INTRODUCCIÓN
El COVID-19 y las medidas adoptadas por los gobiernos a fin de disminuir su propagación han impactado considerablemente en la vida cotidiana humana. Desde la perspectiva de las Ciencias Sociales, numerosos académicos y académicas, grupos de investigación y proyectos interuniversitarios han reflexionado sobre esta inédita situación, desde aproximaciones eminentemente teóricas hasta análisis empíricos. Se debatió tanto si la pandemia generaba -o no- posibilidades para el cambio social general, así como también se puso el foco sobre determinados grupos socio-ocupacionales en entornos específicos. De este modo, el problema social rápidamente pasó a constituirse en un problema científico y las diversas disciplinas de las Ciencias Sociales otorgaron análisis que permitieron comprender las implicancias sociales, económicas, culturales y políticas que trajo aparejada la pandemia COVID-19. Si bien existen investigaciones sobre el campo científico y educativo en este marco (Maggio, 2021), aún constituye un área de vacancia el estudio de su impacto sobre el contexto de la docencia y la investigación en la región del Litoral, Argentina.
En este país, el 20 de marzo de 2020 el gobierno nacional decretó el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Decreto núm. 297/2020), mediante el cual se estableció que todas las personas debían permanecer en sus residencias, abstenerse de concurrir a sus lugares de trabajo y quedando prohibido desplazarse por rutas, vías y espacios públicos. El aumento del número de contagios y el contexto de emergencia “
” (Casas & Palermo, 2021, p. 3). En lo referido al trabajo docente “the coronavirus pandemic has forced educational institutions to focus on online courses, thereby widely replacing traditional programs” (Zheng et al., 2020, p. 3). A la par, los investigadores de la ciencia encontraron desafíos que, si bien no pueden ser generalizados, se plasmaron en cambios en la gestión del trabajo y en las rutinas cotidianas (Kappel et al., 2021). Esta situación, a su vez, impacta tanto en estudiantes de grado (Franchi, 2020), posgrado (Byrom, 2020) como en docentes (Rapanta et al., 2020) e investigadores formados (Kappel et al., 2021) de instituciones de educación superior.empezó a afectar de forma multidimensional (…) causando diversos desajustes en las lógicas cotidianas de trabajo en un mundo que avizoraba una de las peores crisis desde mediados de los años 70
En Argentina, las universidades nacionales rápidamente pasaron al teletrabajo, diseñando estrategias académicas “
” (Acevedo-Duque et al., 2021, p. 462). La Universidad Nacional del Litoral (en adelante UNL) no se vio exenta de este cambio y pasó a la virtualidad mediante plataformas previamente existentes. Si bien estos recursos facilitaron la organización y virtualización de contenidos, debieron ser combinados con nuevas herramientas para el dictado de clases sincrónicas. Como sostiene Reyna (2020), “donde los docentes desde sus hogares (…) recurriendo al uso de tecnologías de información y comunicación, han ejecutado sus clases de manera remota
” (p. 2). Ello demandó que sus docentes investigadores rápidamente pasaran a la virtualidad y se readaptaran a una nueva forma de dictar clases e investigar. Si bien la UNL venía trabajando hace tiempo en lo virtual, la pandemia impactó en forma significativa en esta universidad y en sus distintos agentes, tal y como ocurrió con otras instituciones públicas de educación superior.la UNL avanzó con fuerza en la propuesta de poner en funcionamiento las clases a través de las plataformas educativas virtuales en tiempo récord
Como señala Pedró (2020), “en el ámbito específico de la educación superior, la transición hacia la educación a distancia de emergencia se ha acompañado de otros impactos no menos importantes para los distintos actores” (p. 3). En especial, las desigualdades de género en el ámbito productivo y reproductivo previamente existentes (Wainerman, 2005; Faur, 2014) se han profundizado en el contexto de pandemia en el ámbito latinoamericano (Batthyány & Sánchez, 2020). El presente escrito realiza un aporte a estos estudios al atender a los docentes investigadores en pandemia de una institución universitaria aún no abordada en clave de género. En este sentido, el objetivo es explorar las características que adquirieron el trabajo académico y el trabajo reproductivo durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio en el marco de la pandemia de COVID-19 en la UNL.
Se tomaron como referencia teórica los estudios que consideran que el trabajo remunerado y el trabajo reproductivo se encuentran altamente integrados (Fraser, 2023). Desde esta perspectiva, el concepto trabajo reproductivo señala la necesidad de considerar la importancia económica del trabajo doméstico y de cuidados “
” (Carrasquer et al., 1998, p. 98). Nuestro interés por las desigualdades persistentes al interior del trabajo académico y su articulación con la reproducción social constituyen un tema que se encuentra incluido en un proyecto de investigación de más largo alcance: la tesis doctoral. Sin embargo, interesa aquí compartir algunos resultados de la encuesta realizada. Con dicho instrumento, se propuso atender al modo en que, en un contexto de excepción, donde el Estado dispuso que las personas se encuentren aisladas al interior de sus unidades familiares, los docentes investigadores reorganizaron su vida cotidiana, tanto en lo que respecta al trabajo remunerado como al reproductivo, cobrando una trascendencia inigualable el análisis de su articulación.en la reproducción de la fuerza de trabajo y en la generación de condiciones de existencia del sistema capitalista
METODOLOGÍA
El enfoque utilizado en la investigación que antecedió al presente artículo fue cuantitativo con un diseño metodológico de tipo analítico no experimental, basado en un diseño de campo (Sabino, 2014), con un muestreo no probabilístico por conveniencia. El mismo conllevó la aplicación de una encuesta organizada en tres partes: información personal, trabajo académico-trabajo reproductivo e impacto del aislamiento estricto en la organización de la vida cotidiana. Se realizaron 119 encuestas con 29 preguntas cerradas y 1 abierta a docentes investigadores de la UNL. La encuesta se realizó durante el mes de julio de 2020, en pleno contexto de pandemia. Es decir, fueron enviadas y respondidas durante el aislamiento, habiendo transcurrido poco más de tres meses de iniciado.
La población bajo estudio se definió por el manual Frascati (OECD, 2015), de referencia internacional en estadísticas de investigación y desarrollo experimental (I+D). De este modo, la población total del estudio la componen 893 docentes investigadores de la UNL con jornada completa, 421 mujeres y 472 varones. Se trabajó sobre una muestra de 119 docentes investigadores (63 % mujeres y 37 % varones) que realizan trabajo de docencia e investigación en las diversas dependencias, pertenecientes a todas las áreas de conocimiento. La selección de entrevistados se realizó mediante un muestreo no probabilístico por conveniencia, con los siguientes criterios de inclusión: ser docente e investigador, tener lugar de trabajo en alguno de los grupos, centros o institutos de investigación pertenecientes a la UNL, poseer jornada completa a la docencia e investigación, participación voluntaria en la encuesta, dar cuenta del consentimiento para participar en el estudio. Al inicio de la encuesta, los datos demográficos permitieron constatar los criterios de:
Género
Área de conocimiento
Edad
Lugar de trabajo (Unidad Académica/ Cátedra/ Departamento/Centro/ Instituto de Investigación)
La encuesta se realizó mediante un formulario online, autoadministrado y anónimo enviado por e-mail a docentes investigadores. Respondieron a la misma 75 mujeres y 44 varones que realizan trabajo de docencia e investigación en las diversas dependencias de la UNL, pertenecientes a todas las áreas de conocimiento. Se comprenden las limitaciones de este tipo de muestreos (Hernández et al., 2006) pero se consideró importante realizar el relevamiento y compartir los resultados debido a la escasez de datos producidos sobre el tema a nivel local. La cuarentena obligatoria implicó cambiar el trabajo de campo, en especial en el momento de recolección de información, porque al no producirse el encuentro personal, se debió pensar cuidadosamente la planificación (Cuenca & Schettini, 2020). Se tomó como referencia de la presente investigación las fases propuestas por María Ángeles Cea D'Ancona (1998).
Luego de tomar la decisión del diseño, la estrategia de investigación y del instrumento utilizado (Fase 1), se comenzó con la Fase 2 de operacionalización de las categorías. Para ello se realizó una “revisión detallada y cuidadosa de la literatura especializada” (Corral, 2010, p. 154). Al observar el trabajo académico desde una mirada de género, prestando particular atención a su articulación con el trabajo de reproducción, la encuesta se apoyó en los aportes de los estudios sociales de la ciencia y las indagaciones sociológicas sobre la articulación entre la vida laboral y familiar desde una perspectiva de género. En particular, en aquellos que sostienen que el trabajo remunerado y el trabajo no remunerado realizado al interior del hogar se encuentran altamente integrados (Carrasco, 2011). Se utilizó el término articulación y no el de conciliación a fin de dar cuenta de que la relación entre el trabajo remunerado y la familia no se encuentra exenta de conflictos y negociaciones permanentes en el marco de las relaciones de género (Wainerman, 2005; Faur, 2014).
Por otra parte, se consideraron los estudios sociales de la ciencia que dan cuenta de las desigualdades de género al interior del campo científico (Etzkowitz et al., 2000; González & Pérez, 2002; Graf & Flores, 2005; Maffía, 2008; Estébanez, 2009; Vessuri & Canino, 2017). De este modo, la posición epistemológica del estudio entendió que la desigualdad en una vasta gama de vidas sociales genera diferencias que interactúan y en general refuerzan las distinciones de género incorporadas en el mundo del trabajo (Tilly, 2000).
A partir de estos estudios, se operacionalizó el constructo (Fase 3) estableciendo sus dimensiones y desglosando los indicadores de cada una de ellas (Corral, 2010). La encuesta se organizó en tres partes: información personal, trabajo académico-trabajo reproductivo e impacto del aislamiento estricto en la organización de la vida cotidiana. La encuesta contó con un total de 29 preguntas estructuradas y 1 abierta. Al inicio del cuestionario se les informó a las personas que era anónimo, que solo se realizaba con fines académicos y otorgaron su conformidad y autorización para que la información sea usada para estos fines, respetando los principios de confidencialidad y anonimato de la investigación social. Una vez realizada su primera versión, se comenzó la Fase 4 de prueba piloto del instrumento. En esta fase, la encuesta fue aplicada a una muestra pequeña de la población. En esta fase se realizaron 4 encuestas.
Luego de tener el cuestionario definitivo, en la Fase 5 se recolectaron direcciones de correo electrónico de docentes investigadores de la UNL y se envió el cuestionario por esta vía, mediante un muestreo no probabilístico por conveniencia. Respondieron la encuesta 119 personas: 75 mujeres y 44 varones. Es importante remarcar que en el cuestionario, a la hora de preguntar por la identidad de género de las personas, se tomó en consideración el género autopercibido por ellas, atendiendo a los problemas que trae la falta de reconocimiento de la identidad de género (Francis-Tan & Saperstein, 2023). Sin embargo, todas las respuestas fueron realizadas por mujeres y varones cis, es decir, que no son trans (Radi, 2020). Si bien ello puede traer aparejado una serie de limitaciones (Radi, 2021), se consideró importante compartir los resultados del presente estudio exploratorio, ya que puede constituir un aporte científico y un insumo para la arena de las políticas públicas.
En la Fase 6 se digitalizaron y organizaron los datos empíricos recolectados en el programa estadístico informático Statistical Package for the Social Sciences (SPSS). Siguiendo los aportes de Visauta & Batallé (1991) y el manual de procesamiento estadístico para la investigación con SPSS (Rivera et al., 2023). Una vez creada la matriz de datos, se procedió con la Fase 7 de depuración de la misma y, posteriormente, se realizó un análisis exploratorio EDA (Exploratory Data Analysis) y tablas de contingencia.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
DOCENCIA E INVESTIGACIÓN EN LAS UNIVERSIDADES NACIONALES
La docencia y la investigación constituyen funciones sustantivas de las universidades nacionales argentinas, aunque su articulación no se presenta sin tensiones ni resistencias. Si bien desde los inicios de las universidades nacionales se encuentran presentes la docencia y la investigación, a partir de los años treinta comienzan las transformaciones en las estructuras organizativas para dar lugar a la investigación científica (Buchbinder, 2005). La UNL fue partícipe de estos cambios, plasmados en la configuración de un nuevo tipo de universidad (Vallejos, 2010). Si bien hasta nuestros días estas actividades son consideradas funciones sustantivas, con el transcurso de los años, los cambios sociales, históricos y políticos transforman el sentido de cada una de ellas (Matharan, 2010).
A nivel nacional, a comienzos de la década del noventa, las reformas estructurales produjeron “cambios sustantivos en lo que refiere a la docencia y la investigación” (Suasnábar, 2010, p. 39). En este contexto, las políticas neoliberales implementadas impactaron fuertemente en la educación superior (Buchbinder, 2005). Ello impactó tanto en las identidades institucionales (Iazzetta, 2001) como en las prácticas de sus docentes investigadores. Todas las medidas transformaron el sistema universitario argentino y establecieron prácticas que, como la evaluación de la calidad (Stubrin, 2020) o la búsqueda de eficiencia, eficacia y calidad, “
” (Marquina & Chiroleu, 2015, p. 7). Todo ello produjo un crecimiento de la “respondieron a las recomendaciones de los organismos multilaterales de crédito, especialmente el Banco Mundial
” (Suasnábar, 2010, p. 39).profesionalización académica al interior de las universidades (cargo full time e incentivos a la investigación), pero de bajas remuneraciones
De este modo, se produjo una burocratización de los procedimientos que afectó las actividades cotidianas de docentes investigadores y sus subjetividades. En el sentido que se obligó, directa o indirectamente, a alinearse con los rankings (Albornoz & Osorio, 2018). A su vez, los sistemas de indexación produjeron “
” (Guzmán, 2019, pp. 70 y 81). Todo ello produjo una transformación de las actividades tradicionales de docencia e investigación (Etzkowitz & Leydesdorff, 2000) y modificó la cultura universitaria (Albornoz, 2014). La preocupación por la calidad se tradujo en la “incorporación de evaluaciones sistemáticas como una nueva práctica en la vida universitaria argentina” (Buchbinder, 2005, p. 226). Desde finales de 1993 se implementa en Argentina el Programa de Incentivos para los docentes investigadores, instrumento que “que el trabajo de docencia e investigación quede reducido a demostrar que se cumplen con los criterios de evaluación
” (Buchbinder, 2005, p. 224). En el marco del modelo neoliberal que fue impregnando las instituciones universitarias, el habitus académico se transformó de forma tal que la cultura de evaluación y acreditación se ha interiorizado con precisión (Recéndez & Acosta, 2016). Ello se plasmó “permitió introducir la cultura de la evaluación en las universidades
” (Barra & Porter, 2007, p. 35).en las tareas individuales: publicar artículos, asistir a congresos, obtener reconocimientos, publicar libros y todas las tareas que otorgan puntajes
Todo ello fue reconfigurando el trabajo de docencia e investigación y sus articulaciones e impactó no solo a nivel nacional, sino al interior de cada una de las universidades nacionales. Según datos de 2019 elaborados por la Universidad Nacional del Litoral para el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en el marco del Relevamiento Anual de Actividades Científicas y Tecnológicas, la UNL contaba con un total de 1502 docentes investigadores con diferentes dedicaciones: completa (30 o más horas), parcial entre 4 y 29 horas y parcial hasta 4 horas semanales, como se observa en la siguiente tabla:
Del total de docentes investigadores observado en la tabla 1, el 60 % posee jornada completa, es decir, dedica 30 horas o más semanales a la investigación, ya sea en unidades académicas, centros de investigación de la universidad como en institutos de doble dependencia UNL-CONICET. De este total, tal como se señaló en los apartados anteriores, respondieron la encuesta 119 personas: 75 mujeres y 44 varones. De acuerdo con las áreas de conocimiento de pertenencia de las personas entrevistadas, el 36 % pertenece a Ciencias Agrarias, Ingeniería y de Materiales; el 18 % a Ciencias Biológicas y de la Salud; el 25 % a Ciencias Exactas y Naturales y el 21 % a Ciencias Sociales y Humanidades. La edad promedio de los entrevistados (tanto mujeres como varones) fue de 43 años; el 71 % vive en pareja y el promedio de integrantes del hogar es de 3. Entre quienes no viven en pareja (29 %), el 60 % vive solo y el 38 % en hogares de 2 o 3 integrantes. El 54 % tiene hijos, donde 2 es el promedio de la cantidad de hijos. El 36 % tiene hijos menores de 5 años, el 30 % de 6 a 12 años, el 11 % de 13 a 16 años y el 23 % mayores de 16 años. A su vez, existe una marcada diferencia del género entre las personas que no tienen hijos: mientras que solo el 8 % de los varones encuestados no tiene hijos, las mujeres sin hijos representan el 36 %. Por otra parte, solo el 7 % dijo tener otro familiar viviendo en su hogar por la situación de pandemia, mientras que el 93 % restante respondió negativamente.
TRABAJO ACADÉMICO DURANTE EL AISLAMIENTO ESTRICTO
El contexto de pandemia impactó considerablemente en la educación superior. El cierre de las instituciones, la clausura del contacto presencial y la virtualización de la enseñanza afectó tanto a docentes investigadores como a estudiantes (Fernández-Batanero et al., 2022). En lo que respecta a los primeros, el cambio en la localización del lugar donde realizaban el trabajo hizo mella en la organización del trabajo. Antes del aislamiento social, preventivo y obligatorio, el 73 % de los encuestados realizaba la mayor parte del trabajo académico en los institutos de doble dependencia CONICET/Universidad, el 12 % en su casa, el 7.5 % en la universidad y el restante 7.5 % en otros organismos científico-tecnológicos públicos. Es decir, el 88 % de las personas encuestadas realizaba la mayor parte del trabajo remunerado fuera de su hogar, por lo que la pandemia impactó en la organización cotidiana de sus vidas.
La dificultad para adaptarse a esta nueva forma de trabajo fue considerable para la mayoría de los docentes investigadores. En este sentido, el 36 % manifestó que no pudo ejecutar el mismo trabajo en su casa que en la universidad o instituto, el 49 % que pudo realizar el mismo trabajo, pero menos, no habiendo diferencias entre grandes áreas del conocimiento. Solo el 23 % afirmó poder realizar el mismo trabajo y allí encontramos considerables diferencias entre las grandes áreas de conocimiento. Del total de encuestados perteneciente al área de Ciencias Sociales y Humanidades el 31 % sostuvo poder realizar completamente el mismo trabajo en sus casas; el 30 % de Ciencias Agrarias, Ingeniería y de Materiales; el 17 % de Ciencias Exactas y Naturales y solo el 5 % de quienes pertenecen al área de Ciencias Biológicas y de la Salud.
Se apreció también que la complejidad de investigar desde los hogares aumentó para aquellos dedicados a tareas docentes. En nuestro caso representaron el total de las personas encuestadas, entre las cuales el 74 % impartió clases en el primer cuatrimestre. Los docentes que habían dictado clases durante el periodo estudiado, señalaron que enfrentaron una sobrecarga de trabajo, al adaptar las clases presenciales a la virtualidad de forma rápida y, a la par, intentar responder las demandas de las actividades de investigación (Gómez-Hurtado et al., 2020). De los que dictaron clases virtuales en el transcurso del aislamiento, el 76 % dijo dedicarle más horas al trabajo docente, el 7.5 % menos horas y el 14 % que no notó cambios respecto al tiempo dedicado al trabajo de docencia. Sin embargo, entre estas últimas si bien no se muestran diferencias de género, hay claras diferencias entre quienes tienen o no tienen hijos. Mientras que los primeros dijeron aprovechar más el tiempo en sus casas, ya que no tenían tiempo muerto, los segundos realizaron la mayor cantidad de trabajo académico mientras todos dormían.
De este modo, el 63 % dedicó menos horas de trabajo de investigación en este contexto, el 23 % más trabajo de investigación y un 14 % no evidenció cambios. Del total de mujeres solo el 9 % sostuvo esto último, mientras que el porcentaje de varones para quienes no hubo cambios en la cantidad de tiempo dedicado al trabajo de investigación fue de 20 %. Entre quienes dijeron haberle dedicado más tiempo al trabajo de investigación, si bien no hubo diferencias de género, fue representativo el estar o no a cargo de cuidados: el 81 % no tiene hijos, mientras que el 15 % que tiene hijos realizó trabajo de investigación cuando todos dormían. El porcentaje restante correspondió a varones que pudieron hacerlo en cualquier momento del día, y su pareja es la responsable del cuidado de sus hijos, aunque en el contexto de aislamiento se encargaron más que antes.
Respecto a la concentración en el trabajo académico (en tanto capacidad para mantener la atención en esta actividad), el 70 % de las mujeres y el 60 % de los varones respondieron que fue peor que antes. Entre los varones, el 23 % sostuvo que no hubo cambios mientras que el porcentaje de mujeres que no notaron cambios fue del 5 %. Por su parte, para el 25 % de mujeres y el 17 % de varones que sostuvieron que la concentración en el trabajo académico es mejor que antes, el 74 % no tenía responsabilidades de cuidado de niños o adultos mayores.
En cuanto a la calidad del trabajo científico, el 42 % respondió que fue peor que antes, el 41 % que no hubo diferencias y solo el 15 % sostuvo que fue mejor. Estos porcentajes aumentan respecto a la productividad en el trabajo académico, ya que el 63 % de mujeres y el 64 % de varones sostuvieron que fue peor que antes; el 26 % de varones sostuvo que no hubo diferencias, frente al 12 % de mujeres (más del 90 % de unos y otras disponía de un espacio privado para trabajar y podía hacerlo en cualquier momento del día). Estos números se invierten si consideramos para quiénes fue mejor que antes: 23 % de mujeres y 12 % de varones, entre las cuales más del 80 % tenía un espacio privado en sus hogares donde trabajar. A su vez, para el 76 % de los encuestados el contacto con colegas empeoró al igual que con tesistas, becarios y directores (66 %).
A su vez, el 69 % afirmó que el contacto con familiares fue peor que antes y el 82 % refirió también al empeoramiento del contacto con amigos durante el aislamiento. En este contexto, más del 50 % de los encuestados sostuvo que el tiempo de descanso fue peor que antes (53 % de las mujeres y 48 % de los varones encuestados). A la par, el 36 % de los varones encuestados respondieron que no hubo diferencias en el tiempo de descanso; el porcentaje disminuye si consideramos a las mujeres encuestadas, para quienes solo el 13 % dijo no notar diferencias en el tiempo de descanso durante el aislamiento obligatorio. Estos datos muestran que el contexto de asilamiento estricto reconfiguró el trabajo académico, aumentando la cantidad de horas dedicadas al trabajo de docencia, disminuyendo en muchos casos la cantidad de horas dedicadas al trabajo de investigación y empeorando considerablemente las condiciones de trabajo y el tiempo de descanso.
ARTICULACIÓN TRABAJO ACADÉMICO Y REPRODUCTIVO
Desde los años setenta, los estudios de género han revisitado y reconceptualizado la definición hegemónica del concepto trabajo. Al incorporar el análisis de género se amplía el concepto para incluir el trabajo doméstico, el trabajo no asalariado, no remunerado, no mercantil, el trabajo informal y el trabajo profesional. Así, conceptos como “
” (Hirata & Zariffian, 2007, p. 35).producción y reproducción, asalariados y familia, clase social y género comenzaron a considerarse categorías interrelacionadas
Estos desarrollos teóricos se centraron en cuestionar la exclusión del trabajo reproductivo del dominio económico, llamando la atención sobre la histórica asimilación entre trabajo y trabajo remunerado y abriendo así el espacio para la consideración de todas las formas de trabajo (Delfino, 2012). De este modo, se considera que el trabajo productivo y el trabajo reproductivo se encuentran altamente integrados (Bruschini, 2006), constituyendo dos aspectos de un único proceso social (Carrasco, 2011; Varela, 2020).
Dentro de este enfoque, la esfera de la reproducción social está articulada con la de producción y no es posible pensar una sin la otra. Esta conexión no está exenta de conflictos y negociaciones permanentes en el marco de relaciones de género, clase y raza, caracterizadas por la desigual acumulación de poder (Faur, 2014).
En el contexto de aislamiento estricto, la importancia de estos estudios ha cobrado una notoriedad inigualable, resultando imposible separar, ni siquiera analíticamente, un trabajo del otro. De este modo, en la pandemia se evidenció la necesidad de poner en el centro la sostenibilidad de la vida y la reproducción social (Rodríguez, 2014). Durante el confinamiento, no solo cambió la organización del trabajo académico y aumentaron las horas de trabajo docente, sino que también se re-organizó el trabajo reproductivo, en especial en aquellas situaciones de personas con niños y personas adultas a cargo.
Del total de personas encuestadas, el 41 % sostuvo que cambió el reparto de las tareas domésticas y de cuidados y se encargaron más que antes; este porcentaje aumenta si consideramos a las mujeres, ya que el 48 % de las encuestadas dijo que se encargó más que antes, mientras que el 33 % de los varones sostuvo que el reparto continuó en igualdad como antes.
Por su parte, en igual proporción mujeres y varones dijeron que todos los adultos del hogar debieron ocuparse más que antes (5 %), mientras que solo las mujeres dieron cuenta de que el reparto de las tareas domésticas y de cuidados continuó siendo tan desigual como antes en el marco del aislamiento obligatorio (11 %).
Respecto a las compras del hogar no se observaron cambios significativos durante el contexto de aislamiento. El 52 % de los varones encuestados dijeron encargarse de las compras del hogar antes del aislamiento y el 57 % dijo hacerlo durante el aislamiento. Mientras que quienes se turnaron con otros miembros del hogar para realizarlas presentan porcentajes similares. Por su parte, el porcentaje de las mujeres encuestadas que dijeron realizar las compras del hogar antes del aislamiento (36 %) disminuyó mínimamente durante el aislamiento (33 %). En situaciones de “normalidad”, el 45 % de las mujeres y el 43 % de varones dijo turnarse o realizarlas junto a sus parejas.
En relación con la limpieza del hogar se evidenciaron cambios importantes, posiblemente vinculados a que en el 40 % de los hogares de las personas encuestadas, la limpieza la cumple una trabajadora doméstica remunerada y es considerable el aumento de la cantidad de mujeres a cargo de este trabajo, aunque en forma no remunerada, en el contexto de aislamiento. El 49 % de las mujeres encuestadas dijeron ser ellas quienes se encargaron de la limpieza del hogar durante el aislamiento, mientras que antes del aislamiento las que se encargaban de ello representan el 22 %.
Si bien también aumentó el porcentaje de varones encargados de la limpieza del hogar durante el aislamiento, este aumento es significativamente menor que el de las mujeres (del 7 %). También aumentó la cantidad de personas que en aislamiento se dividieron las tareas con las personas con las que conviven: 47 % mujeres y 36 % de varones sostuvo esto, mientras que antes ese porcentaje representaba solo el 16%. Así, el 24 % de varones dijo que en el contexto de aislamiento es su pareja la encargada de la limpieza del hogar mientras que en las mujeres encuestadas este porcentaje es solo del 1 %.
A su vez, en referencia a las tareas de cuidado de hijos e hijas, más del 80 % de las personas encuestadas dijo que antes del aislamiento, durante las horas de trabajo, el cuidado los hijos mayormente se encontraba a cargo de instituciones educativas, deportivas, recreativas, niñeras u otros familiares. Por lo que en el contexto de aislamiento estricto necesariamente aumentaron las horas de cuidado de los menores del hogar.
En este sentido, el 62 % de las mujeres encuestadas con hijos dijo dedicarle bastante más tiempo que antes a hacer la tarea escolar y/o jugar con sus hijos durante el aislamiento estricto. Este porcentaje disminuyó en los varones, entre quienes el 33 % dijo dedicarle bastante más tiempo que antes a dichas actividades, mientras que el 52.3 % sostuvo dedicarle solo un poco más de tiempo que antes. A su vez, exclusivamente los varones (10 % de encuestados con hijos) dijeron dedicarle menos tiempo que antes o no dedicarle tiempo a realizar dichas actividades con sus hijos.
Si bien el 81 % de los entrevistados tuvo una computadora propia y el 60 % dispuso de un lugar privado para trabajar, el 55 % dio cuenta de que pudo trabajar mejor cuando los otros integrantes del hogar se encontraban durmiendo o cuando otra persona del hogar se encargaba del cuidado de los menores y de las personas mayores.
Por otra parte, si bien el 45 % dijo que pudo trabajar en cualquier momento del día, el 37 % de las mujeres sostuvo esto, mientras que el 57 % de varones dijo que pudo trabajar en cualquier momento del día. De las personas encuestadas con hijos, el 83 % expresó no poder trabajar en cualquier momento del día y entre quienes afirmaron poder hacerlo (17 %) hay claras diferencias. Del total de las mujeres encuestadas con hijos solo el 12 % pudo trabajar en cualquier momento del día, mientras que este porcentaje aumentó si consideramos a los varones con hijos, ya que el 30 % sostuvo que pudo hacerlo en cualquier momento del día. De este modo, se visualizan claras diferencias de género en relación con las actividades de reproducción en tiempos de pandemia.
CONCLUSIONES
A partir del estudio se evidenció que el aislamiento estricto, forzado por el contexto de pandemia, impactó significativamente en la vida cotidiana de docentes investigadores de la UNL, repercutiendo tanto en el trabajo académico como en su articulación con el trabajo de reproducción. Partiendo de los estudios de género y trabajo, se afirma que estas dos esferas del mundo social se encuentran altamente integradas y es necesario el estudio de su articulación. Sin embargo, tal y como se desprende de nuestra indagación, en contexto de pandemia COVID-19 resultó prácticamente imposible separar uno de otro, aunque más no fuera en términos analíticos. De este modo, los resultados empíricos de la investigación realizada sobre una institución aún no estudiada, constituye un aporte para los importantes trabajos efectuados sobre pandemia y educación superior en Argentina.
De la investigación se desprende que el aislamiento y el trabajo desde el hogar implicaron una reconfiguración de la vida cotidiana y una profundización de las desigualdades persistentes. Las universidades nacionales de Argentina rápidamente pasaron a la virtualidad, lo que demandó mayor tiempo de trabajo académico por parte de sus docentes investigadores. A ello se sumó mayor dedicación al trabajo reproductivo, en especial por parte de aquellas personas que tenían niños o adultos mayores a su cargo.
En el caso estudiado se evidenció que solo el 23 % de los docentes investigadores ejecutó durante el aislamiento estricto el mismo trabajo que antes y el 63 % realizó menos trabajo de investigación. A la vez, aumentó el trabajo de cuidado. Como señala Rodríguez (2014), si bien las mujeres dedican más tiempo que los varones al trabajo no remunerado, a mayor nivel educativo menor resulta la cantidad de horas dedicadas. Es de notar que antes de la pandemia el 80 % de las personas encuestadas dio cuenta de que el cuidado de sus hijos se encontraba institucionalizado o a cargo de otras personas mientras ellas trabajaban. De este modo, el aislamiento produjo una reestructuración fuerte del orden personal, familiar y laboral e incrementó el tiempo dedicado al trabajo reproductivo y al docente.
Si bien todas las personas encuestadas poseen jornada completa, es decir, trabajan exclusivamente en el ámbito universitario y desempeñan diversas funciones (extensión, docencia, investigación, gestión), la docencia y la investigación ocupan un lugar destacado por el proceso de profesionalización académica (Suasnábar, 2010). En este sentido, se evidenció que el aislamiento implicó una reorganización del trabajo académico. Se produjo un aumento considerable de horas dedicadas a la docencia y se volvió más complejo realizar actividades de investigación.
En tanto, la virtualización de la enseñanza demandó más tiempo para planificar clases, seleccionar materiales y organizar el trabajo docente. El 73 % de los encuestados dedicó más tiempo al trabajo docente en tiempos de virtualidad. Se enfrentó una sobrecarga de trabajo al adaptar las clases presenciales a la virtualidad. Si bien las exigencias del sistema académico no disminuyeron en el contexto de excepción, sí generaron una sobrecarga en la vida cotidiana de los docentes investigadores.
Ello nos lleva a mirar críticamente las conclusiones del estudio de Fernández-Batanero et al. (2022), ya que, si bien coincidimos en que las instituciones de educación superior deben invertir más en educación virtual, si las clases online son la dirección futura de las instituciones de educación superior deben tenerse en cuenta las condiciones de trabajo de los docentes investigadores. Esto es importante por las características del trabajo de docencia e investigación de Argentina (Buchbinder, 2005), lo que puede provocar que la virtualización impacte negativamente tanto en el bienestar de los docentes investigadores como en el rendimiento de las universidades en un contexto que las obliga a alinearse con los rankings internacionales (Albornoz & Osorio, 2018).
A su vez, se pueden producir y reproducir desigualdades de género (Tilly, 2000). En relación con la organización temporal, si bien nuestro estudio se focalizó en un contexto de excepción signado por el aislamiento estricto, se evidenciaron diferencias de género. Durante el confinamiento no solo cambió la organización del trabajo académico y aumentaron las horas de trabajo docente, sino que se reorganizó el trabajo reproductivo. Si bien no se evidenciaron cambios en lo relativo a las compras, se produjeron transformaciones significativas en aquellas tareas vinculadas con la limpieza, en especial en la cantidad de tiempo dedicado a ellas.
Como se evidenció, el 49 % de las mujeres encuestadas dijo ser las encargadas de la limpieza del hogar durante el aislamiento, mientras que antes del aislamiento las que se encargaban de ello representan el 22 %. Si bien también aumentó el porcentaje de varones encargados de la limpieza del hogar durante el aislamiento, este aumento es significativamente menor que el de las mujeres (del 7 %).
Antes del aislamiento estricto el 40 % de los encuestados mercantilizaba estas tareas a través de otra mujer trabajadora remunerada. El tiempo dedicado a ello en el contexto de aislamiento estricto fue significativamente superior en el caso de las mujeres, aunque también los varones sostuvieron dedicarle más tiempo que antes a la limpieza del hogar.
Tal como se señaló, un cambio más profundo ocurre en relación con el cuidado de hijas e hijos, ya que antes de la pandemia se encontraba mayormente a cargo de instituciones educativas, deportivas, recreativas, de otros familiares o de trabajadoras remuneradas. Nuestro estudio evidenció diferencias entre quienes tienen hijos e hijas y quienes no. La mayoría de las personas que afirmaron disponer de más tiempo fueron quienes no tienen hijos. Quienes tienen hijos a cargo mayoritariamente sostuvieron que realizaban el trabajo mientras los otros integrantes del hogar dormían, lo que quitó tiempo de descanso. Las medidas de aislamiento estricto hicieron que tanto mujeres como varones docentes investigadores hayan aumentado las horas de cuidado de menores en el hogar. Mientras que las primeras en su mayoría le dedicaron bastante más tiempo que antes de la pandemia a este trabajo, los varones le dedicaron solo un poco más de tiempo que antes.
Sin embargo, se evidenció que más allá de tener o no hijos a cargo y del género autopercibido, para la mayoría de las personas encuestadas en el contexto de aislamiento empeoraron las condiciones de trabajo. A su vez, la angustia, la incertidumbre, los problemas para conciliar el sueño, la sobrecargas y superposición de tareas, la presión por alcanzar el mismo rendimiento y la consecuente frustración por no poder lograrlo, complejizaron las articulaciones entre trabajo académico y reproductivo.