Introducción y estado de la cuestión
La captura y el cautiverio de aves como mascotas es una costumbre en México que se explica por la belleza de estas aves, sus vivos colores y melodiosas canciones, su capacidad para imitar palabras, su apego emocional al humano, o todo esto en conjunto. México es uno de los países donde el aprovechamiento de las aves es una actividad cultural y de subsistencia (Vázquez-Dávila 2014). Los pajareros mantienen una actividad de origen prehispánico, según reportó Sahagún (1969) entre 1545 y 1551. Las aves ya se capturaban y mantenían en cautiverio cuando llegaron los españoles (Leal 1955). Esta práctica se conserva desde épocas precolombinas debido probablemente a la herencia familiar y a la transmisión de generación en generación, al apego que tienen los pajareros con sus aves, a la disponibilidad del recurso en las zonas naturales y a la pertenencia colectiva de las familias, y sus uniones que se fortalecen a través de los eventos culturales y religiosos que organizan con las aves. Actualmente, este se reconoce como un oficio tradicional (Roldán-Clarà y Toledo 2017a; Collin Harguindeguy y Cano González 2006) porque contiene los saberes de los pueblos y prácticas colectivas y de la vida social de quienes lo practican.
En ese sentido, las aves silvestres son un ejemplo de la diversidad de usos autóctonos de la fauna (Tidemann y Gosler 2010); su manejo es un cúmulo de conocimientos del saber-hacer de ciertos individuos y del grupo al que pertenecen. Los pajareros son verdaderos conocedores de la riqueza y el comportamiento de las aves. Sus habilidades son producto de vivir múltiples experiencias y largos periodos de aprendizaje porque en el oficio se imbrican saberes, técnicas, códigos, prácticas y experiencias heredadas, pero que avanzan, mejoran y se adaptan. En ocasiones, la incorporación de nuevos materiales o equipo se traduce en preocupaciones sobre la autenticidad entre los miembros (Martínez 2009; Garrido Izaguirre y Ramírez Garayzar 2018), por ejemplo, la introducción del plástico, las fibras sintéticas o las anilinas en las artesanías; o la modernización de los instrumentos y el equipo de trabajo.
En México, se reconoce el oficio de pajarero, regulado desde 1991 por la Dirección General de Vida Silvestre (DGV) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), vía permisos anuales (DGV 2022) que deciden las tasas de aprovechamiento según criterios ambientales, económicos y, en menor medida, sociales. Se ha documentado que los funcionarios de esta dependencia priorizan las leyes ambientales sin entender en su totalidad las necesidades sociales y económicas de los pajareros (Roldán-Clarà et al. 2017b).
Marco conceptual
De acuerdo con Ortiz Espejel y de Carvalho (2021), “el concepto biocultural ha logrado ganar terreno en los últimos 10 años en las agendas de organismos internacionales y nacionales, así como en los planes de los procesos comunitarios de los pueblos indígenas”. Autores como Boege (2008), Toledo y Barrera-Bassols (2008) y Toledo (2013) son clave en la conceptualización de lo biocultural en México. El paradigma de la bioculturalidad se refiere al proceso de diversificación de la riqueza genética de flora y fauna, de la lingüística y el conocimiento, así como de la domesticación y diversificación de plantas y animales. En síntesis, se refiere al reconocimiento de la compleja trama que han conformado en el largo proceso evolutivo, la diversidad cultural y lingüística y la biodiversidad, cuya mediación la realizan actores sociales a través de la aplicación de conocimientos, prácticas, saberes y rituales sobre los múltiples ecosistemas presentes.
En este caso, las aves son un recurso biocultural y el oficio de pajarero es una práctica biocultural viva, porque las aves utilizadas integran la diversidad biológica y cultural inter-conectada de algunas comunidades mexicanas; desde el conocimiento y manejo de las semillas y frutos silvestres que alimentan a las aves hasta los paisajes en los que se encuentran, y desde los conocimientos locales a los diversos valores que los pajareros trasmiten a otras generaciones.
A pesar de que los pajareros poseen un amplio conocimiento sobre las aves y su conservación, no participan activamente en la toma de decisiones para otorgar permisos como, por ejemplo, la selección de las especies y los periodos de captura. De ahí la necesidad de incorporar a la transdisciplina como una metodología para la construcción colectiva de propuestas que ayuden a visibilizar la importancia de su oficio y proponer alternativas ante los problemas que enfrentan. Las prácticas trandisciplinarias se logran mediante procesos democráticos, lo que Merçon (2021) llama “comunidades de aprendizaje”. A través de estas comunidades, se puede construir una valoración plural, que consiste en visibilizar las distintas formas en las que las personas valoran la naturaleza, poniendo en el centro a aquellas que han sido excluidas en la toma de decisiones y quienes más sufren las problemáticas socioambientales (Zafra-Calvo et al. 2020; Pascual et al. 2021).
Descripción del oficio
El aprovechamiento de las aves en México es complejo e involucra a muchos actores: organizaciones de la sociedad civil, gubernamentales, empresariales y académicas. Este último sector tiene una relación fuerte, pero no necesariamente vinculante (Roldan-Clarà 2021). El complejo de actividades relacionadas con las aves (figura 1) se realiza en el ámbito familiar. Cada miembro tiene roles (captura, aclimatación, cuidado y venta), y su asignación depende del género, la edad y el lugar de residencia familiar (rural o urbano). La mayoría de las aves que utilizan son nativas de México. La práctica requiere conocimientos específicos relacionados con biología, ecología, hábitat, nutrición, enfermedades y comportamiento de las aves, además de componentes abióticos como climatología y geografía. La cosmovisión de las familias pajareras permea su identidad y las enorgullece (Roldán-Clarà, Toledo y Espejel 2017a; Roldán-Clarà y Toledo 2017b; Roldán-Clarà 2021).
Los pajareros están organizados en uniones, asociaciones rurales y urbanas representadas por líderes que median con los funcionarios para obtener permisos federales (Roldán-Clarà et al. 2017b). Asimismo, los funcionarios tienen vínculos con los usuarios (Roldán-Clarà 2021), reconocen la problemática socioambiental relacionada con el oficio y tienen interés en su resolución. El oficio entra en conflicto con la interpretación de los derechos de los animales de los colectivos animalistas y la reducción de las poblaciones de aves, interpretada por los ornitólogos (Roldán-Clarà, 2021), todas ellas sin escuchar y analizar las razones de los pajareros.
Nota: DGVS: Dirección General de Vida Silvestre. CITES: Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora. PROFEPA: Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. PGR: Procuraduría General de la República. CONABIO: Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. UMAs: unidades de manejo para la conservación de vida silvestre.
En este artículo se integran las vivencias y exigencias de los pajareros, de modo que se dé a conocer su perspectiva sobre los problemas que viven y sus propuestas para conservar la actividad biocultural que tanto aprecian.
Material y métodos
Para poder elaborar esta investigación, se realizaron tres salidas de campo en 22 localidades de nueve estados de México (Estado de México-29, Guanajuato-1, Hidalo-4, Jalisco-6, Puebla-6, Querétaro-4, San Luis Potosí-2 y Veracruz-8) (mapa 1) durante el 2013. Se realizó una inmersión etnográfica (Spradley 1980), convivencia con los pajareros y observación directa y participante (Albuquerque et al. 2014; Hernández Sampieri, Fernández y Baptista 2007) tanto en sus casas, durante la captura de aves, en la venta en mercados, calles y tianguis,1 en actividades deportivas o religiosas, y en reuniones de las uniones. Con el resultado de la convivencia se generó confianza, empatía mutua y rapport (Taylor y Bogdan 1984).
También se utilizó la entrevista semi-estructurada como técnica cualitativa (Miles y Huberman 1994). Los grandes temas que aborda la entrevista son: los problemas y dificultades al ejercer la actividad de captura, manutención y venta de aves; las soluciones sugeridas y la opinión acerca del gobierno y de las reglas y normas. La técnica de muestreo fue por “bola de nieve” y a través de tres informantes clave que son líderes de tres uniones de pajareros, los cuales condujeron y presentaron a la primera autora de este trabajo hacia los demás entrevistados (Albuquerque et al. 2014).
Se dejaron de realizar entrevistas cuando hubo saturación de información (Hernández Sampieri, Fernández y Baptista 2007). Toda la información se obtuvo mediante el consentimiento informado de sus participantes; las entrevistas se grabaron en una grabadora de voz y se transcribieron en un procesador de palabras. Se entrevistaron 48 hombres y 12 mujeres; 16 capturadores, 21 vendedores y 23 realizan ambas actividades.
Se utilizó el software ATLAS.ti 5.0 para el análisis del contenido de las entrevistas, y análisis manual de los dos diarios de campo, donde paso a paso se formularon las categorías a partir de una revisión “línea por línea” de los textos y se fueron formulando nuevas categorías a medida que surgían en los textos (Andréu-Abela 2001). Las categorías se escogieron a través de unidades temáticas las cuales se dividieron en: 1) problemas y dificultades; 2) opinión acerca del gobierno y de sus reglas y normas; y 3) soluciones y sugerencias (Piñuel-Raigada 2002). El análisis fue descriptivo para identificar y catalogar la realidad, mediante la definición de categorías o clases de sus elementos.
Análisis y resultados
Los pajareros entrevistados expusieron sus problemas y su versión de las posibles soluciones para ejercer su oficio de mejor manera. Se clasificaron en cinco tipos de problemas: 1) dificultades con el recurso biocultural: las aves, 2) dificultades laborales, 3) prácticas inadecuadas, 4) dificultades económicas y 5) problemas entre actores.
Dificultades con el recurso biocultural
Los pajareros identificaron tres dificultades con respecto al recurso natural: 1) la sobreexplotación, como la explica un vendedor (anónimo, Roca de Oro, Veracruz, México, 25 de junio 2013): “Somos más capturadores que aves en la sierra”; 2) el problema de la importación de la cotorra monje (Myiopsitta monachus); y 3) las dificultades económicas para criar aves canoras y de ornato doméstica y reproducir en cautiverio aves silvestres.
Para evitar la sobreexplotación sugieren dejar de capturar en la época de reproducción, hacer captura selectiva, utilizar únicamente métodos de captura tradicionales y dejar de capturar por algunos años. Para los problemas que causan la importación de la cotorra monje no mencionaron ninguna solución. Y para los problemas de la cría y reproducción proponen la crianza de aves ya domesticadas para lo cual necesitan apoyo financiero y quieren intentar la reproducción de aves silvestres. Sugieren el cuidado y reforestación del hábitat de las aves, proporcionar alimentación y bebederos en el campo, traslocar las aves a lugares cercanos a sus casas para cuidarlas mejor, no capturar más aves de las permitidas y atender bien a las aves cautivas.
Dificultades laborales
Los pajareros entrevistados reconocen que es una actividad que requiere mucha experiencia en varios ámbitos: 1) en el campo, las estrategias de captura son esenciales; 2) el traslado del campo a la casa o de la casa a los puntos de venta; 3) el cuidado y la manutención en casa; y 4) la venta en poblados y ciudades cercanas.
El trabajo de campo es temporal, cansado y riesgoso para su integridad física (figura 2), sugieren como solución ir acompañados y tener un trabajo alterno en la época baja o de veda.
Para la manutención de las aves en cautiverio es necesario contar con herramientas óptimas que no siempre tienen, necesitan mantener a las aves sanas y alimentarlas con diversas y adecuadas frutas. Las aves requieren de atención y cuidado diario y cercano para evitar la depredación de gatos, ratones o serpientes. Dice un pajarero (anónimo, Roca de Oro, Veracruz, México, 25 de junio 2013): “Le hace uno la lucha para lograr todas las aves, que no se muera ni una”. La muerte de un ave es lo peor que les puede suceder.
El problema en el transporte de las aves para venta se refleja claramente en este comentario (anónimo, Puebla, México, 5 de agosto, 2023): “[Lo más difícil de mi trabajo es] irlos a traer porque, por ejemplo: yo soy de Puebla y me hablan a Veracruz hay que ir a Veracruz a traerlos”. La solución según algunos entrevistados sería adquirir un transporte propio. Con respecto a la venta, comentan que (anónimo, San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 8 de mayo 2013) “es muy cansado estar todo el día en la calle” y “se requiere mucho esfuerzo y tiempo”, además de que “se sufre” y “se batalla mucho”. No presentan soluciones para esto, es más, una parte de la actividad que hay quien la realice, la debe aceptar.
Prácticas inadecuadas en la actividad
Los pajareros entrevistados reconocieron que otros pajareros realizan inadecuadamente la captura, el cuidado o la venta de las aves. Capturan aves reproductivas o polluelos, capturan sin permiso o no saben capturar. Asimismo, afectan al hábitat de las aves con basura y no respetan la propiedad privada. Un capturador lo describe claramente (anónimo, Roca de Oro, Veracruz, México, 25 de junio 2013):
Como los de México, hay compradores que consiguen a su gente y vienen. (…). No piden permiso y se meten al monte y los agarran y ellos se llevan hembras y machos y todo lo que puedan agarrar y se van. Y nosotros si nos damos cuenta, porque nosotros cuidamos nuestro monte, y cuando nosotros vamos a ese lugar y vemos que hicieron un desastre (…) ellos llegan y tiran árboles y no, hacen un relajo, chapean, ellos cortan los árboles, y todo y dejan basura, dejan latas, dejan todo así. Hacen un relajo en el monte, no los capturan como nosotros. Como vienen varios, ¡ellos lo que quieren es agarrar todo!
Algunos pajareros quieren tener muchas aves y no las cuidan adecuadamente, por ejemplo, los transportistas no son expertos y no saben diagnosticar aves enfermas. En ocasiones la venta no tiene un precio justo, la misma especie se vende a diferentes precios, se vende un ave por otra y hasta engañan al cliente pintando las plumas, perjudicando su reputación.
Luego malbaratan los pájaros. Si nosotros los damos caros, ellos los dan baratos, a la mitad y les compran más a ellos que a uno. Pues sí, sí, hay muchos chamacos que, están en la escuela y cuando salen de vacaciones ya se van con sus trampas, sus redecitas y ya los regalan bien baratos (anónimo, Tulancingo, Hidalgo, México, 18 de junio 2013).
Las soluciones que sugieren para corregir las malas prácticas que comenten algunas personas es involucrarse más y continuamente en el cuidado de las aves y sugieren atender mejor al comprador, sin engaños (vender las “aves buenas”, no las pintadas).
Dificultades económicas y pobreza
Un tema que se mencionó de manera recurrente fue las dificultades económicas (Figura 3). Explican que viven al día, como hay compra-venta entre los distintos pajareros, los vendedores requieren invertir para comprar diversas aves domésticas y silvestres de mayor valor (cantadoras), su alimento y pagar los permisos. Además, las ventas han disminuido por múltiples razones y, por lo tanto, los ingresos también; las aves ahora son “un lujo”. Comentan que “desgraciadamente todos quisiéramos tener y nadie tiene nada” (anónimo, Tulancingo, Hidalgo, México 18 de junio 2013).
Una cuestión clave para analizar el futuro del oficio es el siguiente comentario: “Es solo para medio ayudarse, medio empujarse” (anónimo, Roca de Oro, Veracruz, México, 25 de junio 2013). Las aves no tienen un precio fijo, es complicado y a veces contraproducente, poner precio a un valor biocultural. Asimismo, es un negocio inestable: “Puedes vender un día y luego en tres días ya no vendes” (anónimo, San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 23 de mayo 2013). Otro entrevistado expresa: “Yo ahorita dejo de vender en junio, julio … y empiezo otra vez hasta noviembre. […] Porque ya no se vende” (anónimo, Mexticacán, Jalisco, México, 13 de julio 2013).
Dificultades entre actores
Se clasificaron cinco tipos de dificultades con, 1) los agremiados; 2) los lugareños; 3) los ambientalistas y otros; 4) los compradores; y 5) los funcionarios. Dentro del gremio algunos reconocen eventos donde hay desorganización, dificultades de colaboración, poca ayuda de las uniones y en ocasiones abuso de poder de los líderes. Las causas las resumen en sus palabras como: competencia, envidia, controversia y/o mal habladurías.
Para resolver los problemas de los miembros de las Uniones, identifican el papel importante de un buen líder que los motive a atender sus instrucciones y, de ser necesario, sugieren la posibilidad de evaluarlos y sustituirlos cuando no cumplan con sus funciones. Reconocen la necesidad de contar con controles internos como serían ciertas reglas locales consensuadas y custodiadas a través de conductas de auto vigilancia. Por ejemplo, vigilar que no haya capturadores de otros lugares para permitir solo la colecta a los capturadores locales y a mejorar la colaboración para compartir gastos y ayudarse mutuamente.
Hay una problemática con los dueños de los terrenos donde se capturan las aves (figura 4) ya que los capturadores no son dueños de las tierras y tienen que pedir permiso. Ellos plantean que los propietarios de los terrenos sean los vigilantes de los permisos tanto en campo como del control territorial.
El problema más grave según ellos son los medios de comunicación, ya que “los atacan” mediante sus notas desinformadas y los muestran desde una visión negativa: “-¿Salieron en el periódico? -[Sí], nos pusieron como traficantes de aves”. También la denuncia ciudadana los afecta: “Cualquier ya, hasta el barrendero quiere fregarlo a uno: oye que tu permiso, no, que ahorita vas a ver dame tanto si no te echo las leyes” (anónimo, Mexticacán, Jalisco, México, 13 de julio 2013). Para contrarrestar esta opinión consideran importante difundir su conocimiento y actividades que ellos hacen en beneficio de las aves. También tienen encuentros peligrosos con la delincuencia organizada, privándoles del paso a los terrenos, o generándoles violencia o extorsión. Cuando han requerido servicios de abogados un entrevistado dice: “Nos trató un licenciado [particular] que nada más nos robó y nos sacó el dinero y se llevó todo” (San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 9 de mayo 2013).
El problema con los compradores es que reclaman la muerte de las aves cuando las llevan a sus casas, pero según los pajareros eso sucede porque los compradores no saben cuidarlas. Muchos clientes se muestran inconformes con el precio de las aves (hay regateo y piden fiado) y solicitan aves prohibidas. Como bien lo reconocen, es importante vender aves en buen estado de salud e informar al comprador sobre los cuidados que requiere cada especie de aves.
La mayor de las dificultades es con los funcionarios públicos, especialmente por el otorgamiento de permisos (figura 5), por la inspección y vigilancia o por las sanciones administrativas y penales. Sienten trato diferencial, mencionan que han observado el otorgamiento de permisos para aves prohibidas y cuestionan el conocimiento de los funcionarios sobre las aves:
Del manejo de las aves no saben nada, los que sabemos somos nosotros porque a diario estamos con ellas. Pero ellos, ¿qué te pueden decir?, nada más están en un escritorio. No saben cómo se desarrolla la especie, cómo vive, cómo se mantiene, qué ciclos tiene para incubar, todo eso. No saben del manejo de las aves (anónimo, San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 18 de mayo 2013).
Los relatos de los entrevistados profundizaron en la relación entre pajareros y funcionarios. Los pajareros defienden su oficio porque reclaman que es lícito y legítimo. Ellos consideran que regular el oficio es positivo pero que en ocasiones estas regulaciones son un obstáculo, porque no consideran sus conocimientos y opiniones.
Según ellos, la ley puede ser muy estricta y los requisitos para la solicitud de los permisos son inaccesibles. Por ejemplo, los permisos marcan las temporadas de captura y veda, esta última tiene el propósito de proteger la reproducción de las aves silvestres. Los pajareros concuerdan con ambas medidas porque coinciden con el manejo tradicional que conocen, “la protección, la hemos hecho nosotros de acuerdo y entre todos, que hasta tal tiempo para capturar” (anónimo, Roca de Oro, Veracruz, México, 26 de junio 2013). Sin embargo, los permisos son generales para todo el país, pero las temporadas de reproducción varían según la localidad. Los pajareros insisten en que las fechas de inicio y fin de la temporada deben acordarse diferenciando las localidades, cuestión básica que según ellos no consideran ni la ley, ni los funcionarios.
Asimismo, de acuerdo con el conocimiento de los pajareros, las aves objetivo habitualmente son los volantones (aves recién salidas del nido) porque aumenta la probabilidad de supervivencia en cautiverio y la posibilidad de cantar. Por eso, un entrevistado argumenta que la temporada de captura debería iniciar antes de lo establecido en la normatividad actual. También los pajareros están en desacuerdo con la reducción de las cuotas de captura de especies y de individuos porque:
Antes nos daban de 89 hasta 100 especies de animales. Ahorita son unas 20 o 17 especies. Muchos animales que nos han prohibido, hay en cantidad de animales, pero pues desgraciadamente la autoridad nos ha prohibido muchos animales (anónimo, San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 26 de mayo 2013).
Hay cuestiones incomprensibles para los pajareros. Los funcionarios otorgan permisos para especies corrientes como cuervos (Corvus sp.) o gorriones caseros (Passer domesticus), pero los pajareros no reciben permiso para capturar especies que son más solicitadas y tradicionales que ellos saben abundantes en su localidad y, en cambio, les dan permiso para especies inexistentes en sus sitios de captura.
Los entrevistados mostraron seria inconformidad por la prohibición del clarín (Myadestes unicolor) y el jilguero (M. occidentalis), especies tradicionalmente utilizadas y de gran valor. Las razones de los funcionarios les parecen razones injustificadas:
Porque según estudios que no los hacen, nomás nos dan atole con el dedo, no nos dicen: aquí están los estudios que realicemos, hicimos unos estudios ¿Y dónde están? Nos prohibieron los psitácidos y al momento, ¿saben qué? va a haber una reunión, se trata acerca de los psitácidos, los vamos a prohibir, y día con día, les digo yo a mis compañeros, nos tienen con una pata en el pescuezo, porque realmente lo que las dependencias quieren exterminarnos, así de fácil. Exterminarnos como comerciantes de aves. Esta es la cruel realidad del pajarero (anónimo, Tulancingo, Hidalgo, México, 18 de junio 2013).
El tema de los psitácidos (loros, guacamayas, cotorras, pericos) causa inconformidad por la prohibición tanto de captura como de venta. Mencionan que les quitaron lo que más se vendía, las “especies de color”, los psitácidos nacionales. Aseguran que hay algunas especies de loros que arruinan los cultivos y los matan los campesinos, pero se desaprovechan como recurso ornamental. Por otro lado, sospechan que otras personas los utilizan y los exportan.
Los pajareros asisten a las reuniones convocadas por el gobierno, hacen propuestas, aunque en su opinión, solo escuchan, “porque opinar no pueden”. Sienten que no les toman en cuenta y que es imposible cambiar esas leyes que regulan su oficio. Mencionaron que en ocasiones optaron por presionar a través de plantones y visitas insistentes a las oficinas gubernamentales, pero sin éxito. Las decisiones de los funcionarios se hacen con estudios poblacionales que hacen los biólogos de CONABIO, pero resulta muy interesante que los pajareros mencionaron los estudios de población de las aves que ellos hacen para justificar su captura y que no les dan credibilidad. Las soluciones que plantean son de manejo participativo, quieren entender con estudios y programas de monitoreo la razón por la que les prohibieron algunas especies, quieren tener mayor comunicación con el gobierno y recibir apoyo directo para modificar la percepción que se tiene de ellos.
En la figura 6 se profundizan los problemas con los funcionarios en materia de inspección y vigilancia. Según los entrevistados, los inspectores desconocen los permisos de subsistencia que los amparan, no identifican apropiadamente las especies e incumplen el debido proceso. La consecuencia es la privación de su libertad (horas o días), la cual puede ser deliberada y con abuso de poder. Esto se agrava cuando carecen de los permisos o no demuestran la procedencia legal de las aves.
Es importante mencionar que las inspecciones han aumentado por las denuncias ciudadanas: “Es el temor de todos los pajareros, los policías”, “moralmente nos destruye. Porque si así no hemos vendido y todavía llega el policía y que nos extorsiona y nos lleva detenidos y es algo feo” (anónimo, San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 21 de mayo 2013).
Y finalmente la experiencia es traumática al ser encarcelados:
Se llevaron a mi yerno y a mi esposo un año. Algo muy feo, yo llegaba a la cárcel, y él llore y llore, mi yerno también. Y yo con el nudo en la garganta me aguantaba porque junto con ellos, ¿qué vamos a hacer? y yo con mi risa tratando de darles ánimos y todo, pero es muy feo pisar una cárcel (San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 25 de mayo 2013).
Según los pajareros las penalizaciones son desproporcionadas: “Con unas fallitas ya te ponen unas multas severas que no las alcanza uno a pagar. Sumamente caras, ya ni una infracción de tránsito se paga tan cara como una infracción de ave” (anónimo, San Bartolo Morelos, Estado de México, México, 26 de mayo 2013). Los entrevistados sugieren contar siempre con el permiso de captura y venta de aves para estar amparados, no traer aves prohibidas, capacitarse y permanecer informados de sus derechos y obligaciones. Piden informar y capacitar a los inspectores, aumentar la calidad de la inspección y vigilancia para detectar a los que no tienen permiso, para que se fijen menos en ellos y estén al pendiente de los delincuentes graves. Estos comentarios reflejan su percepción sobre el abuso de poder, en su opinión, las autoridades no tratan a todos por igual.
Discusión y conclusiones
Las opiniones de los pajareros aquí descritas encaminan hacia un trabajo colectivo orientado a cambiar la percepción del oficio en México. Es clave difundir este patrimonio biocultural vivo, que podría desaparecer. Las vivencias que los pajareros relataron invitan a tratar la toma de decisiones desde un enfoque diferente al actual, el cual es jerárquico. Se propone la transdisciplina como eje de trabajo de una comunidad de aprendizaje donde todos los involucrados participen y, en especial, que los pajareros ocupen un lugar central (Merçon 2021).
Los resultados de investigaciones anteriores indican que los pajareros están orgullosos de su oficio, conocen la diversidad de aves en sus localidades, su localización diferenciada, y tienen vocablos propios para las aves, las herramientas, los procesos de captura y manutención (Roldán-Clarà, Toledo y Espejel 2017a). El vínculo entre pajareros y aves es un recurso biocultural; los pajareros las conocen y tienen un fuerte vínculo y apego con ellas al capturarlas, cuidarlas y venderlas, además de tener un valor espiritual, que transmiten a pajareros jóvenes (Roldán-Clarà y Toledo 2017a; Roldán-Clarà 2018a; Roldán-Clarà, Maldonado-Alcudia y Olmos-Martínez 2018b).
La perspectiva de los pajareros sobre la problemática y las soluciones para conservar y mejorar su oficio demuestra un grado de conocimiento que no ha sido incorporado a un proceso de valoración plural, como recomiendan Zafra-Calvo et al. (2020). Ese proceso implica la inclusión de todas las voces. Por ello, hay que cambiar el paradigma de toma de decisiones y diseñar colectivamente nuevas formas de organización. De aplicarse un proceso transdisciplinario, los gestores escuchan e incluyen los intereses de los actores involucrados, porque los tratan como iguales.
Hay quien vaticina la desaparición del oficio (Servin 2014), porque se ha perdido la tradición de tener pájaros enjaulados en casa (ya no hay espacio o tiempo para cuidarlos) y por los animalistas que defienden los derechos de las aves. Pero mientras existan los pajareros, la regulación actual obliga al gobierno a proveer información sobre su uso. Si se eliminaran los permisos, no habría datos; si se prohibiera la actividad, seguramente se realizaría clandestinamente (Jepson y Ladle 2005) como en otros países latinoamericanos (Alves et al. 2012).
Mientras exista el oficio, los permisos de subsistencia de aves y el número de personas en el padrón de la DGVS deben permanecer, pero bajo un esquema más democrático. Mientras haya personas que lo practiquen y transmitan a sus descendientes (Roldán-Clarà, Toledo y Espejel 2017a), hay que reconocerlo y divulgarlo como un oficio tradicional legítimo, con el derecho a perdurar.
También se observa la necesidad de estudios participativos con los pajareros locales, atendiendo la diversidad regional que ellos reconocen y las especies que ellos demandan. Se requiere analizar en colectivo los permisos de las aves más abundantes por localidad, y abundantes en general, como el gorrión mexicano (Haemorhous mexicanus), además del clarín (Myadestes unicolor) y el jilguero (M. occidentalis), que son las más utilizadas tradicionalmente y con mayor valor cultural (Roldán-Clarà, Maldonado-Alcudia y Olmos-Martínez 2018b) y algunas especies de psitácidos aprovechables (Roldán-Clarà 2021). Sería interesante codiseñar con los pajareros una estrategia para el manejo de la cotorra monje asilvestrada (Myiopsitta monachus), ave de Sudamérica que fue importada masivamente a México (Bush et al. 2014) y se convirtió en una invasora (CONABIO y SEMARNAT 2010), que ocasiona impactos ecológicos nocivos (MacGregor-Fors et al. 2011).
La colaboración entre pajareros fortalecería la gestión comunitaria y las negociaciones con los funcionarios. Por ejemplo, asistir a las peregrinaciones de los pajareros (Roldán-Clarà, Maldonado-Alcudia y Olmos-Martínez 2018b) fortalece los lazos entre ellos. ¿Por qué no difundirlas ampliamente y explicar el valor y el significado del cuidado de las aves?
Un reto sería decidir de forma participativa el precio de las aves. Quizás se podría impulsar un sello de sustentabilidad (DOF 1988, LGEEPA, Art. 77 Bis, fracc. V), como en Indonesia (Jepson y Ladle 2009; Kristianto y Jepson 2011), o aumentar el precio de las aves con excelente calidad de canto (Jepson et al. 2011). El aviturismo tiene enorme potencial en México (Cantú y Sánchez 2011; Ortega-Álvarez et al. 2012), así como la cría de aves en cautiverio en traspatios (Jepson et al. 2011), con especies domésticas no invasoras, como el periquito australiano (Melopsittacus undulatus) y el canario (Serinus canaria). Esa actividad puede ser subsidiada (SEMARNAT 2013).
La transdiciplina es una herramienta para que, a través de los monitoreos colaborativos (Roldan-Clarà et al. 2017b), se compartan conocimientos y responsabilidades. Los funcionarios reconocen la falta de alcance y las malas prácticas de la Policía (Roldán-Clarà et al. 2017b), y los pajareros manifiestan abusos de poder y extorsión. La capacitación de inspectores y policías sobre los derechos de los pajareros, los procesos legales autorizados y las especies de aves permitidas y reglamentadas mejorarían mucho las relaciones de poder actuales.
La formación de comunidades de aprendizaje transforma el liderazgo de las asociaciones. Asimismo, la participación de los pajareros en estas comunidades más democráticas permite entender el papel de los líderes y de ellos mismos, y facilita exigirles representatividad (Cudney-Bueno y Basurto 2011).
Roldán-Clarà y Toledo (2017b) documentaron que los pajareros tienen reglas internas consensuadas y custodiadas por conductas de autocontrol y vigilancia, y acatan las normas cuando hay un buen líder. Una comunidad ejemplar es Roca de Oro, Veracruz, donde utilizan medidas de sanción social como avergonzar a los infractores exponiéndolos públicamente. El control interno, la autoorganización y la gestión comunitaria paralela a la reglamentación gubernamental son exitosos en la gestión pesquera (Cudney-Bueno y Basurto 2011) y han demostrado su eficiencia en el manejo de otros recursos naturales (Ostrom 2010; Berkes 1999; Basurto 2005). Por lo tanto, habría que explorarlos para las comunidades de pajareros. Ese esquema de colaboración en igualdad de poder podría minimizar la captura de aves en época de reproducción y eludir la colecta de nidos.
En años recientes, se ha incrementado la imagen de los pajareros como causantes del deterioro de las poblaciones de aves, lo que ha generado su persecución (Servín 2014; Heraldo 2015). Si se desea que perdure el oficio, son primordiales las campañas de difusión (Olguín Rangel 2013) del gran conocimiento y las formas de gestión comunitaria tradicional de los pajareros, tal como han hecho los gobiernos con otros recursos (Cudney-Bueno y Basurto 2011). Con compradores y un público conocedor, sería difícil caer en engaños o pérdida de aves por mal cuidado. Artículos como el Roldán-Clarà y Toledo (2017a), la declaración pública del expajarero Martín Camacho, líder de una unión (Page Tajonar 2014) y el video documental “Atrapando cantos en el cielo: la vida de las familias pajareras de México” (Roldan-Clarà 2017) difunden las prácticas ambientales de los pajareros, que, en general, son desconocidas. Asimismo, para perpetuar el oficio entre las familias pajareras, hay que reivindicar a los pajareros como gremio y rescatar y difundir el conocimiento ecológico tradicional (Berkes 1999), tal como hicieron Roldán-Clarà, Toledo y Espejel (2017a).
Así, bajo la lógica de la transdiciplina y la formación de una comunidad de aprendizaje (Merçon 2021) con todos los actores vinculados al oficio, habría una valoración plural de los saberes y las prácticas (Mattor et al. 2014; Rivera et al. 2018) y se esperaría una facilitación de los procesos de toma de decisiones y, por lo tanto, una mejora en la democracia ambiental de acuerdo con tratados internacionales novedosos (Nalegach y Astroza 2020).
En conclusión, es un hecho que los pajareros entrevistados tienen un amplio conocimiento sobre los problemas que afronta su oficio, así como de las alternativas para enfrentarlos. La mayoría de las soluciones que ellos plantean llevan a pensar en la necesidad de modificar la forma actual de toma de decisiones, y adoptar un esquema transdisciplinar que favorezca la valoración plural de los practicantes de este oficio, que en México es un patrimonio biocultural vivo.