Introducción
El pueblo indígena wixárika de México se ubica en los límites de los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas, en la región denominada Gran Nayar. Registra 28 755 habitantes, de acuerdo a las estimaciones del CDI (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2011) y el CIESAS (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social), tomando el criterio del derecho a la autoadscripción indígena. Para Jalisco, asentados en los municipios de Mezquitic, Bolaños, Huejuquilla, Colotlán y Villa Guerrero; principalmente en las Comunidades Wixaritari de Tatei’kié-San Andrés Cohamiata, Tuapur+e-Santa Catarina Cuexcomatitlán, Waut+a-San Sebastián Teponahuaxtlán y Tutsipa-Tuxpan de Bolaños; ver figura 1.
Su base fundamental de identificación es su cultura e identidad propia, que se han conservado y mantenido desde tiempos históricos inmemoriales, y que han sobrevivido gracias a que los Kawiterutsixi, los ancianos y los Mara’ákate, los guías espirituales, han venido transmitiendo de generación en generación sus conocimientos de la cosmovisión y aspectos culturales. En ese sentido debe respetarse la importancia especial que para la cultura wixárika tiene su relación con su Madre Tierra, la cual es sagrada y depositaria de la cultura, en ella vive la historia y en ella viven las Madres y Padres que fueron los primeros seres divinos, progenitores, creadores y formadores del mundo.
Su base fundamental es la cultura, y su cosmovisión rige su estilo y formas de vida. Como sucede con la gran mayoría de los pueblos originarios de América Latina, sus características socioeconómicas los ubican como población con un alto grado de marginación, según clasificación del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2010); los servicios básicos, como los de comunicaciones (carreteras) son escasos. El acceso a servicios de telecomunicaciones se limita a casetas de telefonía rural satelital, y el acceso a Internet solo se consigue a través de enlaces satelitales ubicados en algunos planteles educativos. Durante los últimos tres años se han instalado algunos servicios de conectividad por microondas, los cuales son provistos por un único operador y en una red exclusivamente institucional (de instituciones públicas). Sin embargo, los rezagos que se enumeran tienen que ver, principalmente, con los índices de desarrollo humano, como lo refiere la tabla 1.
Uso de las tecnologías de información
Este pueblo indígena (Figura 2) ha emprendido acciones impulsadas por programas gubernamentales, relacionadas con la integración de las Tecnologías de Información a través de estrategias educativas como son los Centros Comunitarios de Aprendizaje CCA (auspiciados por diversos programas de índole estatal y federal) y el programa CASA Universitaria (Comunidades de Aprendizaje y Servicios Académicos), el cual “tiene entre sus fines impactar positivamente en la formación de personas que por sus características socioeconómicas, geográficas e históricas se han visto imposibilitadas para contar con una formación educativa” (Mateos y Moreno, 2016). Estas acciones han sido coordinadas por el Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara.
Esta integración hacia la sociedad de la información y el conocimiento, mediante el uso y aprovechamiento de las Tecnologías de Información y Comunicaciones, ha implicado un enorme esfuerzo institucional, pero sobre todo de la comunidad: la gente ve en el uso de las computadoras, la Internet y los diferentes dispositivos móviles una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida. Como dice la Fundación Omar Dengo: “apropiarse de algo significa hacerlo propio hasta el punto de poder aplicarlo a conveniencia y según los requerimientos y características de situaciones específicas” (FOD, 2006:18).
Estos modelos de introducción y apropiación de Tecnologías de Información partieron de programas gubernamentales como la Red e-México, implementada a finales de 2004, y que benefició en primera instancia a las comunidades indígenas Wixaritari de San Andrés Cohamiata y Pueblo Nuevo, en el municipio de Mezquitic Jalisco y Tuxpan de Bolaños, en el municipio de Bolaños Jalisco. El proyecto consistía en llevar a cada Centro Comunitario 10 computadoras, una red local y conexión satelital a Internet.
A la par de este esfuerzo institucional, la Universidad de Guadalajara creó el programa CASA Universitaria, en 2004, a través del Sistema de Universidad Virtual, el cual tenía objetivos similares al programa gubernamental e-México. Dichos programas se apoyaron en la tecnología satelital, la cual era muy deficiente. Estos programas convivieron alrededor de tres años, posteriormente la red e-México dejó de funcionar, y se convirtió en Red 23 Sociedad de la Información y el Conocimiento.
Diseño
La metodología implementada fue la participativa, creando en primera instancia espacios con computadoras y acceso a Internet; y como proyecto piloto se dotó a los Albergues Escolares, que la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) administraba. Tiempo después la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL Delegación Jalisco) y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT Centro Jalisco), habilitaron espacios denominados Centros Comunitarios de Aprendizaje (CCA), en coordinación con algunos municipios, privilegiando el acceso a la población en general. Con este esfuerzo, se articuló una alianza de la Universidad, el Gobierno y la comunidad para lograr una estrategia conjunta de formación de capacidades informáticas en la población, pero, sobre todo, de apropiación de estos espacios para su uso y beneficio. Así se cumplía el principio de esta implementación: “El proceso de apropiación debía realizarse respetando los procesos internos de las comunidades y en conjunto con ellas en un ambiente participativo”.
En el año 2010, se crea el Comité Técnico del proyecto Educación para el bienestar de la comunidad mediante el aprovechamiento de las TIC, uniendo esfuerzos distintas dependencias del ramo federal y estatal, coordinado por la Universidad de Guadalajara, sumando recursos humanos, financieros y técnicos para iniciar el proceso de apropiación de tecnologías.
El objetivo fundamental fue impulsar una Sociedad del Conocimiento que se apropiara de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), para lograr fuentes de empleo y realizar proyectos productivos que elevaran la calidad de vida de los habitantes de la región indígena wixárika del estado de Jalisco.
Estos esfuerzos han rendido frutos y aunque los programas institucionales han ido desapareciendo, el programa CASA Universitaria se mantiene, con el propósito original de vincular a la Universidad con la comunidad desde un contexto educativo práctico para la vida, con lo cual se facilita el proceso de apropiación (Mateos y Moreno, 2016).
Para Del Álamo, la apropiación tiene que ver con la utilidad de las TIC para la población: “Hablar de apropiación social significa que los recursos de Internet ayuden a resolver problemas para la transformación de la realidad. En este sentido, la evidencia de la apropiación no es el uso de las nuevas tecnologías sino los cambios que éstas produjeron en el mundo real” (Del Álamo, 2005).
Utilizando el método experimental, se inició la implementación del proyecto con talleres participativos de planeación. Con apoyo de la Universidad de Guadalajara, se formó a los primeros promotores de las Casas Universitarias y de los Centros Comunitarios, a los cuales se les formó un criterio general de gestores comunitarios, capaces de identificar oportunidades sociales y de emprendimiento local, para fungir como enlaces entre las fuentes de financiamiento, la Universidad (capacitación) y la comunidad (posibles beneficiarios).
Estos talleres participativos se llevaron a cabo en las Casas Universitarias de San Andrés Cohamiata y Tuxpan de Bolaños, en donde detonaron procesos de capacitación definidos por grupos de la comunidad. Un grupo de artesanos quería conocer la Internet y las computadoras; otro grupo de mujeres de la comunidad preferían estar solas, sin la presencia de los hombres, para no intimidarse y así aprender a utilizar los equipos de cómputo; los jóvenes preferían ingresar en horarios acordes a su jornada escolar y realizar tareas y escuchar música. Pronto las Casas Universitarias tenían visitas regulares de gente de la comunidad, y en breve el ancho de banda fue insuficiente para la demanda de los servicios de los usuarios.
Para el año 2011 el grupo de instituciones coordinadas por la Universidad de Guadalajara y la Secretaría de Planeación del Gobierno del Estado de Jalisco, emprendió un nuevo proyecto de conectividad, denominado Jalisco Digital. Dicho proyecto consistía en edificar una red Wimax en todo el estado para acercar la Internet a los lugares más apartados.
Gracias a este proyecto se edificó un nodo de la red en la región indígena wixárika, en la comunidad de San Andrés Cohamiata, hasta donde se trasladó e instaló una torre de 30 metros, desde la cual se brindan servicios de conectividad en la mayor parte de la zona indígena.
Resultados
Posterior a la creación de la Red Jalisco en la región indígena, se lograron velocidades de navegación de hasta 4 mbps, las cuales garantizaban una conexión estable y adecuada para servicios de navegación y correo electrónico, y ayudarían en el florecimiento de proyectos como el de empresa comunal, el cual es un esfuerzo de los habitantes por agrupar sus proyectos productivos, regidos por un ambiente de colaboración.
De estos proyectos resaltan el aserradero local, el cual tiene oficinas equipadas como Casas Universitarias, las cuales fungen como espacios de capacitación para los trabajadores.
Merece también mención el proyecto de turismo cultural denominado Tateikie, el cual tiene portal web administrado desde la comunidad indígena, cuenta con visitantes de forma constante y hace uso de las TIC para su promoción y administración.
Al otro lado de la Sierra, en la comunidad agraria de Waut+a-San Sebastián Teponahuaxtlan,
concretamente la localidad de Ocota de la Sierra, se instaló una Casa Universitaria
Conclusión
Estos y otros proyectos son producto del esfuerzo de la población wixárika, del afán por encontrar soluciones a sus problemas de comunicaciones y establecer alternativas para mejorar su calidad de vida, apostando por el uso de la tecnología, la cual es escasa e incipiente todavía en esa región.
Por otro lado, el actuar del Estado se evidencia al observar los techos de las agencias municipales, las escuelas o los espacios públicos de las comunidades, ahí encontramos antenas satelitales, mástiles de equipos punto-punto y de otros sistemas de comunicaciones. Algunas de estas antenas siguen en uso; otras, llevan años abandonadas. En conjunto representan los esfuerzos por acercar la conectividad, pero también el fracaso de no contar con una política articulada de acceso a Internet y servicios básicos de comunicaciones. Con cada nueva administración se hacen planteamientos distintos, abandonando proyectos que estaban comenzando a consolidarse. La apuesta hoy en día se llama México Conectado, pero la población apuesta por adoptar modelos de comunicaciones propios, como el caso de Villa Talea de Castro en Oaxaca, un sistema auto administrado que depende directamente de la gente, cuya garantía de éxito es la misma población.