1. Aproximación
“Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes”.
Isaac Newton
Las ideas culturales cambian junto con el mundo sobre el cual reflexionan y tal vez, por ello, el estudio formal, la discusión y enseñanza de aquello que entendemos por Teoría de la Arquitectura parece tener hoy más vertientes que vertederos (Eagleton, 2005). A grandes trazos, el contenido de la Teoría de la Arquitectura ha sido corrientemente tratado, al menos en el ámbito universitario que conocemos, conforme a dos esquemas generales: en el primer caso, desde una perspectiva eminentemente historiográfica de la propia teoría, como es el caso del trabajo monumental de Kruft (1990), desde el cual se procede a recuperar metódica y cronológicamente el origen de las ideas que han ido edificando linealmente el cuerpo de la materia. En ese caso, el repaso arqueológico del pensamiento se va tejiendo inevitablemente con el de las propias obras, con las historias de vida de sus autores y con los acontecimientos relevantes de cada tiempo. En el segundo caso, se procede desde una estrategia de desdoblamiento del grueso del corpus conceptual de la disciplina, mediante el estudio de temas y tópicos aislados como en el caso del infaltable libro de Tedeschi (1977); con ello, se posibilita el estudio parcelado de los elementos constitutivos del saber sobre la arquitectura. Si en el primer caso parece relevante la reconstrucción genealógica del pensamiento y las filiaciones correspondientes, en el segundo parece importar mucho más la valoración de cada tópico una vez consideradas sus consecuencias, implicaciones, relaciones y su peso específico en la concepción y definición acertada de la obra arquitectónica.
El carácter prescriptivo que a veces se puede advertir en los discursos de cierto calibre, sobre la arquitectura, en los cuales se reconoce el tratamiento taxativo de los grandes temas y que pertenecen fundamentalmente a épocas pasadas, ha perdido ostensiblemente terreno frente a la creciente valoración de los ensayos de menor escala y de libre formato que, sin tanto andamiaje y cuidado epistemológico, se atreven a plantear conjeturas sobre los temas medulares de nuestro arte, fundamentadas en el peso de la experiencia del autor. Tal vez por ello, en el presente no abunden tanto ni los tratados, ni los manuales, ni los grandes manifiestos; y, por el contrario, asistimos a la proliferación de ensayos, artículos, ponencias y entrevistas en los que claramente se impone lo testimonial sobre la elaboración rigurosamente argumentada.
En general, los formatos tradicionales de los textos de Teoría de la Arquitectura han dado paso a las compilaciones del articulado que, en la actualidad, no solo dan cuenta del estado del arte de la reflexión de naturaleza teórica con la que hoy se fundamenta el estudio de la disciplina sino que en términos prácticos. han devenido en material de primera mano para la docencia y la investigación. Ejemplo de ello son las monumentales compilaciones de Ockman (2007), Hays (2000), Nesbitt (1996) y Sykes (2010) en las que metódica y rigurosamente se ha hecho un levantamiento de los ensayos que, desde los años cuarenta hasta nuestros días, han marcado centro en el debate y han incidido notablemente en el curso de la discusión y reflexión sobre la arquitectura tanto en los recintos universitarios, en especial angloparlantes, como en aquellos en los que su variopinta temática, por distintas razones, ejerce marcada influencia.
Con ello, no se hace, en ningún sentido, apología de los discursos mínimos (escritos de menor envergadura) y de la cultura fragmentaria, ni se pretende afirmar que los textos clásicos de la arquitectura puedan ser considerados hoy un asunto superado sino que las formas y los recursos con los que en la actualidad nos aproximamos a la teoría son, afortunadamente, más diversos en sus extremos y van desde el manejo riguroso de los tratados hasta la paráfrasis de una frase aleccionadora, compartiendo el mismo grado de legitimidad en tanto material de reflexión.
2. Delineando el objeto de estudio
Cuando el objeto de estudio hace blanco, como en nuestro caso, sobre un conjunto de frases célebres y significativas dentro y fuera del territorio de la arquitectura, lo hace sobre la base de considerar que al igual que el tratado formal y el ensayo libre, la lectura de una idea suelta, casi siempre una excepcional observación, cargada de sentido casi proverbial y sacada de manera intencional de su prosa originaria, puede dar lugar a intensos debates e interminables reflexiones con sobrado valor teórico y, en especial, didáctico. Ante la duda, basta con mencionar un par de ejemplos: el primero tiene que ver con los litros de tinta que todavía hoy se emplean para examinar aspectos misceláneos relacionados directa e indirectamente con la cuatricentenaria sentencia de Descartes: cogito ergo sum -pienso, luego existo-. El silogismo del filósofo francés da para mucho, desde tesis doctorales hasta ponencias y artículos de diversa índole exhiben sistemáticamente la frase tanto como elemento de persuasión y autoridad como objeto de estudio propiamente. El segundo ejemplo tiene que ver con la polémica frase de Sullivan que, con el paso del tiempo, se ha hecho universal: form ever follows function -la forma siempre sigue a la función-. A cien años de escrita, se ha hecho un axioma cuyos partidarios y detractores han mantenido encendida la llama de una diatriba todavía no resuelta y a la que, en virtud de ello, en el desarrollo de nuestro trabajo le dedicamos un espacio. Un siglo de discusión no ha bastado para agotar los intentos de legitimarla o, al contrario, descalificarla. Lo importante, en el marco de nuestra propuesta, es que al margen de la presunción de veracidad o falsedad de la afirmación, las lapidarias palabras del célebre arquitecto bostoniano prueban que el valor de una breve cita estriba en su capacidad de promover y catalizar infinitas y enriquecedoras sesiones de absoluto teorizar.
Así el espíritu que anima esta iniciativa es el de acercarnos con mayor detenimiento a esos otros pequeños discursos, esas otras formas de decir y de enseñar menos sonoras que con frecuencia confieren a los escritos de mayor envergadura, valores puntales de sostén a su argumentar que dotan de cierta genialidad al encabezado de una que otra de sus páginas o que sencillamente engrosan las líneas que reposan en los pies de aquellas. Se trata de indagar y explorar acerca las posibilidades de esta forma de reflexión y enseñanza, cuyas claves de entrada son en sí mismas destilados de afirmaciones, significados y predicados convirtiéndose en potentes vehículos de promoción del ejercicio teórico y hermenéutico, sin dejar de ser una forma práctica de repaso de atinadas observaciones acerca de la práctica de nuestra disciplina. En el fondo no deja de ser también una forma velada de avivar la esperanza de que Newton tenga razón: “Si nos apoyamos en los hombros de los gigantes, tal vez, podamos ver un poco más lejos”.
3. En torno a las citas
El contenido de toda cita de una frase memorable es una transcripción parcial de un texto, con la referencia precisa de su origen; es decir, de la fuente, con el deber de consignar ésta en el mismo texto del trabajo (Torres, et. al., 2010). Es también, en buena medida, una suerte de cable de aterramiento, un llamado oportuno de atención y un subrayado de los aspectos sustantivos y relativos a nuestro arte. Las citas son herramientas de cultivo y formación, puentes cortos hacia el pensar y la comprensión, vectores de razonamiento, lógicas manifiestas, detonantes de relaciones, inferencias y deducciones cuyas concatenaciones pueden dar lugar a conjeturas, reflexiones y constructos teóricos de distinta naturaleza y calibre.
La trascendencia de esta clase de expresiones queda de manifiesto al ser incorporadas en lo personal y en lo colectivo como máximas y principios que pueden determinar, con sus respectivos matices, tanto la filosofía de vida de cada quien como su ética de trabajo. Pensemos por ejemplo, en cuánto ha significado y pesado en la definición identitaria de sujetos, escuelas y formas de vida la legendaria frase de Mies: less is more - menos es más- la cual ha sido debidamente estudiada en nuestro trabajo.
Las citas de las ideas ajenas, como sucede con los teoremas matemáticos y las leyes fundamentales de la Física, tienen méritos y vida propia; por ello, tienden a ser más recordadas que los nombres de sus autores. Indefectiblemente el mundo cambia y sin embargo, al margen del paso del tiempo, las ideas excepcionales sobreviven. La vida de las ideas, como es natural, tiende a ser longeva; aquellas trascienden el plano de la materia y se sobreponen con creces a la fascinación que puedan suscitar los detalles y las particularidades de la vida de los personajes que nos las han legado. Nótese lo mucho que el individuo común se atrevería a comentar sobre las ideas que agrupadas constituyen lo que se ha denominado Marxismo y lo poco que, seguramente, podría aportar el mismo sujeto respecto a la hoja de vida del célebre Marx. Sobran las razones para considerar que sus ideas deben estar, acompañadas o no, en la cumbre del pensamiento que han incidido significativamente en el curso del mundo en los últimos cien años y sin embargo las precisiones relativas a la vida del autor, al menos en términos prácticos, parecen ser menos relevantes. Por ello, en general, poco importan las circunstancias en las que han sido proferidas las palabras, incluso poco importa si la autoría de las mismas está bajo sospecha. La importancia de la llamada filosofía socrática por ejemplo, se mantiene a resguardo y con total indiferencia respecto a la opacidad que rodea hasta el día de hoy su origen y autoría. Si dichas ideas provienen realmente de Sócrates o fueron intencionalmente puestas en su boca por su dilecto alumno Platón, al hacerlo protagonista de sus conocidos diálogos o en realidad se trata de textos apócrifos, el valor intrínseco de las mismas en cualquier caso se mantiene intacto.
Al citar se reconoce de algún modo el trabajo de otros y a la vez el valor autónomo del contenido y el universo propositivo, tácito y explícito de cada frase. Se reconoce también su vigencia, su pertinencia, su elocuencia, su agudeza y la precisión ejemplarizante con la que cada autor disecciona la materia en cuestión. Con el desarrollo de un compendio de esta naturaleza, además de la utilidad que se deriva de la concurrencia de tantas ideas invaluables, se desprende como valor agregado las pistas y los registros del corpus teórico consultado y del fondo bibliográfico manejado por el autor, tanto para verificar como para dar contexto a cada afirmación; a la postre, podría facilitar la trabajo a los investigadores de futuros trabajos cuyas rutas se crucen con la nuestra.
No obstante, desde las sucintas ideas citadas, no es posible inferir siempre ni la dimensión ni la naturaleza del sistema de pensamiento desde donde se le ha sustraído. Muchas veces, confiados en la aparente transparencia de las mismas nos aventuramos y proponemos inferencias poco razonables y ligeras sobre el autor y su estructura mental; errores propios de los procedimientos inductivos en los cuales el conocimiento de una parcialidad o de una muestra limitada del universo de la materia en estudio, pareciera facultarnos y habilitarnos para elevar reglas generales que describen parcelas de estudio, en el fondo desconocidas. Por ello, la reflexión teórica que se propicia y desencadena a partir de una frase ejemplar, debería mantenerse dentro los límites semánticos y hermenéuticos que las propias palabras nos sugieren; caso contrario, se corre el riesgo de cometer errores de orden lógico y epistemológico, vale decir, lo relativo a la vigilancia de las formas cómo conformamos nuestros razonamientos y los principios y procedimientos con los que operamos en la investigación; tópicos de cuidado cuando se trata de producir y validar conocimiento y, por tanto, hacer ciencia.
4. Nuestro enfoque
El propósito fundamental de nuestra propuesta ha sido desarrollar y presentar una forma alterna de estudiar la Teoría de la Arquitectura, mediante una selección de frases y párrafos pertenecientes a (re)conocidos personajes, cuyo sentido didáctico coadyuven en la aprehensión de los principales conceptos, rudimentos y fundamentos de nuestra disciplina. El trabajo ha resultado de una forma manifiesta de explorar, concebir y llevar a la práctica una estrategia, abierta y fresca (si se nos permite) de acercamiento tanto al contenido como al ejercicio teorético; cuestiones que corrientemente se tornan, en especial para el alumno (de pregrado) espesas. Se trata, en esencia, de un compilado de breves lecciones portadoras de un tipo particular de utillaje mental, una caja de herramientas1 capaz de consolidar nuestra capacidad de aproximación a los principales temas y aspectos de la arquitectura.
En ese sentido, hay un primer beneficiario: el alumno. Consideramos que el compendio de frases y citas podría ser usado como guía de estudio, fuente de referencias y en definitiva como texto de aproximación e introducción a la Arquitectura, a la labor del arquitecto y al universo de los factores que determinan cada operación del proyecto arquitectónico. Por su naturaleza, también podría servir como fuente de consulta tanto para encontrar una clave de acceso y orientación de un tema específico de interés como una guía inicial bibliográfica para ubicar autores, las fuentes primarias y las secundarias.
El segundo beneficiario directo es evidentemente el propio autor. El texto en sí es, en primer lugar, una guía de enseñanza y transferencia de contenidos diseminados y ordenados en un amplio espectro; por tanto, nos mueve sin reparos a considerarlo un cuerpo complementario de notas mentales y docentes. Por otro lado, quedan las puertas abiertas, luego de un tiempo prudencial de puesta a prueba para emprender dentro de una línea de trabajo, el desarrollo de futuras entregas de actualización del texto y de consecuente enriquecimiento. El texto podría también beneficiar a todo aquel que requiera servirse de cualquiera de las frases seleccionadas como el epígrafe necesario que, a modo de sentencia y principio de autoridad, ayude a sintetizar e ilustrar parcial o totalmente cualquier discurso oral y escrito; cosa que por lo demás, se considera de uso obligado y un recurso beneficioso en todo trabajo académico.
Con nuestro enfoque se propone una forma de organización del estudio de los temas que son incorporados en los textos de Teoría de la Arquitectura, más sistémica y menos axiomática, más circular que lineal y que apuesta más a la (re)construcción de los temas por sus aristas que a la lectura plana de conceptos; que, en definitiva, apunta, más a las relaciones y conexiones que a las propias definiciones. En términos cognitivos, la representación y articulación de los temas estudiados, mediante frases y párrafos, se asemeja más a los mapas mentales en los cuales hoy se apoya tanto la pedagogía como la comunicación en general. En el fondo, la estructura es más parecida a un arbusto entramado y urdido que a la forma tradicional del árbol (raíz, tronco y ramas) con la que asociamos la organización del conocimiento. Funciona de manera parecida al esquema de pensamiento denominado Rizoma, el modelo epistemológico defendido por Deleuze y Guattari (1997), en el que los elementos no se organizan jerárquicamente sino que se insertan en una suerte de estructura multipolar, en la que cada afirmación sin importar su posición puede incidir por igual en la concepción del conjunto y del resto de los elementos que constituyen el objeto de estudio. El modelo de intelección descrito, por tanto, carece de centro, de principio o fin; se fundamenta en la multiplicidad y las conexiones entre los nódulos, con los que por analogía se representan los principios con los que construimos gradualmente el conocimiento.
El lector podría pensar, con justicia, que la lectura y estudio de fragmentos que gravitan alrededor de un tema o una parcela de conocimiento, muestran cierta debilidad o minusvalía cuando se le compara con el manejo de una obra concebida como unidad, para tratar un mismo tema. A eso respondemos que: no hay garantías de que el lector de este tipo de obras no se enfrente a sobresaltos cognoscitivos2 derivados del estilo particular literario del autor, de la propia estructura de la obra y, en especial, de las exigencias y los retos en términos de cultura general y específica que a veces la propia lectura plantea.
5. Naturaleza del trabajo
Al definir nuestro trabajo como una investigación de naturaleza exploratoria (Balestrini, 2002), se sugiere con ello que se trata de un intento de avanzar el conocimiento sobre un problema o un área que no está lo suficientemente desarrollado. Como en todo estudio exploratorio, la propuesta puede ser considerada como un estadio inicial de un proceso de investigación de mayor escala. En ese sentido, un objetivo implícito en el trabajo ha sido el de servir como piso inicial, conceptual y metodológico para ulteriores investigaciones elaboradas, en consecuencia, con mayor extensión, precisión y desarrollo. Este tipo de investigaciones se caracterizan por el uso de esquemas, técnicas y estructuras flexibles por cuanto, con el devenir del desarrollo del mismo, los procedimientos van aclarándose y los objetivos tienden a ser más precisos.
6. Estructura
Alejados de cualquier pretensión, no nos hemos propuesto la empresa de lograr una antología definitiva del tema sino tan sólo un breve compendio inicial, una muestra referencial de aquello que este tipo de trabajo puede ser. Sabemos que la definición cualitativa y cuantitativa de toda selección es siempre un asunto no exento de cuestionamientos y material de debate. Cualquier elección lleva consigo una buena carga de arbitrariedad y, en cierto modo, otra de omisión. Ciertamente podrían ser otros y muchos más los autores incluidos; eso es un hecho y, por tanto, una observación que parece inevitable. Como quiera que sea, amparados en la libertad implícita en toda selección y con la conciencia de que en esta materia no hay, a priori, decisiones necesarias e inevitables, se ha intentado al margen de las preferencias personales y colegiadas, apostar por una muestra abierta, exploratoria, propositiva de naturaleza heterogénea pero consistente, vigente y a la vez contemporánea, de pocos lugares comunes y más parajes por conocer, no restringida al pensamiento de profesionales de la arquitectura.
La estructura general consta de la presentación y análisis de un centenar de citas, de frases o fragmentos que con independencia de las credenciales del autor, suponen un aporte invaluable a la comprensión de la arquitectura en sus distintos niveles. Por ello, el lector encontrará una selección de 101 citas heterogéneas en origen y contenido, organizadas en una sucesión temática sin que ello suponga un orden estricto de lectura.
Determinar la extensión correcta del trabajo fue un reto en sí mismo, toda vez que cualquier número elegido podría ser siempre considerado insuficiente o exagerado. Por tal razón, decidimos rondar el centenar de citas al igual como se puede observar en algunos antecedentes editoriales con independencia del tema tratado en cada caso. En virtud de que noventa y nueve (99) parecía ser un número que luce incompleto y el cien (100) demasiado entero y absoluto, optamos por elegir ciento un (101) frases, convencidos de que la cifra era en sí misma sugerente, que propone continuidad, admite complementos y queda abierta a toda posibilidad.
Los criterios usados para la selección de las mismas han sido los siguientes:
Incorporar aquellas citas que recurrentemente han sido usadas como herramientas de evaluación en nuestros exámenes departamentales de Teoría de la Arquitectura, en las últimas dos décadas.
Incluir aquellas que han sido sugeridas, por su aporte y novedad, por nuestros pares de la cátedra de Teoría de la Arquitectura.
Incluir aquellas que, al menos en nuestros archivos y registros, son de uso común por el alumnado en la elaboración y fundamentación de trabajos académicos: ensayos, informes, fichas, etc.
Incorporar aquellas que, a nuestro juicio, son consideradas lugares comunes inevitables dada la difusión que han tenido en los distintos medios que manejamos.
Las unidades temáticas que han agrupado las citas son las siguientes: La Arquitectura y sus definiciones; El Arquitecto y su formación; Arte y Belleza; Teoría e Historia; Proyecto, Geometría y Dibujo; Entorno, Forma y Composición; Programa y Función; Edilicia, Tiempo y Luz.
7. Metodología
Para una mejor comprensión y en función de nuestros objetivos, en todos los casos hemos optado por acompañar las citas seleccionadas con un breve texto analítico, cuyo objetivo es el de aportar datos e ideas complementarias para la reflexión y el debate, aunado a un marco referencial bibliográfico y gráfico como se describe a continuación.
Inicialmente, cada cita ha sido sometida sistemáticamente a una disección auxiliada por la siguiente estructura analítica:
Análisis Lógico: se trata de un examen dirigido a determinar la validez de los razonamientos que cada autor pone de manifiesto en sus enunciados y proposiciones, para detectar inconsistencias y aporías. Con ello, se pone a prueba tanto la veracidad de los predicados explícitos y tácitos de cada cita como las formas de pensamiento que dan lugar a los mismos.
Análisis epistemológico: nos ha ayudado a determinar los principios con los que pareciera que el autor sustenta y valida sus afirmaciones;
lo cual indefectiblemente nos conduce al siguiente estadio del análisis.
Análisis ideológico: nos ha permitido establecer, dentro de nuestras posibilidades, los antecedentes y los vínculos filiatorios de los principios expuestos en cada cita con algunos de los principales sistemas de pensamiento que conocemos en el ámbito de nuestra disciplina.
Para ilustrar mejor nuestro procedimiento, tomemos como ejemplo una cita seleccionada e incluida en la unidad temática dedicada al arquitecto y su formación, específicamente de Villanueva (1963):
El arquitecto es un intelectual por formación y función. Debe ser un técnico para poder realizar sus sueños de intelectual. Si tales sueños resultan particularmente ricos, vivos y poéticos, quiere decir que a veces puede ser también un artista.
En nuestro análisis hemos procedido primero a establecer la veracidad de la trilogía de los atributos o calificativos (intelectual, técnico y artista) que Villanueva cree distinguir en todo arquitecto; el orden según el cual se manifiestan las relaciones causales que los unen y el universo de individuos en el que podría aplicar su definición.
En segundo lugar, se han establecido los principios que, desde nuestra lectura, podrían sustentar la afirmación estudiada:
El ejercicio de la arquitectura en tanto proceso intelectual es consciente, razonado, con fines y alcances calculados.
El arquitecto debe ser un constructor culto con capacidad para edificar sus propias concepciones.
Algunas obras de arquitectura excepcionales pueden ser eventualmente consideradas obras de arte.
Por último, hemos procedido a recuperar dentro de los sistemas de pensamiento que conocemos, en el ámbito de la teoría, los vínculos directos e indirectos con sus ideas. En este caso, se ha podido establecer su cercanía con las ideas de Lévi-Strauss relativas a la condición que todo artista tiene tanto de sabio como de artesano, la concepción hipertrofiada del arquitecto de Vitruvio sostenida y mejor definida por Alberti; la mirada elevada de Vasari respecto a la paridad entre el arquitecto y el artista, su correspondencia con los conceptos de Tatarkiewicz en torno al Arte Liberal y el talante técnico preponderante que tanto Calduch como Ábalos y Herreros reconocen en la Arquitectura contemporánea. Todo ello, sin soslayar la enorme consistencia entre lo dicho por Villanueva y su desempeño como arquitecto; su propia biografía y el legado excepcional que nos dejó, dan cuenta de ello.
El análisis de la cita nos ha conducido inevitablemente a intentar reconocer en su propio obrar, los apelativos que, desde su entender, definen con precisión nuestro oficio. En este caso, hemos optado por subrayar la magnífica correspondencia entre sus palabras y la afortunada coincidencia de saberes que han contribuido en la concepción de su obra maestra: El Aula Magna de la Ciudad Universitaria de Caracas. Allí, un intelectual (Villanueva), los técnicos (Christiani y Nielsen) y un gran artista (Calder) han rozado lo sublime con la creación de un edificio cuyas bondades le han convertido en Patrimonio de la Humanidad; y, a la vez, como equipo, han refrendado la afirmación de la cita analizada.
Para la elaboración de los textos complementarios, hemos recurrido a distintas estrategias de comunicación para minimizar la opacidad discursiva, implícita en el tratamiento de ciertos temas y, sobre todo, para alcanzar la elocuencia necesaria para sintonizar con el tipo de lector para quien ha sido pensado el texto: el estudiante de Arquitectura. Por ello, hemos optado por el uso de un tipo de lenguaje llano, transparente y en cierto modo coloquial; hemos evitado, en lo posible, el uso de los términos o palabrejas que se suelen infiltrar en la jerga académica3 por dos razones: es innecesaria de acuerdo a nuestros objetivos y, como diría Quetglas (2004), a veces hacen realmente insufrible la lectura; y, por otro lado, insistimos en el uso permanente de la analogía y la metáfora como figuras literarias, cuya potencia se aprecia en su enorme capacidad de recrear con discursos paralelos, imágenes mentales y representaciones útiles para la comprensión de un determinado concepto.
Hemos también incorporado un marco referencial bibliográfico, en las notas secundarias que se alojan al pie de página y/o en los márgenes pues constituye una guía de mucha utilidad para el estudio extendido de los temas tratados. Así, el lector, en nuestro caso el estudiante, podría seleccionar la(s) fuente(s) bibliográfica(s) que a su juicio puede(n) brindar un mejor soporte para el estudio de los temas de la asignatura y, en general, mejores herramientas para su formación.
Respecto a la gráfica que se ha incorporado para acompañar cada cita, podemos decir que tiene como objetivo, en algunos casos, colaborar en la representación del tema tratado y en otros, establecer una mínima relación con la obra edificada del interlocutor de turno. Las imágenes por su parte, plantean un discurso paralelo propio, lleno de sutilezas pictóricas susceptibles de ser interpretadas con libertad y que en definitiva, como sostiene Manguel (2002), nos cautivan por sí mismas porque en esencia los hombres somos criaturas hechas de representaciones (ver Figura de ejemplo).
8. Referencias
Los libros de Matthew Frederick (2007), George Steiner (2003) y el de Margarita Fernandez y María Melgarejo (2008) han sido referencia fundamental para la concepción y dimensión de nuestro trabajo y, como es evidente, para decidir el titulado del mismo. El primero de ellos, 101 Things I Learned in Architecture School cuyo cometido es el de buscar una didáctica distinta y eficiente para transferir el conocimiento básico, para formar estudiantes capaces de afrontar las interrogantes universalmente asociadas a la disciplina, nos ha servido como ejemplo de claridad, síntesis y elocuencia gráfica y verbal para el tratamiento de los temas fundamentales de la arquitectura. El segundo, Lessons of the Masters nos ha sido útil como lente de enfoque y como un invaluable recordatorio que nos queda con la obra de los grandes maestros, con su ejemplo y su memoria pero, por sobre todo, una brillante reflexión acerca de la infinita complejidad y la sutil interacción de poder, confianza y pasión en los géneros más profundos de la pedagogía. El último, “Opiniones sobre Arquitectura” es propiamente un completo compendio de citas organizadas por temas cuyo objetivo es el de poner a disposición una recopilación heterogénea de fragmentos del pensamiento de nuestros mayores, maestros y colegas a quienes respetamos y admiramos; citas mediante los cuales nos informan, nos forman y revelan sus opiniones sobre arquitectura y los múltiples conceptos que enriquecen el quehacer del arquitecto. Con él nos hemos aproximado al tema e iniciado nuestro propio acopio del material y de él nos hemos servido para estimar, al menos, panorámicamente el arqueo bibliográfico necesario y correspondiente.
9. Apuntes finales
Sin dejar de ser consecuentes con el sentido de nuestra propuesta podemos afirmar que el estudio y la enseñanza de la Teoría de la Arquitectura exige también del concurso de los contenidos, medios instruccionales y las estrategias metodológicas convencionales; si bien, sostenemos que desde una simple conversación hasta una disertación profunda se puede estimular con la lectura o enunciado de una frase. Los esquemas tradicionales de estudio, mencionados en el texto introductorio al trabajo, no sólo gozan de plena vigencia sino que indefectiblemente se harán presentes de una u otra forma en toda reflexión sobre la arquitectura.
Nos parece pertinente alertar sobre el cuidado y vigilancia epistemológica que todo trabajo de naturaleza documental debe observar. Los propios mecanismos de difusión en sus múltiples canales y variaciones pueden eventualmente atentar contra la limpieza de los procedimientos con los que en el marco de la Ciencia Social se debe operar. Las citas de las frases que ocupan nuestro objeto de estudio no resultan siempre indemnes frente a ello. Las ingentes deformaciones, variaciones, traducciones y adaptaciones disponibles en los medios (especialmente los de uso corriente como fuentes de consultas en las redes digitales) de algunas frases, eventualmente inducen, en primer lugar, a cometer errores metodológicos en el manejo de las fuentes bibliográficas y, en segundo lugar, al parafraseo e instauración de mitos y fantasías con las que coloquialmente se deforman los contenidos originales. Es posible inclusive, encontrar este tipo de alteraciones en publicaciones de amplia difusión y en trabajos académicos de distinto calibre. Con ello nos parece saludable reafirmar la importancia de preservar como principio metodológico en este tipo de trabajos, el manejo directo de las fuentes originales en la medida que sea posible.
Las complejidades inherentes a los discursos, en este caso sobre la arquitectura, difícilmente se pueden inferir con los pocos datos aportados por un extracto de aquellos. La carga propositiva, los enunciados, los predicados, las relaciones, los argumentos y las lógicas que entre otros aspectos otorgan sentido a la totalidad de cada discurso, oral o escrito y, especialmente, a la estructura de pensamiento de determinado autor, sobrepasan por razones obvias el contenido finito de una frase o de un párrafo. Por tanto, los razonamientos, inferencias y postulados derivados de la reflexión de una frase aislada, asumidos como signos unívocos de una determinada forma de pensamiento, ideología o filosofía de vida pueden dar lugar a errores inductivos o a licencias hermenéuticas cuyo valor es cuestionable. Al contrario, las afirmaciones derivadas de los predicados explícitos de una frase sólo tienen validez en tanto no sean elevados automáticamente a la categoría de universales o fundamentos de la estructura de la que han sido extraídos y que, en la generalidad de los casos, se desconoce. El uso de una cita, dentro o fuera de un discurso, no se instituye como un edicto que contiene la última palabra en el juicio sobre un asunto determinado o autor, sin que se aprecia como un asalto benigno del texto sobre el lector que sirve fundamentalmente para abrir paso a nuevas ideas: las ideas propias.
Si bien la estructura y el ordenamiento de la selección de las frases a estudiar nos hizo muy pronto advertir que necesariamente toda elección deja, por defecto, una porción del tema en estudio al margen, el desarrollo del trabajo lo ha corroborado: la construcción de las reflexiones con las que acompañamos e intentamos dar contexto a cada tema nos indujo a una revisión bibliográfica, al trazado de relaciones y a la búsqueda de referencias que, al tiempo que nos brindaron información invaluable para nuestro propósito, nos abrieron más puertas que las que pudimos cerrar. Con ello, no podemos sino remarcar que lejos de considerar cerrada y definitiva esta forma de aproximación al ejercicio de la reflexión teórica, toda vez que apenas damos inicio su puesta en práctica en el aula de clases, con suerte sólo hemos podido dar un ápice de apertura al formato que otros han inaugurado.