Introducción
Basándose en la noción foucaultiana de gubernamentalidad, Goldman (2001) y Ulloa (2001) propusieron a inicios de los años 2000 el concepto de “ecogubernamentalidad”, caracterizando el hecho de que se recurra a la protección del ambiente para producir dispositivos de poder que buscan dirigir el accionar de las poblaciones. El sociólogo Michael Goldman acuñó el concepto, al analizar la puesta en marcha, por parte del Banco Mundial, de políticas “verdes” que tenían como objetivo oficial detener la destrucción forestal en países del sureste asiático (Laos, Camboya y Vietnam). Sin embargo, como señaló Goldman, esa iniciativa “verde” habría desplazado a millones de habitantes de la zona, a fin de despejar grandes extensiones de territorios para construir más de una docena de hidroeléctricas, que proporcionarían electricidad a centros urbanos de la región.
Por su parte, la antropóloga Astrid Ulloa llegó -al parecer de manera independiente- al mismo concepto de “ecogubernamentalidad” al analizar las políticas ambientales en pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia. Su trabajo mostró cómo la construcción de los indígenas como “guardianes de la naturaleza”, la emergencia de una “conciencia ecológica” y el desarrollo de una narrativa de la “crisis ambiental global” han proporcionado una coyuntura propicia para elaborar nuevas formas de control sobre poblaciones, en particular de las asentadas sobre “recursos naturales” (Ulloa 2004). Específicamente, a partir del cambio climático, Ulloa argumenta que se ha formado un régimen de “ecogubernamentalidad climática”. Este agrupa “representaciones, discursos, políticas, programas y prácticas” que integran una serie de principios políticos globales en torno a la problemática (Ulloa 2011a). Ulloa concluye que, a través de la “ecogubernamentalidad climática”, se conectan iniciativas de “mitigación” y “adaptación” al cambio climático con procesos de “acaparamiento de tierras, despojo y subordinación”, en particular en poblaciones y territorios indígenas (Ojeda 2014).
A partir de lo anterior, en el presente artículo se busca identificar en qué medida un proyecto faro de la adaptación al cambio climático, Fortalecimiento de la Resiliencia de las Comunidades a los Efectos Adversos del Cambio Climático, con énfasis en Seguridad Alimentaria (Foreccsa), se inserta en dicho régimen de ecogubernamentalidad climática. La pregunta de investigación es ¿cómo Foreccsa contribuyó a difundir una narrativa específica del clima y, sobre todo, cómo su diseño impulsó nuevas prácticas de las poblaciones afectadas, en su relación con el ambiente, que permiten el control sobre estas y sus recursos?
Empleando una metodología de observador-participante “periférico” (Bastien 2007), junto a elementos de análisis del discurso (Fairclough 2003), se analizan de manera detallada el lenguaje, los conceptos y los enunciados que contienen los documentos marco de Foreccsa, las principales acciones ejecutadas y, dada la limitación en el espacio, se procesan dos de las trece entrevistas realizadas a personas beneficiarias de Foreccsa, a raíz de su culminación en 2018.
Primero se analiza la propuesta de proyecto. Se identifican de manera sistemática elementos del lenguaje y enunciados coherentes con la construcción de percepciones y prácticas “climatológicamente aceptables” en las poblaciones afectadas, que están apegadas al “régimen de veridicción climático” y en fase con un objetivo de control y direccionamiento de las conductas de estas poblaciones, en el marco de una ecogubernamentalidad climática. Luego, se buscan indicios del carácter disciplinador de Foreccsa, al examinar las acciones efectivamente ejecutadas en el territorio, sus modalidades de implementación y las características del discurso sobre el cambio climático que fue divulgado a través de ellas. Se prioriza el examen de la intervención en la provincia de Pichincha, dado que uno de los autores formó parte del equipo técnico que implementó el proyecto en la zona, en 2017 y 2018.
El artículo se divide en dos secciones. La primera está dedicada a definir los conceptos de “ecogubernamentalidad” y “ecogubernamentalidad climática”, y a analizar cómo se conectan con la modificación de las prácticas y los saberes de los pueblos indígenas. La segunda analiza la inscripción de Foreccsa dentro de un régimen de “ecogubernamentalidad climática”, asociado a un proyecto global colonizador y modernizador.
La gubernamentalidad y la problemática ambiental global
La noción de gubernamentalidad (gouvernementalité en francés) o “arte de gobierno” nace del interés de Michel Foucault por explicar las transformaciones sociopolíticas ocurridas desde finales del siglo XVII. Con el nacimiento de la vida urbana, el gobierno de la población se convierte en una “cuestión de Estado” (Grinberg 2007, 98). Foucault entiende al Estado no como la sede y el origen del gobierno, sino como el resultado de la praxis de fuerzas externas a él (Castro-Gómez 2015). Para Foucault, gobernar tiene que ver con “ejercer con respecto a los habitantes, a las riquezas, a la conducta de todos y cada uno, una forma de vigilancia, de control” (Foucault 2006, 120). En ese sentido, el gobierno se entiende como la actividad que modela, orienta o modifica el comportamiento de uno mismo y de otras personas, es decir, como “la conducta de la conducta” (Gordon 1991, 2).
La gubernamentalidad apunta, por lo tanto, al conjunto de “instituciones, procedimientos, análisis y reflexiones, cálculos y tácticas” que permiten al Estado gobernar a la población, mediante la aplicación de la ciencia de la economía política (Foucault 2006, 136). Como instrumento, emplea los dispositivos de seguridad que “trabajan, fabrican, organizan, [y] acondicionan” el medio que afecta de forma directa a las poblaciones que se desarrollan en él (Foucault 2006, 41). Esa noción prioriza a la población como “blanco de pensamiento y acción; de saber y poder” (Grinberg 2007, 98), objetivo que la enlaza de manera directa con la noción de biopolítica, también estudiada por Foucault (Varela 2014).
Ecogubernamentalidad
Es en 2001 que Goldman, al examinar las “prácticas ambientales” del Banco Mundial desde la noción foucaultiana de gubernamentalidad, acuñó el término ecogubernamentalidad para referirse al “arte del ecogobierno” que “lidera nuevas formas de expansión del capitalismo” justificadas en “nuevos discursos de mejoramiento ecológico” (Goldman 2001, 500). Goldman argumenta que las racionalidades políticas y epistemológicas que dan significado, orden y valor a la naturaleza son empleadas por actores hegemónicos -estatales y no estatales- para implementar lo que él denominó un “proyecto neoliberal verde” (Goldman 2001, 502). Mediante la introducción de “nuevas lógicas científico-culturales”, que determinan la pertinencia de las acciones para el mejoramiento del ambiente, se buscaría compaginar el conservacionismo y la preservación de la naturaleza con las pretensiones neoliberales de una asignación óptima de recursos mediante el mercado (Goldman 2001, 502). Como resultado, se da paso a “prácticas disciplinarias y herramientas de legitimación” que justifican la intervención de empresas transnacionales, en particular en poblaciones del Sur (Goldman 2001, 501).
En el mismo año, Ulloa planteó que la concepción de los indígenas como guardianes de la naturaleza, ha derivado en “relacion[es] de poder (de dominación o protección)” sobre ellos y sus territorios, interacciones que los han inscrito en un régimen que ella denomina como “ecogubernamentalidad” (Ulloa 2001, 310). La ecogubernamentalidad de Ulloa, también basada en la noción foucaultiana de gubernamentalidad, buscaría “ayudar a mantener […] los patrones capitalistas de producción y consumo” de las sociedades industriales (Ulloa 2001, 311). En esta primera aproximación, además, Ulloa destaca que el reconocimiento internacional que alcanzan las concepciones indígenas sobre la naturaleza, bajo la ecogubernamentalidad, podría resituarlos como líderes de “desarrollos alternativos ecológicos” (Ulloa 2001, 313).
Con posterioridad, y siguiendo las corrientes que observan al desarrollo sostenible como un discurso (en el sentido foucaultiano del término) que busca reconciliar la protección ambiental y el crecimiento económico (Fischer 2012), Ulloa planteó que el ambientalismo también se configura como una nueva formación discursiva que impone maneras específicas de concebir la relación ser humano-naturaleza (Ulloa 2002; 2004). Ese discurso está presente en prácticas, conocimientos expertos, textos, tecnologías, políticas, símbolos, objetos y sujetos, que “organizan la reproducción y continuación de la vida humana y no humana” a través de comportamientos desprendidos de una “conciencia ecológica” (Ulloa 2004, 108). La capacidad de producir conductas ambientales particulares es lo que Ulloa define como “ecogubernamentalidad”. Bajo esa estrategia, una agenda ambientalista global y colonial aterriza en lo local, ocasionando cambios en las prácticas indígenas, hasta ubicarlos “en un nuevo circuito económico de producción y consumo verde” (Ulloa 2004, 111-112).
Ecogubernamentalidad climática
Ulloa señala que el cambio climático motiva una formación discursiva propia que crea, alrededor del mundo, un lenguaje y unas estrategias particulares de acción para la “adaptación” y “mitigación”, acogidas por las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) (Ulloa 2010). Alrededor de ese discurso se articula una “ecogubernamentalidad climática”, relacionada con lo que Ulloa llama “nueva geopolítica del conocimiento”, que define a ciertos países como “productores” y a otros como “usuarios” de los conocimientos y la tecnología para enfrentar el cambio climático (Ulloa 2010, 135).
Las concepciones mentales y el metabolismo naturaleza-sociedad a escala local -en particular de los pueblos indígenas- no han sido incluidos en estos conocimientos y tecnologías. Por ende, a raíz de la “ecogubernamentalidad climática”, poblaciones, prácticas y territorios se han convertido en objetos de transformaciones que responden a los imperativos dictados por el discurso global del cambio climático (Ulloa 2011b).
Ecogubernamentalidad climática y pueblos indígenas
La ecogubernamentalidad climática implica para los pueblos indígenas procesos de reconfiguración territorial, así como la consolidación de una “colonialidad del saber” basada en una visión particular del conocimiento (Ulloa 2011b). En efecto, en las plataformas internacionales de negociación (como las Conferencias de las Partes), las decisiones se fundamentan en los criterios de entes expertos (como el IPCC) que priorizan la ciencia moderna y la racionalidad instrumental para orientar el comportamiento de las poblaciones locales ante la problemática del clima (Ulloa 2011b). Asimismo, los territorios indígenas son objetos de intervención con lógicas occidentales que traen consigo un “qué se debe hacer y cómo se debe actuar”, para así ajustarlos a intereses ajenos (Ulloa 2011b, 483), por ejemplo, los del capital transnacional. Los territorios son reconfigurados en función del imperativo de “mitigación” y “adaptación” (Ulloa 2011b), imponiendo nuevas “territorialidades”, e invisibilizando los saberes indígenas y la reproducción de la vida en su conjunto.
Ecogubernamentalidad climática en Ecuador
Ecuador suscribió en 1992 y ratificó en 1993 la CMNUCC. Esta Convención indica que las partes firmantes deberán tomar en cuenta “el carácter específico de sus prioridades nacionales y regionales de desarrollo, de sus objetivos y de sus circunstancias” en las acciones que implementen para alcanzar los compromisos adquiridos (ONU 1992, 5). Sin embargo, para Calispa (2018, 9), “las medidas tomadas por el gobierno ecuatoriano [en el ámbito del cambio climático] se han enfocado básicamente en cumplir con lo que es ‘recomendado’ o establecido por los actores internacionales”. En consecuencia, las acciones de mitigación y adaptación permiten que se impongan a escala nacional -y luego local- las agendas ambientales globales de organismos como las Naciones Unidas (Calispa 2018). Esto significa que Ecuador ha cedido el control sobre su política climática, no solo en relación con la presunta protección del ambiente, sino también con la “conducta” de las poblaciones para alcanzar ese fin, sometiendo a su población al régimen de la ecogubernamentalidad climática. En este escenario, se analiza la propuesta y la implementación del proyecto Foreccsa.
Foreccsa como componente de la ecogubernamentalidad climática en Ecuador
Ejecutado entre 2012 y 2018, Foreccsa fue un proyecto de adaptación al cambio climático con énfasis en “seguridad alimentaria”, que integró en sus acciones consideraciones de género. Su objetivo fue “reducir la vulnerabilidad y la inseguridad alimentaria de las comunidades y los ecosistemas, relacionadas a los efectos adversos del cambio climático” (MAE 2011, 13), en cuatro provincias del Ecuador -Pichincha, Azuay, Loja y El Oro-. Según datos del Worldclim (1950-2000), al 2050, estas provincias experimentarían “cambios considerables en la precipitación” durante los meses de junio y julio, y cambios en la temperatura que excederían los 2°C, lo que afectaría de forma directa su seguridad alimentaria (MAE 2011, 10).
A escala nacional, el ejecutor fue el Ministerio del Ambiente (MAE). A escala local, en Pichincha, lo fue su Gobierno Autónomo Descentralizado (GADPP). En las tres provincias restantes, el responsable fue el propio MAE. El financiamiento provino del Fondo de Adaptación del Protocolo de Kyoto (FA). Los recursos fueron administrados por el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA). Como asesor en temas de seguridad alimentaria, participó el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
A continuación, se analiza el proyecto Foreccsa, a la luz del concepto de ecogubernamentalidad climática. Esta sección se nutre de la experiencia de la coautora, quien, entre 2017 y 2018, formó parte del equipo técnico que implementó el proyecto en la provincia de Pichincha. Se divide en tres subsecciones. La primera estudia la propuesta del proyecto presentada por el MAE al Fondo de Adaptación, en función de la cual se aprobó el financiamiento de la iniciativa. La segunda analiza las acciones ejecutadas en Pichincha que, atendiendo a su alcance e impacto, se consideran de mayor relevancia en las comunidades intervenidas. En la tercera se evalúan dos entrevistas realizadas a los beneficiarios de Foreccsa -posteriores a su culminación- con el fin de hallar indicios de la incorporación del discurso del cambio climático en su comprensión de la problemática. En todos los casos se analiza y evidencia en qué medida Foreccsa puede interpretarse como el ejercicio de una ecogubernamentalidad climática en Ecuador.
Propuesta del proyecto Foreccsa desde la ecogubernamentalidad climática
En Pichincha, el proyecto se integró en 13 comunidades rurales de los cantones Cayambe y Pedro Moncayo. Se trabajó con 1184 familias autoidentificadas como campesinas o indígenas. Décadas atrás, estas poblaciones tuvieron vocación agrícola -cebada, trigo, papas y cebollas- y ganadera. Sin embargo, el crecimiento de la industria florícola en sus territorios las obliga a importar la mayor parte de sus alimentos en la actualidad (Becker y Tutillo 2009). En estos cantones, la tenencia de las tierras del valle en manos de grandes empresas agrícolas, ganaderas y florícolas, ha desplazado a las comunidades a las zonas altas, donde no cuentan con condiciones apropiadas para la agricultura (Larrea 2004). En ese contexto se insertó Foreccsa, para enfrentar la vulnerabilidad climática que afecta a estas poblaciones.
Objetivos específicos
Foreccsa planteó dos objetivos específicos. El primero, “aumentar el conocimiento para manejar los riesgos del cambio climático” (MAE 2011, 13), sugiere que las comunidades intervenidas no poseerían el conocimiento suficiente para gestionar los riesgos asociados al clima. Es decir, se alude a que los saberes locales no serían herramientas adecuadas para enfrentar las amenazas climáticas. El segundo objetivo, “fortalecer la capacidad de adaptación de las comunidades con inseguridad alimentaria” (MAE 2011, 13), preveía el uso de guías como el “Marco de Políticas de Adaptación al Cambio Climático” (MPA). Esta guía incluye una metodología para evaluar y aumentar la capacidad de adaptación, que emplea indicadores económicos, sociales y políticos, reparando mínimamente en las especificidades culturales de los entornos estudiados (Brooks y Adger 2005). La aplicación de ese método es ilustrada en el proceso de adaptación agrícola en Nigeria y Níger, donde la capacidad de adaptación se calculó a partir de 25 indicadores, de los cuales los “conocimientos de prácticas tradicionales de cultivo” eran el único índice cultural (Brooks y Adger 2005, 180). Esas formas de calcular la capacidad de adaptación, luego, invisibilizan las características culturales de las comunidades, lo que incentivaría a las poblaciones a cambiar sus concepciones y comportamientos en línea a lo validado por las Naciones Unidas.
Los “productos esperados” de Foreccsa
Entre los productos esperados del primer objetivo específico, destacan: el “entrenamiento” de las comunidades sobre las amenazas del cambio climático y la participación de las comunidades en “actividades de concientización sobre adaptación y reducción de riesgos” (MAE 2011, 14). Se enfatizan los términos “entrenamiento” y “concientización”, ya que el primero propone la instrucción de los habitantes de las comunidades para el desarrollo de una actividad particular, que en este caso es la identificación de las amenazas asociadas al cambio climático; mientras, el segundo sugiere que las poblaciones carecen de conciencia sobre el peligro que podrían implicar los fenómenos meteorológicos que ocurren a su alrededor. Estas dos expresiones abren el espacio para que los principios de la ciencia occidental del clima se impongan como una verdad que debe ser asimilada por las comunidades indígenas. En palabras de Goldman (2001, 502), asistimos a una “conquista del espacio epistemológico”, la cual, concluye el autor, facilita la “administración, control y explotación de la población”.
Entre los productos esperados del segundo objetivo específico, sobresalen: la “creación, mejoramiento o mantenimiento” de “sistemas de irrigación y drenaje”, la “creación, mejoramiento o mantenimiento de activos relacionados con recursos naturales”, y la “identificación de requerimientos tecnológicos para la adaptación” como “medidas para incrementar la productividad” (MAE 2011, 15). Estos productos anticipan acciones aun cuando, en el momento de la presentación de la propuesta, no se disponía de diagnósticos particulares de las comunidades objetivo. El tercer producto, además, trata de la conversión de la práctica productiva tradicional hacia la integración de tecnologías modernas -observadas como “requeridas”-, en un proceso que Goldman (2001, 502) vincula a “nuevas formas del comportamiento humano, de la conducta y la ética”. A través de estos mecanismos, se evidencia objetivos en fase con el control y disciplinamiento de las poblaciones locales hasta convertirlas en entes “orientados al mercado global, regidos por el conocimiento científico, y ecológicamente sustentables” (Goldman 2001, 503).
Selección de las zonas de intervención
Los cantones de Cayambe y Pedro Moncayo fueron escogidos por presentar “las tasas más altas de desnutrición y necesidades básicas no satisfechas” a nivel provincial, además de ser “los distritos más vulnerables al cambio climático” asociado a la seguridad alimentaria (MAE 2011, 10). Bajo esta caracterización, las prácticas indígenas llegan a ser calificadas como poco eficaces frente al cambio climático, lo que ampara la introducción de nuevas lógicas culturales que reconstruyen el conocimiento y resignifican el territorio de estas poblaciones (Goldman 2001). Este proceso implica, para las comunidades, la pérdida de autonomía y derecho para desarrollar acciones ontológicamente atravesadas por un “naturalismo moderno” que difiere de su concepción y práctica de relacionamiento con el “ambiente” (Descola 2002). Se facilita, así, la introducción de “prácticas disciplinarias” apegadas a dinámicas colonizadoras y modernizadoras (Goldman 2001, 501). Se fomentan, por ende, lógicas asistencialistas que exhiben al Estado como responsable del bienestar indígena, lo cual, conduce al obedecimiento de los mandatos gubernamentales sin cuestionamientos explícitos, dando paso a una espiral donde se multiplican las iniciativas disciplinadoras de esta índole.
Participación de las comunidades
Foreccsa señala “la participación de las comunidades” como un “elemento clave” para su gestión (MAE 2011, 16). Los mecanismos de consulta para la “conceptualización del cambio climático”, el “análisis de amenazas”, la “identificación de prioridades provinciales” y el “desarrollo de metodologías”, sin embargo, prescinden del involucramiento de las comunidades (MAE 2011, 21). Por el contrario, las poblaciones fueron consideradas en los procesos de “concientización”, “preparación y aprobación de planes y cronogramas de implementación” y “suscripción de acuerdos” (MAE 2011, 21). Cabe cuestionarse, entonces, el tipo de participación que se deseó alcanzar. Es decir, ¿se buscó una contribución significativa de las comunidades en los procesos del proyecto o solo se las pensó como ejecutoras de las acciones y decisiones tomadas a nivel institucional?
Nuestra apreciación es que las comunidades objetivo fueron ejecutoras de un escenario en el cual decidieron de manera parcial sobre un conjunto de acciones que les afectaron y afectarán de modo directo. Esto se interpreta como una estrategia de control -nacional y transnacional- que genera en las poblaciones la percepción de que sus ideas y opiniones son tomadas en cuenta, cuando en la práctica solo ejecutan lo alineado y aprobado por las instancias de poder (en este caso, las instituciones integrantes del proyecto).
Esta subsección muestra que los elementos que orientaron la ejecución de Foreccsa, estuvieron atravesados por lógicas asociadas a una suerte de “colonialidad del saber”, la cual apunta a una invalidación de “las formas de crear conocimiento” de los países del Sur, como un proceso clave para la “permanencia de la dominación” (Ávila 2011, 21). El proceso de descalificación epistemológica modifica la conducta e impone prácticas disciplinadoras en las comunidades, a través de la introducción de tecnologías y conocimientos creados para satisfacer las necesidades de los entes que generan la narrativa global del cambio climático. Con esa premisa, en la siguiente subsección se analiza la puesta en práctica de estos lineamientos en las acciones que se ejecutaron para cumplir con el objetivo de Foreccsa.
Implementación del proyecto Foreccsa desde la ecogubernamentalidad climática
Con base en los lineamientos revisados, se diseñaron y ejecutaron acciones en las comunidades objetivo. Se identificaron como acciones relevantes en cada una de las comunidades de Pichincha: i) la implementación de una medida de adaptación al cambio climático seleccionada en razón de los documentos “Estudio de vulnerabilidad al cambio climático” y “Plan de adaptación al cambio climático”, y ii) la ejecución de un taller de capacitación sobre cambio climático basado en el documento “Manual de capacitación en cambio climático con énfasis en la soberanía alimentaria”. Esas actividades y documentación estuvieron encaminadas a cumplir con el segundo y primer objetivos específicos, respectivamente. Fueron desarrolladas en concordancia con las prioridades de las instituciones miembros del proyecto.
Medidas de adaptación
La aplicación de “medidas para facilitar la adaptación adecuada al cambio climático” es uno de los compromisos de las partes integrantes de la CMNUCC (ONU 1992, 6). Las “medidas de adaptación” de Foreccsa responden a esta obligación, por lo que, su determinación se fundamentó en “evaluaciones de impacto” del cambio climático en las poblaciones objetivo, conforme a lo dispuesto desde la CMNUCC (ONU 1992, 6). El MAE, para esto, contrató en 2014 una consultoría que construyó dos documentos técnicos, “Estudios de Vulnerabilidad al Cambio Climático” y “Planes de Adaptación”, a nivel parroquial. Esta construcción siguió los lineamientos del citado MPA, una guía técnica elaborada por el PNUD que busca “ayudar y orientar a los países en desarrollo a identificar, asignar prioridades y formular opciones posibles de adaptación”, que sean consistentes con el desarrollo sostenible (PNUD 2005, vii). Las medidas de adaptación de Foreccsa siguiendo direccionamientos globales, se integran en los contextos locales indígenas. La intervención obedece a un mandato global que, justificado en el cambio climático, cambia las dinámicas de las poblaciones y sus formas de enfrentar la variabilidad climática.
En el caso de las 13 comunidades de Pichincha, los resultados de los “Estudios de vulnerabilidad” identificaron a la sequía y a las heladas como las dos principales amenazas del cambio climático hacia la “seguridad alimentaria”. Este diagnóstico justificó que en los “Planes de Adaptación” se priorizaran las acciones enfocadas en el riego comunitario, proponiendo el mejoramiento de la infraestructura para el almacenamiento y la circulación de agua para riego. Pese a que la medida solucionó en gran parte el asunto de la escasez de agua, también puede ser analizada desde otras dos aristas. En primer lugar, en la propuesta del proyecto se mencionó que este “promoverá la incorporación de conocimiento cultural relevante” en el desarrollo de los planes de adaptación (MAE 2011, 36). Este objetivo, sin embargo, no fue llevado a la práctica pues las actividades para mejorar el riego comunitario consistieron en la construcción de reservorios y redes de distribución de agua diseñados por el personal técnico del GADPP.
En segundo lugar, en los “Estudios de vulnerabilidad”, además de las amenazas de carácter climático, también constan otros factores que las comunidades indican como coadyuvantes a la falta de agua en su territorio. Entre estos destaca la concesión mayoritaria del agua de riego a las empresas florícolas de la zona de Cayambe y Pedro Moncayo. Luego, intentar solventar la sequía en estas localidades desde un enfoque puramente climático, implica ocultar factores económicos y políticos que también son causas de este problema. Los afectados son dirigidos a ignorar a la actividad agroindustrial como causa del exhaustivo consumo de agua, así como a evitar todo reclamo que esto podría despertar. Desde la ecogubernamentalidad climática, esta dinámica configura nuevas perspectivas sobre el acceso y control de los recursos, que facilita el gobierno de los indígenas por parte del Estado en fase con las exigencias de la acumulación de capital, pues estos adoptan posturas más permisivas con las actividades productivas manejadas por grupos de poder nacional y transnacional.
Talleres de capacitación sobre cambio climático y manual base
Los talleres de capacitación sobre cambio climático se efectuaron con dos propósitos: i) “explicar de forma sencilla los conceptos: cambio climático, vulnerabilidad, amenazas, resiliencia y tipos de adaptación”, e ii) “identificar los principales impactos del clima que afectan a la seguridad alimentaria” (COINCAD 2016, 2). Este debía ser un proceso de preparación de los beneficiarios de Foreccsa, previo a la construcción de los estudios de vulnerabilidad y planes de adaptación en cada comunidad. Sin embargo, fueron realizados dos años después del desarrollo de dichos documentos, esto es, entre agosto y octubre de 2016 (COINCAD 2016, 1). Los talleres fueron dirigidos por un equipo consultor, siguiendo el “Manual de capacitación en cambio climático con énfasis en la soberanía alimentaria”, que fue preparado por otra consultoría durante 2013.
Por limitaciones de extensión, se sintetiza el análisis de los talleres de capacitación enfatizando que, en el contenido del “Manual de capacitación” y en las conferencias realizadas a partir de él, dominó la conceptualización científica que ha formulado el IPCC sobre el problema del clima. Ello se justifica en que la crisis ambiental se sustenta, sobre todo, en evidencias provenientes de las ciencias naturales (Porras 2014). Esa perspectiva deslegitima el conocimiento indígena que ancestralmente ha sido usado para mitigar y adaptarse a la variabilidad climática. De acuerdo a Ulloa (2011b), los pueblos indígenas ubican la razón de su exclusión de esta producción de conocimientos, entre otros factores, en la desigualdad de las relaciones de poder y la falta de perspectivas culturales en las discusiones. Se privilegia así un entendimiento del clima que sirve a los principios globales del desarrollo y la sustentabilidad, motivando conductas alternativas en las poblaciones indígenas frente a las amenazas climáticas.
En la práctica, una de las misiones de Foreccsa fue constituirse en un referente técnico y de gestión que, a través de la implementación de sus medidas de adaptación y de la documentación de sus “buenas prácticas y lecciones aprendidas”, respaldara las propuestas y la ejecución de iniciativas futuras similares. Observando que las técnicas para determinar la vulnerabilidad desembocan en reconfiguraciones de las prácticas y que la aplicación de la documentación se orienta hacia la difusión del conocimiento científico del cambio climático, se prevé que futuros proyectos reproduzcan estos efectos y lógicas. Estos constituyen dispositivos de poder, que pueden ser empleados por el Estado como nuevas tácticas de control para orientar la conducta de las poblaciones hacia actitudes compatibles con los propósitos estatales. Para evidenciar este disciplinamiento, a continuación, se analizan dos entrevistas realizadas a beneficiarios de dos comunidades intervenidas por Foreccsa.
Indicios de la internalización del discurso climático divulgado por Foreccsa
Esta subsección contiene la evaluación de dos entrevistas a beneficiarias de la primera y la última comunidad intervenidas por Foreccsa: La Chimba y Río Blanquillo, ambas en el cantón Cayambe. Las entrevistas fueron de carácter personal, efectuadas por un equipo consultor contratado para rescatar testimonios que dieran cuenta de los impactos de Foreccsa en las comunidades. Los diálogos se analizan desde una perspectiva cualitativa, por lo cual, en la transcripción se aplica un nivel bajo de edición, que consiste en la eliminación de muletillas, repeticiones, pausas y reformulaciones de frases. El fin de este acápite es hallar indicios de la internalización del discurso del cambio climático divulgado por Foreccsa.
La primera entrevistada es una beneficiaria de la comunidad de La Chimba (parroquia Olmedo). Al preguntársele sobre los cambios percibidos en el clima, responde:
Yo he visto los cambios desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, mis padres cuentan que anteriormente todos los productos eran sin químicos y se cosechaba bastantísimas habas, papas, maíz, cebada, chochos. Dicen que todo era bastante bueno para la venta y para el consumo. Pero ya se ha ido cambiando los años, varía. Desde mi punto de vista, hace dos años atrás [2016] teníamos más sequía que actualmente, porque este año [2018], al menos, ha habido nevadas que nos han ayudado. No ha sido tanta sequía. Entonces yo he visto que ahora, por ejemplo, igual necesitamos químicos para poder producir, y por eso también hemos dedicado muchísimo a la ganadería porque vemos que es un potencial económico aquí en la comunidad. Pero igual, con la sequía si perdemos, porque los pastos, si no estamos con la llovedora detrás, si no fuera del proyecto de los reservorios, igual estuviéramos sin hierba (entrevista a beneficiaria de La Chimba, 16 de agosto de 2018).
En este fragmento, la entrevistada señala que 2016 fue el periodo más seco. Indica que el agua de riego es escasa, y que los pobladores se ven obligados a abandonar la agricultura en pro del pastoreo, debido al potencial económico que la ganadería representa en Cayambe. Además, menciona que la productividad del suelo ha disminuido. En el pasado, y sin el uso de productos químicos, los comuneros lograban cosechar grandes cantidades de chocho, papa, haba, maíz y cebada que no solo eran consumidas, sino que sus excedentes eran comercializados para satisfacer otras necesidades familiares. Actualmente, la necesidad del uso de químicos para la producción es otro factor que ha fomentado la preferencia de la actividad ganadera sobre la agrícola.
Ese testimonio permite inferir que, para los comuneros de La Chimba, la sequía y el desgaste del suelo están vinculados a las variaciones del clima, particularmente, al cambio en el patrón de ocurrencia de la lluvia. Al respecto, desaparecen los procesos políticos (como las reformas agrarias) que han ubicado a los indígenas ecuatorianos en tierras de baja calidad y con poco acceso a los recursos (Becker y Tutillo 2009). Asimismo, y pese a que fuera señalado durante la construcción de los “Estudios de vulnerabilidad”, no se menciona a las grandes haciendas ganaderas y florícolas que usan cantidades sustanciales de agua para riego.
La segunda entrevistada pertenece a la Asociación Río Blanquillo (cabecera cantonal de Cayambe). Al hablar sobre el clima, la entrevistada manifiesta:
Por el agua, la mayoría perdíamos. Cosechaban bien poco, pero la mayoría perdía, venía la sequía, caía unas heladas. Ahora con el tiempo, como está cambiado. Más antes era fijo, se sabía las fechas que llueve, las fechas que hace viento, que hay heladas. Y ahora no se sabe. Ahora el [día] menos pensado, un día está solazo y al otro día llueve. Antes ya se sabía en qué fecha llueve y ahí se sembraba, y todo, para que las plantas no padezcan del agua (entrevista a integrante de la Asociación Río Blanquillo, 16 de agosto de 2018).
Para esta beneficiaria, la incertidumbre en la ocurrencia de precipitaciones, vientos y heladas provoca la pérdida de cosechas. El acceso al agua de riego, bajo estas circunstancias, se torna indispensable, habiendo mejorado el FORECCSA esta situación. La infraestructura construida para agua de riego garantiza, en la actualidad, el abastecimiento diario del recurso a todos los miembros de la comunidad. Esto les permite construir huertos para consumo familiar, lo que mejora sus condiciones económicas. Sin embargo, el problema del agua de riego persiste en otras zonas donde los usuarios más cercanos a las fuentes de agua acaparan este recurso. Uno de estos es una hacienda ganadera, la cual, según comenta la entrevistada, obstaculiza el suministro de agua a la comunidad, en especial, durante el verano.
Pensamos nosotros ampliar más agua de un canal que hay más arriba. Queremos ampliar el proyecto Foreccsa (…) Y traer [agua] por tubería, ya no por canal abierto, porque baja por canal abierto, y ahí compartimos con la hacienda y la mayor parte [se] lleva la hacienda Ancholag (…) En la hacienda tienen ganadería. Un poco más que nosotros cogen [refiriéndose al agua]. Pero a veces, en el verano, se seca, y a nosotros nos dejan sin agua (entrevista a integrante de la Asociación Río Blanquillo, 16 de agosto de 2018).
La existencia de propiedades dedicadas a la agroindustria, que monopolizan el agua de riego a su conveniencia, es un elemento que perdería visibilidad al tratar el asunto de la sequía desde la gestión del cambio climático. En ese sentido, las medidas de Foreccsa llegarían a ocultar dinámicas que impactan negativamente en la vida de los indígenas, algo similar a lo observado en la comunidad de La Chimba. Con esto nos referimos a una distribución estatal del agua que prioriza al capital sobre el bienestar de las personas, cuestión que deja de ser resuelta al motivar a la población a pensar que la escasez del recurso está asociada únicamente al clima.
En conclusión, en las entrevistas analizadas, se observan rasgos que sugieren la internalización del discurso manejado por Foreccsa, y la conversión -al menos parcial- de la “escasez de agua producida” (Rose-Johnston 2003) en una escasez meramente “climática”. En La Chimba se asiste a la invisibilización de las dinámicas políticas -de distribución de la tierra- y económicas -de uso de los recursos naturales- como causas de la sequía y del desgaste de los suelos, atribuyendo estos procesos únicamente a los cambios en el clima. Similar escenario se constata en Río Blanquillo, donde la presencia de una hacienda ganadera -que acapara el agua de riego cada verano- dejaría de ser un problema cuando las acciones estatales frente al cambio climático aligeran sus impactos. En el marco de una perversa dinámica de “retroalimentación”, la acción estatal y de un proyecto como FORECCSA termina autojustificándose.
Resumiendo, las propuestas, las metodologías, los planes y las medidas desarrollados en el marco de Foreccsa se establecen como herramientas que intentan encajar a las poblaciones locales e indígenas en un modelo de planificación global dispuesto desde la CMNUCC. En función del discurso del cambio climático, estos instrumentos “los obliga[n] a participar en nuevos procesos neoliberales de ecogobierno” (Goldman 2001, 503), a partir del redireccionamiento de su conducta hacia prácticas ecológicas compatibles con el desarrollo sostenible.
Conclusión
El discurso del desarrollo sostenible y el advenimiento de una “conciencia ambiental”, tal como la llama Ulloa, han llevado a un nuevo lenguaje que gira alrededor de una “problemática ambiental global”. Amparado en la ciencia y la tecnología moderna, somete a grupos y poblaciones del Sur. En ese escenario, el cambio climático, presentado como un fenómeno ambiental que demanda atención urgente, ha propiciado nuevas lógicas de colonización y modernización, apoyadas en lo que, desde una perspectiva foucaultiana, cabe llamar un “dispositivo de poder”. Este se asocia a un “régimen de veridicción climática”, articulado con el imperativo de proteger la naturaleza y luchar contra el cambio climático.
La noción de “ecogubernamentalidad” permite caracterizar formas específicas del ejercicio del poder en el marco de la aplicación de iniciativas que apuntan a la “lucha contra el cambio climático”, presentada e identificada como urgente e inevitable. Desde diferentes instancias locales, nacionales e internacionales, estas dinámicas conforman el régimen de la “ecogubernamentalidad climática”, herramienta para transformar las conductas en el marco de un alineamiento -presentado como imperativo para la humanidad en su conjunto- con los requerimientos del discurso del cambio climático.
Una de estas iniciativas locales es el proyecto Foreccsa. Este priorizó la “seguridad alimentaria” e incorporó consideraciones de género (dimensión no analizada en el presente artículo en razón de la extensión permitida) para legitimar su intervención en comunidades indígenas y campesinas bajo “fines de adaptación”. Los objetivos de Foreccsa obviaron la existencia y vigencia de conocimientos locales y aplicaron metodologías que ignoraron el contexto cultural de las poblaciones.
Los productos del proyecto, mediante prácticas disciplinadoras y de control, apuntaron al sometimiento de las comunidades a una nueva narrativa ajena sobre su entorno, diseñada alrededor del cambio climático y de la lucha en contra de este. Los criterios de selección de los cantones y las comunidades resignificaron las características del territorio, justificando la acción de actores internos y externos bajo nuevas lógicas culturales y científicas. La participación de las comunidades se planteó principalmente en los espacios de ejecución del proyecto, ubicándolas no como decisoras, sino como ejecutoras de acciones priorizadas y diseñadas desde instancias estatales de poder.
Por otra parte, la implementación de las medidas de adaptación se enmarcó en los compromisos que las partes de la CMNUCC adquirieron al ratificarla, es decir, fue motivada por mandatos trasnacionales que buscan difundir y posicionar, a escala local, cierta visión del clima y del ambiente, que genera comportamientos apropiados. Los instrumentos para determinar la vulnerabilidad, y la posterior priorización de las medidas de adaptación, configuran nuevas perspectivas sobre el acceso y el control de los recursos, facilitando la conducción del comportamiento de las poblaciones indígenas por parte del Estado. En los talleres de capacitación, como parte del proyecto, se destaca la difusión del conocimiento científico del cambio climático, que motiva prácticas disciplinadoras y de control de las poblaciones, para alinearse al objetivo global de lucha contra este fenómeno.
Las entrevistas realizadas muestran la asimilación de rasgos del discurso científico del cambio climático por parte de las poblaciones locales. Ese proceso invisibiliza antecedentes históricos que han ubicado a las poblaciones indígenas de Cayambe y Pedro Moncayo en tierras poco fértiles, aumentando su vulnerabilidad a cambios del clima. De esta manera, desaparecen de la ecuación los grandes determinantes de una escasez producida de agua: las políticas estatales que ordenan el territorio y autorizan el uso de los recursos, así como las actividades de capitales transnacionales agroindustriales. Solventar esas dinámicas mediante iniciativas de adaptación significa crear un escenario donde las poblaciones son conducidas a observar todo evento extremo en la naturaleza como un efecto directo del cambio climático.
Ese panorama produce cambios en el comportamiento de los pueblos indígenas, quienes además son llevados a aceptar y apoyar futuras acciones del Estado. Así, las aspiraciones de las poblaciones locales empiezan a alinearse con los objetivos estatales y posiblemente con los de los capitales presentes en el territorio. Con la imposición de un “régimen de veridicción climático”, la escasez de agua producida a raíz de acaparamientos a nivel local, por actores privados, termina “renaturalizada” y asociada con un fenómeno global cuyos responsables son mucho más difíciles de interpelar.
En resumen, la aplicación de Foreccsa apuntó a la homogeneización de las poblaciones que integraron el proyecto, en cuanto a sus prácticas frente a la variabilidad climática y al cambio climático reciente. Inscritas en una “colonialidad del saber”, impulsan la estandarización de sus conocimientos, a partir del conocimiento y el “régimen de veridicción climático” validado e impuesto por actores del Norte. Se legitima, en consecuencia, un régimen de control transnacional sobre recursos y territorios locales a raíz de una invisibilización de los saberes y el entendimiento propios de las poblaciones indígenas afectadas. A la luz de la ecogubernamentalidad climática, estas situaciones son los instrumentos que emplean las políticas públicas para modificar y controlar el comportamiento de las personas y alinearlas a la visión global y dominante del cambio climático y de la naturaleza en su conjunto.
Si bien la CMNUCC indica considerar las “circunstancias nacionales” en las acciones de sus partes, en la práctica se evidencia que las políticas públicas nacionales obedecen a mandatos planteados por ella. Este podría ser el escenario que dé paso a una nueva dinámica colonizadora, justificada en la lucha contra el cambio climático. Por ello, es necesario investigar con mayor profundidad la “instrumentalización” de este problema ecológico para fines de control de poblaciones y recursos.