor interacción con el entorno exterior debido al trabajo y estudios, presenten un grado más elevado de pérdida de la lengua.
Respecto a la religión que profesan dichas comunidades, el catolicismo es con más del 85% de feligreses la religión predominante, a esta cifra le sigue una minoría de evangélicos, entre ellos pentecostés, presbiterianos y adventistas. Cabe señalar que el catolicismo en México se perfila como una de las religiones con mayores festividades. Específicamente en la cultura chontal, lo cual ha contribuido también a la diversificación de su oferta turística, pues las celebraciones de los pueblos indígenas son un importante atractivo cultural para los turistas.
3.2 Toma de conciencia y participación de la comunidad
La mayoría de los artesanos iniciaron con esta actividad desde muy pequeños, teniendo en promedio diez años de edad; tradición que quieren inculcar también a sus hijos. Sin embargo, en la actualidad esta tradición al igual que el habla de la lengua indígena se ha perdido en muchos niños y jóvenes de la comunidad. Al respecto, uno de los informantes clave reportó que en los últimos diez años el comportamiento de los pobladores ha cambiado en diversos aspectos, por ejemplo, ha menguado el número de participantes en las prácticas culturales, es decir: celebraciones a los santos, las ferias, ofrendas, danzas, etc.; además comentó que los jóvenes son cada vez más independientes; e incluso retomó que se está perdiendo la lengua chontal en los niños y jóvenes de la localidad.
En Tecoluta 1ra. y 2da., se reportó una gran cantidad de artesanos que no tienen un negocio establecido, las amas de casa elaboran los tejidos de guano y estos son vendidos en $10 pesos a otras comunidades que realizan el acabado de la artesanía, transformándola en un objeto útil. Los artesanos refieren que sus ingresos son por lo menos en un 30% gracias a la venta de artesanías aunque esta no sea su principal actividad económica.
Aunque la mayoría de los pobladores desconocen que la elaboración de artesanías forma parte de un atractivo turístico, durante el recorrido en campo se observó que más del 50% de los habitantes en las cuatro comunidades llevan a cabo esta actividad, ya sea para su venta directa a los turistas o bien para su venta a otras comunidades.
Al indagar sobre la mayor inquietud que tiene la población con respecto al turismo en su comunidad, las respuestas de los encuestados en Tucta y Mazateupa dejaron ver contrariedad en los habitantes con respecto a proyectos turísticos anteriores (Véase tabla 4). Por su parte, en Tecoluta 1ra. y Tecoluta 2da. se insistía en la necesidad de mejorar la infraestructura de sus calles para que los turistas puedan tener acceso a sus comunidades.
Al respecto, ninguno de los encuestados ha presentado sus inconformidades o ideas ante las autoridades, pues consideran que su comunidad no es un sitio turístico y por lo tanto no serán tomados en cuenta. Sin embargo, el 95% de los encuestados consideran que en el turismo se pueden encontrar nuevas oportunidades de esparcimiento y un 20% coincide en que deberían llevarse a cabo proyectos que estimulen la venta de artesanías y recorridos turísticos en la laguna o a la orilla del río.
El caso de los artesanos en Nacajuca es contradictorio a la premisa de la participación comunitaria, ya que la mayoría de ellos se ha negado a participar con el Ayuntamiento en las exposiciones que se organizan. En este sentido, son apenas una minoría quienes logran publicitar sus productos en las ferias de Villahermosa o Nacajuca.
Aunado a lo anterior, la DFET carece de un plan que permita el establecimiento de metas y objetivos específicos que impulsen el desarrollo turístico y menos aún que involucre a la comunidad artesanal, tampoco se realizan informes sobre el desarrollo económico y social de las comunidades productoras de artesanías. Al respecto, Sánchez & López (2011) afirman que
Es muy importante la incorporación de población local mediante metodologías participativas para generación de proyectos… Por lo cual, deben interiorizar en la problemática local, mediante recorridos dentro del área, para lograr la sensibilidad social, económica y ambiental para el manejo sustentable de los recursos… (p. 87).
Los encuestados refieren que desconocen de la existencia de planes o estrategias que los involucren en la elaboración de proyectos turísticos. Además, pocos pobladores asisten a reuniones comunitarias y los que asisten aseguran que no se tratan temas relacionados con la actividad turística.
De las comunidades estudiadas, Tucta y Mazateupa tienen conocimiento de que su comunidad se encuentra ofertada turísticamente, por lo que se facilitó la aplicación de los cuestionarios, pues la mayoría de sus pobladores son personas que han tenido contacto con turistas. Caso contrario es el de las comunidades Tecoluta 1ra. y Tecoluta 2da., donde se percibe un completo desconocimiento de turismo por parte de los pobladores, lo cual dificultó la aplicación del cuestionario. Sin embargo, lo anterior dejó ver un indicio de respuesta a la pregunta de investigación planteada al inicio, pues uno de los principales indicadores para identificar la sostenibilidad en un destino turístico es que la población tenga conocimiento de que forma parte de dicha actividad.
Se pudo constatar que la población no comprende lo que implica la actividad turística y menos aún conocen el significado de sostenibilidad, ya que en las comunidades Mayas Chontales no se promueve la práctica del turismo sostenible. Incluso, muchos artesanos ni siquiera habían escuchado dicho término (Véase figura 2), consecuentemente también desconocen su significado.
No obstante, más del 70% de los encuestados en cada comunidad, refieren que están interesados en recibir cursos de capacitación sobre el desarrollo del turismo sostenible, lo cual constituye un buen pronóstico para proyectos futuros.
4. Discusión y conclusiones
Es importante mencionar que “existe una relación compleja y en constante evolución entre el turismo indígena y los conceptos y prácticas del turismo sostenible” (Carr, Ruhanen, & Whitford, 2016, p. 1067). Esta complejidad se debe principalmente al hecho de que a través de actividades como el turismo, muchos pueblos indígenas han sido colonizados, siendo despojados de sus tierras y negándoseles el derecho total o parcial de acceder a los recursos naturales, históricos y culturales de sus localidades, los cuales pueden sustentar sus necesidades básicas de alimentación (Carr et al., 2016). Dada esta situación, la aplicación de los indicadores de sostenibilidad es una herramienta necesaria en planificación de actividades turísticas, pues a través de ellos se pueden adoptar medidas tempranas para prevenir los impactos negativos de la actividad turística.
La aplicación de los indicadores en las comunidades Mayas Chontales tuvo más limitaciones de las esperadas, las características que presentan dichas comunidades discrepan con centros turísticos comunes, por lo que durante el proceso de investigación los instrumentos se adaptaron a las características socioculturales de la comunidad.
La investigación arrojó respuestas homogéneas en las cuatro comunidades. Los habitantes perciben el turismo como una actividad donde pueden encontrarse nuevas oportunidades de esparcimiento, pese a que se muestran decepcionados por proyectos turísticos anteriores. No obstante, expresan su deseo por que exista en sus comunidades una mayor afluencia turística en los próximos años.
Butler & Hinch (2007) exponen la importancia de que los pobladores de comunidades indígenas estén informados sobre la actividad turística, ya que a menudo es una experiencia nueva para ellos. Sin embargo, la investigación muestra un evidente desconocimiento de las prácticas de turismo sostenible por parte de los pobladores, incluyendo a los prestadores de servicios y a los agentes encargados de la planificación; lo cual demanda e invita a poner en marcha programas de capacitación en el área de sostenibilidad turística donde participen todos los agentes involucrados, ya que el conocimiento de esta práctica es la base para la toma de decisiones acertadas en futuros proyectos.
Las comunidades Mayas Chontales, representan una oportunidad de desarrollo para el municipio, la riqueza cultural que albergan puede ser el detonante para la elaboración de diversos proyectos. Sin embargo, los casos exitosos no se basan en la belleza de sus recursos, el éxito lleva implícito un esfuerzo conjunto de trabajo y planeación estratégica en beneficio de la comunidad.
En este sentido, se torna necesaria la participación del gobierno; empresas del sector privado; artesanos, restauranteros, y otros negocios; escuelas de todos los niveles educativos; profesionistas especializados en áreas diversas; biólogos, ambientalistas, sociólogos, economistas, etc.; el sector salud; seguridad; pero sobre todo la población local, pues esta recibirá el mayor impacto de la actividad turística. Por lo tanto, se plantea la necesidad de diseñar un plan estratégico de desarrollo turístico donde participe la población local, aunado a la elaboración de proyectos sostenibles que diversifiquen la oferta actual y que se realicen reuniones comunitarias periódicas donde se registren avances, quejas o sugerencias en la puesta en marcha de cada proyecto.
Por otra parte, es importante realizar capacitaciones periódicas para los prestadores de servicios turísticos: restauranteros, artesanos, hoteleros, guías, transportistas, etc., brindándoles la información necesaria para desempeñarse eficientemente en sus actividades diarias. Además, es importante gestionar los recursos necesarios para la construcción, mantenimiento y remodelación de las carreteras en las comunidades Mayas Chontales. Así como la implementación de una adecuada señalización dentro de la zona Maya Chontal.
Con el fin de fomentar en los niños y adolescentes sus raíces, tradiciones y lengua de origen, es importante construir un espacio donde se lleven a cabo exposiciones bimestrales de artesanías y gastronomía típica del municipio, asimismo que se impartan talleres infantiles de educación ambiental y cultural. Finalmente, se propone sensibilizar a la población y prestadores de servicios, acerca de las prácticas de turismo sostenible. Trabajar en la consolidación de este enfoque de manera que repercuta en la repartición justa de los bienes generados por el turismo, en la seguridad de la comunidad, en la capacitación de los prestadores de servicios y en todas las áreas que se requiera.