Introducción
La violencia contra las mujeres (VcM) es un fenómeno global que afecta a todas las sociedades, independientemente del nivel socioeconómico, aunque con variaciones significativas en su prevalencia. En América Latina, Bolivia se destaca por tener uno de los índices más altos de VcM, alcanzando un alarmante 58,5 % (Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2013). Además, datos de ONU Mujeres indican que 7 de cada 10 mujeres bolivianas han experimentado violencia física en algún momento de sus vidas. De las sobrevivientes que han denunciado VcM, el 67,6 % presentó una demanda formal; sin embargo, solo el 35 % de los casos denunciados resultaron en una sentencia, evidenciando un preocupante grado de impunidad (ONU Mujeres, citado en Coordinadora de la Mujer, 2019).
En respuesta a esta grave situación, se promulgó en marzo de 2013 la Ley N° 348, "Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia". Esta legislación establece un marco integral para la prevención, atención, protección y reparación a las mujeres que sufren violencia, así como la persecución y sanción de los agresores (Art.2). Aunque esta ley representa un avance significativo en la lucha contra la violencia de género en Bolivia, su implementación efectiva es crucial para asegurar que las mujeres tengan acceso a los servicios necesarios para su protección y recuperación. Esto implica no solo contar con recursos adecuados, sino también garantizar la capacitación del personal responsable de ejecutar estas medidas y la asociación estratégica con diversos aliados dentro de la sociedad.
Una de las estrategias para abordar la persistencia de altos índices de VcM es facilitar el acceso a canales de ayuda para las sobrevivientes. Al respecto, las organizaciones públicas han logrado un avance significativo en el desarrollo de prácticas para prevenir la VcM. Sin embargo, a pesar de la existencia de estos canales de atención, el acceso a los servicios de ayuda sigue siendo limitado. Por ejemplo, en países como Ghana, Afganistán, Kenia y especialmente en Turquía, menos del 10 % de mujeres que sufren violencia buscan asistencia en instituciones formales. Esto se debe a diversas razones, como la minimización del daño sufrido, el miedo a represalias o amenazas de violencia adicional (Akadli et al., 2013).
La VcM no solo se manifiesta en el ámbito doméstico, sino también en los espacios laborales. En el caso de Bolivia, un estudio reveló que el 49 % de colaboradoras remuneradas fueron agredidas por sus parejas o exparejas, lo cual generó una pérdida de productividad laboral equivalente al 6,5 % del PIB nacional (Vara-Horna, 2015). Investigaciones similares en empresas de Fiji y Sudan del Sur han recomendado crear entornos laborales seguros y garantizar la salud y seguridad de las trabajadoras mediante respuestas proactivas ante casos de violencia doméstica o sexual (IFC, 2019; Duvvury, 2019). Sin embargo, se requiere más investigaciones para comprender mejor los factores que influyen en la intención de buscar ayuda entre las mujeres que experimentan VcM.
Según la International Labour Organization [ILO] (2020), la violencia en el lugar de trabajo no solo afecta la salud y la seguridad de los empleados, sino también la productividad y reputación organizacional. A pesar de las medidas implementadas por muchas empresas para prevenir y atender casos de VcM, muchas trabajadoras aún muestran resistencia a buscar apoyo dentro de sus organizaciones (Mahenge y Stöckl, 2020). Esta situación evidencia la necesidad urgente de desarrollar estrategias que sensibilicen a las sobrevivientes sobre la importancia de reconocer la violencia y la disponibilidad de acceder a canales formales dentro o fuera de la empresa.
En Bolivia, las entidades financieras representan el 7,6 % del Producto Bruto Interno (PIB) nacional. Algunas de estas instituciones se han sensibilizado con la importancia de prevenir la VcM dentro de sus organizaciones, y están trabajando arduamente para implementar prácticas que promuevan la equidad de género. Además, informes recientes indican que estas entidades son las que más han priorizado la inclusión femenina en sus juntas directivas (Los Tiempos, 2020). Sin embargo, aún se desconoce la magnitud de los casos registrados de VcM en estas instituciones y los factores asociados con una mayor intención buscar ayuda. En ese sentido, el objetivo del presente estudio es determinar la prevalencia de VcM y los factores relacionados con la intención de buscar ayuda entre mujeres trabajadoras de una entidad bancaria en La Paz, Bolivia.
Para responder al objeto de estudio, esta investigación se ha estructurado en cuatro secciones: En primer lugar, se realiza una revisión de la literatura sobre la prevalencia y los factores asociados con la intención de buscar ayuda a través de canales de atención formal e informal. A continuación, se describe el diseño metodológico del estudio, incluyendo una descripción de las participantes, los instrumentos utilizados y el procedimiento para la recolección y análisis de datos. Seguidamente, se presenta los resultados junto con una discusión que los compara con estudios previos e informes relevantes. Finalmente, se presentan las conclusiones y recomendaciones derivadas del estudio, junto con las referencias utilizadas.
Revisión de literatura
Violencia contra las mujeres en relaciones de pareja
La VcM se define como todos los actos de violencia (económica, psicológica, física y/o sexual) basados en el género y que ocurren en cualquier tipo de relación de pareja o expareja, incluyendo enamoramiento, noviazgo, matrimonio y convivencia (Vara-Horna, 2019). Según ONU Mujeres (2019) la VcM no solo abarca los actos físicos, sino también las amenazas, coacciones, control y privaciones arbitrarias de libertad, que pueden manifestarse tanto en la vida pública como en la privada.
En Bolivia, la violencia de género continúa siendo un problema significativo y persistente. En 2016, una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística [INE] (2016) reveló que, de 2,1 millones de mujeres de 15 años y más, casadas o en unión libre, el 75 % reportó haber sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja a lo largo de su relación. La violencia psicológica fue la más prevalente (69 %), seguida por la violencia física (50 %), sexual (34 %) y económica (31 %). Además, en el último año, el 44 % reportó haber experimentado algún ataque violento. Estas cifras, han ayudado a plantear metas de reducción al 32 % para el 2030, alineada con la meta 5.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para eliminar la violencia contra mujeres y niñas en todas sus formas (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2024).
En el ámbito laboral, el estudio de Vara-Horna (2015) reportó que el 49 % de trabajadoras bolivianas remuneradas fueron agredidas por sus parejas o exparejas, lo que generó una pérdida de productividad laboral equivalente al 6,5 % del PIB. Los episodios violentos más frecuentes incluyen ataques psicológicos como insultos y amenazas (30,5 %), seguidos por ataques físicos (15,9 %) y acosos/amenazas en el lugar de trabajo (13,4 %). Al menos 7 de cada 10 mujeres reportan que sus parejas se han apoderado de sus ingresos. Además, un 4 % reportó haber sufrido violencia sexual y un 10 % daño físico que requirió atención médica.
Factores relacionados con la intención de búsqueda de ayuda en trabajadoras sobrevivientes de VcM
La búsqueda de ayuda se define como el proceso mediante el cual las mujeres sobrevivientes de violencia por parte de su pareja o expareja reciben asistencia a través de apoyo emocional, asistente legal, y redes de apoyo social, tanto informales como formales. Este proceso esta influenciado por una serie de factores individuales, interpersonales y socioculturales (Liang et al., 2005). Dentro de los factores sociodemográficos se ha identificado la edad (Fleming y Resick, 2017), el nivel educativo, el empleo, el origen étnico (Bent-Goodley, 2004), el nivel de ingresos (Cho et al., 2019), y la situación de pobreza, entendida como la falta de recursos económicos y/o capacidades.
En cuanto a factores socioculturales relacionados con la intención de búsqueda de ayuda, se ha registrado la identificación con grupos culturales y religiosos, la coerción e intimidación ejercida por la pareja abusiva (Labrador, 2016), el patrón de victimización por violencia (Cho et al., 2020), la proximidad a otras víctimas puede generar desconfianza (Strang et al., 2020; Augustyn y Willyard, 2022), padecer alguna discapacidad física (Son et al., 2020) y estar en condición de emigrante (Wachter et al., 2020). Muchos de los cuales, limitan el acceso a servicios formales e informales (Anyikwa, 2015; Lacey et al., 2020).
Por otro lado, según el Modelo de Estigmatización de la Violencia Intima de Pareja (VIP) se describe cómo tres elementos del estigma impiden que las sobrevivientes busquen ayuda: el estigma cultural, la internalización del estigma y el estigma anticipado. El estigma cultural se relaciona con las creencias sociales que deslegitiman a quienes sufren abuso. La internalización del estigma está vinculada con la tendencia a aceptar como ciertas las creencias negativas sobre quienes viven situaciones de VIP. Finalmente, el estigma anticipado se enfoca en las preocupaciones sobre las posibles reacciones de los demás al enterarse del abuso, tales como el rechazo, la desaprobación y la discriminación (Overstreet y Quinn, 2013).
Al respecto, Liang et al. (2005) sugieren tres procesos necesarios para buscar ayuda en situaciones de "estigmatización": definir el problema, decidir buscar ayuda y seleccionar una fuente de apoyo. En cuanto a los factores individuales, se identifican tres condiciones básicas: reconocer un problema como indeseable; percibir que el problema no desaparecerá sin ayuda externa; y considerar el estilo relacional con los demás. Con relación al primer criterio, las sobrevivientes tienden a minimizar o resistir la violencia antes de recurrir a canales informales y finalmente presentar denuncias en canales formales debido a la gravedad del abuso. Respecto al segundo criterio, las mujeres maltratadas que interpretan sus experiencias violentas como consecuencia de sus propias deficiencias pueden ser más propensas a enfrentar el problema por sí mismas y creer que tienen el poder para lograr un cambio a través de su propia conducta. En cuanto al tercer criterio, las mujeres pueden sentirse inseguras o aisladas debido a su relación abusiva, lo que limita su capacidad para dejar esa situación.
En esa línea, Petersen et al. (2004) y Beaulaurier et al. (2005) revelan que los sentimientos que experimentan las mujeres maltratadas como autoculpa, vergüenza, y baja autoestima, limitan su intención de acceder a servicios de ayuda y su capacidad para dejar a su agresor. Además, Morrison et al. (2006) indican que las sobrevivientes pueden llegar a aceptar el abuso creyendo que es un asunto personal aceptado en su comunidad, lo cual perpetúa su conformismo ante situaciones violentas. Asimismo, según Fugate et al. (2005), muchas sobrevivientes creen que deben hacerse cargo del problema porque sienten que a nadie le preocupa su situación.
Para esta investigación, se ha considerado el enfoque teórico de la acción planificada de Fishbein y Ajzen (1975), para identificar factores relacionados con la intención de buscar ayuda en mujeres sobrevivientes de VcM. Esta teoría es ampliamente reconocida por su capacidad para analizar los factores que influyen en la intención y el comportamiento humano desde una perspectiva psicosocial. Según esta propuesta teórica, la intención de realizar una acción puede preverse mediante un análisis de las actitudes hacia un comportamiento específico (ya sea favorable o desfavorable) basadas en experiencias previas; las normas subjetivas, que se relacionan con la percepción social sobre dicho comportamiento; y el control conductual percibido, que se refiere a la capacidad del individuo para ejercer control sobre su conducta (Ajzen, 1991).
Acciones de prevención de la VcM: El acceso a canales formales e informales para buscar ayuda
La VcM no solo afecta a individuos y familias, sino que también tiene repercusiones significativas en las empresas y en el crecimiento económico de un país (Duvvury, 2019). Las trabajadoras sobrevivientes pueden enfrentar un mayor riesgo de agotamiento físico y emocional afectando su desempeño tanto personal como organizacional (IFC, 2019). Algunas organizaciones han comenzado a implementar acciones preventivas; sin embargo, son pocas las que están activamente involucradas en la prevención de la VcM en sus espacios laborales. Es fundamental promover estas iniciativas para combatir este problema social y crear entornos seguros (Valls, 2008).
Para que estas iniciativas sean efectivas, es necesario adoptar un enfoque integral que contemple tres niveles de prevención: primaria, que busca evitar la aparición de la violencia; secundaria, centrada en prevenir la reincidencia mediante identificación temprana; y terciaria, orientada a proteger a las sobrevivientes y satisfacer sus necesidades a corto y largo plazo (MIMP y AECID, 2020). El acceso de las mujeres a recursos de apoyo, tanto formales como informales, varía según factores individuales, interpersonales y socioculturales (Augustyn y Willyard, 2022). Para las sobrevivientes de VcM, se han identificado soportes formales como la policía y servicios médicos, así como informales como familiares y amigos (Cho et al., 2019), siendo ambos esenciales para su bienestar (Goodking et al., 2004).
La búsqueda de ayuda a través de canales formales es crucial para ofrecer atención integral (Cho et al., 2019). Sin embargo, antecedentes históricos y prácticas discriminatorias han generado desconfianza en estas instituciones. La gravedad y frecuencia de la violencia determinan la necesidad de atención especializada; por ejemplo, en casos de violencia física grave, la intervención de profesionales de salud mental es fundamental (Lacey et al., 2020). Por otro lado, muchas mujeres consideran sus experiencias como asuntos privados que solo comparten con personas de confianza (Sylaska y Edwards, 2014). No obstante, es fundamental evaluar la efectividad de estas fuentes informales ya que pueden facilitar o dificultar el acceso a ayuda formal (Frias y Agoff, 2015).
Materiales y métodos
Diseño
Esta investigación utilizó un enfoque cuantitativo con un diseño descriptivo-correlacional de corte transversal. Este diseño, según Hernández Sampieri et al. (2014) se centra en la observación y descripción de fenómenos, para identificar patrones y correlaciones, sin establecer causas ni efectos directos. A partir de los datos recopilados en un determinado momento se pueden obtener conclusiones sobre la naturaleza y magnitud de las relaciones entre las variables en estudio, proporcionando así una comprensión más profunda de la problemática abordada.
Participantes
En un primer momento, se extendió una invitación a otras instituciones bancarias de la región que habían implementado iniciativas para la prevención de la VcM en sus organizaciones. No obstante, solo una entidad bancaria respondió favorablemente, lo que limitó el estudio a un estudio de caso.
La entidad participante ha establecido normas de conducta que promueven la equidad y la intolerancia hacia la violencia, evidenciadas por una composición del 50,5 % de su personal femenino. Además, cuenta con programas de bienestar y salud dirigidos a atender a mujeres que han sufrido violencia, con personal capacitado para referirlas oportunamente a entidades especializadas. También se desarrollan charlas informativas y se distribuye material sobre temas relacionados con la VcM. Hasta el año 2021, la empresa contaba con un total de 403 funcionarias en la Regional La Paz, que incluían tanto al personal de atención al cliente como cajeras y oficiales de crédito (cajeros y oficiales de crédito) y personal administrativo (back office) de la Oficina Nacional.
Para calcular el tamaño de la muestra se utilizó la fórmula para poblaciones finitas, con un nivel de confianza del 95 % y un margen de error del 5 %. Con base en estos parámetros, se determinó un tamaño muestral de 197 trabajadoras; sin embargo, se obtuvo una tasa de respuesta del 72 %, consolidándose un total de 142 encuestas válidas. Las funcionarias encuestadas presentaron un promedio de edad de 35,5 años (DE = 7.411), siendo en su mayoría católicas (65,5 %) y con una antigüedad laboral predominantemente entre 4 y 7 años (29,6 %) (ver Tabla 1).
TABLA 1 Características demográficas y laborales las trabajadoras encuestadas (n=142)
Características demográficas | N | % | |
---|---|---|---|
Edad | 35.5 (D.E: 7.411) [Rango 22-63] | ||
Nivel educativo | |||
Bachiller | 8 | 5.6 | |
Licenciatura | 113 | 79.6 | |
Posgrado | 21 | 14.8 | |
Creencia religiosa | |||
Cristiana | 22 | 15.5 | |
Católica | 93 | 65.5 | |
Mormona | 3 | 2.1 | |
Adventista | 1 | 0.7 | |
Ninguna | 23 | 16.2 | |
Tipo de relación con la pareja | |||
Enamorados | 38 | 26.8 | |
Novio | 16 | 11.3 | |
Casados o convivientes | 70 | 49.3 | |
Separados o divorciados | 3 | 2.1 | |
Otros | 15 | 10.5 | |
Características laborales | |||
Cargo laboral | |||
Front Office | 65 | 45.8 | |
Back Office | 77 | 54.2 | |
Antigüedad laboral | |||
Hace menos de un año | 17 | 12.0 | |
Entre 1 y 3 años | 27 | 19.0 | |
Entre 4 y 7 años | 42 | 29.6 | |
Entre 8 y 10 años | 22 | 15.5 | |
Más de 10 años | 34 | 23.9 | |
Contrato laboral | |||
Contrato por tiempo indefinido | 139 | 97.9 | |
Contrato eventual | 2 | 1.4 | |
Contrato a plazo fijo | 1 | 0.7 |
Instrumentos
Se diseñó un cuestionario virtual estructurado en siete secciones:
Información demográfica y laboral: Se registró la información demográfica de las trabajadoras (edad, nivel educativo, religión, estado sentimental, etc.) e información laboral (cargo laboral, antigüedad y contrato laboral).
Violencia contra las mujeres en relaciones de pareja (VcM): Se indagó si las trabajadoras han sufrido al menos un tipo de violencia psicológica, física, económica y/o sexual por parte de sus parejas o exparejas antes y durante los últimos doce meses de la encuesta. Para medir la VcM se utilizó una escala de 15 ítems diseñada por Vara-Horna (2021), adaptados del Conflict Tasctis Scale (CTS2) y de la National Violence Against Woman Survey (NVAWS) del Centro for Disease Control and Prevention. La escala de medición fue ordinal de 7 puntos: nunca; pasó antes, ahora no; una o dos veces; entre 3 a 5 veces; entre 6 y 10 veces; entre 11 a 20 veces; más de 20 veces. La escala evidencia consistencia interna a través de la fiabilidad compuesta con valores superiores a 0,7 para cada tipo de violencia.
Actitudes de búsqueda de ayuda: Refleja el grado en que las mujeres tienen una mentalidad abierta a reconocer la presencia de un problema y la necesidad de buscar atención profesional para poder resolverlo. Se utilizó una escala de 5 ítems, con un tipo de respuesta Likert de 4 puntos, desde totalmente desacuerdo hasta totalmente de acuerdo, adaptado del Inventario de Actitudes hacia la Búsqueda de Servicios de Salud Mental de Mackenzie et al. (2004) validado a través de un análisis factorial confirmatorio.
Normas subjetivas de búsqueda de ayuda: Se refiere a cuán preocupado estaría una persona si sus seres queridos descubrieran que están recibiendo atención de un profesional (Hyland et al., 2015). Se utilizó una escala de 5 ítems, con un tipo de respuesta Likert de 4 puntos, desde totalmente desacuerdo hasta totalmente de acuerdo, adaptado del Inventario de Actitudes hacia la Búsqueda de Servicios de Salud Mental de Mackenzie et al. (2004), validado a través de unos análisis factorial confirmatorio.
Control percibido de búsqueda de ayuda: Identifica el nivel de autocontrol de recursos tangibles o intangibles para acceder a servicios de apoyo. Se utilizó una escala de 6 ítems, con un tipo de respuesta Likert de 4 puntos, desde totalmente desacuerdo hasta totalmente de acuerdo, adaptado del cuestionario de barreras para la búsqueda de ayuda para problemas de salud mental, versión breve (BASH-B) validado por Olivari y Guzman (2018), con una fiabilidad compuesta superior a 0,7 tanto.
Intención de búsqueda de ayuda: Identifica la predisposición de buscar ayuda a sus experiencias de VcM. Se utilizó una escala de 5 ítems, con un tipo de respuesta Likert de 4 puntos, desde totalmente desacuerdo hasta totalmente de acuerdo, adaptado del Inventario de Actitudes hacia la Búsqueda de Servicios de Salud Mental de Mackenzie et al. (2004), validado a través de un análisis factorial confirmatorio.
Fiabilidad y validez
Todas las escalas utilizadas en el estudio son fiables y válidas. En términos de fiabilidad, se observa una consistencia interna adecuada en las escalas, con valores del Alfa de Cronbach que oscilan entre 0,806 y 0,944. En lo que respecta a la validez convergente, todas las escalas presentan una varianza media extraída (AVE) superior al 50 % (ver Tabla 2).
TABLA 2 Fiabilidad y validez convergente de las escalas
Escalas | Alfa de Cronbach | Varianza media extraída (AVE) |
---|---|---|
Violencia contra las mujeres en relaciones de pareja (VcM) | 0,944 | 73,99 |
Actitudes de búsqueda de ayuda (ABA) | 0,845 | 63,01 |
Normas subjetivas de búsqueda de ayuda (NSBA) | 0,918 | 75,29 |
Control percibido de búsqueda de ayuda (CPBA) | 0,806 | 51,41 |
Intención de búsqueda de ayuda (IBA) | 0,845 | 63,68 |
Nota: Para medir la fiabilidad de la escala de VcM se consideró la muestra total de las 142 trabajadoras. En el caso de las otras escalas se consideró las respuestas de 44 sobrevivientes de VcM
Procedimiento
Trabajo de campo
Se presentó el objetivo del estudio a la entidad bancaria para obtener la autorización correspondiente, mediante una carta de presentación y un compromiso de uso ético de los datos. Posteriormente, se coordinó con el personal de Recursos Humanos para distribuir los cuestionarios a través de encuestas en línea, utilizando un protocolo validado que asegura el cumplimiento de las exigencias éticas de la organización.
Análisis de datos
La información recopilada mediante el programa Survey Monkey fue importada a Excel, donde se codificaron las escalas de medición para su posterior análisis en el software estadístico SPSS versión 25. En este programa se realizó el análisis descriptivo a través de tablas de frecuencia. Para el análisis de correlación, primero se evaluó la normalidad de los datos utilizando la prueba de Shapiro-Wilk, apropiada para muestras de menos de 50 elementos. Al confirmar que los datos no seguían una distribución normal, se empleó el coeficiente de correlación de Spearman (valores entre -1 y +1) (Hernández Sampieri et al., 2014) para analizar la relación entre la intención de búsqueda de ayuda y otros factores de estudio. Asimismo, se evaluó la validez y fiabilidad de los instrumentos mediante la varianza media extraída (AVE) y el coeficiente alfa de Cronbach, estándares para la evaluación de instrumentos en investigaciones sociales (Tavakol y Dennik, 2011).
Resultados y discusión
Prevalencia de VcM
De las 142 funcionarias encuestadas, el 45,1 % (n=64) reportó haber sufrido algún tipo de violencia por parte de sus parejas o exparejas al menos una vez durante el transcurso de su relación. Estos resultados, reflejan una tendencia alarmante que coincide con el índice nacional en Bolivia, donde es estima que el 58,5 % de las mujeres han experimentado violencia en algún momento de sus vidas, reafirmando la problemática de salud pública que enfrenta el país, la cual registra la mayor prevalencia de violencia física contra mujeres y el segundo lugar en violencia sexual en América Latina (OPS, 2013).
En el contexto del hogar, la forma más común de violencia fue el ataque psicológico, que incluyó humillaciones, insultos y amenazas, alcanzando un 87,5 %. La violencia física que abarcó agresiones como cachetadas, patadas, ataques con objetos o armas de fuego, representó un 45,3 %. Además, se registró un 18,9 % de casos de violencia económica, caracterizada por la apropiación de ingresos, y un 35,9 % de abuso sexual (31,5 %). Estos resultados se alinean a los resultados del INE (2016) donde la violencia psicológica y física son las principales manifestaciones de violencia, con un 69,3 % y 50,3 % respectivamente. Mientras que, en el ámbito laboral, el tipo de violencia psicológico fue el más prevalente (45,3 %), similar a los hallazgos del estudio de Vara-Honra (2015) donde la violencia psicológica alcanzó el 30,5 %.
Factores relacionados con la intención de búsqueda de ayuda en trabajadoras sobrevivientes de VcM
De las 64 trabajadoras sobrevivientes de VcM, solo 44 (68,8 %) manifestaron la intención de buscar ayuda. Entre ellas el 64 % considera saber qué hacer y a quién dirigirse para solicitar apoyo. Asimismo, el 86 % cree que, si busca ayuda, podría encontrarla; el 73 % afirma que puede recomendar centros de ayuda a mujeres que sufren VcM. Además, el 89% considera que pueden buscar ayuda en personas confiables y capaces de asistirlas, y el 82 % indicó que su primera opción de búsqueda serían centros especializados en atención a mujeres sobrevivientes de VcM.
Para determinar los factores relacionados con la intención de búsqueda de ayuda, se utilizó la prueba de Shapiro Wilk para evaluar la normalidad de cada variable. La Tabla 3 muestra que la mayoría de las variables presentan una distribución no normal, exceptuando el control percibido, que evidenció una distribución normal. No obstante, se decidió aplicar el coeficiente de correlación de Spearman para analizar las relaciones, dado que el coeficiente de correlación de Pearson requiere que ambas variables tengan una distribución normal. Los resultados de la relación entre la intención de buscar ayuda y las actitudes hacia la búsqueda de ayuda, las normas subjetivas y el control percibido se presentan en la Tabla 4.
TABLA 3 Prueba de Normalidad de las variables de estudio
Estadístico | gl | Sig. | |
---|---|---|---|
Intención de búsqueda de ayuda | .894 | 44 | .001 |
Actitud de búsqueda de ayuda | .800 | 44 | .000 |
Norma subjetiva para buscar ayuda | .911 | 44 | .002 |
Control percibido de búsqueda de ayuda | .958 | 44 | .107 |
Nota: Encuestas realizadas a 44 trabajadoras
TABLA 4 Correlación entre la Intención de buscar ayuda con los ítems de la actitud de búsqueda de ayuda, normas subjetivas y control percibido
(1) | (2) | (3) | (4) | (5) | (6) | ||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Intención de BA | 1 | ||||||
(2) ABA_Violencia como tema privado | .233 | 1 | |||||
(3) ABA_Conformismo | .369(*) | .480(***) | 1 | ||||
(4) ABA_Autosuficiencia | .390(**) | .578(***) | .532(**) | 1 | |||
(5) ABA_Los problemas se solucionan solos (dejadez) | 0.126 | .501(***) | .454(**) | .743(***) | 1 | ||
(6) ABA_Actitud cerrada a la BA | 0.248 | .702(***) | .529(***) | .635(***) | .693(***) | 1 | |
(1) | (2) | (3) | (4) | (5) | (6) | ||
(1) Intención de BA | 1 | ||||||
(2) NSBA_Evitar que amigos lo sepan | .103 | 1 | |||||
(3) NSBA_Vergüenza porque amigos sepan que sufro | 0.074 | .839(***) | 1 | ||||
(4) NSBA_Evitar dolor y preocupación a la familia | 0.185 | .765(***) | .813(***) | 1 | |||
(5) NSBA_Vergüenza social | 0.228 | .479(***) | .495(***) | .634(***) | 1 | ||
(6) NSBA_Vergüenza de que otros sepan mi denuncia | 0.240 | .662(***) | .631(***) | .788(***) | .827(***) | 1 | |
(1) | (2) | (3) | (4) | (5) | (6) | (7) | |
(1) Intención de BA | 1 | ||||||
(2) CPBA_No dispone de tiempo | .162 | 1 | |||||
(3) CPBA_Desconocimiento de centros especializados | 0.082 | .498(***) | 1 | ||||
(4) CPBA_Sin recursos económicos para pagar servicios | -0.103 | .456(***) | .438(***) | 1 | |||
(5) CPBA_Desconfianza en mantener su caso en secreto | -0.126 | .473(***) | .487(***) | .464(***) | 1 | ||
(6) CPBA_Temor de que el agresor lo sepa | -0.018 | .317(**) | 0.232 | .422(**) | .693(***) | 1 | |
(7) CPBA_No importa lo que haga, cree que no encontrará ayuda | 0.145 | .438(***) | .309(*) | .336(*) | 0.171 | 0.240 | 1 |
Nota: (*) p < .05; (**) p < .010; (***) p <.001. BA= Búsqueda de ayuda; ABA =Actitudes Búsqueda de Ayuda; NSBA=Norma Subjetiva de Búsqueda de Ayuda: CPBA=Control Percibido de Búsqueda de Ayuda. Encuesta a 44 trabajadoras
En relación con los factores sociodemográficos vinculados a la intención de buscar ayuda, los resultados de este estudio no evidencian asociaciones significativas. Estos hallazgos difieren de lo reportado por Choi y An (2021), quienes encontraron que la edad y otras características personales estaban asociadas con la búsqueda de ayuda en estudiantes universitarios de Estados Unidos y Canadá.
En cuanto a los factores psicosociales que se relacionan directamente con la intención de buscar ayuda, se identificaron actitudes que desaprueban la necesidad de buscar apoyo en casos de VcM. En la Tabla 4 se observa que las sobrevivientes que manifiestan una mayor intención de buscar ayuda tienden a no estar de acuerdo con la autosuficiencia para resolver estos problemas (rs = .390; p < 0.05) y desaprueban el conformismo que minimiza la importancia de enfrentar el problema (rs = .369; p < 0.05). Estos resultados se alienan con los criterios de internalización del estigma, que lleva a las sobrevivientes de VcM a aceptar creencias negativas y conformarse a una realidad violenta (Overstreet y Quinn, 2013). Además, muchas sobrevivientes creen que deben hacerse cargo del problema porque sienten que a nadie le preocupa su situación (Fugate et al., 2005).
Este panorama de falta de reconocimiento de estas actitudes concuerda con patrones observados en mujeres afroamericanas, quienes a menudo evitan servicios de asistencia debido a creencias culturales sobre la "Mujer Negra Fuerte". Este ideal retrata a las mujeres negras como fuertes, autosuficientes, protectoras, resilientes y resistentes a la dependencia o vulnerabilidad a desafíos psicológicos o físicos, por lo que desarrollan actitudes negativas sobre las terapias de salud mental lo cual disminuye su intención de buscar ayuda (Woods, 2013; Young, 2018).
Con relación a las normas subjetivas y el control percibido, no se encontraron relaciones significativas con la intención de buscar ayuda. Sin embargo, estudios previos han señalado el impacto de sentimientos como el miedo y la vergüenza en esta decisión (Wachter et al., 2020). En mujeres asiáticas, en particular, factores como la preocupación por violar normas culturales al dividir a la familia o generar vergüenza para la comunidad (Chang et al., 2001) pueden inhibir la denuncia temprana de la violencia, lo que lleva a que muchas busquen ayuda solo cuando los abusos han alcanzado un nivel crítico.
5. Conclusiones y recomendaciones
Con relación a la prevalencia de VcM en un banco que ha implementado medidas preventivas en la Paz, Bolivia, el estudio registró un 45,1 % de mujeres sobrevivientes de VcM. Este resultado es consistente con el índice nacional en Bolivia, que se estima en un 58,5 % (OPS, 2013). La persistencia de estas cifras destaca la necesidad urgente de implementar políticas efectivas para abordar y prevenir la VcM en todos los contextos y sectores de la sociedad. En este sentido, Bolivia, aún debe realizar esfuerzos significativos para implementar y asegurar el cumplimiento de su marco legal.
En cuanto a los factores relacionados a la búsqueda de ayuda en trabajadoras sobrevivientes de VcM en Bolivia, se identificó que la desaprobación por conformarse con la situación y la creencia de tener que resolverla solas son las principales actitudes que incrementan la intención de buscar ayuda. Estos hallazgos son coherentes con los criterios y factores personales de "estigmatización" y la Teoría de la Acción Planificada. A pesar de identificar solo dos actitudes vinculadas a la búsqueda de ayuda, reconocer la situación como indeseable y aceptar que no es un tema privado si afecta su salud y calidad de vida, representa un paso importante para este grupo de trabajadoras sobrevivientes de VcM.
Estos primeros resultados en Bolivia representan un primer paso para maximizar esfuerzos políticos, tanto en entidades públicas como privadas, incluyendo temas relacionados con la autoidentidad y autoestima en mujeres sobrevivientes de VcM dentro de un plan formativo integral que les permita reconocer la importancia de afrontar su realidad objetivamente. Considerando experiencias previas en mujeres afroamericanas o asiáticas, quienes enfrentan patrones culturales que limitan su intención de buscar ayuda, para ocultar, afrontarlo de manera personal o simplemente conformarse a vivir en un ambiente violento afectando su salud y calidad de vida, por lo que es crucial desmantelar mitos culturales e históricos que atentan contra su bienestar. Esto implica destruir argumentos falsos y razonamientos humanos autodestructivos (Reina-Valera, 1960; 2 Corintios 10:4) para facilitar una renovación mental (Reina-Valera, 1960; Romanos 12:2) que les permita afrontar este problema a través de canales de apoyo efectivos.
Además, siguiendo la promoción de ambientes libres de violencia del IFC (2019) se recomienda a las organizaciones implementar acciones preventivas in situ, desarrollar políticas y programas orientados a responder adecuadamente a la violencia doméstica y sexual, comunicar estas iniciativas entre todos los empleados, establecer equipos interdepartamentales capacitados para asistir a trabajadoras afectadas y crear una lista de contactos clave en agencias de derivación para facilitar referencias eficientes.
La principal limitación del estudio fue el acceso restringido a entidades financieras y una falta generalizada de interés por abordar este tipo de temas, lo cual limitó el tamaño de la muestra y la posibilidad de generalizar los resultados al sector bancario. Para futuras investigaciones, sería importante obtener datos adicionales de otras entidades que también estén realizando esfuerzos en prevención de VcM para comprender mejor esta realidad. Asimismo, se recomienda evaluar la calidad de los servicios ofrecidos por estas empresas para mejorar su efectividad.