INTRODUCCIÓN
Las habilidades blandas pueden ser concebidas como destrezas relacionadas con las emociones (Zumba et al., 2020), o como instauradoras de la relación inteligencia emocional-relaciones interpersonales, en calidad de base para gestionar un diálogo intra e ínter con los pares, bien sea académico, social o profesional (Rodríguez-Siu et al., 2021). Considerando estas aseveraciones, se puede aceptar la problemática de falta de comunicación por no tener desarrolladas estas habilidades.
En cambio, Puga & Martínez (2008) las definen como el conjunto de capacidades, conocimientos, aptitudes o destrezas que adquiere todo individuo a lo largo de su ciclo vital, necesario para el éxito en cualquier escenario, principalmente en la edad escolar, donde se complementan con las competencias cognitivas (Maturana & Guzmán, 2019). De ahí la importancia de realizar procesos de enseñanza aprendizaje destinados a un objetivo integral.
También se pueden considerar como “
” (Peluffo, 2015, p. 58).aquellas habilidades no cognitivas que permiten el conocimiento y la relación con nosotros mismos y con los otros. Permiten la resolución creativa y eficiente de los problemas y de conflictos, reconocer y gestionar las emociones y navegar la incertidumbre
A decir de Zurita (2020), las habilidades cognitivas resultan más importantes en el sistema educativo actual que las habilidades socioemocionales, vitales para el desarrollo integral del estudiante, ya que abarcan aspectos para una comprensión interna y externa, y mejoran los niveles de felicidad y convivencia social (Huaire, 2014). Muy pocos sistemas educativos se enfocan en desarrollar las raíces de la valoración, la autoestima, el autoconcepto y la exploración de las fuentes internas de donde nacen las mejores fortalezas del ser humano (Cadillo-Leiva et al., 2021).
La resiliencia como capacidad blanda enfocada en la investigación deviene esencial para el desarrollo de estas competencias en niños y adolescentes, debido a que optimiza la autoestima, el autoconcepto, la empatía, la iniciativa, la interacción, la creatividad y la independencia (Prado-Álvarez & Águila-Chávez, 2003). La falta de estas capacidades conlleva aislamiento y desintegración del individuo en la sociedad, situación que impacta de manera directa a su salud física, mental y propósitos de vida; por lo que se está frente a una apología de los problemas sociales que atañen a diferentes contextos (Becerra et al., 2016).
La falta de habilidades blandas también causaría en el niño una deficiente comunicación asertiva, lo que provoca timidez e inseguridad para expresar sus ideas, opiniones e incluso emociones, además de estar predispuestos a ser manipulados (Naranjo, 2008).
Una buena comunicación asertiva desde edades tempranas permite un desarrollo óptimo en la sociedad, mediante una interacción que pretende alcanzar objetivos, a través de un proceso de establecer relaciones sociales (Gutiérrez & Patiño, 2016). Además, dicha comunicación facilita también la expresión clara de sentimientos y opiniones de manera honesta, directa y con respeto hacia los demás, y genera la confianza necesaria en el otro (Ayvar, 2016).
Por consiguiente, el docente debe poner en práctica las habilidades blandas en el proceso de enseñanza aprendizaje (Zumba et al., 2020). Para lograrlo, debe dirigirse a los estudiantes mediante la sensibilidad, en función de que se desenvuelvan con mayor confianza y comunicación en el aula. Marrero et al. (2018) proponen que los saberes: saber construir, saber hacer y saber ser deben basarse en un enfoque ético.
Según Hernández & Neri (2019) el desarrollo de la personalidad estudiantil y el mejoramiento paulatino de su comunicación van de la mano con las habilidades blandas, porque fortalecen su confianza. Asimismo, para Valencia et al. (2018) nadie aprende de manera impositora o por obligación, de tal modo que debe existir un ambiente de confianza en el aula, así los estudiantes se sentirán cómodos, tranquilos y, sobre todo, felices. Para Valenzuela (2010):
. (Valenzuela, 2010, p. 3)La educación es un proceso gradual mediante el cual se transmite un conjunto de conocimientos, valores, costumbres, comportamientos, actitudes y formas de actuar que el ser humano debe adquirir y emplear a lo largo de toda su vida, además diversas formas de ver el mundo que nos rodea; todo ello para poder desenvolvernos de manera activa y participativa en sociedad. Todos los elementos anteriores son transmitidos por la influencia que el ser humano recibe del ambiente social, durante toda su existencia. El individuo recibe estas influencias, las asimila de acuerdo con sus inclinaciones y predisposiciones y enriquece o modifica su comportamiento y valores dentro de sus propios principios personales; estos valores pueden durar toda la vida o sólo un cierto periodo de tiempo
Díaz-Garay et al. (2020) conciben al proyecto de vida como la orientación y el sentido que la persona le da a su vida; y que está compuesto, además, por relaciones socio-culturales e interacciones con los otros cercanos. Para D’Angelo (2000), el proyecto de vida, pilar en la formación del ser humano, puede ser visto como un sistema que integra tanto la personalidad como las áreas vitales del desarrollo.
Las acciones del proyecto de vida se centran en el logro de objetivos o metas, lo cual beneficia las esferas personal y social (Erazo-Borrás et al., 2022). Aquí el contexto rural del estudiante juega un rol trascendental, ya que el proyecto de vida está condicionado por la procedencia de comunidades pequeñas distantes de la ciudad, el comercio y la industria (Pardo, 2017; Rodríguez-Brito, 2019).
METODOLOGÍA
El estudio aplicó una metodología descriptiva (Sánchez & Reyes, 2015) de corte transversal y enfoque cuantitativo (Hernández, Fernández y Baptista, 2014). Se usó la encuesta como instrumento de recolección de datos.
Inicialmente se realizó una búsqueda sobre las variables habilidades blandas y proyecto de vida en repositorios científicos; se examinó desde su concepción, aplicación en el contexto educativo y consecuencias en el proceso evolutivo del estudiante. Posteriormente se diseñó un cuestionario ad hoc para recoger los datos de las variables más importantes y así alcanzar los objetivos del estudio.
En lo referente a la población se contó con la participación de 69 estudiantes de educación básica media, es decir, quinto, sexto y séptimo grados de educación básica de la Unidad Educativa Sicalpa del cantón Colta, provincia de Chimborazo, Ecuador. Se trabajó con toda la población por lo que no hubo la necesidad de sacar una muestra.
La institución fue seleccionada con base en la información difundida en el informe: Diálogo cantonal sobre educación del cantón Colta (Contrato Social por la Educación, 2016), donde se detalla que el 93,27 % de la población del cantón no cubre sus necesidades básicas; la escolaridad promedio de la población de 24 años en adelante es de 4,86 años por habitante; la población mayor de 15 años con educación básica completa corresponde al 43,9 % y la tasa de asistencia a educación superior es del 14,98 %.
Se adaptó un cuestionario propuesto por Heredia & García (2011) para responder al objetivo de la investigación, que permitió recoger datos sobre criterios de los investigados, así como las cualidades que poseen en función de alcanzar su visión. Para el análisis de los datos y la elaboración de tablas y gráficos estadísticos se utilizaron los programas Excel y SPSS de IBM.
En esta etapa se entregó un formato con información sobre la investigación, para cumplir con los principios de consentimiento informado, confidencialidad de los datos y derecho al anonimato de los participantes, así como para formalizar su compromiso y autorización para participar en la misma.
El proceso investigativo cumplió con los principios éticos que garantizan la confidencialidad de los datos y el anonimato de los sujetos participantes (Sañudo, 2006; Avanzas et al., 2011; AMM 2017). Se solicitó autorización a la institución educativa, así como a los padres de familia, quienes fueron informados clara y transparentemente de los fines de esta investigación.
El procedimiento cumplió cinco etapas:
Búsqueda y análisis de la literatura científica relacionada con las variales habilidades blandas y proyecto de vida.
Búsqueda, análisis y adaptación del instrumento de recogida de datos.
Encuentro con los estudiantes para la aplicación de la encuesta.
Tabulación de los resultados del cuestionario.
Análisis de los resultados y discusión
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Los resultados arrojaron que, en lo referente a aspiraciones para el futuro, la mayoría escribe sus sueños (85,51 %) y un 14,49 % no lo hace, como se aprecia en la Figura 1.
En cuanto a si los estudiantes hablan con otros actores sobre los sueños, el 62,32 % conversa con los padres, el 23,19 % con los profesores, el 4,35 % no ha comunicado a nadie sobre sus sueños y el 10,14 % no ha pensado en el futuro (Figura 2).
En tanto, la Figura 3 muestra lo relacionado con la influencia de los estudios en su futuro, el 68,12 % considera llegar a ser profesional, un 13,04 % empresarios o comerciantes, el 13,04 % bachiller y el 5,80 % empleado en cualquier trabajo.
Sobre las cualidades de los investigados, el 10,61 % declaró ser respetuoso con niños de su edad, menores a ellos y personas adultas y el 9,97 % trata por igual a todos y presta ayuda si le necesitan. Sin embargo, un 2,89 % busca un amigo de confianza para contarle si le sucede algo triste y un 0,64 % declaró ponerse en el lugar del otro cuando le cuenta algo (Figura 4).
Ante tales resultados, resulta importante la práctica de destrezas sociales desde tempranas edades en los contextos familiar y educativo. Asimismo, la aplicación de recursos y estrategias ejercitan y fortalecen estas habilidades que se complementarán con las cognoscitivas, ejecutadas en el ambiente escolar.
En espacios sociales, geográficos o profesionales los sujetos pueden mostrar diferencias o debilidades en cuanto a comunicar su pensamiento o criterio, así como en el enfrentamiento de situaciones a diario, lo que desemboca en una realidad negativa y de preocupación para la interacción social.
Sin embargo, el presente estudio manifiesta la intención de los estudiantes de comunicar, conversar o tener interés de su futuro, ya sea a su círculo familiar o al docente. Así las cosas, se comprende que las decisiones que toman en su cotidianidad se encuentran altamente influenciadas por su proyecto de vida y estas, a su vez, afectan el futuro (Barbosa-Martínez et al., 2016).
El interés por la visión, meta o proyecto de vida de los investigados se ratifica en el instrumento de recolección de datos, pero con una característica a tomar en cuenta: la de conversar, comunicar este tipo de temáticas o sueños con personas de mucha confianza en el ambiente familiar o educativo. Al respecto, Suárez-Barros et al. (2018) consideran que entender los ambientes donde se desenvuelve el ser humano resulta crucial para detectar la variedad de factores que influyen en su desarrollo.
Por otro lado, Bronfenbrenner (1987) presenta cuatro sistemas que forman parte del modelo ecológico: el microsistema, el mesosistema, el exosistema y el macrosistema, con la finalidad de discernir los factores que intervienen en la relación de la juventud rural y su entorno ecológico frente a la construcción de su proyecto de vida. Es importante, por lo tanto, entender los factores de cada sistema del modelo ecológico que interfieren en la construcción del proyecto de vida en jóvenes rurales (Erazo-Borrás et al., 2022).
De igual forma, debe visibilizarse los ambientes donde se desarrollan los niños, puesto que su vida no se reduce únicamente a los institucionales como la familia o escuela, sino a la calle, la cancha, el comedor comunitario, entre otros (Villegas, 2022).
El sujeto debe ser reconocido en su individualidad, en aspectos socioculturales, económicos, geográficos y profesionales, los que repercuten en su accionar y forma de comunicarse, comprensión e interés en su futuro.
Finalmente, en lo correspondiente a las cualidades o virtudes que ayudan a alcanzar los objetivos, sueños y metas, los sujetos investigados estimaron que tienen una gama amplia de cualidades que van desde el respeto a niños y personas adultas, trato por igual a todos y ayuda si lo necesitan, así como pedir la ayuda necesaria en la mayoría de los encuestados, hasta el aspecto de resolver los problemas, comunicación de los mismos y ponerse en el lugar de la otra persona, lo que corresponde a la empatía en un menor porcentaje.
En resumen, la familia es el medio de crianza más significativo en los primeros años de vida, donde los niños obtienen sus primeras destrezas, hábitos, costumbres y conductas. Los cuidadores responsables que acompañan en el transcurso del crecimiento y desarrollo también resultan trascendentales (Álvarez, 2011).
CONCLUSIONES
La mayoría de encuestados declaró sostener una conversación directa con el padre de familia o el docente referente a la socialización de sus sueños.
En cuanto a la redacción sobre las aspiraciones para el futuro, los investigados mostraron la tendencia de dejar plasmados sus sueños y proyecto de vida, lo que puede plantearse como su objetivo inicial. Además, definen personalmente las cualidades o virtudes que les van a ayudar a alcanzar sus sueños.
Los estudiantes afirmaron tener una comunicación y visión sobre su futuro con su círculo más cercano, base fundamental para alcanzar las habilidades blandas, así como el proceso educativo como ente básico para alcanzar sus sueños