Introducción
El problema de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) está aumentando a nivel mundial debido al crecimiento de la población y al cambio en los patrones de consumo. Según Kaza y col. (2018), en todo el mundo se generan 242 millones de toneladas de residuos plásticos, y en 2016 se produjeron 1.600 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero equivalentes a dióxido de carbono (CO2) por la gestión de residuos sólidos. Si no hay ninguna mejora en la generación de residuos sólidos, las emisiones aumentarán un 62,5% en el 2050.
En 2017, en México se produjeron 102 895,00 toneladas diarias de residuos, de esa cantidad el 83,93% se recolectó, y el 78,54% se destinó a sitios de disposición final, reciclando sólo el 9,63% (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2017). La información oficial (Fig. 1) a nivel nacional, estatal y local sobre la generación de residuos sólidos es escasa y desactualizada (el último dato oficial se registró en 2012). No obstante, se observa un comportamiento explícito en el crecimiento económico del país. El aumento del gasto medio en consumo privado de las familias ha provocado un incremento constante de los residuos y de la generación de los mismos. Incluso en tiempos de crisis económica (2009), la generación de residuos sólidos urbanos continuó incrementando, lo que podría atribuirse a la pausa económica generada por las acciones de mitigación de la pandemia del COVID-19 y que ahora con la reapertura económica podría tener un efecto más significativo en términos de contaminación.
La producción de RSU está vinculada a las actividades en los hogares (Diario Oficial de la Federación, 2003), por lo que su aumento también está relacionado con los patrones de consumo de los hogares y el crecimiento de la población. Las investigaciones muestran cambios en los patrones de consumo; por ejemplo, se realizó un estudio en la isla de Creta para identificar la composición de los residuos, y los resultados indicaron un cambio en los patrones de consumo, principalmente debido al aumento de los materiales de almacenamiento en comparación con la disminución de los residuos orgánicos (Gidarakos, Havas y Ntzamilis, 2006). Por otro lado, a medida que la población crece en una región, es necesario establecer una forma más organizada de gestión de los residuos para mantener los aspectos sanitarios generales (Seadon, 2006).
La gestión adecuada en los niveles de RSU todavía no se ha logrado (Marín García y Quintanilla Jerezano, 2007). Algunos RSU depositados en los vertederos tienen un valor residual, como el papel, el PET, el cartón, el cartón de leche, el metal, entre otros. Sin embargo, este valor se pierde cuando no son reutilizados o reintegrados a la economía (Taboada-González y col., 2013). La mala gestión de los RSU puede crear efectos nocivos como la contaminación del suelo, el aire y el agua, la pérdida de biodiversidad y los riesgos para la salud (Huamaní Montesinos, 2017; Srivastava y col., 2015). La gestión adecuada de los RSU es un tema que impacta en las diferentes dimensiones de la sostenibilidad (Silva, Prietto y Korf, 2019); por lo tanto, es importante que después de recoger datos sobre los RSU, los hallazgos sean utilizados por los responsables políticos para desarrollar o mejorar una adecuada Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU).
En México, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos de 2003 señala que la GIRSU es un sistema que se encarga de las acciones para reducir, reutilizar y reciclar los residuos producidos, así como su recolección, almacenamiento y disposición final, siguiendo los objetivos de saneamiento, restauración y conservación del medio ambiente. Sin embargo, los sectores en los que se generan residuos sólidos son el industrial, el gubernamental, el institucional y el sanitario (Srivastava y col., 2015).
No existe una definición exacta de la GIRSU, ya que cambia según el país; además, la GIRSU va más allá de los desechos finales. Tchobanoglous y Kreith (2002) sugieren que se puede considerar como a la selección y aplicación de prácticas, tecnologías y programas de gestión adecuados para lograr los objetivos. Las ventajas de tener una GISRU en un país van más allá de la preservación de la salud de la población. También implica la disminución del uso de recursos naturales y de la contaminación por vertido de residuos no tratados, e indirectamente, el ahorro de energía (Hui y col., 2006).
El problema de la gestión de los residuos sólidos también está presente hoy en día en las zonas urbanas y semiurbanas, debido al aumento de la urbanización. Por ejemplo, en las zonas rurales de la India, los residuos se vierten en lugares inadecuados (bordes de las carreteras, terrenos baldíos, etc.), lo que es peligroso para la salud de los residentes de estas zonas y el medio ambiente; no hay separación de residuos, y aunque los residuos orgánicos se destinan a la alimentación de los animales, los cambios en los patrones de consumo han aumentado el uso de materiales plásticos que se eliminan en los vertederos (Vij, 2012). En las zonas rurales de Egipto, los residuos sólidos se suelen verter en desagües y canales, en vertederos abiertos o se queman (El-Messery, Ismail y Arafa, 2009).
En las últimas décadas, las zonas rurales en México también se han transformado de rurales a urbanas y semiurbanas, debido a un crecimiento demográfico. Esta transición de lo rural a lo urbano viene acompañada de los problemas de manejo de los RSU, así como del cambio en los hábitos de consumo. El Estado de Yucatan no está exento y ha experimentado esta transformación sobre todo en las seats , municipales, algunas de las cuales han alcanzado el tamaño de zonas semiurbanas. Desafortunadamente, el problema de los RSU está presente en ellos (como el creciente uso de materiales desechables y peligrosos), y se agrava cuando las comunidades no cuentan con servicios adecuados de recolección de basura. Esto se observa en la información reportada por la Secretaría de Desarrollo Social (2013) (Tabla 1), donde se muestra un crecimiento en la generación de residuos sólidos urbanos en zonas rurales o semiurbanas. El estado de Yucatán también ha registrado incrementos en el volumen de generación de RSU, obteniendo un total de 620 mil toneladas para el año 2012.
El único municipio del estado de Yucatán que cuenta con un relleno sanitario es Mérida, y los demás carecen de un relleno adecuado. En consecuencia, los residuos en las localidades rurales y semirurales se queman y arrojan en rellenos sanitarios, hoyos en el suelo y calles. Entre los problemas causados por el mal manejo de los RSU se encuentran la contaminación ambiental (atmosférica, edáfica, hídrica, visual), los malos olores, los roedores y las plagas, y temas que ponen en peligro la salud de los habitantes (Canul Bacab y May Hoil, 2016). En Yucatán se han desarrollado iniciativas debido a los RSU, un ejemplo de estas iniciativas es que todos sus municipios cuentan con un Plan de Manejo de Residuos Sólidos (Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2021). Sin embargo, la aplicación de estos planes requiere de inversión, innovación y la vinculación entre los sectores sociales, privados y públicos para comenzar a tener efectos positivos en la reducción de los RSU.
En México -según el artículo 115 de la Constitución Política- los municipios se encargan de la limpieza, recolección, tratamiento y disposición final de los residuos. Sin embargo, México ha experimentado un cambio notable en los servicios públicos, ya que cada vez hay más servicios privados. Esto incluye el suministro de agua potable, el alumbrado público y los servicios de recolección de residuos (Couto Benítez, Hernández y Sarabia, 2012). La participación del sector privado se ha convertido en una alternativa de solución al problema de la gestión de residuos, principalmente en las zonas urbanas (Couto Benítez, Hernández y Sarabia, 2012). Algunos estudios abordan la disposición de la población a pagar por el sistema de recolección de basura, así como los factores que influyen en esta decisión (Kayamo, 2022; Koford y col., 2012; Song, Wang y Li, 2016).
Los estudios sobre la gestión de los RSU se centran en las zonas urbanas que tienen una gran población (en México lo urbano supera a 15.000, y lo rural es menor a 2.500 habitantes, y el intermedio: semiurbano). Sin embargo, es probable que estos resultados no se apliquen en zonas semiurbanas, ya que son más pequeñas (Friesen-Pankratz y col.,
2011).
Por lo tanto, existe poca información sobre la recolección y disposición final de los RSU en zonas rurales y semiurbanas, así como de los factores que incentivan a estos habitantes a adquirir un servicio de recolección de residuos (RSU). Por ello, el propósito de este estudio es determinar los factores socioeconómicos asociados a la disposición a pagar para crear un sistema de gestión integral de residuos sólidos (SGSI) en ciudades semiurbanas de Yucatán.
Materiales y Métodos
En este estudio se utilizó un enfoque cuantitativo con diseño no experimental y de tipo transversal mediante el análisis de estadísticas descriptivas e inferenciales a través de un modelo econométrico de regresión truncada (Tobit). Los datos se recogieron en un solo periodo entre enero y marzo de 2021.
El diseño del estudio consideró tener representatividad espacial de las ciudades semiurbanas en los municipios del estado de Yucatan , los cuales fueron seleccionados de acuerdo con su distribución espacial. El estado se dividió en seis zonas, considerando la zona centro, noreste, noroeste, sureste y suroeste. Los municipios seleccionados según el criterio de representatividad fueron: Halacho, Izamal, Muna, Peto, Tekax y Tizimín, y las ciudades semiurbanas seleccionadas dentro de ellos son sus cabeceras municipales; ambas se presentan en la Figura 2: el municipio con color y la ciudad semiurbana con puntos.
El tamaño de la muestra se calculó para cada municipio con un 95% de confianza, 10% de error y, la respuesta positiva del 90% y la negativa del 10%. Se recolectaron 1144 entrevistas (Tabla 2), las cuales fueron suministradas y contestadas de manera física y personal (cara a cara), respetando el consentimiento informado respecto al uso de la información y todas las medidas de seguridad y distancia para evitar la propagación del COVID-19.
El instrumento utilizado en el presente estudio fue una encuesta en los hogares, la cual estuvo conformada por un total de 6 secciones que incluyeron: aspectos sociodemográficos de los integrantes del hogar, información relacionada con las actividades económicas principales y secundarias que realizan, elementos sobre las características físicas de la vivienda, los programas de política pública que recibe el hogar, los activos físicos con los que cuenta la familia y una sección relacionada con la generación de residuos sólidos urbanos. Toda la información se obtuvo y se almacenó en hojas de cálculo y posteriormente se importó al software estadístico STATA 17® para realizar los análisis estadísticos descriptivos y econométricos.
2.1 Método de valoración económica
Se utilizó el método de preferencias para estimar la disposición total a pagar por la creación de un sistema integral de recogida de residuos sólidos urbanos. En particular, se utilizó el método de valoración contingente (MVC), que ofrece un enfoque más directo al entrevistado (Tietenberg y Lewis, 2018). Un método CVM proporciona información relativa a la distribución de la DAP para un cambio propuesto en un bien ambiental (en este escenario, una reducción de la contaminación generada para los residuos sólidos urbanos) y su objetivo es medir el valor monetario de un individuo para este elemento. El acto de valoración implica un contraste entre dos situaciones, una con el artículo y otra sin él, por lo que las respuestas revelan un límite superior (en el caso de una respuesta “no”) o un límite inferior (en el caso de una respuesta “sí”) (Tietenberg y Lewis, 2018; Carson y Hanemann, 2006).
Los antecedentes teóricos del método están compuestos por la estructura de la función de utilidad (Ferreira y Marques, 2015). El MCV se apoya en la probabilidad de respuesta a la encuesta bajo el supuesto de que un individuo maximiza su utilidad, la función de distribución acumulada de la DAP, G c , y la correspondiente función de densidad de probabilidad, g c , depende de la forma de las preguntas de la encuesta (Hoyos y Mariel, 2010). Se utilizó un formato de pregunta abierta en el que se pidió a los individuos que declararan directamente su máxima DAP, A, la probabilidad de que la DAP del individuo sea igual a A, es:
La obtención de la distribución de la DAP para un formato de pregunta abierta supone una regresión lineal sobre algunas covariables (Zy) y un término aleatorio de distribución normal (ε), por lo que la DAP también se distribuye normalmente (Hoyos y Mariel, 2010):
2.2 Especificaciones del modelo de regresión Tobit para la DAP ($)
Se obtuvo un valor monetario de la disposición a pagar (DAP) de las entrevistas. Sin embargo, esta variable dependiente presenta una característica particular ya que está censurada a la “izquierda” en 0 para todas las respuestas de los individuos que decidieron no considerar a DAP, de tal manera, que no se cobra por este evento. Adicionalmente, también se censura a la “derecha”, ya que los valores mayores a cero en la DAP tienen un límite de $200 MX , es decir, ninguno de los entrevistados tuvo una DAP mayor a $200 MXN mensuales por la creación del SGSI.
Por lo tanto, el modelo Tobit (Tobin, 1958) es la alternativa más adecuada al modelo de regresión por mínimos cuadrados ordinarios (MCO). La falta de capacidad para reconocer la censura en la distribución de las respuestas en el modelo MCO provoca parámetros de estimación inconsistentes y sesgados (Del Saz-Salazar, Feo-Valero y VázquezPaja, 2020; Maddala, 1983).
El modelo de regresión Tobit puede definirse de la siguiente forma:
Donde y ∗ i es la variable latente dependiente, x i , es la i-ésima fila de la matriz de datos de n × (p+1) con una matrix X y p variables explicativas, β es un vector (p+1) × 1 de coeficientes y ε i es el término de error que se distribuye independientemente con media 0 y varianza σ2. Existen diferentes tipos de censura como la izquierda, la derecha, la doble, la central y la progresiva (Toker y col., 2021).
La estimación del modelo Tobit se basa en el nivel de la regresión lineal ordinaria (Greene, 2018), donde la probabilidad logarítmica para el modelo de regresión censurado es:
Donde las dos partes corresponden a la regresión lineal para las observaciones no limitadas y las probabilidades relevantes para la observación límite, respectivamente (Greene, 2018).
Resultados
La tabla 3 muestra las características sociales, económicas y demográficas de los habitantes y sus hogares (HH), donde el 41% de los jefes de hogar son hombres, el promedio de edad es de alrededor de 50 años, y la mayoría de ellos (57%) hablan el idioma local: Maya. La mayoría de los jefes de hogar no han terminado la escuela secundaria (8,78 años de estudio). Los ingresos anuales son de aproximadamente 2.720 dólares per cápita.
En la figura 3 se identifican los residuos sólidos urbanos generados con mayor frecuencia en los hogares entrevistados, destacan: restos de huesos y pieles de animales (93,53%), botellas de PET (93%), envoltorios de alimentos (92,48%), productos de limpieza (92,3%), restos de comida (90,38%), bombillas (89,07%), plástico en general (87,3%), latas (84,23%), papel higiénico (83,3%) y, madera (82,25%). Existe un gran valor en el reciclaje o en los mercados de la economía circular dentro de los residuos generados por los hogares como el PET, las latas, la madera y los envoltorios de alimentos. Este factor es vital ya que el sistema de gestión integral de residuos debe contemplar la reutilización de este tipo de residuos.
La figura 4 presenta la distribución de los RSU generados en los hogares entrevistados. La recolección de residuos se encarga de una parte de los RSU, sin embargo, la disposición final de otros residuos es la quema, la venta, el reciclaje, el compostaje, la utilización para la alimentación de animales, los vertederos, calles, pozos y huecos en la tierra. De acuerdo con los resultados obtenidos en las viviendas, se pueden destacar los siguientes elementos:
Quema de basura: El 24% de los hogares queman papel higiénico; el 24%, madera o residuos de jardinería; el 17%, envoltorios de alimentos; el 16%, cartón; y el 9%, productos domésticos.
Recogida de residuos: El 86% de los hogares desechan bombillas para la recogida de basura; el 81%, productos domésticos; el 74%, papel higiénico; el 73%, envoltorios de alimentos; el 65%, tetrapak; el 58%, plástico en general; el 56%, vidrio; el 54%, medicamentos; el 59%, latas; el 47%, pilas; el 44%, electrodomésticos; el 41%, cartón; el 40%, botellas plásticas; en menor medida, entre otros.
Venta: los hogares entrevistados declaran vender parte de sus residuos a los RSU. El 22% vende botellas plásticas; el 19% metal; el 15% latas; el 11% aluminio; el 6% plástico en general; y el 4% tetrapak.
El compost: Los RSU son útiles para producir compost. Los 3 RSU más utilizados para este fin son los residuos de madera o de jardinería en el 20% de los hogares; el estiércol en el 11% y, por último, los restos de comida en el 7%.
Alimento para animales: Los RSU pueden utilizarse como alimento para animales, especialmente en los hogares rurales que crían animales de traspatio. Los principales 3 utilizados para ello son huesos y pieles de animales en el 60% de los hogares, restos de comida en el 49% y nixtamal en el 9%.
En la descripción de los grupos por su disposición a pagar por la creación de un sistema de Recogida Integral de Residuos Sólidos Urbanos en los municipios, los resultados fueron los siguientes: El 69,75% de los hogares entrevistados declaró estar dispuesto a pagar. El monto promedio de pago es de 17,65 pesos mexicanos (0,85 dólares americanos).
Los aspectos sociodemográficos que diferencian a los hogares por su disposición a pagar se describen en la Tabla 4. Los resultados muestran que el hecho de hablar maya (t = 3,33), los años de educación (t = 2,44), el número de habitaciones en la casa (t = 4,99), la posesión de un teléfono celular (t = 2,59), de una bicicleta (t = 4,38) y de un automóvil (t = 3,89) diferencian a estos grupos. En este sentido, se observa que los hogares donde predomina la lengua maya en general no están dispuestos a pagar, así como los hogares que cuentan con menos activos físicos del hogar.
La media de la DAP varía de un municipio a otro. Se puede observar en la Figura 5 que en Muna, la DAP apenas supera los 10 pesos y es la más baja de todos los municipios estudiados. Mientras que Halacho y Tekax están por debajo de los 15 pesos, pero llegan a los 10. La DAP en Peto está por encima de 15, pero por debajo de 20 pesos. La DAP en Izamal supera los 20 pesos, pero la media más alta de la DAP está en Tizimín con 26,90 pesos.
La Figura 6 muestra la tasa de superveniencia, donde se puede observar las frecuencias de aparición del resto del valor monetario asignado por los entrevistados.
Los hogares que declararon no estar dispuestos a pagar por un sistema integrado de recogida de residuos sólidos coincidieron en las siguientes razones:
Los ingresos de los hogares son insuficientes.
No hay cultura de pagar la recogida de basuras.
Es un gasto adicional para el hogar.
Ya existe una recogida de residuos gratuita.
Desconfianza por parte de los consumidores porque el sistema actual no funciona correctamente.
El modelo Tobit se aplicó con la información descriptiva para identificar los factores socioeconómicos que influyen en la probabilidad de una cantidad monetaria más significativa en la disposición a pagar. En total, se identificaron seis variables estadísticamente significativas. Algunas de esas variables son el hecho de que el jefe de familia hable maya y que tenga una bicicleta en casa como activo, lo que reduce las probabilidades de hacer un pago mayor. Por otro lado, los años de educación y las variables asociadas a las mejoras materiales en la vivienda, como un mayor número de habitaciones, tener un teléfono celular y un automóvil afectan positivamente las probabilidades de tener una mayor disposición de pago. Los resultados se muestran en la Tabla 5.
Discusiones
Los resultados de la investigación son útiles para que las autoridades regionales establezcan planes y programas de GIRSU capaces de satisfacer las demandas regionales de gestión de residuos (Gidarakos, Havas y Ntzamilis, 2006). Sin embargo, faltan estudios sobre cómo las poblaciones rurales gestionan sus residuos sólidos (Taboada-González y col., 2013). Los hallazgos de los estudios existentes indican que la recolección de residuos por parte de los gobiernos locales es deficiente, ya que una parte importante de esta población carece del servicio (Del Carmen-Niño y col., 2019). También existen sistemas informales de recolección de basura en zonas rurales, por los cuales los residentes deben pagar una cuota (Aljaradin, Persson y Sood, 2015).
Además, los resultados del presente estudio revelan que las poblaciones rurales utilizan los residuos orgánicos para alimentar a sus animales o en la producción de la composta (Del Carmen-Niño y col., 2019; Juárez López, 2009); esta tendencia muestra potencial para la aplicación del componente de reutilización de RSU. Además, algunos hogares utilizan la quema de basura como una práctica cultural o porque no hay recolección disponible de basura (Del Carmen-Niño y col., 2019; FriesenPankratz y col., 2011), la cual es una de las prácticas que la GIRSU trata de evitar ya que la quema de residuos es una vía para la contaminación del aire. Se observa un alto porcentaje de envoltorios de alimentos (92,48%), como se ha mencionado en otros estudios en diferentes países, esta práctica está relacionada con el cambio en los patrones de consumo (Gidarakos, Havas y Ntzamilis, 2006).
Estudios anteriores revelan que la DAP está relacionada con el valor que los habitantes asignan a la calidad del medio ambiente en su comunidad, y con otros elementos socioeconómicos como el ingreso, el género, la edad, el nivel de educación, el tamaño de la familia, la descendencia, la ética ambiental y la confianza en el gobierno (Ibarrarán, Islas y Mayett, 2003; Quispe Mamani y col., 2020). En este caso, los factores relacionados son no hablar maya, mayor número de bienes y más habitaciones en la casa.
No obstante, hay un 69,75% de los hogares entrevistados dispuestos a pagar, lo que representa una oportunidad para que el gobierno establezca planes y programas adecuados de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos en colaboración con una entidad privada. Este porcentaje es inferior al reportado por Song, Wang y Li (2016), que obtuvieron un 85,5% de respuestas positivas hacia la DAP en un estudio realizado en Macao, China.
Se pudo establecer la disposición a una paga aproximada en la zona de estudio de 17,65 pesos mexicanos (0,85 dólares estadounidenses) por hogar, resultados significativamente inferiores a los obtenidos por Ferreira y Marques (2015) en Portugal (2,59 euros) o por Koford y col. (2012) en Estados Unidos (2,29 dólares), así como los 10,16 soles estimados por Colquehuanca Vilca y col. (2020) en Perú, los 4,79 dólares obtenidos por Song, Wang y Li
(2016) en China, y Kayamo (2022) en Etiopía con 0,62 dólares por persona. La variación podría estar vinculada a los diferentes ingresos entre países, un elemento que excede el alcance de este estudio.
Conclusiones
El método de valor contingente aplicado a la implementación de un sistema de recolección de residuos sólidos en comunidades semiurbanas de Yucatán se aplicó con éxito en este estudio. Su eficacia como método de evaluación directa del cambio de una situación que involucra a los residuos sólidos municipales se pone a prueba en las ciudades rurales y periurbanas de Yucatán, México.
La metodología utilizada permite establecer soluciones basadas en el mercado que concilien la capacidad de pago de los actores involucrados; sin embargo, al estar directamente asociados con el servicio público (recolección de residuos sólidos), es necesario desarrollar políticas públicas complementarias que atiendan la correcta disposición de los residuos, así como su reducción. Los resultados de este estudio contribuyen a comprender mejor la relación entre los habitantes de las ciudades en crecimiento y poder abordar estos problemas que tienen consecuencias económicas, sociales y ambientales.
Los factores socioeconómicos que inciden en la disposición a pagar y que resultaron estadísticamente significativos permiten aproximarse al perfil generador de residuos sólidos urbanos. Esta información puede ayudar a futuros estudios a que permitan establecer un precio óptimo para el sistema de recogida de residuos sólidos urbanos, considerando además los siguientes elementos que se describen a continuación para garantizar la financiación y sostenibilidad económica del sistema. Si bien existen elementos culturales y sociales arraigados en la recolección de residuos sólidos, este sistema integrado puede ir acompañado de otro tipo de incentivos económicos para modificar el comportamiento de los consumidores hacia algo más beneficioso para el medio ambiente, como la renta de los hogares. Un ejemplo de ello podría ser el pago de la eliminación de los residuos con alto valor de reciclaje. En otros países, una adecuada asociación público-privada para la gestión de los residuos sólidos urbanos puede ser una estrategia eficaz para resolver los problemas de gestión de los RSU Aliu, Adeyemi y Adebayo (2014), Bhuiyan (2010) y Rode (2011).