Introducción
“no se violan los derechos adquiridos cuando un derecho adquirido se encuentra enfrentado a un derecho ambiental de naturaleza colectiva, ya que, si el primero pone en peligro la conservación o sostenibilidad del segundo, siempre la autoridad deberá proteger este último”
(Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C- 293 de 2002)
El Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá, tiene una apuesta interdisciplinar de pensamiento crítico enfocado en el poliedro de inteligibilidad como herramienta analítica de los objetos de estudio y los problemas de investigación bajo las dimensiones ontológica, epistemológica, ética, estética, económica, histórica, política (Foucault, 1987); así como las dimensiones de vida del ser en los modos de vida modernos y contemporáneos (Foucault, 1982), para generar un pensamiento crítico, que exponga nuevas posibilidades y emergencias de acontecimientos así como agenciamientos y dispositivos trasformadores de las situaciones bajo estudio.
La convergencia del pensamiento crítico dentro de la metáfora del poliedro, genera las líneas de fuga de la serie crítica-ficción-experimentación (García, 2019), en donde la crítica brinda una primacía epistemológica/política que permite realizar el análisis de los discursos que están anclados a una situación histórica determinada, y que a su vez relacionan las otras aristas del poliedro (Foucault, 1999). Por otro lado, la ficción está relacionada con la verdad para hacer visible su carácter histórico-poético y la representación de la autoconciencia o, bajo una perspectiva epistemológico/política, permite exponer posibilidades en contraposición con las verdades y sus efectos de poder que soportan el núcleo ontológico/político, componiendo así, nuevas maneras de ser (ontología/estética), de actuar (ética/política), y de producir (economía/estética) (Nietzsche, 2014). Finalmente, la experimentación se contempla como la manera de enfrentar el problema de investigación a partir de la implementación y el hacer efectiva una línea de fuga sobre un discurso que se pretende verdadero en unas condiciones concretas (García, 2019).
Lo anterior es abordado en la propuesta de investigación a partir del estudio de caso ampliado o análisis situacional (Gluckman, 1940), (Sousa-Santos, 2018), en el que se conjugan varias nociones como las de realidad interrelacionada en causas y efectos (Bertalanffy, 1976); la Planificación Estratégica Situacional (PES) que plantea la necesidad de analizar correlaciones de múltiples variables (Matus, 1980); las nociones de táctica, referida al uso de los recursos escasos para lograr un cambio situacional, y la de estrategia, referida al uso del cambio situacional para lograr la situación objetivo (Clausewitz, 1832/2014); este conjunto no es ajeno al concepto de análisis de correlación de fuerzas desde una perspectiva dialéctica en el plano nacional, internacional y local, de las variables económicas, políticas y sociales (Gramsci, 1987).
El escrito trata de identificar los agenciamientos contradictorios en el territorio, así como justificar el desarrollo de una investigación doctoral, a través de una experimentación metodológica de reconstrucción histórica de fenómenos sociales junto con la de análisis situacionales de las que surgen cuatro aspectos: el primero aporta las categorías emergentes que son analizadas con el biopoder; el segundo es la configuración de una identidad narrativa y la dimensión biopolítica de los estudios sociales críticos; el tercero es el estudio de caso ampliado y las líneas de fuga que contempla la investigación.
Metodología
Se efectúa una experimentación que combina la reconstrucción histórica de fenómenos sociales (Howell y Prevenier, 2001), con el análisis situacional, por ser una herramienta descriptiva y analítica, pragmática y procesual a través de visitas al territorio durante tres años y mediante una Cartografía de lo Cotidiano (CC)2. La CC tiene una función más explicativa que representacional y adopta la perspectiva situada de los movimientos sociales y la vida contemporánea, retomando las consideraciones de Deleuze y Guattari, (2010) de cartografía sobre el conocimiento cotidiano, para crear un espacio de diálogo donde se pueden encontrar y analizar líneas duras, flexibles y de fuga entorno a Castilla la Nueva y Guamal (Meta-Colombia).
El componente descriptivo y analítico provee la base sobre la cual los dramas sociales cobran sentido, la parte pragmática forja la teoría a medida que registra las prácticas y, finalmente, el componente procesual hace que se construya mientras se explica y viceversa (Handelman, 2005); (Kapferer, 2005). En esta forma, se permite la convergencia de las aristas del poliedro de inteligibilidad3 con la serie crítica-ficción-experimentación, para reconocer actores, tramas, expectativas posibles, así como la manera en la que se ha solucionado el drama social, las condiciones locales de integración y apropiación de los procesos de globalización junto con las trasformaciones que sufren como consecuencia de ello (Tsing, 2000).
De esta manera, la aplicación metodológica situada en Castilla la Nueva y Guamal (Meta-Colombia), se evidencia en la metodología experimental de construcción de la propuesta, y expone la forma de interpretar el proceso investigativo de pensamiento crítico en la zona de estudio, lo que permita identificar líneas de fuga que dan origen a la investigación doctoral, así como la generación de categorías emergentes que no necesariamente hayan sido contempladas en otros estudios situacionales como los de Turner (1957), Gluckman (1940), Martínez (2017) y Sousa-Santos (2018).
Resultados
Estudio de caso ampliado del territorio de Castilla la Nueva y Guamal (Meta)
Dentro del marco del pensamiento crítico de los Estudios Sociales, la reivindicación del conocimiento local tiene como punto de partida el análisis situacional de la región de la Orinoquia que contiene el 48% de los humedales continentales de Colombia, en los que el árbol de la vida (Mauritia flexuosa) o morichal se asocia con cauces hídricos o con zonas interfluviales como cerco natural, para regular los niveles de los cauces de agua de los ríos que se despliegan a kilómetros de distancia (Instituto Humboldt, 2015). De esta forma, este territorio puede concebirse como un ecosistema de cuerpos de agua cuya desconexión llevaría a la muerte de todas las formas de vida.
De esta situación son conscientes los movimientos colectivos locales del departamento del Meta que han expresado y denunciado problemáticas ambientales, sociales y económicas que generan las economías extractivistas hacia el uso del agua, la calidad del aire y la disponibilidad de servicios ecosistémicos, sobresaliendo las movilizaciones del bloque Llanos 69.
El bloque Llanos 69 sucede por el rechazo colectivo hacia las actividades económicas de la ganadería, la Palma Aceitera, y la petrolera, que comprometen la disponibilidad del agua. De allí surgió la Consulta Popular de Cumaral (Meta) celebrada el 04/06/2017 en donde el 95 por ciento de los habitantes de su municipio rechazaron la continuidad de 5 bloques petroleros en un área aproximada de 61.800 hectáreas, convirtiéndose en un ejemplo para todo el país para rechazar la explotación de hidrocarburos. Finalmente, la Corte Constitucional fijó límites al mecanismo de participación ciudadana en la toma de decisiones de actividades extractivas como la explotación de hidrocarburos (El Tiempo, 2018).
Estos límites de mecanismos de participación ciudadana son reforzados con incentivos para actividades que no son de conservación sino de explotación de hidrocarburos, de vegetación no nativa como la Palma Aceitera, y de animales introducidos como equinos o bovinos. Asimismo, este proceso se intensifica con la no realización de la “Reforma Rural Integral” (RRI) del acuerdo de paz, dando senda al documento CONPES 3917 que da vía al proyecto de Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (ZIDRES) de emplear el 75,5% de este territorio (5.5 millones de hectáreas) en el cultivo de Palma Aceitera (Vichada y Casanare tienen el 39% del 75% de tierras aptas), pero no tiene en cuenta la restricción normativa de proyectar ZIDRES en territorios étnicos y zonas de Reserva Campesina (ZRC) (Colombia Plural, 2018).
El reconocimiento de los movimientos ambientales locales a escala internacional, sumada a las denuncias de los movimientos de otros países ante la industria de la Palma Aceitera, ha incentivado que el Parlamento Europeo clasifique el aceite de palma como “insostenible” y genere políticas para reconvertir la industria, proclamando en el 2018 la prohibición del biocombustible derivado de la palma para el 2021 (Colombia Plural, 2018), sólo permitiendo la comercialización de este si son pequeños productores (no más de 2 hectáreas) (La República, 2019).
Marco Categorial
Como resultado del análisis de los conflictos y la situación concreta del territorio de Castilla la Nueva y Guamal (Meta), emergen las categorías interrelacionadas de Vida Cotidiana, Biopolítica, Bioeconomía, y Territorio, las cuales son contrastadas con la categoría general de BIOPODER a través de un análisis comparativo que pondera equivalencias desde el análisis situacional a otro tipo de categoría, cuyo uso habrá de interpretarse siempre bajo algunas limitaciones y según su pertinencia.
La categoría de Biopoder se analizará desde cuatro perspectivas: la primera, como forma de los Estados para subyugar los cuerpos a través de numerosas y diversas técnicas (Foucault, 2007); la segunda, como la emergencia histórica de tecnología de poder (Agamben, 2003); la tercera, como el control del cuerpo de la fuerza productiva por parte del capitalismo (Virno, 2003) y, la cuarta, como la relación entre el Biopoder y la Biopolítica en un discurso de globalización, pensado en términos positivos de fuerza de vida, potencia constitutiva y ontológica (Negri y Hardt, 2000 y 2004).
La categoría de la Biopolítica se hace explícita en las resistencias cotidianas y la capacidad de capturar todas las formas de vida por parte del poder (Negri y Hardt, 2009) no solo por organizaciones legales gubernamentales y no gubernamentales, sino por organizaciones ilegales que en conjunto capturan desde lo BIOS visto como el Hombre o seres vivos particulares, y/o desde lo ZOE visto como formas de vida más amplias incluyendo las no humanas (Agamben, 2004).
En consecuencia, es posible situar en el árbol de la vida formas de vida no humanas como agentes políticos, y exponer al biopoder como una estrategia que captura todas las formas de vida, que es incapaz de racionalizar la complejidad que envuelve la relación de los factores bióticos y abióticos en la comunidad de lo viviente (Braidotti, 2009). Asimismo, esta categoría remite a las subcategorías de: agenciamiento maquínico del deseo, los agenciamientos colectivos de enunciación, la desterritorialización, y finalmente el monstruo y la monstruosidad.
El agenciamiento maquínico del deseo que ensambla dimensiones históricas, sociales, naturales, materiales, con máquinas, herramientas en un ecosistema en el que el inconsciente produce y es producción, a través de interconexiones y ensambles materiales, que lo dotan de su capacidad productiva (Deleuze y Guattari, 2010). Por otro lado, los agenciamientos colectivos de enunciación se ubican entre lo micro y lo macro de la enunciación, y dan cuenta de enunciados impersonales que atraviesan el campo social a través de consignas y regímenes de signos para determinar formaciones sociales y lo enunciable en un campo social determinado.
La desterritorialización, resistencias o líneas de fuga, se ven como alternativas (Sousa-Santos, 2018), que implican el ritornelo (territorio+ tierra+ Re-territorialización), o el conjunto de materias de expresión que traza un territorio y que se desarrolla en motivos territoriales como se evidencia en lo motriz, gestual, y óptico (Zourabichvili, 2012). La desterritorialización es también una estratagema de los Estados de excepción que se las arreglan para llevar al despojo de la vida política, los derechos y la ciudadanía (Foucault, 2007), bajo la confrontación Amigo-Enemigo desde el punto de vista político (Schmitt, 2009).
El texto contempla la potencialidad explicativa de las nociones del “Monstruo” de Foucault (2000) vistas como el “orden social” que abarca un ámbito biopolítico (jurídico-biológico-moral) que se basa en la violación de la ley del “Monstruo humano” y se constituye a través de un poder-saber (Foucault, 1975), así como la noción de “Monstruosidad” de Canguilhem (1962) vistas como el “orden natural”, lo que hace de la causalidad Monstruo-Monstruosidad, una expresión biopolítica que “hace vivir y hace morir” (Torrano, 2011), y que la investigación usará bajo las metáforas del “Monstruo máquina” del Estado que tiene el ideal de normalidad y corregir, y la del “Monstruo máquina” del mercado que tiene el ideal de optimizar y mejorar.
La categoría de Vida Cotidiana puede entenderse como un multiterritorio de intensidades en lucha entre lo que es familiar, conocido, usual, seguro, habitual, establecido, y lo inseguro, lo extraño, lo otro, lo inédito, lo desconocido, la alteridad, lo inusual; es un territorio densamente complejo que, mediante procesos de cotidianización, hábito, emplazamiento espacio-temporal y causal, costumbre, ritualización, institucionalización, va estableciendo familiaridad, normalidades y normatividades hasta que lo extraño irrumpa nuevamente y desterritorialice o interterritorialice sus distintos segmentos en grados diversos o más radicales (Bégout, 2005).
La tensión externa de la vida cotidiana contempla las incertidumbres involuntarias frente al conocimiento y comportamiento del mundo, y también la desconfianza hacia el otro, lo que implica procesos de familiarización en términos de domesticación o amaestramiento como se evidencia en la zona con la trasformación de los ecosistemas y la homogenización de lógicas, en favor de modelos económicos dominantes que ven la posibilidad por pagar los daños ambientales como externalidades, evidenciando así, tensiones internas, tensiones externas y tensiones en esferas especializadas e institucionalizadas.
Por otro lado, la tensión interna se da entre los hábitos y las prácticas emergiendo conceptos de normalidad, normalización (cuerpo individual) y normatización (cuerpo social a través de las normas), que son formas donde el sentido común de la vida cotidiana se instaura y se trata de solidificar. Finalmente, también acontecen en la vida cotidiana las tensiones originadas por el encuentro de intensidades de esferas especializadas e institucionalizadas, ya sean económicas, sociales, culturales, o ambientales, y que generan resistencias y posibilidades en el quehacer de la cotidianidad.
La categoría de Territorio es contemplada como un cuerpo sin órganos en el que confluyen producciones e intensidades deseantes, que se expresan a través de las emociones y pasiones de distintos actores, abordados con una lógica diferenciada de dualismos cartesianos. Por ende, es visto como un espacio donde confluyen producciones deseantes con distintos objetivos y formas de relación, lo que permite ver más allá de la subjetivación y explicitar esos deseos en su potencia creadora, para ver las posibilidades de un cuerpo vivo que se expresa a través de las emociones y pasiones de distintos actores (Deleuze y Guattari, 2010).
De esta manera, el territorio no sólo abarca ordenamientos de poder, normas, valores, formas de significación, discursos, lenguajes, sino una totalidad que enmarca la interacción de las culturas humanas (otros yo) con disputas dentro de los principios de multidimensionalidad, pluriescalaridad, conflictualidad y desterritorialización (Mançano, 2009) de territorios materiales multidimensionales y pluriescalares fijos o fluidos de gobernanza y propiedad, así como en los territorios materiales fijos y fluidos relacionales que contempla multiterritorialidades pero no todas las escalas. Esto hace que las disputas territoriales no se limiten a la dimensión económica y se amplía a los campos estético, teórico e ideológico, permitiendo comprender las luchas que han propiciado afectaciones biocéntricas, así como las ontologías relacionadas para la afirmación de la vida.
La multidimensionalidad es un principio que une espacio y relación a través de las interacciones con una intencionalidad social, económica, política, ambiental o cultural. Para ello, se parte del principio de intencionalidad como una decisión histórica que determina la dirección de los pensamientos de las personas para la construcción y defensa de las acciones políticas (Searle, 1995), entendidas como la libertad que proponen diferentes culturas para una realidad (Arendt, 1998). Por otro lado, la pluriescalaridad se comprende como una tipología de “territorialidad diferencial", que se evidencia en la conflictualidad por disputas territoriales en escala internacional en el transterritorio, pero que se mantiene en territorios a escala nacional, provincial y municipal (Lacoste, 1998).
La desterritorialización se entiende al interior de la multiterritorialidad como un proceso de disputa territorial generador de conflictualidades (Haesbaert, 2004), en las que el capitalismo extermina las relaciones no capitalistas a través de la acumulación por despojo, comprendida por la destrucción de puestos de trabajo, la precariedad de las relaciones laborales y la destrucción de los territorios campesinos e indígenas (Harvey, 2003).
La conflictualidad expone el enfrentamiento permanente en las interpretaciones que objetivan las permanencias y/o superaciones de las contradicciones producidas por las relaciones del yo, el mundo y los otros, que se evidencian al abordar conjuntamente el problema de la estructura o base económica con el de la súper estructura o ideologías e instituciones (Gramsci, 1987). Esta es otra forma de contrastar la sociedad civil con el Estado o el momento estructural con el momento súper estructural para generar una aproximación entre “momento económico vs. momento ético-político”; “necesidad vs. libertad”; “objetividad vs. subjetividad”; “consenso vs. fuerza”; “persuasión vs. coacción”; “moral vs. política”; “hegemonía vs. dictadura”; “dirección vs. dominio”, y “vida cotidiana vs, indeterminación e inseguridad y desconfianza originarias”.
El territorio de gobernanza es el territorio de la nación que intenta ocultar los diversos territorios garantizando el mantenimiento de la subordinación entre relaciones y territorios dominantes y dominados (Mançano, 2009). Por otro lado, el territorio de propiedad privada es el construido por las relaciones sociales practicadas por las clases sociales, en el que se da la disputa territorial por desterritorialización, o por el control de las formas de uso y de acceso a los territorios, controlando territorialidades desde la acumulación por expoliación en la que los sujetos, los grupos sociales, y las clases sociales no existen sin sus territorios (Harvey, 2003).
Finalmente, el territorio relacional reconoce el carácter jurídico, pero no le está subordinado, contempla la multiterritorialidad del territorio de propiedad privada hacia el territorio de gobernanza, y la transterritorialidad que va más allá del plano nacional y que se inserta en la vida cotidiana, por las conflictualidades entre las clases, los grupos sociales, la sociedad y el Estado, divisando la circulación de mercancías, las dinámicas de las trasnacionales y las de economías no formales y/o ilegales (Mançano, 2009).
La categoría de Bioeconomía, se designa como la capacidad del capital de capturar desde los procesos productivos y económicos, diversas formas de vida y asociatividad (entre ellas el intelecto) a través del desarrollo sustentable, entendido como la posibilidad de solucionar las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para solucionar sus propias necesidades (Brundtland, 1987). Cabe resaltar que en este trabajo se opta por usar el término sustentable como sinónimo de “integral”, que ha llevado al uso no hegemónico de instituciones hegemónicas bajo una perspectiva económica que posibilita la reivindicación.
Lo anterior se debe a que lo sustentable guarda un acercamiento más directo con la cultura y los derechos humanos vistos como una unidad integral o segmentos de generaciones, en el que sobresalen los derechos humanos de tercera generación, contemplados como derechos humanos multidimensionales que contemplan la solidaridad y un ambiente sano, en los que no prima el derecho individual de la propiedad industrial, sino que prevalece el derecho colectivo de la vida de todos los cuerpos para un ambiente sano (ACNUR, 2017) (República de Colombia, 1991).
Todo este marco categorial enriquece un análisis crítico relacionado con las intensidades del Mercado y el Estado, y cobra un especial interés hacia el límite que tienen las comunidades locales para acceder a los avances tecnológicos, y en el uso de los avances tecnológicos en favor o no de la vida humana y no humana, como se evidencia con los transgénicos, los tratados de libre comercio y las licencias ambientales que ponen en riesgo los territorios, el agua, la soberanía alimentaria, así como la salud humana y no humana (UNIANDES, 2009).
Identidad Narrativa
El análisis de las categorías emergentes de vida cotidiana, biopolítica, bioeconomía, y territorio dentro del contexto situacional, hace necesario contemplar el aporte hermenéutico que contribuye a la identidad narrativa de actores sociales, económicos y ambientales como metáforas y piezas de teatro (Turner, 1957). La identidad narrativa se configura, entre otras, mediante la noción de la triple mimética. Así, el hecho de que toda vida es susceptible de ser configurada en términos dramáticos, constituye la mímesis 1; la labor de configuración misma del relato, definiendo personajes, imbricando lo concordante y lo discordante, disponiendo la trama y sus soluciones de muchas maneras (mímesis 2), para que la puesta en escena en el ámbito público conduzca a catarsis y a aplicaciones en casos concretos e históricamente situados (mímesis 3) (Ricoeur, 1995).
La noción de identidad narrativa no solo expone, sino que afianza la configuración del carácter del territorio de Castilla la Nueva y Guamal (Meta), involucrando las promesas o los compromisos que la comunidad puede estarse haciendo frente a sí y frente a otros, contemplando la historia como el devenir de las praxis humanas desde la perspectiva dialéctica, para analizar la manera cómo se dan los cambios y movimientos sociales en los Llanos Orientales.
Debido a que el espacio y el tiempo connotan lo material o la consistencia del agenciamiento, así como lo afectivo o las fronteras problemáticas de la potencia, delimitar el espacio solamente como el departamento del Meta, no puede ser considerada una delimitación objetiva de un lugar geográfico, sino que implica las nociones estéticas relacionadas con el enfoque biocéntrico. La dimensión espaciotemporal se aborda desde el concepto de límite y desde la imagen de frontera de Slatta (2001) contrastándola con Rausch (2008), que sitúan “La frontera dorada de la riqueza, la abundancia, la oportunidad” para ser entendida como el ‘vaquero romántico’; “La frontera desértica, tierra bárbara y vacía”, para ser considerada como la devoradora de hombres y, finalmente, “La frontera como futuro” para ser vista como la tierra del futuro.
Dimensión Biopolítica de los Estudios Sociales Críticos (Autocrítica)
La aplicación de la comprensión histórica hermenéutica a la propuesta de investigación y la autocrítica de prejuicios existenciales teóricos y metodológicos, complementa la aproximación del enfoque sistémico de complejidad abierta (Byrne y Callaghan, 2014), que implica contemplar puntos de vista críticos y análisis cualitativos, que permitan la auto implicación del investigador en la comprensión del sentido o en los intereses de las prácticas sociales simbólica, estética y de ficción, en las que no se debe ser es dualista, para contemplar elementos etnográficos, la transdisciplinaridad y el agenciamiento que se evidencian a través del análisis del “Yo como agente actor”, el “Yo como sujeto individual y colectivo” y, finalmente, el “proceso auto correctivo del proyecto de investigación” durante su desarrollo.
El “YO como agente actor”, se asume desde una formación empírico analítica en una comunidad académica que exige tener cierto dominio sobre campos temáticos relacionados con la ecología, la geografía, la economía, la educación y los estudios sociales, para reforzar el enfoque histórico hermenéutico y Biopolítico que solicita el problema de investigación. Por otro lado, el “YO como sujeto individual y colectivo”, se asume como miembro del Doctorado en Estudios Sociales en el que se comparte un enfoque de los estudios sociales mediante el poliedro de inteligibilidad y la serie: crítica, ficción y experimentación.
El “proceso auto correctivo del proyecto de investigación” contempla la posibilidad de configurar alternativas desde el estudio de caso ampliado, los actores colectivos de la zona como la Mesa Hídrica del Piedemonte Llanero, así como las categorías emergentes desde un enfoque del biopoder que ha caracterizado la acción social, lo que en conjunto posibilita: (1) Abrir territorios para la paz al visibilizar políticas de conservación (Cabello et al., 2008), (2) Mitigar la fragmentación4, (3) Fomentar modelos de desarrollo a largo plazo (DNP, 2009), y posibilitar la generación de la pregunta y objetivo de investigación desde una planeación local, como una intensidad que da frente y ve líneas de fuga en una estrategia económica global.
El estudio de caso ampliado y las líneas de fuga que contempla la investigación
Todos los antecedentes de casos situados analizados tuvieron como común denominador las problemáticas relacionadas con el incumplimiento de acuerdos ambientales, las condiciones de vinculación laboral, la estigmatización de la protesta, el cubrimiento sesgado de los medios de comunicación, amenazas, atentados, señalamientos y detenciones arbitrarias de líderes ambientales (ONU, 2019), quienes en algún momento fueron expuestos públicamente con sus datos personales, como enemigos de la explotación petrolera en el documento titulado “Estrategia Territorial de Hidrocarburos del 2015” (Vokaribe, 2019). El estudio de caso ampliado, junto con las categorías emergentes de vida cotidiana, biopolítica, bioeconomía, y territorio, exponen una economía neoclásica que enmarca problemáticas ambiental-social-económicas que comprometen los derechos intergeneracionales de todas las formas de vida para la disposición de los recursos de la zona de estudio, haciendo que surja la pregunta de la investigación: “¿Cómo constituir, desde la Biopolítica de Resistencias Cotidianas asociadas a la Sustentabilidad Ambiental y Cambio Climático, un estudio social crítico de ficción y experimentación como una forma de economía y alternativa sustentable que oferte bienes y servicios que generen prácticas e impactos ambientales positivos, e incorporen otras formas de trascurrir vital social cotidiano, y soporten el desarrollo integral del territorio de Castilla la Nueva y Guamal (Meta) en Colombia?”.
La investigación se posiciona en la convergencia crítica del estructuralismo de los casos situados, frente a una base teórica conceptual postestructuralista de intensidades molares visibles, o formaciones íntimas desterritorializadas a gran escala como el devenir animal y la experiencia, y de campos moleculares de sensibilidad, de inteligencia y deseo de instituciones territorializadas que plantean objetivos que convergen en la lucha contra el hambre, el derecho al agua y el freno a la deforestación. Y, esto, en virtud de que las resistencias, constituidas como relaciones de poder, generan fracturas moleculares que tratan de sincronizar prácticas ecológicas y micropolíticas del deseo en un agenciamiento ético-político (ecosófico) global (Guattari, 1996) que no reafirma la binariedad Bios-Zoé, sino que incorpora a través de la Zoepolítica una nueva relación con los modos de vida no humanos.
De esta manera se contempla la tensión existencial entre temporalidades humanas y no humanas, a través de devenires animales, vegetales, cósmicos y maquínicos correlativos de la aceleración de las revoluciones tecnológicas e informáticas, en una práctica que contempla escalas individuales y colectivas, una desterritorialización suave que fomenta agenciamientos según un modelo procesual constructivo, en el que se evidencien las prácticas micropolíticas y microsociales que involucran líneas de fuga o nuevas solidaridades con nuevas prácticas estéticas y analíticas, en la vida cotidiana, la democracia, el urbanismo, el arte, y el deporte. Dichas prácticas se evidencian en la zona con los triunfos de las movilizaciones colectivas que llevaron a la formación de la Mesa Hídrica del Piedemonte Llanero que reivindicó los derechos de los ciudadanos, como se demostró con la zonificación de manejo ambiental y el reconocimiento de las faltas ambientales por parte de los entes de control ante las instituciones hegemónicas que representan los intereses de los motores económicos de la región.
Los fundamentos de la propuesta conciben la realidad como una potencialidad constituida por una relación íntima, no separable, no reducible y holística, que permite ver la línea de fuga de trasformaciones y adaptaciones que se dan por el conflicto entre una economía neoclásica o neoliberal de un mundo mecánico, con una economía ecológica de un mundo orgánico. La primera plantea problemas y soluciones bajo una lógica mecánica de un mundo ilusorio porque no le interesan las conexiones; la segunda habla de un mundo orgánico que se basa en un concepto de economía-naturaleza-sociedad, en el que los sistemas no tienen partes sino participantes que son inseparables y están relacionados entre sí (Smith y Max-Neef, 2014).
El enfoque crítico de la propuesta evidencia que los determinismos mercantiles de la economía neoclásica excluyen elementos constitutivos de procesos de subjetivación frente a la conciencia, las emociones y los valores, haciendo que se pierda la conectividad entre economía, sociedad y naturaleza viva, que genera una tensión entre el mundo mecánico o imaginario desde el que se plantea el mercado verde que pretende pagar sus daños ambientales, y el mundo orgánico en el que vivimos, que plantea la necesidad de modificar y reinventar las formas de ser en el medio ambiente, las relaciones sociales y la subjetividad humana.
Igualmente, este enfoque crítico permite visibilizar dos aspectos desde una perspectiva transdisciplinaria: el primero, es el engaño consciente a la población que hacen las economías dominantes sobre las pérdidas de los ecosistemas; el segundo, es que la economía está inmersa en lógicas construidas y limitadas dentro del “planeta tierra” y no podrá tener un crecimiento permanente dado que los recursos se están acabando, por lo que la economía neoclásica enfrenta la necesidad de transformarse y adaptarse a favor de su propia subsistencia que, en este caso también incluye otras formas de vida (Smith y Max-Neef, 2014).
Si bien es cierto el mercado verde es un modelo económico neoliberal que puede llevar al despojo de los territorios al ubicar la naturaleza en el mercado financiero especulativo mercantilizándola, junto con la cultura y los bienes comunes, no es solo una estructura de potencial productivo desde el desarrollo sostenible, sino de protección de vida desde el desarrollo sustentable, en una confrontación dialéctica con las economías petrolera, ganadera y de Palma Aceitera, que explotan los recursos naturales sin dialogar con ellos, destruyendo los vínculos intergeneracionales entre todas las formas de vida.
El proyecto ve en el mercado verde del morichal el potencial para ser utilizado como una resistencia del mundo orgánico, que no depende de la lógica de una política de globalización de un mundo mecánico que no es planteado desde la economía local, ya que reconoce: (1) la afirmación auto valiosa del cinismo o la negación del otro, (2) el origen positivo de la propia tradición cultural, (3) lo ignorado de la modernidad como son los saberes y conocimientos, (4) el diálogo entre los críticos que se encuentran en la exterioridad (Dussel, 2004).
En este sentido, se reconoce que los mercados de carbono representan una manera de no pagar más dinero con el impuesto al carbono, y una forma de generar ganancia pagando externalidades o “crímenes ambientales”, puesto que se cobra por el carbono que captura el ecosistema que se está protegiendo. Pero a su vez representa desde lógicas locales, la posibilidad de restaurar y proteger ecosistemas endémicos que administran las comunidades, bajo una lógica que no obedece a la economía clásica, sino que ve en ella la capacidad que esta le da a la economía ecológica para generar resistencias locales, no sólo para la relación economía-naturaleza-sociedad, sino para el reconocimiento de los derechos humanos de tercera generación y los derechos de todas las formas de vida no humanas.
Los conflictos de intensidades entre la economía mecánica y orgánica con el mercado verde, dan lugar a líneas de fuga o a formas de justicia ambiental que permiten consolidar los Pactos de Vida de los Territorios con iniciativas público-comunitarias de recuperación de un bosque nativo, y que promueven el Ordenamiento Territorial con los Pobladores, incorporando aspectos organizativos, ambientales, sociales, técnicos, económicos y culturales, a través de figuras de gestión territorial acordes con la realidad local particular como: agroparques, zonas de reserva campesina, zonas de reserva alimentaria, parques agropolitanos, eco barrios, y resguardos indígenas.
De esta manera, la propuesta constituye una posibilidad para una economía rural asentada con unas producciones viables que integren al mercado los modos de vida de campesinos de pequeña y mediana producción, para justificar la ampliación de las Zonas de Reserva Campesina como lo solicita el proceso de paz (CNMH, 2014), así como para confrontar las lógicas de mercado neoliberales como los ZIDRES, que expulsan las formas de pequeña producción con políticas de siembra de Palma Aceitera. Asimismo, esta propuesta permite ampliar el debate profundo sobre la posibilidad de mercados verdes como alternativas de transición para recuperar servicios ecosistémicos, y exponer líneas de fuga frente a la posición de los indígenas con el Ordenamiento Territorial con los Pobladores, quienes ven que este instrumento frente a la frontera abierta, es otra forma para legalizar la colonización ya sea por el mercado o por los colonos.
Es precisamente la consciencia de la capacidad de transformar las realidades (Tsing, 2000), en lo que se justifica la investigación a realizar, ya que esta consciencia a través de la biopolítica considerada como un poder que asegura la preservación de los seres vivos, permite determinar como objetivo de la investigación el “Efectuar un estudio social crítico de ficción y experimentación sobre las formas biopolíticas de resistencia y el trascurrir vital cotidiano y social que conforman soportes para el desarrollo sustentable y refuerzan prácticas e impactos ambientales biocéntricos, asociados al mercado verde del Árbol de la Vida en Castilla la Nueva y Guamal (Meta)” y, en consecuencia, emerge el proyecto doctoral titulado, “EL ÁRBOL DE LA VIDA: Estudio social crítico de resistencias cotidianas biocéntricas en Castilla la Nueva y Guamal (Meta)”.
Reflexiones finales
La construcción de una propuesta de pensamiento crítico en Castilla la Nueva y Guamal (Meta), aporta a la construcción de un horizonte metodológico general que no sólo es válido para la investigación doctoral, sino para los estudios sociales, porque constituyen una forma de conocer momentos críticos de maduración o de descomposición estructural de una sociedad, para visibilizar la viabilidad o no de la integración de las dinámicas de lo global que se incorporan a lo local, así como la forma en que los individuos pueden manipular las reglas o hacer elecciones en el marco de un sistema normativo. De esta manera, se exponen líneas de fuga que generan la formulación del proyecto doctoral que trata de dar respuesta a la pregunta de “¿Cómo constituir desde la Biopolítica de Resistencias Cotidianas asociadas a la Sustentabilidad Ambiental y Cambio Climático, una forma de economía sustentable que oferte bienes y servicios que generen prácticas e impactos ambientales positivos, e incorporen otras formas de trascurrir vital cotidiano y social, y soporten el desarrollo integral o sustentable del territorio de Castilla la Nueva y Guamal (Meta) Colombia?”.
La agenda minero-energética del Gobierno Nacional continúa, y su detención no se da porque prima el derecho fundamental de acceso al agua potable como consecuencia de algunos de los bloqueos, sino por los bajos precios internacionales del producto y el alza del dólar, lo que hace necesario generar estrategias que reconfiguren lógicas de la economía neoclásica en su encuentro con las intensidades de la economía ecológica. En este proceso sobresale la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite que reconoce las consecuencias devastadoras del cultivo, pero se las atribuye al cultivo ilegal que, junto con las otras economías, se han caracterizado por la dilatación de procesos legales para que los entes de control ambiental pierdan facultades sancionatorias, así como su incidencia en leyes que nieguen los derechos colectivos.
En conjunto, el estudio de caso ampliado del territorio de Castilla la Nueva y Guamal (Meta), la generación del marco categorial, la identidad narrativa, la dimensión Biopolítica de los Estudios Sociales Críticos y la clasificación bibliográfica, abordados a través de poliedro de inteligibilidad con la serie: crítica - ficción y experimentación, expone cambios de sentido o posibilidades de interpretación con marcos categoriales comprensivos, genealógicos y hermenéuticos. Lo anterior ha hecho posible pensar una alternativa coherente e integral de gestión del desarrollo en donde la economía ecológica, a través del mercado verde del árbol de la vida, confronta a la economía neoclásica hegemónica de los sectores de la agroindustria e hidrocarburos.