Introducción
Las neurociencias engloban una serie de disciplinas dedicadas al estudio del sistema nervioso, con el objetivo de entender cómo este genera la conducta (Kandel et al., 2014). Sin embargo, la insuficiente comprensión sobre su materia y su uso desmedido en el contexto educativo han llevado al surgimiento de numerosos conceptos y creencias no siempre basados en evidencia científica, a los que se denomina neuromitos (OCDE, 2002). Estas creencias erróneas pueden influir en las decisiones pedagógicas y tener consecuencias adversas en la educación, ya que perpetúan prácticas equivocadas (Varas & Ferreira, 2017) y alteran la percepción que los educadores tienen sobre el aprendizaje y el desarrollo cerebral.
En contextos educativos como las instituciones superiores, es fundamental que se posea un entendimiento preciso sobre las neurociencias, para evitar malinterpretaciones y prácticas ineficaces. Sin embargo, existen escasos estudios que caractericen y contrasten la prevalencia de estos neuromitos y el conocimiento general en neurociencias a nivel universitario en Ecuador.
Entre ellos, es relevante destacar el de Falquez y Ocampo (2018), quienes examinaron la presencia de estas creencias en 328 universitarios de Ecuador. Los hallazgos revelaron que, aunque un 97,87 % de los encuestados manifestó interés en la neurociencia ligada al aprendizaje, solamente el 45,12 % consultaba publicaciones al respecto y apenas el 37,20 % había tenido educación formal en el tema. En cuanto a los neuromitos prevalentes, la aseveración "Los estudiantes aprenden mejor cuando reciben información a través de su estilo de aprendizaje dominante (p. ej., auditivo, visual, kinestésico)" fue considerada como verdadera por el 93 % de la muestra, sin que se encontraran diferencias significativas al comparar los resultados por género. En cuanto a factores predictivos, los investigadores descubrieron que con cada año adicional de edad hay una ligera tendencia al alza en el porcentaje de aceptación de algunos neuromitos. Concluyeron que este es un asunto de significativa importancia en los países en desarrollo, y subrayaron la necesidad de emprender acciones para mitigar su propagación.
Por su parte, el estudio realizado por Barraza y Leiva (2018) evidenció una marcada presencia de neuromitos (como estilos de aprendizaje, inteligencias múltiples, ejercicios de coordinación, entre otros) en una muestra de 194 educadores de diferentes regiones de Chile. Adicionalmente, se observó que los docentes con más experiencia, denominados "profesores sénior", tenían una mayor inclinación hacia estos neuromitos. Esta tendencia también fue notoria en los docentes de escuelas públicas, al hacer una comparación basada en la dependencia económica de la institución educativa.
En relación con las investigaciones sobre profesores en formación, se puede mencionar el trabajo de Painemil et al. (2020), quienes evaluaron a 99 estudiantes de pedagogía de Chile y España y mostraron una alta adherencia a los neuromitos entre los futuros docentes chilenos, en comparación a los estudiantes españoles. Los neuromitos más frecuentes estaban asociados a los estilos de aprendizaje y a los entornos ricos para el aprendizaje.
Por su parte, Fuentes y Risso (2015) evaluaron a 295 estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación de una universidad gallega y encontraron diferencias significativas por curso, con un primer año que mostró mayor adherencia a los neuromitos. Un trabajo de Flores et al. (2021) evaluó a 440 estudiantes de educación física de cinco universidades chilenas, y mostró que los neuromitos más prevalentes (más del 90 %) son aquellos asociados a los estilos de aprendizaje, a entornos ricos durante la etapa preescolar y a ejercicios de coordinación (integración hemisférica).
Asimismo, Jiménez y Calzadilla (2021) evaluaron la prevalencia de neuromitos en 40 académicos de una universidad cubana, donde el 67,5 % afirmó no haber recibido capacitación en neurociencia aplicada a la educación, aun cuando un 60 % mencionó un alto interés por la neuroeducación. Los neuromitos con una mayor prevalencia estuvieron relacionados con los estilos de aprendizaje y con los ejercicios de coordinación para integrar ambos hemisferios cerebrales, a pesar de que un 97,5 % declaró leer publicaciones populares y un 82,5 %, revistas científicas relacionadas con estos temas.
Varas y Ferreira (2017) estudiaron a 91 profesores chilenos de enseñanza primaria y secundaria, y concluyeron que, en promedio, los docentes creen en un 83,7 % de los siete neuromitos más populares de Dekker et al. (2012). Concluyeron, además, que la edad, el interés y la seguridad no permiten predecir los conocimientos asociados a la neurociencia. Por su parte, Flores et al. (2021) evaluaron a 64 académicos asociados a las facultades de educación de seis universidades chilenas, donde predominan cuatro neuromitos (más del 70 %) asociados a los estímulos en la etapa escolar y a los estilos de aprendizaje VAK. El mayor porcentaje de respuesta "No lo sé" fue el relacionado con el ritmo circadiano. Asimismo, al comparar por grado académico los porcentajes de respuestas de conocimiento general respecto al funcionamiento del cerebro, solo se encontraron diferencias significativas en el ítem asociado a que el rendimiento académico puede verse afectado por el desayuno: los docentes con grado de magíster presentaron mayor cantidad de respuestas correctas.
Díaz y Kunakov (2023) evaluaron a 197 profesores universitarios chilenos que participaron en un programa semipresencial de perfeccionamiento en educación en ciencias de la salud, y el 76,6 % de los y las participantes respondió correctamente la mayoría de afirmaciones sobre el conocimiento de la función cerebral. Los neuromitos "Solo usamos el 10 % de nuestro cerebro" y "Hombres y mujeres tienen cerebros muy diferentes" fueron contestadas de forma correcta por menos del 50 % de la muestra. Otro trabajo de Medel y Camacho (2018) efectuó un estudio de investigación-acción, aplicando un cuestionario a 20 maestros de la provincia de Guadalajara; la mayoría de los docentes refutó que pasar más horas en la escuela se traduce en un mayor aprendizaje.
Gran parte de los trabajos mencionados muestra una alta prevalencia de neuromitos, tanto en estudiantes como en docentes universitarios. Llama la atención que el que más se repita sea el asociado a los estilos de aprendizaje visual, auditivo y kinestésico, lo que muestra que es relevante contar con programas de capacitación, especialmente para el profesorado, que erradiquen los neuromitos que transmiten a sus propios estudiantes, y así avanzar en prácticas y estrategias basadas en los descubrimientos de la neurociencia para la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje en todos los niveles educativos.
En consideración de los antecedentes expuestos, el objetivo de este estudio fue describir y comparar la prevalencia de neuromitos y el conocimiento general sobre neurociencias en la comunidad educativa de una institución superior de Ecuador.
Metodología y materiales
La investigación fue de tipo cuantitativa, no experimental de corte transversal (Maureira & Flores, 2018).
Muestra
La muestra fue de tipo no aleatoria e intencionada. Estuvo constituida por 203 estudiantes y docentes de un instituto de educación superior de Ecuador, con edades entre los 18 y los 48 años, y una media de 26,5 ± 7,4 años. Del total, 126 son mujeres (62,1 %) y 77, hombres (37,9 %). Asimismo, 162 declararon ser estudiantes de pregrado (79,8 %); 23, estudiantes de posgrado (11,3 %); 12, docentes universitarios (5,9 %); 2, docentes de secundaria (1 %); y 4 declararon pertenecer a otro grupo (2 %). Con respecto al área de estudio, las más representadas son bachillerato, con 8 encuestados (4 %); administración y finanzas, con 7 evaluados (3,4 %); ingeniería, con 7 (3,4 %); y educación, con 32 (15,8 %). De ellos, 123 declararon leer habitualmente libros o artículos científicos (60,6 %) y 80 declararon no hacerlo (39,4 %). Todos los integrantes de la muestra firmaron un consentimiento informado para participar en la investigación de manera voluntaria.
Instrumentos
Se aplicó una encuesta sociodemográfica en la que se solicitó información de la edad, sexo de nacimiento, actividad (docentes universitarios, estudiantes de pregrado, estudiantes de posgrado y otros) y si leían habitualmente libros y artículos científicos. Además, se aplicó el cuestionario de prevalencia de neuromitos propuesto por Dekker et al. (2012) en su versión en español (Falquez & Ocampo, 2018). Este cuestionario está constituido por 32 afirmaciones: 20 versan sobre conocimiento general acerca del funcionamiento del cerebro, y las otras 12 son afirmaciones basadas en neuromitos. Todas las preguntas tienen tres posibles respuestas: "Verdadero", "Falso" y "No lo sé".
Procedimiento
Los instrumentos se aplicaron de manera online, en forma individual, y tuvieron una duración aproximada de 20 minutos.
Análisis de datos
Se empleó el programa estadístico IBM SPSS Statistics para Windows, versión 25.0. Se utilizó estadística descriptiva, calculando medias y tablas de frecuencia absoluta y porcentual (Villarroel del Pino, 2013). También se llevaron a cabo pruebas no paramétricas tales como pruebas de proporciones y pruebas de chi-cuadrado (x2), considerada una medida de discrepancia existente entre las frecuencias observadas y las frecuencias esperadas o teóricas (Ñaupas et al., 2014). Se consideró como significativo un valor de p < 0,05.
Resultados
En la Tabla 1 se muestran las respuestas para el total de la muestra sobre el conocimiento general acerca del funcionamiento del cerebro. Los ítems que lograron un mayor porcentaje de respuestas correctas fueron el ítem 1, "Utilizamos nuestro cerebro 24 horas al día" (80 %); el ítem 31, "Existen períodos sensibles en la infancia durante los cuales es más fácil aprender cosas" (78,3 %); y el ítem 27, "Cada estudiante muestra preferencias por el modo en que recibe la información (por ejemplo, visual, auditiva, kinestésica)" (77,3 %). Por el contrario, los ítems con mayor porcentaje de respuestas incorrectas fueron el ítem 6, "Cuando se daña un área del cerebro, otra área puede asumir su función" (60,6 %); el ítem 3, "El cerebro de los niños es más grande que el de las niñas" (51,7 %); y el ítem 14 "El aprendizaje se produce por la generación de nuevas células cerebrales" (48,3 %). En relación con las respuestas "No lo sé", los porcentajes más altos se dieron en el ítem 23, "El ritmo circadiano ('reloj biológico') cambia durante la adolescencia, razón por la cual los estudiantes están más cansados durante las primeras horas de clase de la mañana" (38,9 %); el ítem 18, "El desarrollo normal del cerebro humano involucra la generación y pérdida de células cerebrales" (36,5 %); el ítem 3, "El cerebro de los niños es más grande que el de las niñas" (33,5 %); y el ítem 14, "El aprendizaje se produce por la generación de nuevas células cerebrales" (33,5 %).
En la Tabla 2 se muestran las respuestas sobre los neuromitos para el total de la muestra. Los ítems que lograron un mayor porcentaje de respuestas correctas fueron el ítem 4, "Si los alumnos no beben cantidades suficientes de agua (6-8 vasos al día), sus cerebros se encogen" (48,8 %); el ítem 7, "Solo usamos un 10 % de nuestro cerebro" (47,8 %); y el ítem 12, "Hay períodos críticos en la infancia después de los cuales ciertas cosas ya no se pueden aprender" (37,9 %). Por el contrario, los ítems con mayor porcentaje de respuestas incorrectas fueron el ítem 15, "Los individuos aprenden mejor cuando reciben información según su estilo de aprendizaje preferido ((p. ej., auditivo, visual, kinestésico)" (76,8 %); el ítem 21, "Los entornos que son ricos en estímulos mejoran el cerebro de los niños en edad preescolar" (69,5 %); y el ítem 5, "Se ha demostrado científicamente que los suplementos de ácidos grasos (omega-3 y omega-6) tienen un efecto positivo en el logro académico" (66,5 %). En relación con las respuestas "No lo sé", los porcentajes más altos se dieron en el ítem 9, "Las diferencias en el dominio hemisférico (cerebro izquierdo, cerebro derecho) pueden ayudar a explicar diferencias individuales entre aprendices" (39,9 %); el ítem 4, "Si los alumnos no beben cantidades suficientes de agua (6-8 vasos al día), sus cerebros se encogen" (32 %); y el ítem 30, "Breves episodios de ejercicios de coordinación pueden mejorar la integración de la función cerebral hemisférica izquierda y derecha" (28,6 %).
Al comparar los porcentajes de respuestas correctas totales del conocimiento general sobre el funcionamiento del cerebro, no se observan diferencias entre mujeres y hombres (M = 54,1 %; H = 54,5 %; X2 = 0,04). No obstante, al comparar cada ítem, aparecen diferencias significativas en cuatro de ellos: en dos presentan mayores porcentajes de respuestas correctas las mujeres y en dos, los hombres (Tabla 3). Al comparar el porcentaje de respuestas correctas totales respecto a neuromitos, no se observan diferencias entre mujeres y hombres (M = 54,1 %; H = 54,5 %; X2= 0,18), y al comparar por ítem se aprecian diferencias significativas solo en el ítem 7, para el que las mujeres presentan mayor cantidad de respuestas correctas.
*Diferencias significativas al nivel 0,05.
**Diferencias significativas al nivel 0,01.
Fuente: Autores (2023).
Al comparar los porcentajes de respuestas correctas totales del conocimiento general sobre el funcionamiento del cerebro, no se observan diferencias entre docentes universitarios, estudiantes de pre- y posgrado, y otros (χ 2 = 0,168). Pero al comparar cada ítem aparecen diferencias significativas en tres que los docentes universitarios respondieron correctamente por sobre los demás (Tabla 4). Asimismo, al analizar los porcentajes de respuestas correctas totales de neuromitos no se observan diferencias entre docentes universitarios, estudiantes de pre- y posgrado, y otros (χ2 = 0,823). Sin embargo, al comparar cada ítem, aparecen diferencias significativas en dos de ellos: en el ítem 25, los estudiantes de posgrado respondieron correctamente por sobre los demás; y en el ítem 28, los docentes universitarios respondieron correctamente por sobre los demás.
*Diferencias significativas al nivel 0,05.
**Diferencias significativas al nivel 0,01.
DU = docente universitario; E. pre = estudiante de pregrado; E. pos = estudiante de posgrado
Fuente: Autores (2023).
Al comparar los porcentajes de respuestas correctas totales del conocimiento general sobre el funcionamiento del cerebro no se observan diferencias entre quienes declaran leer libros y artículos científicos (X2 = 0,357). No obstante, al comparar cada ítem, se observan diferencias significativas en cuatro, en los que quienes declaran leer libros y artículos científicos presentan mayor porcentaje de respuestas correctas (Tabla 5). Al comparar los porcentajes de respuestas correctas totales de neuromitos no se observen diferencias entre estos grupos (X2 = 0,342). No obstante, al analizar cada ítem, aparecen diferencias significativas en cuatro, en los que quienes declaran leer libros y artículos científicos presentan mayor porcentaje de respuestas correctas.
Discusión
En este estudio se confirma la alta prevalencia del neuromito reportada por Maureira et al. (2021) y Falquez y Ocampo (2018), entre otros autores, respecto a que “Los individuos aprenden mejor cuando reciben información según su estilo de aprendizaje preferido (p. ej., auditivo, visual, kinestésico)”, con un 76,8 % de respuestas incorrectas. Es interesante mencionar la alta prevalencia de este neuromito en distintos niveles educativos a nivel mundial. Por ejemplo, destaca un estudio efectuado por Makhlouf (2022) en 221 docentes secundarios argelinos, contexto en el cual el neuromito referente a los estilos de aprendizaje estuvo presente en un 92 % de los participantes. Se suma a lo anterior una investigación efectuada en 147 académicos del sistema educación universitario ruso (profesorado de humanidades, ciencias naturales, ciencias sociales e ingeniería), que encontró que esta aseveración relacionada con los estilos de aprendizaje VAK posee una frecuencia alta de respuestas incorrectas: 80,3 % (Maximova et al., 2022).
Tal como mencionan Ferreira y Rodríguez (2022), este neuromito lamentablemente se encuentra diseminado en distintos países y culturas. Sobre los neuromitos relacionados con el aprendizaje VAK, si bien diferentes regiones del cerebro están más involucradas que otras durante el procesamiento de la información visual, auditivo o somatosensorial, es necesario tener en cuenta que el desempeño en las tareas diarias, incluyendo el aprendizaje proporcionado en una sola modalidad (p. ej., visual) promueve que muchas regiones de ambos hemisferios funcionen en conjunto y de manera paralela y sofisticada (Howard-Jones, 2022). Por otra parte, si bien el dato erróneo “Solo usamos un 10 % de nuestro cerebro” fue rechazado por el 47,8 % en la presente investigación, Maximova et al. (2022) reportan que esta aseveración posee una frecuencia alta de respuestas incorrectas entre docentes universitarios rusos (44,9 %). Es necesario mencionar que este neuromito no solo se evidencia en las aulas universitarias, sino que está presente desde bien temprano en la educación escolar, tal como reportan Ramic et al. (2022) para Bosnia y Herzegovina, que es también un neuromito bastante tenaz entre docentes escolares catalanes (Ruiz et al., 2022).
En relación al neuromito “Si los alumnos no beben cantidades suficientes de agua (6-8 vasos al día), sus cerebros se encogen”, el porcentaje de respuestas correctas obtenidas en la presente investigación (48,8 %) es inferior a estudios previos efectuados con académicos universitarios chilenos, quienes obtuvieron un 67,2 % de respuestas correctas (Flores et al., 2021). Sobre este neuromito, recientes estudios en España muestran que ya es bastante infrecuente en el sistema escolar (7,9 %), por lo cual iría en retirada (Ruiz et al., 2022).
Por otro lado, con base en los resultados obtenidos respecto a la lectura de libros o publicaciones científicas, la muestra estuvo 15,48 % por encima de lo encontrado por Falquez y Ocampo (2018) empleando el mismo cuestionario. Ellos confirmaron que solo el 45,12 % de estudiantes ecuatorianos consultados lee publicaciones científicas. El incremento del presente estudio al 60,6 % puede deberse a que la muestra incluyó estudiantes de posgrado y profesores universitarios. Sin embargo, al comparar los porcentajes de respuestas correctas totales de neuromitos, no se observan diferencias entre los diferentes tipos de participantes (docentes universitarios, estudiantes de pre- y posgrado, y otros); esto, a diferencia del estudio realizado por Flores et al. (2021), quienes encontraron un porcentaje significativamente mayor de respuestas correctas en los profesores con posgrado. El incremento puede asociarse al aumento de interés por la lectura científica en los últimos años, o debido a que el perfeccionamiento en temas de neurociencias es un requerimiento formativo cada vez más frecuente entre dichos profesionales.
Finalmente, se debe mencionar que el estudio se centró en una única institución superior de Ecuador, lo que limita su generalización a otros contextos. Aunque se utilizó un cuestionario para evaluar el conocimiento en neurociencias y neuromitos, los resultados podrían verse influenciados por sesgos de autorreporte. No se exploraron en profundidad las causas subyacentes de estos neuromitos ni se controlaron variables como la formación previa de los participantes. Además, los hallazgos representan una instantánea temporal, que podría no reflejar el conocimiento o creencias futuras en este ámbito.
Conclusiones
A partir de los resultados de esta investigación, se concluye que los integrantes de la comunidad educativa de Ecuador poseen neuromitos principalmente relacionados con las creencias de que los individuos aprenden mejor cuando reciben información según su estilo de aprendizaje preferido (esto es, aprendizajes VAK), y de que los entornos ricos en estímulos mejoran el cerebro de los niños en edad preescolar. Además, manejan conocimiento cierto del cerebro en lo que respecta a que este se utiliza las 24 horas del día, a que existen períodos sensibles en la infancia durante los cuales es más fácil aprender, y a que cada estudiante muestra preferencias por el modo en que recibe la información.
Finalmente, desde la perspectiva de formación, es necesario propender al intercambio de buenas prácticas para elaborar itinerarios con una formación adecuada al desarrollo de las competencias que requieren los docentes de educación superior en el área de la neurociencia (Fragkaki et al., 2022). Urge investigar la divulgación de los neuromitos entre el profesorado, debido a que este muestra mucho interés por utilizar los conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro en los procesos de enseñanza-aprendizaje (Maximova et al., 2022). También, dado el gran interés en neurociencia, tanto del profesorado como de profesionales de la salud en formación, es necesario determinar el motivo por el cual consideran difíciles algunos conceptos neurocientíficos (Cortés et al., 2021).
Sin duda es recomendable seguir estudiando en esta área, pero desde una optimización del diseño experimental, pues los resultados de este trabajo y los ya mencionados dan cuenta del interés por ir avanzando y aplicando los hallazgos de las neurociencias en el aula. Para ello se propone lo siguiente: 1. generar instancias de conocimiento general de neurociencia entre el profesorado en formación; 2. promover cursos de perfeccionamiento de conocimientos generales de neurociencia en los docentes de primaria y secundaria; y 3. diseñar guías de apoyo o módulos de autoaprendizaje (Cortés & Llona, 2017) con estrategias basadas en la neurociencia, para aplicar en los diferentes niveles educativos.