Estimada editora:
La enfermedad causada por el síndrome respiratorio agudo grave coronavirus 2 (SARS-CoV-2) fue nombrada enfermedad coronavirus 2019 (COVID-19). COVID-19 ha afectado más de 10 millones de personas hasta la fecha, declarada una pandemia por la OMS el 11 de marzo de 2020. El espectro clínico de COVID-19 varía desde pacientes asintomáticos hasta pacientes con falla respiratoria grave, e incluso con alteraciones multiorgánicas y sistémicas. Sin embargo, SARS-CoV-2 puede afectar una amplia variedad de tejidos, manifestándose en un rango extenso de síntomas, incluidas las manifestaciones neurológicas (1). Esto puede ser explicado debido a su posible potencial neurotrópico y/o mimetismo molecular con reacción inmunológica cruzada (2). Se ha reportado la alteración de nervios periféricos, llevando a diferentes manifestaciones patológicas. Entre estas, el síndrome de Guillain-Barré (SGB) ha sido reportado en múltiples casos (Figura 1).
Hasta donde sabemos, se han descrito 29 casos de SGB asociados a COVID-19. La mayoría de los casos han sido de presentación post-infecciosa y con ausencia de anticuerpos antigangliósidos, además de que en ninguno ha sido detectado el SARS-CoV-2 en el líquido cefalorraquídeo (3).
Desde la erradicación de la poliomielitis, el SGB se ha convertido en la principal causa de parálisis flácida aguda y subaguda (4). SARS-CoV-2 podría incrementar potencialmente la tasa de incidencia de este síndrome. Existe la posibilidad que desde ahora y en los meses o años venideros nos encontremos con un aumento en el número de casos de SGB explicados por una infección con SARS-CoV-2. Gigli et al, reportaron un aumento de 0.67 a 4 casos/mes en una región de Italia durante su pico de pandemia (5). Por estas razones, es conveniente realizar la prueba de COVID-19 a todos los nuevos casos de SGB. Se requieren más estudios para establecer la asociación y causalidad subsecuente de este virus con el SGB; sin embargo, actualmente es una realidad y una parte fundamental del diagnóstico diferencial pensar en la infección por SARS-CoV-2 durante la evaluación de un paciente con parálisis flácida ascendente.