INTRODUCCIÓN
María Elina Zúñiga nació en una época en la que Ecuador experimentaba importantes cambios políticos, sociales y económicos. La llamada Revolución Liberal -impulsada por Eloy Alfaro en 1895- enfrentó a una élite conservadora que limitaba el desarrollo social. La transformación del Estado fue progresiva en todo el país y dejó un legado de igualdad de derechos y justicia social, piedra angular sobre la cual se erige el Ecuador contemporáneo.
Dentro de estos logros se destaca la implementación de la educación primaria gratuita y laica, que facilitó que la mujer tuviera mayor acceso a las aulas escolares y enfrentara el temor de continuar con sus estudios secundarios y universitarios; tal fue el caso de la pionera Matilde Hidalgo, que graduada de bachiller se empeñó en cumplir su anhelo de convertirse en médica en 1921. Asimismo, se convirtió en la primera mujer ecuatoriana y latinoamericana en votar formalmente, ocupar un cargo público, ejercer una concejalía y ser diputada suplente, lo que inspiró a muchas coterráneas, incluida María Elina Zúñiga (Administrador, 2017).
La vida personal y profesional de la Dra. María Elina Zúñiga Villacreses constituyen un relato inspirador de perseverancia y superación en un contexto histórico marcado por la limitación de oportunidades para las mujeres en la educación secundaria y universitaria. Nacida en Riobamba cerca de 1905, desafió las convenciones sociales y familiares al buscar la mejor educación posible en su época, y al enfrentar la discriminación y el desdén de una sociedad aún conservadora. Su decisión de estudiar medicina en la Universidad Central del Ecuador, gremio prácticamente negado a las féminas, reflejó su determinación y valentía. A pesar de las dificultades culminó su formación universitaria y se constituyó como la primera riobambeña en obtener los títulos de Licenciada en Medicina y Doctora en Medicina y Cirugía.
El apoyo de su familia, especialmente el de su madre, resultaron fundamentales para su éxito académico y profesional. Aunque enfrentó la pérdida de su primera hija y varios desafíos económicos, nunca renunció a sus metas y valores. Su matrimonio con Guillermo Cáceres, un compañero de estudios, y su traslado a Chile y luego a Perú donde ejerció la profesión, evidenciaron en la pareja la búsqueda de mayores oportunidades y su compromiso con el progreso personal y familiar.
A pesar de su corta vida, María Elina Zúñiga dejó un legado como pionera en la medicina riobambeña y como ejemplo de determinación y sacrificio. Su historia resalta la importancia de la educación, el apoyo familiar y la lucha por la igualdad de género en el acceso a la educación y a la profesión médica. En un contexto de discriminación y desigualdad, María Elina Zúñiga demostró que el talento y la dedicación no conocen barreras y que el éxito puede alcanzarse mediante la perseverancia y el compromiso con valores y principios.
METODOLOGÍA
El presente artículo de investigación se enmarcó en el paradigma interpretativo y utilizó el diseño metodológico de investigación histórica, en función de comprender en profundidad y desde una perspectiva holística la vida de María Elina Zúñiga en el contexto social, político, cultural y educativo en el que desarrolló su formación y actividad profesional.
Con base en autores como Tevni Grajales, quien menciona que “
” (2002, p. 5) y Giannina Fusco (2009), este estudio se fundamentó en la historiografía y en particular en la historia de la medicina con enfoque de género, ya que procuró contextualizar los eventos en su época y evitó la emisión de juicios anacrónicos.La investigación histórica se refiere al esfuerzo que se realiza con el propósito de establecer sucesos, ocurrencias o eventos en un ámbito de interés
Las fases del proceso investigativo tuvieron en cuenta el orden propuesto por Fusco (2009):
Definición y delimitación del problema, elaboración de las preguntas de investigación, planteamiento hipotético y objetivos.
Búsqueda y recolección de datos en:
Fuentes primarias, principalmente en registros académicos del colegio secundario y la Universidad Central del Ecuador donde se formó la Dra. María Elina Zúñiga; registros civiles de Ecuador, Perú y Chile; documentos familiares, títulos, relatos y fotografías inéditas facilitados por sus descendientes.
Fuentes secundarias como anuarios estudiantiles del Colegio Pedro Vicente Maldonado; libros de matrículas e incorporaciones de la Universidad Central del Ecuador; publicaciones en diarios locales y nacionales; documentos del Museo de la Medicina, Archivos históricos de Riobamba y Quito; publicaciones sobre historia de la medicina en Riobamba y en Ecuador. Los dos tipos de fuentes facilitaron el análisis cualitativo de los datos recopilados y su triangulación.
Evaluación de la autenticidad de los datos.
3.1. Crítica externa o de autenticidad con la crítica de procedencia y crítica de restitución.
3.2. Crítica interna o de veracidad, con la crítica de interpretación, crítica de intencionalidad y crítica de exactitud (Salmon, 1978; García, 2023).
Síntesis o integración de los datos, lo que implicó su organización, clasificación y registro en orden cronológico, para lo cual se utilizó una línea de tiempo.
Elaboración del informe de resultados y conclusiones.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Luego de la revisión y análisis de las fuentes investigadas se determinó que la primera riobambeña en estudiar y obtener su título en Medicina fue la Dra. María Elina Zúñiga Villacreses, cuya fotografía se expone en la Figura 1. Respecto a ella, el médico, historiador y su contemporáneo en estudios, Juan Vacacela (1990, p. 38), escribió: “
”.Se gradúa en la Universidad Central en 1932 y es la primera mujer riobambeña que adquiere el título de doctora en Medicina; y, si bien no se radicó en nuestra ciudad constituye un suceso digno de ser recordado
Zúñiga nació en la ciudad de Riobamba cerca de 1905 en el hogar conformado por el Sr. Carlos Zúñiga Novoa y la Sra. Edelina Villacreses, familia que recibió por el lado materno una fuerte influencia de la Revolución Liberal, debido que un tío de Edelina, Juan José Villacreses Ortuño, alcanzó el grado de Coronel de Infantería en el ejército de Eloy Alfaro, y combatió en las batallas de Guangoloma, Chaupi, Huigra y Yaguachi, y en la de Caranqui, donde falleció en abril de 1914 (Villacreses, 2020).
No se encontraron datos precisos sobre la infancia y educación primaria de María Elina y de su hermano mayor, Luis; sin embargo, se sabe que para inicios del siglo XX en Riobamba las opciones de educación primaria para mujeres se concentraban en cuatro escuelas para niñas, dos de ellas laicas creadas a partir de 1902 y otras dos regentadas por las comunidades religiosas de las Hermanas de la Caridad y Mariana de Jesús, a las que accedían principalmente niñas de las clases económicas alta y media (Compañía Guía del Ecuador, 1909). En una de aquellas debe de haber recibido las primeras letras.
En tanto, se verificó su solicitud de matrícula en el colegio Maldonado en noviembre de 1919, pocos días después de que lo hicieran Rosa Elvira Tamayo y Amelia Chiriboga, primera riobambeña en obtener el título de bachiller. Para entonces, el rector del colegio era el general Delfín Treviño, quien impulsaba los cambios liberales en la educación y apoyaba el acceso femenino a las aulas secundarias (Colegio Nacional Experimental Pedro Vicente Maldonado, 1992).
Rosa Elvira y María Elina, compañeras de aula, se destacaron en ámbitos académicos y literarios. Para 1920, cuando el plantel educativo realizó las festividades por el onomástico de su patrono, Pedro Vicente Maldonado, protagonizaron papeles estelares en una velada literaria musical. Además, junto a Amelia Chiriboga y gracias a su alto aprovechamiento académico, compitieron por la medalla de oro estudiantil, galardón que recayó finalmente en un estudiante varón (Colegio Nacional Experimental Pedro Vicente Maldonado, 1977).
La etapa final de su formación secundaria debió cursarla sola, pues Carmen Chiriboga se graduó en 1922 , y Rosa Tamayo se había retirado de sus estudios; no obstante, las tres adolescentes iniciaron un camino sin retorno en su superación individual, lo que influyó en la conservadora sociedad para que se acostumbrara a mirar como más mujeres se matriculaban en el colegio Maldonado y culminaban su bachillerato, según se puede apreciar en la Tabla 1. Para los años 30 la presencia femenina se incrementó en el establecimiento educativo, a tal punto, que al finalizar la misma el número de graduadas llegaba a 30 (Colegio Nacional Experimental Pedro Vicente Maldonado, 1965).
Tabla 1: Nómina de mujeres graduadas. Colegio Nacional Experimental Pedro Vicente Maldonado, 1922-1939

El 13 de octubre de 1924, María Elina Zúñiga se presentó ante el tribunal examinador de su grado, conformado por el Dr. José María Villagómez, Dr. Carlos Delgado, Dr. Antonio Álvarez, Sr. José Oquendo y Sr. Luis Gallegos, para cumplir con lo dispuesto en el art. 86 del Reglamento General de la Segunda Enseñanza y rendir sus pruebas oral y escrita, por lo que recibió el Título de Bachiller de la República (Secretaría del Colegio Maldonado, 1924), y se convirtió en la segunda riobambeña en alcanzar este honor, situación destacada no solo en el ambiente estudiantil sino por la prensa de la ciudad que valoraba estos actos de ruptura a pensamientos caducos. El diario La Razón en su redacción noticiosa del 18 de octubre de 1924 publicó:
reciba nuestras más sinceras felicitaciones, por su merecido triunfo alcanzado en su bachillerato, como por su talento y exquisita cultura de que se alla [sic], revestida, cualidades que la distinguen y la hacen digna del aprecio de cuantos la tratan y de la sociedad en general.
(Nota Editorial, 1924, p. 1).Igualmente hacemos votos porque el Dios Éxito corone los estudios sobre medicina q´ [sic], va a iniciar próximamente en la Universidad de Quito
Ante la decisión de estudiar la carrera de Medicina, tenía tres opciones para matricularse: la Universidad de Cuenca, con el antecedente de que Matilde Hidalgo realizó allí su licenciatura pero no tuvo opción para doctorarse; la Universidad Central de Quito, donde tres años antes Matilde Hidalgo continuó con su formación y se graduó, convirtiéndose en la primera Doctora en Medicina del Ecuador; o viajar a Guayaquil donde dos mujeres, María Luisa Müller y Elena Valle, se encontraban cursando estudios de Medicina.
La decisión no debe haber sido nada fácil, pues la sociedad riobambeña conservadora criticaba que las féminas accedieran a espacios distintos al hogareño. Además, la distancia entre las ciudades mencionadas eran extensas y el medio de transporte más rápido -algo costoso- era el ferrocarril. Viajar a la ciudad de Cuenca era más complicado, debía hacerse por vía terrestre, por caminos en mal estado y aún en carrozas. El uso de automóviles era toda una novedad en aquellos años y circulaban casi con exclusividad en zonas urbanas.
A lo mencionado debe agregarse que para una joven mujer no era socialmente admitido que viviera sola en otra ciudad, por lo que, con la ayuda de su familia, María pudo establecerse en Quito bajo la tutela de su tía paterna, Luz Herminia Zúñiga, 17 años mayor que ella. Su domicilio, una hermosa edificación colonial que puede ser apreciada en la Figura 2, estaba ubicado en la carrera Venezuela No 73, en pleno centro histórico y apenas a cuatro cuadras de la Universidad Central, su futura alma mater.
Su matrícula en el curso preparatorio de Medicina 1924-1925 se realizó el 15 de noviembre de 1924, última en receptarse para aquel año lectivo, pues aquel día se cumplía el calendario institucional reglamentario de inscripciones. María logró cumplir los plazos a último momento puesto que su aceptación dependió de una autorización expresa del Señor Rector (Secretaría de la Facultad de Medicina, 1912-1930).
Sus inicios universitarios no fueron nada fáciles, pues en 1924, al ser la única mujer en toda la Escuela de Medicina, enfrentó rechazo y discriminación por parte de sus compañeros, aunados a una alta exigencia académica. Sin embargo, el triunfo de su antecesora, Matilde Hidalgo, marcó un antes y un después en las mujeres que siguieron sus pasos.
En su etapa colegial Zúñiga destacó por su impecable conducta y aprovechamiento académico; pero ahora, los informes de fin de año en algunas asignaturas daban cuenta de un número alto de ausencias a clases; ¿no se sentía cómoda con su nuevo rol estudiantil? o ¿debía trabajar para apoyarse en su manutención? Difícil contestar a estas interrogantes por falta de documentación que las esclarezca; no obstante, en los reportes académicos generados por sus profesores a lo largo de sus años de estudio se evidencia que estas ausencias disminuyeron ostensiblemente, se aprecian sus buenas calificaciones, reflejadas más en unas asignaturas que en otras, como es normal en la formación médica, pues cada estudiante tiene desde sus primeros años inclinación a ciertos conocimientos, destrezas y habilidades relacionados con una especialidad médica específica (Zúñiga, 1932a).
A propósito, en su formación académica María tuvo el privilegio de recibir cátedra por un grupo de reconocidos galenos, integrado por César Espinoza, Pablo Arturo Suarez, José Francisco Corral, Luis G. Dávila, Julio Endara, Carlos Sánchez, Aurelio Mosquera, Eustorgio Salgado y Enrique Gallegos Anda (Zúñiga, 1932b).
En esta etapa de formación inició una relación amorosa con un compañero de estudios, el chileno Guillermo Cáceres, estudiante becado por el Municipio de Punta Arenas, con quien contrajo matrimonio el 3 de mayo de 1930 en Machachi, mientras cursaban el quinto año de la carrera. Al parecer su familia en Riobamba no se enteró de esta decisión y fueron acompañados por unos pocos compañeros, quienes sirvieron de testigos en la ceremonia (Cáceres, 1932a). Esta noticia, más su primer embarazo, fueron comunicadas por la pareja a la madre de María Elina cuando era inevitable ocultarlo. Para aquel entonces, decidió llamarse en adelante María Elina Zúñiga de Cáceres, o Maruja Zúñiga de Cáceres, como todos la conocieron hasta su fallecimiento.
Mientras tanto, el soporte económico de la joven pareja provino de las prácticas formativas y preprofesionales remuneradas, gracias a una propuesta del decano, Dr. Pablo Arturo Suárez (Suárez, 1931), aplicada a los convenios existentes entre la Universidad Central con la Dirección Nacional de la Asistencia Pública. Las prácticas consistían en rotaciones asistenciales en el quiteño Hospital San Juan de Dios. Guillermo tenía más afinidad por la atención pediátrica, mientras que María Elina por la medicina interna y la obstetricia.
Sus nombres se encuentran impresos junto a los del famoso precursor, Eugenio Espejo, y los de los médicos que laboraron en la emblemática Casa de Salud desde 1693 a 1946 en un pergamino expuesto en el Museo de la Medicina de Quito (Jefatura de Sanidad de Pichincha, 1947).
La etapa final de su carrera universitaria llegó durante el primer semestre de 1932, María Elina Zúñiga, tal cual estilaba la normativa vigente en la universidad ecuatoriana, presentó su petición formal para ser considerada apta por la Facultad de Ciencias Médicas para rendir exámenes en las modalidades oral y escrita, que le permitirían obtener el título de Licenciada en Medicina. Se designó entonces al Tribunal Examinador conformado por el subdecano, Carlos Sánchez, los docentes Francisco Donoso, Manuel Bejarano, Manuel Villacís y Carlos Andrade Marín, quienes, el 19 de abril de 1932 luego de cumplir con el procedimiento académico declararon mediante certificación firmada, la aprobación de la Sra. María Elina Zúñiga de Caseres (sic), como Licenciada en Medicina (Zúñiga, 1932b).
En la Figura 3 se visualiza el acta de grado. Este hecho sin precedentes causó alegría entre los presentes debido que era el primer título de Licenciatura en Medicina que expedía la Universidad Central a una mujer. Recordemos que, si bien a Matilde Hidalgo se le había entregado el título de Doctora en Medicina once años atrás, su formación académica y la titulación en licenciatura médica la recibió en Cuenca.

Fuente: Archivo General de la Universidad Central del Ecuador (UCE, 1932)
Figura 3: Acta de grado de Licenciada en Medicina de la Dra. María Elina Zúñiga
Acto seguido, viajó a Riobamba con la finalidad de recabar del Colegio Maldonado una copia certificada del examen de bachillerato que rindiera siete años antes y que requería para continuar con su proceso de titulación. Para la fecha, María Elina cursaba su segundo embarazo, y con la alegría de encontrarse en su ciudad visitó a su familia durante unos días y seguramente compartió la noticia de su nuevo triunfo académico; pero, los elogios recibidos pocos años atrás por su título de bachillerato y por su decisión de estudiar medicina, ahora no eran expresados ni en su colegio, ni en los medios de comunicación, anteriormente generosos en halagos y vaticinios. La ciudad se había olvidado de ella.
Recibida la documentación retornó a la capital para continuar con su trámite y optar por el título de Doctora en Medicina y Cirugía. Pocas semanas después Guillermo Cáceres realizó la petición a nombre de su esposa, y en oficio emitido el 11 de junio de 1932 justificó su ausencia debido a una imposibilidad de salud (Cáceres, 1932b). La tesis de grado de María Elina Zúñiga de Cáceres versó sobre el tema: “
” (Zúñiga, 1932a).Desviaciones uterinas en las nulíparas. Su frecuencia
El tribunal examinador, conformado por los destacados profesores Pablo Arturo Suárez (decano), Ricardo Villavicencio, Ángel Terán, Manuel Arroyo y Carlos Bustamante, luego de receptar la sustentación práctica en el Hospital San Juan de Dios frente a pacientes seleccionados por ellos el día 14, y luego de la disertación de la tesis de grado el 21 de junio de 1932, declararon finalizado el acto académico, ejecutando la promesa legal y confiriéndose el tan anhelado título.
La Figura 4 corresponde a una fotografía del título universitario recibido el 12 de octubre de 1932 y que representó que María Elina Zúñiga se convirtiera en la primera riobambeña en obtener su grado universitario en Medicina y Cirugía, la segunda en la Universidad Central y la cuarta en el país, con un récord académico inimaginable para aquella facción de la sociedad conservadora y discriminativa. Además, junto con su esposo constituyeron la primera pareja en graduarse en simultáneo en la Facultad de Medicina.
Esta novedad fue destacada por Diario El Comercio de Quito mediante dos publicaciones, una en la fecha de su ocurrencia, y otra el 22 de junio de 1937, cuando se realizó un recordatorio de cinco años atrás, cuando los esposos Cáceres y Zúñiga habían obtenido su título de médicos (Misceláneos Páginas Sociales, 1937).

Fuente: Archivo fotográfico de la Dra. María Teresa Cáceres S.
Figura 4: Título de Doctora en Medicina y Cirugía de María Elina Zúñiga
Junto con Zúñiga en 1932 obtuvieron sus títulos los doctores: “Vicente Orlando Vera, Alcides Guerra, Crisanto Álava Loor, Guillermo Durruty A., C. Augusto Meythaler, Franklin Tello, Guillermo Hammerle, Humberto Ordóñez, Miguel A. Arauz, Guillermo Cáceres, Pedro Gómez Llueca, Leopoldo Moncayo, Cornelio Reyes A., Hugo Ávila Cedeño, Arezzi Mickeli” (Samaniego, 1957).
EJERCICIO PROFESIONAL
Tras la obtención de sus títulos académicos la pareja tomó una importante decisión: viajar a Chile para cumplir con el compromiso asumido por Guillermo Cáceres años atrás cuando recibió del Municipio de Punta Arenas una beca estudiantil de la que anualmente presentaba evidencias en cuanto al avance de su formación. Entre octubre y noviembre de 1932 realizaron trámites legales en el Ministerio de Educación Pública y en el Ministerio de Relaciones Exteriores, así como en el Consulado de Chile en Ecuador (Zúñiga, 1932b). Con su documentación en regla, junto a su hijo Guillermo Alberto, nacido pocos meses atrás, se dirigieron al extremo sur del país austral, a la provincia de Magallanes, donde se ubica la ciudad de Punta Arenas.
Su estancia en Chile duró alrededor de cuatro años, Guillermo Cáceres ejerció la profesión devengando su beca, mientras que, no se ha evidenciado si María Elina Zúñiga lo hizo en este período, a pesar de que en el país la presencia de mujeres médicas no era algo novedoso, pues en el siglo XIX seis ya se habían titulado en Medicina, encabezadas por Eloísa Díaz, graduada el 3 enero de 1887 (Sepúlveda, 2019).
A inicios de 1936, cumplida la devengación de la beca y debido a la difícil situación económica que vivía Punta Arenas decidieron elegir otra urbe para establecerse. Descartada la posibilidad de regresar a Ecuador escogieron migrar a Huancayo, ciudad andina capital del departamento de Junín en el centro de Perú, conocida por sus buenas condiciones económicas, geográficas y una adecuada comunicación mediante el ferrocarril central, lo que la convertía en la ciudad más importante de la región central del país. Huancayo no era una urbe muy grande, en aquella época su población sumaba 137 932 habitantes y 123 609 habitantes en el resto de la provincia (Nota Editorial, 2017); no obstante, su ambiente tranquilo y acogedor la convirtió en un destino atractivo para muchos extranjeros que deseaban instalarse.
Previamente, en Valparaíso, ante el cónsul don Emilio Ortiz de Cevallos, el 8 de enero de 1936 registraron sus títulos de médicos en el Consulado General del Perú. De acuerdo con otra inscripción que consta en el reverso de sus títulos, la Facultad de Ciencias Médicas de Lima, registró los mismos, a fojas 137 y 136, respectivamente, en su libro de Secretaría el 13 de julio de 1936 (Zúñiga, 1936), con lo cual podían ejercer la profesión en el país peruano.
No obstante, Guillermo Cáceres realizó en febrero de 1937 una petición al Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú para que se le autorizara el libre ejercicio de la profesión de médico y cirujano, a lo cual se le contestó por dos ocasiones, que, según los tratados internacionales entre Ecuador y Perú, dicha aprobación estribaba en aprobar un examen en la Facultad de Ciencias Médicas de Lima (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1937), al que la pareja superó sin dificultad.
Establecidos en Huancayo iniciaron una nueva vida familiar y profesional; se adaptaron a las costumbres de la zona y generaron una buena aceptación entre sus habitantes, reflejada en la adquisición de compromisos sacramentales católicos, al aceptar varias peticiones de padrinazgos de bautizos, primeras comuniones y matrimonios de familias huancaínas y juninenses. Además, establecieron una fuerte relación de amistad con un grupo de migrantes alemanes con quienes Guillermo participaba de una logia masónica. La Figura 5 presenta a María Elina posando con un par de amistades.
La pareja laboró en un consultorio médico privado instalado en uno de los sectores populosos de la ciudad de Huancayo, Guillermo orientó sus servicios principalmente a la atención pediátrica, mientras que María Elina a la medicina interna y la ginecología.
DATOS PERSONALES Y FAMILIARES

Fuente: Archivo familia Cáceres Sagues
Figura 6: De izq. a der., María Zúñiga con sus hijos, Guillermo y Luis
En 1930, al contraer matrimonio en reserva, el trato con la familia se resquebrajó notablemente, sobre todo con su padre, quien ya llevaba una relación alejada de su esposa e hijos. A pesar de que su madre aceptó la situación, la vida de matrimonio de María Elina y Guillermo transcurrió de manera independiente, sin el respaldo económico de sus respectivas familias. No obstante, valoraba todo el afecto recibido por su mamá y hermano, dedicándoles su tesis de grado médico en los siguientes términos:
“A MI MADRECITA con cariño e inmensa gratitud, a quien debo toda mi carrera.
A MI HERMANO QUERIDO.
A LA MEMORIA DE MI HIJITA GLORIA” (Zúñiga, 1932a).
Su primera hija, Gloria, falleció en 1931 poco tiempo después de nacer. Para 1932 nació en Quito su segundo hijo, Guillermo Alberto, que se convertiría en ingeniero civil de profesión, y se radicó en Chile donde formó familia.
Su tercer hijo, Luis Enrique nació en Magallanes, el 5 de junio de 1934, aun cuando su bautizo se realizó en Huancayo el 13 de febrero de 1938, casi cuatro años después. Fue médico de profesión, su carrera la estudió en Bolivia y se estableció posteriormente en Chile, donde vivió con su familia hasta diciembre de 2022, cuando falleció. Los dos hermanos, Guillermo y Luis son los únicos que sobrevivieron a la pareja. Una fotografía en la que María Elina Zúñiga posa junto a sus dos hijos se expone en la Figura 6.
Su cuarto hijo, Carlos Alberto, nacido el 14 de julio de 1937 en Huancayo, fue bautizado moribundo el mismo día en la capilla del Hospital del Carmen. Lamentablemente, un día después, el 15 de julio de 1937, a la edad de 32 años, afectada por una eclampsia, la Dra. María Elina Zúñiga falleció junto a su hijo recién nacido. Su cuerpo fue enterrado en las criptas del Convento de Santa Rosa de Ocopa, localidad cercana a Huancayo, donde vivían varias de sus amistades y residía intermitentemente la familia (Secretaría del Convento de Ocopa, 1937). Años más tarde su esposo retornaría a la ciudad de Arica, en Chile, donde residió hasta su muerte en 1959. Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio General de Santiago.
Entre los méritos alcanzados por María Elina Zúñiga en su vida se resalta el haberse mantenido fiel a sus objetivos, rompiendo esquemas al enfrentar a una sociedad hostil frente al progreso de la mujer, aprovechando tanto las oportunidades para realizar sus estudios secundarios y universitarios que la coyuntura social y política del momento permitió. Siempre recibió el apoyo de su madre, quien confiaba en sus capacidades, así como de su hermano, Luis, quien al igual que en la época estudiantil, le expresó su permanente respaldo y protección, a tal punto que en 1937 viajó a Huancayo donde vivió unos meses cerca de su hermana y de su familia hasta su fallecimiento; posteriormente se radicó de manera definitiva en aquella ciudad.
CONCLUSIONES
La distinción de primera médica riobambeña corresponde a María Elina Zúñiga, quien, a pesar de su corta vida dio ejemplo de que con esfuerzo y tenacidad la mujer podía superar los roles impuestos por la sociedad y rebasar los límites de la economía doméstica para atreverse a ingresar otros espacios educativos y laborales que la visibilizaran.
Al igual que Carmen Chiriboga y Rosa Tamayo se benefició de las oportunidades de formación académica que facilitaba la ideología del liberalismo y optó por sus estudios secundarios en el único colegio fiscal que funcionaba entonces, destacándose en actividades académicas y culturales frente a sus compañeros con quienes disputaban los reconocimientos al mérito estudiantil.
Su presencia en las aulas colegiales motivó a que más mujeres decidieran dar un paso más allá de la formación primaria en búsqueda del bachillerato, aun cuando, para los estudios universitarios la situación fuera lenta comparada con los hombres, pues las conductas discriminativas y de sobreprotección se mantuvieron por un tiempo más prolongado