1. Introducción
El Laboratorio de los Paisajes Vivos es un proyecto de investigación de la FADA-PUCE en el cual se integran DOCENCIA-INVESTIGACION y VINCULACIÓN con la comunidad. Nació en el 2013 como un proyecto de investigación, y está en proceso de convertirse en laboratorio de investigación y centro de servicios. Se establece a través del trabajo directo y participativo con poblaciones vulnerables para potenciar una ciudad que comprenda la igualdad de derechos y la diversidad de las expresiones en cada comunidad. Le interesa profundizar las relaciones entre lo teórico, lo fáctico, lo político y la práctica.
El laboratorio aplica dos investigaciones previas1, planteadas como una manera diferente de enfrentar problemáticas del habitar del Distrito Metropolitano de Quito: desde la perspectiva de los paisajes vivos, y desde su cualidad de ciudad andina con raíces culturales ancestrales no solamente entendidas a partir de un análisis netamente occidental.
La referencia de las investigaciones de Karina Borja sobre “Criar Paisajes Vivos” es el eje fundamental que integra las relaciones y acciones comunitarias del laboratorio:
“Los Paisajes Vivos” (Borja, 2012) reconocen el respeto al otro a través de la interculturalidad para recuperar la autoestima y la identidad de pueblos con cultura propia. Aluden a que la naturaleza y el espacio son animados, integrando relaciones entre lo natural y lo construido con el contexto socio, político, económico y cultural. Si los paisajes son vivos, están en un proceso de cocrianza y son parte de los que los habitan, trabajan y descansan en ellos. Son hechos convivenciales, simbólicos e inseparables del runa (ser humano) (Borja, 2016). Se plantea la existencia de vínculos integradores entre el runa y su entorno natural y construido, sin hacer diferencias jerárquicas entre todas las partes del sistema; siendo el runa también paisaje. Los paisajes somos todos y nos incluimos en él.
Las actividades que se exponen en este artículo corresponden a tareas realizadas en la parroquia rural de Cotogchoa, localizada a 41 km de distancia de Quito, Cantón Rumiñahui, Provincia de Pichincha, asentada bajo la influencia directa de la gran urbe de más de 2’500.000 habitantes, la capital del Ecuador. (figura 1)
2. Cotogchoa
La parroquia Cotogchoa (Figura 2) es una parroquia rural constituida por haciendas y grandes tierras agrícolas y ganaderas que solían abastecer la demanda alimenticia de Quito. En el presente, se establece entre el borde del tráfico vial y el asentamiento de complejos industriales - grandes equipamientos metropolitanos y bodegas de productos para abastecer a supermercados de gran escala de Quito-. Asimismo, se han multiplicado el número de locales de abastecimiento de materiales de construcción gracias al enorme proceso de urbanización que se ha “expandido” hacia los valles del Este del Distrito Metropolitano de Quito; esta particularidad se potencializa debido, entre otros efectos, a las irregularidades topográficas andinas de Quito y a la ubicación del Volcán Pichincha que le impiden crecer al Oeste de la ciudad.
Su condición de fragilidad y vulnerabilidad se refleja en altos niveles de pobreza (66%) y en una realidad tendencial que prevé su absorción por la ciudad de Quito con el consiguiente riesgo de perder la producción agrícola característica de su territorio y su carácter rural. La comunidad está consciente del riesgo futuro y desea conservar su estilo rural de vida y mantener y recuperar su historia, tradiciones y cultura local. Se observan las características geográficas de la parroquia Cotogchoa que reflejan su condición andina en relación a los usos agrícolas originarios y de biodiversidad de acuerdo a los pisos ecológicos de la zona. (Figura 3)
Se destaca la fiesta de San Juan Bautista patrono de Cotogchoa, y constituye el evento más importante de la parroquia y evidencia las tradiciones, costumbres locales, ritos y festividades que caracterizan a la comunidad y sus paisajes interculturales. (Figura 4)
El vínculo inicial que se produjo con Cotogchoa fue a través de la solicitud de sus pobladores para elaborar y desarrollar proyectos específicos: el cementerio de Cotogchoa, el Plan de Ordenamiento Territorial de la parroquia, y la planificación de espacios comunitarios que reúnan a los pobladores y generen vínculos de integración. Esta necesidad de apoyo por parte de la academia surgió debido a la escaza oferta de servicios para zonas rurales; la falta de interés del sector público en proyectos contextualizados, participativos y de desarrollo local; y la escasa relevancia en los aspectos culturales de los proyectos que son tramitados por las entidades técnicas.
El acercamiento en específico, se produjo por parte de los dirigentes del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de Cotogchoa como portadores del deseo de la comunidad. Esta condición y formalidad fue importante para el Laboratorio de los Paisaje Vivos, porque al momento de plantearse objetivos conjuntos y acciones concretas, se evidenció una cierta forma de organización comunitaria, un deseo de satisfacer necesidades específicas de su realidad y se facilitó la gestión con entidades y recursos locales.
Como parte del proceso, se realizó una valoración conjunta, academia-comunidad, y se vio la necesidad de un análisis de las condiciones de la parroquia para el diseño de proyectos vinculadores y de diálogos cuyo principal objetivo es evitar el proceso de deterioro de sus paisajes y recursos. Por ejemplo, dentro de sus paisajes naturales, se establecieron como áreas vulnerables: la Reserva Ecológica del volcán Pasochoa que está amenazado por el crecimiento urbano descontrolado de la ciudad y está provocando el desplazamiento de la zona agrícola de ciclo corto a zonas protegidas; y el caso del deterioro de los recursos hídricos que provocan el mal uso y negación de la existencia de las quebradas y los ríos. Se establecen recursos, riesgos, prioridades y se impulsan proyectos interdisciplinarios que reduzcan la vulnerabilidad de la zona y concilien desarrollo local.
3. Acciones emprendidas en base a la crianza de Paisajes Vivos
La propuesta del Laboratorio de Paisajes Vivos es una idea integral de acción en los paisajes (que somos todos y nos incluimos en él) desde la perspectiva de acción en tres ejes específicos: docencia, investigación y vinculación con la comunidad, que permite comprender los paisajes desde diversos puntos de vista con un enfoque interdisciplinar.
El eje de investigación es aquel que provee de insumos sobre la situación y estado actual de la comunidad, análisis y diagnóstico de las condiciones de la parroquia para la comprensión conjunta de proyectos necesarios y demandados. La investigación se realiza en varios aspectos: por un lado, en el reforzamiento conceptual sobre paisajes interculturales/paisajes vivos y su aplicabilidad en el planteamiento de proyectos para la comunidad. Investiga elementos metodológicos, indicadores de percepción, vínculos y relaciones y explora los paisajes vivos de la localidad, sus características y condiciones. Esto implica indagar en las condiciones físicas, actividades y características de la población, su historia, su memoria, su patrimonio tangible e intangible, sus festejos, ritos y celebraciones hacia la comprensión de lo valioso de las tradiciones y la cultura local para apoyar procesos de transformación y mejoramiento de vida de la comunidad. La investigación ha permitido aprehender la dimensión física y cultural de la comunidad para animar a los que la habitan a involucrarse en sus "identidades profundas" de manera participativa.
El Taller de arquitectura, que corresponde al eje de la docencia enfrenta problemáticas a través del planteamiento de proyectos arquitectónicos “semillas” que construyen un banco de ideas y estrategias para reforzar la manera apropiada y sostenible de habitar el territorio; aportan en los procesos de mejoramiento de la calidad de vida, fortalecimiento y recuperación de la diversidad de expresiones y vivencias en comunidades urbano-rurales con acciones y diálogos participativos.
Dentro de este eje, los talleres de arquitectura se han involucrado participativamente en las actividades cotidianas de la comunidad valorando los paisajes vivos en diversas unidades territoriales. El Taller de Arquitectura VII-VIII, pre profesional 2015-2017, -estudiantes, docentes, investigadores y comunidad-- produjo matrices y mapas de valoración de paisajes, así como relaciones y vínculos entre paisajes que racionalizan y aclaran las necesidades existentes, cualifican los paisajes específicos de Cotogchoa y la pertinencia de los proyectos a emprender.
Por último, desde el eje de vinculación con la comunidad el Laboratorio pretende romper con los paradigmas tradicionales y mostrar una propuesta de hábitat local. Se basa en el diseño participativo donde se discute y se comparten responsabilidades a través de consensos, donde el arquitecto trabaja con la comunidad y es capaz de ser un intérprete de la misma. Constituye, así, un espacio donde se diagnostica y se advierten soluciones a los diferentes problemas en relación al contexto enfocado en la crianza del paisaje y sensible a las relaciones afectivas de los habitantes con su medio, sus simbolismos y sus ritualidades, es decir, guiado por el sentimiento del paisaje (Borja, 2012).
A pesar que los procesos de Vinculación con la comunidad son procesos obligatorios desde la academia, el Laboratorio de los Paisajes Vivos tomó esta acción como una oportunidad para construir participativamente un habitar fáctico y local, generar espacios de identificación y valoración de los paisajes y establecer ámbitos de diálogo y aprendizaje mutuo.
Para propiciar nuevas formas de acercamiento a la comunidad se establecen varias categorías de proyectos como talleres de identidad y expresión cultural, asesorías técnicas, y mejoramiento de espacios particulares y comunitarios. El trabajo es interdisciplinar y permite vincular al trabajo académico, a la comunidad y a las organizaciones sociales. (Ríos, 2016 p 25)
Estos proyectos de vinculación nacen a partir de un pedido oficial desde la comunidad, primer paso que evidencia una necesidad real consensuada por sus habitantes. En muchos casos los proyectos semillas que han sido asimilados como propios se convierten en proyectos de vinculación, traspasando la incidencia del ámbito académico al trabajo profesional en comunidades que recuperan su identidad y defienden su propia forma de habitar el paisaje.
4. Metodología
La metodología utilizada por el laboratorio en los procesos de diseño y concreción de los proyectos es la de investigación - acción - participación, que permite retroalimentación academia-comunidad en todas las fases de los proyectos propuestos.
La investigación-acción-participación, es un proceso pertinente para el caso específico de trabajo entre la academia y la comunidad, está compuesto por acciones de acercamiento al territorio y a la colectividad. Los procesos no son lineales. Avanzan en espiral a través de aproximaciones sucesivas desde la docencia, la investigación y la vinculación con la comunidad. La incorporación de la experiencia, el conocimiento y la práctica enriquecen las acciones donde todos los actores se sienten copartícipes de la construcción de un proyecto. (Ander-Egg, 2003, 7). En este sentido y basado en la propuesta de Borja (2012), acerca de la crianza de los paisajes vivos, en donde todos los seres (humanos y no humanos) están vivos, deben ser criados y respetados y tienen vínculos sagrados y relaciones de reciprocidad (Ayni2 ). El laboratorio se encuentra desarrollando propuestas participativas multifocales que generan proyectos pertinentes y coherentes con los paisajes vivos. Plantean espacios de reflexión y debate en defensa de las identidades locales, de su dimensión cultural y del incontrolable crecimiento urbano que afecta a las comunidades vulnerables como el caso Cotogchoa.
Los paisajes vivos se relacionan también con la idea de co-crianza del paisaje a partir de las experiencias cotidianas, de la recuperación de la historia y de la evaluación de sus recursos y valores. Si se crían paisajes sanos, tendremos ciudades y habitantes sanos. Borja (2012). Con lo cual, la comunidad y su dimensión cultural constituye el agente clave para el diagnóstico de sus necesidades, la resolución de conflictos y la propuesta de proyectos que cultiven su paisaje y rescaten su identidad local. La academia por su parte, se presenta como el ente técnico que interpreta estas acciones y que permitirá la construcción de propuestas de paisajes vivos e incluyentes. Esta cohesión a través de la crianza, propicia experiencias vinculadas academia-comunidad que generan espacios de aprendizaje recíproco y actitudes de confianza y afecto que estimulan transformaciones de sus paisajes.
El Laboratorio de los Paisajes Vivos, también se alinea a la propuesta de investigación-acción que se basa en la organización de tareas grupales en continuo proceso de evaluación: planificación, acción, observación y reflexión en distintos escenarios de trabajo. Las tareas de investigación requieren contextos sociales de intercambio, discusión y contrastación que permiten diálogos con otras voces y otros conocimientos (Bausela, 2008). Además, estos procesos metodológicos se arman en espiral, conjugándose con la concepción espacio temporal de la ciclicidad andina, propia de los períodos agrícolas que organizan la temporalidad rural de estos territorios.
Los trabajos y acciones de investigación-acción participación acceden al uso de metáforas y símbolos representativos para fomentar la pertenencia colectiva de un espacio que incentiva su empoderamiento colectivo. En tal sentido, se debe considerar que “las metáforas suponen una forma eficaz de producir cambios de actitudes, pues tienen el poder de hacer ver algo desde la perspectiva de otra cosa indicada. La metáfora extiende los límites de la imaginación y nos ayuda a explorar esos nuevos confines, ensanchando directamente la superficie visible de lo real” (Morales Hernández, 2011 p 43) Con lo cual, el mundo imaginario y la memoria ancestral reclama su participación dentro de los procesos de creación y propuesta de proyectos compartidos. La comunidad exterioriza su sentir a través de dibujos simbólicos, que representan sus intenciones y expectativas sobre el proyecto, fomenta discusiones y reflexiones que dan sentido a la idea generadora de los proyectos y su base conceptual.
La investigación se produce no sólo a partir de las investigaciones de las condicionantes del territorio, de las actividades humanas y de sus características, sino también a través de la investigación de su historia, su memoria, su patrimonio cultural, tangible e intangible y de sus tradiciones y festividades.
Metodológicamente, el Laboratorio de los Paisajes Vivos concilia sus esfuerzos en recuperar diversos aspectos: cualitativos del sistema sensorial y cultural, conseguido a través de una investigación de la historia, tradiciones vivencias y de la herencia oral; y aspectos cuantitativos propios del oficio planificador y organizador de la Arquitectura y el Urbanismo desarrollando estrategias que causan el menor impacto en la identidad y dimensión cultural en el habitar de las parroquias vulnerables. Estas ideas de estrategias sustentables son las que generan sistemas sostenibles con identidad que desde la comunidad defiende su habitar local (Tabla 1).
Dentro de esta propuesta la comunidad se establece como un actor activo e indispensable en la construcción de sus paisajes a través de procesos de co-crianza y planificación de su territorio. Los aspectos cualitativos se refieren al reconocimiento de los afectos y los vínculos intangibles que entretejen las relaciones entre paisajes y distinguen las formas de habitar local del territorio.
Consecuentemente, desde el eje de la docencia, se plantean procesos claves como la identificación de los paisajes a partir de sistemas perceptuales, la valoración del territorio y de la dimensión cultural y la propuesta de proyectos semillas que generen ideas y proyectos que aporten a la crianza de paisajes vivos. El primer acercamiento a la comunidad se realiza a partir de acciones concretas de los estudiantes en experiencias cotidianas guiadas por el docente y pautadas por lógicas vivenciales locales. Se realizan desde una postura abierta y flexible que se sensibiliza con el habitar cotidiano de entornos distintos a los que se han enfrentado durante su corta experiencia.
Desde la vinculación con la comunidad, existen tres etapas: informar-comprometer, analizar-proponer y entregar-valorar.
La primera consiste en crear el proyecto y la base conceptual acerca de “los paisajes vivos y su crianza”, determinar las formas de trabajo participativo, perfilar las expectativas de la comunidad, delinear los resultados esperados y establecer los compromisos de las partes. En la segunda etapa, se investiga y se identifican los actores involucrados, se delimita el proyecto y se realizan las propuestas de diseño participativo. En la última etapa, se entregan los proyectos, se evalúan los procesos y resultados, en un acto de júbilo con la comunidad y sus paisajes. (Ríos, 2016 p 26)
En todo el trayecto es importante evidenciar el papel activo de los moradores, documentar su experiencia, que posteriormente será analizada de forma sistemática con el fin de reflexionar sobre la problemática y las condiciones necesarias para la transformación local (Balcázar, 2003). Es decir, se determinan prioridades, se organizan grupos de acción y se plantean soluciones. Durante cada paso del proceso los estudiantes, -investigadores-- y docentes aprenden a desarrollar una conciencia crítica que les permite entrar en la realidad del sector. Se potencian recursos y se tratan de crear alianzas colaborativas con instituciones u organizaciones que faciliten el desarrollo del proyecto. Cada fase se interrelaciona con la otra, creando ciclos de retroalimentación entre todas ellas. (Ríos, 2016 p 26)
La participación, la sociabilización y el acompañamiento de todas las acciones vinculadas a la crianza de los paisajes vivos, son procesos claves para la apropiación de los proyectos propuestos. En este sentido las gestiones de los propios proyectos se convierten en un indicador de valoración y apropiación de las propuestas realizadas conjuntamente. Estos procesos de gestión se impulsan desde la academia, sin embargo, la responsabilidad de la comunidad es la clave para concretar estas propuestas que potencian el paisaje vivo.
El Laboratorio de los Paisajes Vivos, una vez que los proyectos participativos han Sido entregados formalmente a la comunidad, se encarga de hacer seguimiento y acompañamiento a la gestión del proyecto, y establecen compromisos con los gobiernos locales, instituciones o entidades interesadas en apoyar a la comunidad para la concreción de los proyectos.
5. Detonantes de las transformaciones
5.1 Agentes cualitativos
Se consideran agentes cualitativos basados en la crianza de los paisajes vivos la visibilización de afectos, relaciones y vínculos entre paisajes; el reconocimiento de la comunidad como actor activo en la construcción de sus propios paisajes y la interpretación sensible de los investigadores, estudiantes y docentes. Esta dinámica genera detonantes que propician acciones futuras y cambios intangibles pero significativos en el mejoramiento del territorio vulnerable y frágil.
Los aspectos cualitativos son el resultado de las vivencias y experiencias intangibles sensibles con el sentir de la comunidad, se visualizan en el cotidiano local, y generan múltiples actitudes que son el detonante de rupturas de paradigmas y de formas de concebir el territorio. Son formas accesibles de empoderar a la comunidad y no basan sus parámetros en la globalización y el consumo, constituyen aspectos sensibles que recuperan “lo local” y se han convertido actualmente en un referente de éxito.
Algunos detonantes que se han evidenciado en Cotogchoa, desde el reconocimiento de estos aspectos cualitativos son:
Los espacios de convivencias de los investigadores (estudiantes y docentes) con la comunidad posibilitan una acción más directa en el habitar local con lo cual la academia instaura un espacio de negociación y construcción de relaciones y proyectos de paisajes, desprovisto de perjuicios e intereses de poder. La academia se convierte en un miembro más de la planificación y co-crianza de los paisajes, le permite retroalimentar continuamente las acciones previstas en el desarrollo local y tener voz para exigir a los dirigentes e instituciones compromisos reales y acciones concretas.
Este acompañamiento y trabajo participativo, desde la dimensión cultural y sensible motiva a la comunidad a rescatar y proponer nuevas maneras de habitar local, genera esperanza en un desarrollo local diferente, más vinculado a su realidad.
Estas actitudes y nuevos procesos de concebir el paisaje, aportan también a la difusión y a la socialización creativa de la co-crianza de los paisajes vivos; y se expanden e influencian a otras comunidades a crecer y desarrollarse bajo la conciencia de las relaciones y los afectos a su territorio.
Por último, la valoración de vínculos y afectos impulsados desde la crianza de los paisajes vivos refuerza el valor de la reciprocidad como eje transversal en las actuaciones academia-comunidad. La Reciprocidad se manifiesta como una actitud de apoyo mutuo en acciones que enriquecen las relaciones de paisajes en un territorio y son el resultado de actos de generosidad que involucran acuerdos y compromisos para reducir la vulnerabilidad de la parroquia.
5.2 Agentes cualitativos medidos por medios cuantitativos
Metodológicamente, dentro de los agentes cuantitativos que determinan una conciencia de los estados de los paisajes, encontramos un sistema de valoración que permite establecer fronteras críticas en los sistemas de relaciones de los paisajes vivos y su relación con el ámbito técnico y objetivo:
Estas fronteras se delimitan a partir de la identificación y reconocimiento sensible de los vínculos entre sistemas de paisajes, mismos que determinan una dinámica de relaciones y cualifican el territorio para determinar zonas afectadas o frágiles.
Estas zonas requieren respuestas y atención por parte de la comunidad, demandan vínculos en el territorio y la crianza de sus paisajes, razón por lo cual los proyectos vinculadores responden a acciones colectivas que consoliden su vocación: espacios públicos, proyectos productivos y de capacitación, etc.
Sistema de valoración:
Este sistema parte de la aplicación de metodologías cualitativas dentro de un sistema cuantitativo y técnico, abarca el ámbito sensible-cultural y la legislación y planificación para visualizar el contexto integral del estado de los paisajes.
Las valoraciones del territorio se desarrollan a través de experiencias participativas con la comunidad, sensibilizándose con el paisaje, reflejo de las relaciones afectivas y perceptivas dentro de la comprensión técnica del territorio.
Estas valoraciones se establecen a partir de una categorización de los paisajes, las cuales llamaremos Unidades de Paisajes Vivos, que responden a las características andinas del territorio: a sus actividades, usos comunes y su relación con el contexto natural, alturas y biodiversidad; en donde cada terraza climática presenta su propia dinámica y vocación en el paisaje.
En primera instancia el resultado de la valoración evidenció una sensibilización con el paisaje correspondiente al bosque húmedo y páramos de la parroquia, al cual lo denominaremos unidad de conservación y protección. Paralelamente se verifica también una valoración negativa correspondiente al paisaje industrial y vial (Cuadro 4 y Mapa 3).
Las Unidades de Paisajes Vivos no son agentes independientes, por el contrario, dependen de diferentes variables: el ámbito natural, antrópico, paisaje artificial, industria, cultura, etc.; y son entidades que se relacionan y generan vínculos entre ellos que dinamizan el habitar local, y refuerzan la vocación del territorio. Esta disposición en el paisaje logra justificar la intervención con proyectos en zonas donde existen mayores vínculos y relaciones entre paisajes e incentiva su uso vocacional y público preferentemente (Cuadro 5 y Figura 9).
Este mapa comparativo muestra los diversos escenarios de intervención, destacando en color rojo oscuro la zona de mayores relaciones entre paisajes y consecuentemente las áreas de intervención prioritaria para reforzar la crianza de paisajes vivos. Al existir mayor número de vínculos es necesario el desarrollo de espacios públicos, de intercambio, de dinamismo productivo, de movilidad y turismo; desarrollando un sistema conector de paisajes vivos. Por el contrario, las zonas de menor vínculo entre paisajes deberán resaltar su vocación, debido a que requieren protección y muy poca intervención.
Dentro del Taller de Arquitectura este proceso se ve enriquecido con las vivencias, posturas sensoriales y encuentros participativos que los estudiantes asimilan en el proceso de diseño basado en la crianza de los paisajes vivos; generan diversas lecturas y respuestas a los diferentes escenarios y aportan con “semillas”, ideas y respuestas en diálogos y demandas con la comunidad. Si una de las propuestas es aceptada, pasa a la siguiente fase como proyecto definitivo, en busca de gestiones y acciones para su concreción.
El estudiante del taller, a partir de acciones de diseño participativo, se apropia de la realidad del lugar, la protege, se identifica con ella y plantea proyectos consensuados que se convierten en semilla para posteriores procesos comunitarios. Por su parte, la comunidad, interactuando con los estudiantes paulatinamente adquiere consciencia de su transformación social y su evolución frente al territorio y a los paisajes. (Montaño, 2016 p118)
A partir de este sistema de valoración y de las relaciones de las Unidades de Paisajes Vivos, en el caso de Cotogchoa se han establecido varios proyectos que han aportado para criar y consolidar un sistema de paisajes vivos sustentables. Dentro de los proyectos de la Unidad de Paisaje de conexión y protección, se desarrollaron participativamente algunas propuestas:
El Cementerio de Cotogchoa, realizado como un proyecto de diseño participativo con valor festivo y cultural, fue el primero de los proyectos solicitado por la misma comunidad. El Laboratorio entregó el proyecto en enero de 2016 y actualmente está gestionando el financiamiento para su construcción.
La recuperación de la quebrada Suruhuayco, que pasa por el borde urbano de Cotogchoa y que en el presente es un foco insalubre de contaminación, botadero de basura y aguas servidas; constituye un paisaje en condición de abandono y falta de empoderamiento e interés por parte de la comunidad. Es un claro ejemplo de lo que el Laboratorio denomina un “paisaje mal criado”.
Mirador y Área recreativa Barrio el Pino. El proyecto, nació como proyecto “semilla” propuesto por los estudiantes, el mismo se realizó en el Taller de Arquitectura, y se concibió como “Mirador del Barrio El Pino, proyecto de integración comunitaria”. En el presente, y gracias a los procesos de identificación, valoración y desarrollo de propuestas que consolidan el sistema de los paisajes vivos desarrollados con la comunidad se han evidenciado diversas acciones concretas para recuperar el paisaje natural y turístico de la zona. En trabajo colaborativo se gestionó con la municipalidad la construcción de las escalinatas para acceder a la zona propuesta para el Mirador. Además, se está gestionando recursos y permisos municipales para la construcción del Mirador.
Como producto de estas acciones, estudio y análisis de los paisajes vivos y rurales en la parroquia, y al verse involucrados activamente dentro de equipo academiacomunidad, los dirigentes del barrio solicitaron al Laboratorio de los Paisajes Vivos el diseño del “Área Recreativa Barrio Pino”, el mismo que recoge la investigación previa y ha sido desarrollado con rigor técnico para la aprobación municipal. El proyecto se encuentra en ejecución como proyecto de Vinculación con la Comunidad y ha sido entregado al barrio para continuar con la siguiente etapa de trabajo colaborativo: aprobación, gestión de recursos y futura construcción.
Por último, y dentro del sistema de paisajes vivos sustentables, se han realizado exposiciones y reflexiones participativas, academia-comunidad que generan reflexión y debate multifocal. Se destaca la temática “Mapear no es habitar” en el Encuentro Iberoamericano de arte, Trabajo y Economía de la FLACSO3-Ecuador; que pone sobre el tapete la problemática de la industria vs la producción local y reflexiona sobre la actividad agrícola y la ruralidad.
6. Transformaciones
Al aplicar la base conceptual y metodológica de los paisajes vivos, y al impulsar su crianza desde un trabajo conjunto y sostenido, academia-comunidad, se han evidenciado las siguientes transformaciones relevantes:
6.1 Transformación social
Empoderamiento de los proyectos por parte de la comunidad y de la academia debido al trabajo de agentes cualitativos y cuantitativos / sensibles y técnicos en los procesos participativos de análisis, diseño, gestión y construcción.
La comunidad se siente escuchada, protagonista, se interesa, participa, es crítica del proceso y de sus resultados. Sienten reflejados sus deseos en los proyectos reconociendo que son proyectos “semillas”, que deben continuar en el caso de tener viabilidad.
Se evidencia un cambio de actitud en la comunidad al opinar acerca de su parroquia, exteriorizan sus sentimientos y valoran sus paisajes. Su vocabulario y lenguaje ha cambiado, se ha incrementado y se expresan técnica y positivamente sin prejuicio. Al involucrarse la academia y la comunidad, las entidades públicas que se vinculan a los proyectos se muestran más accesibles y proactivos en concretar acciones conjuntas.
Se han multiplicado las posibilidades de trabajo colaborativo y acciones en redes comunitarias y virtuales que desencadenan nuevas formas de asociación y vínculo.
Se ratifica el valor de la reciprocidad como un eje transversal en la comunión academia- comunidad, acción que permite generar desarrollo local, lejos del asistencialismo.
Gracias a la valoración de aspectos cualitativos y perceptuales, la academia establece un espacio de mediación más integrado y consciente de la dimensión cultural y de la realidad local.
Se ha construido una base conceptual y metodológica de actuación que valora y rescata los nuevos comportamientos y acciones, fácilmente replicable en otras comunidades vulnerables como la mancomunidad del Ilaló y La Merced.
6.2 Transformación en la comprensión del territorio
Los paisajes son entendidos como sistema territorial vivo y cambiante gracias a la dinámica cultural y sensible. No se entiende como territorio sino como un sistema de paisajes vivos.
La valoración del análisis de los paisajes basado en afectos y vínculos, ha logrado detener y postergar varias transformaciones impuestas por el proceso urbanizador cercano y por la dinámica industrial colindante a la parroquia que deterioran los paisajes rurales de Cotogchoa.
El reconocimiento de las Unidades de Paisajes Vivos: conservación y protección, agropecuario, industrial, etc.; constituye una herramienta importante para recuperar la vocación del lugar, diferenciar y valorar las características y comportamientos de cada unidad, y conectarlas como sistema sustentable para el desarrollo local de la parroquia de Cotogchoa.
Al incluir la información cotidiana local en procesos y proyectos de planeamiento territorial, permite dinamizar los sistemas propios de la parroquia basados en la convivencia, afectos y experiencia local; la comunidad-academia se empodera, apropia e impulsa el desarrollo local.
El reforzamiento de vínculos afectivos de los paisajes, recupera y multiplica las diferentes lecturas y reinterpretaciones de los comportamientos y espacios; por ejemplo, los espacios públicos se conciben vinculadores e incluyentes.
Las acciones academia-comunidad propician proyectos y espacios de intercambio y comunicación que fomentan el trabajo colaborativo y persiguen configurar el tejido desvinculado, razón por la cual, en el caso Cotogchoa, los proyectos de borde, conexión y protección son prioridad dentro de las Unidades de paisajes vivos.
A partir de la valoración de la dinámica agropecuaria de la parroquia, se ha logrado concientizar sobre la configuración del lote rural.
Dentro del diseño y planeamiento territorial es importante recuperar y valorar los procesos de auto organización del territorio establecido por el habitar cotidiano de la comunidad. Estos elementos evidencian estrategias sostenibles propias del lugar, formas de habitar, afectos, vínculos y procesos culturales locales, claves para el desarrollo local.
6.3 Transformaciones físicas
La comunidad ha liderado y ejecutado acciones concretas que mejoran el paisaje deteriorado y responden a los proyectos enlace entre unidades de paisaje: definición de las rutas y caminos turísticos en Cotogchoa, construcción de escalinata en el acceso al área establecida para el mirador del barrio el Pino y mingas de limpieza y configuración de la quebrada Suruhuayco.
En base a talleres de identidad, creativoseducativos, valoración y arte que incentivan capacidades y vocación local. Se han obtenido piezas, imágenes, bordados, mobiliario urbano y exposiciones que impactan positivamente a la comunidad en cuanto a la manera de identificarse, valorarse, empoderarse y asimilar el cambio de actitud e imagen de los paisajes vivos.
En el caso de los estudiantes, la metodología aplicada en el desarrollo participativo e interdisciplinario de propuestas ha permitido que los proyectos arquitectónicos y urbanos se alejen de la estandarización y homogenización, y respondan de diferentes maneras a la identidad, dimensión cultural, uso de los recursos y desarrollo local. Por ejemplo: “El Cementerio de Cotogchoa”, “Área Recreativa Barrio el Pino”, “Casa Comunal Cotogchoa”.
La participación en medios de comunicación, prensa escrita y radio, ha sido asimilado como un reconocimiento e incentivo al trabajo y esfuerzo academia-comunidad. Además estos espacios se han aprovechado para conseguir recursos y compromisos para la concreción de los proyectos.
Las evidencias individuales y colectivas de las actuaciones de los estudiantes y los pobladores de Cotogchoa, constituyen los insumos para el desarrollo de la investigación de los paisajes vivos. Estos resultados son cuestionados y debatidos en una plataforma de construcción y crítica constructiva con el objetivo de generar estrategias para minimizar la vulnerabilidad de los paisajes vivos.
7. Conclusiones
La base conceptual de los paisajes vivos recupera los ámbitos tangibles e intangibles de la comprensión del territorio y del habitar, esto le ha permitido al Laboratorio aplicar metodologías integrales que valoran los dos aspectos y que generan nuevas actitudes y formas de comprender y planificar el territorio. La definición de las Unidades de Paisaje Vivos y su base técnico-perceptual, aportan para valorar estos paisajes y refuerzan la convivencia academia-comunidad, generando sinergia en las actuaciones y la libertad para proponer proyectos sensibles a la dimensión cultural y sistemas locales de la parroquia.
Estos procesos de convivencia y confianza son lentos, porque concilian diferentes temporalidades y recursos, razón por la cual se producen proyectos que están en diferentes etapas y demandan de diversos procesos, recursos y seguimientos, de esta manera, cada proyecto, aprendizaje y transformación es diferente e intrínseca a su propia dinámica.
En este proceso se ha llegado a valorar no sólo las transformaciones físicas, sino también dar relevancia a los cambios no visibles, a las transformaciones sociales, que se establece por la ruptura del paradigma que limita los vínculos y afectos a los seres humanos y el paradigma de la planificación tradicional del territorio. Por el contrario, se propone la comprensión del territorio como una unidad viva y sensible que recuperan una autoorganización por parte de las comunidades que conocen su realidad local y que aprenden a valorar y crían sus paisajes.
Finalmente, todas las transformaciones que se han evidenciado en Cotogchoa, han permitido permearse a las parroquias vecinas como El Ilaló y la Merced; se han difundido como acciones ejemplificadoras que ayudan a las comunidades a reconocer sus recursos locales no valorados, pretenden recuperar sus paisajes y reducir los niveles de vulnerabilidad; y han generado la esperanza de mejorar su calidad de vida conservando su dimensión cultural e identidad.